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Dueño el castellano de Vitoria, lo fué de toda Álava y Arraya (1), dando su gobierno á D. Diego López de Faro ó Haro cuya jurisdicción se extendía hasta el mar de Vizcaya (2); y como el prestigio de su nombre, y sus gallardos hechos, le cons tituían la persona más conspicua de aquel país, hasta muerto fué considerado. Aunque han pasado cerca de seis siglos después del fallecimiento de este héroe, se le pide á su memoria un obsequio muy particular, pues todos los años, luego que el ayuntamiento de la ciudad de Nájera hace el nombramiento de sus constituyentes para el gobierno del año siguiente, pasa á publicar y leer la elección delante del panteón de D. Diego López, diligencia tan necesaria, que es nula la elección si se omite esta circunstancia; por lo que á cualquiera hora que se concluya, aunque sea la más intempestiva, se pasa á el monasterio, cuyo abad y monjes cuidan bien de tener abiertas sus puertas hasta que se finalice el acto > (3).

Con D. Diego habían acudido hijosdalgo, caballeros y soldados de la cofradía de Álava, á las inmediatas órdenes de Rodríguez de Mendarizqueta á la batalla de las Navas de Tolosa; después á la conquista de Baeza; adquiriendo importancia y gloria, que no en balde era uno de los magníficos florones de la corona de Castilla. Así que, cuando la inmortal D.a Berenguela concertó la boda de su hijo D. Fernando III con la prin

(1) Arraya y la Minoría constituían la hermandad de la cuadrilla de Salvatierra compuesta de las cinco villas de Maestu, Alauri, Vírgara mayor, Vírgara menor y Azaceta, y las del Valle Real de la Minoría eran Arenaza, Ibisate, Igoroin, Cicujano, Muntu, Alecha y Leorza, siendo villas separadas Berroci, Izarza, Onraita, Raitegui, Corres, Apellaniz, Arlucea y Urarte.

Fué señor del valle de Arraya el famoso fabulista D. Félix María Samaniego, natural de La Guardia.

(2) En una escritura del año 1201 se dice: «reinando el rey Alonso en Toledo, en Castilla, en Álava y en San Sebastián, y bajo su dominación Diego López en Borobia (que será Bureba) y Soria hasta el mar de Vizcaya». (Archivo de San Millán, etc.-MARINA, Diccionario de la Academia). En otra escritura de 1210, se dice también que dominaba Diego López de Faro en Castilla la Vieja, en Álava, en Vizcaya y en Nájera, reinado D. Alfonso en toda Castilla, en Toledo y en Álava hasta San Sebastián.

(3) MARINA.

cesa Beatriz, recibió á su nuera en Vitoria, acompañando á la reina gran séquito de prelados y caballeros, de los maestros de las Órdenes, de abadesas y de mucha nobleza de caballería.

Confirió el rey Fernando á su hijo D. Alfonso el mando ó adelantamiento de la frontera, y estando en Vitoria, faltó á la confianza por su padre en él depositada, acogiendo á D. Diego López de Haro que indispuesto con el rey se retiró á Vizcaya y promovió rebelión, hallando D. Fernando fácil manera de apaciguarla, y que los mismos que la promovieron le ayudaran poderosamente á conquistar Sevilla, á cuya gloriosa empresa

acudieron alaveses.

También el rey D. Sancho tuvo que morar en Vitoria al ir á apaciguar la rebelión de vizcaínos, y unióse allí con la reina que acababa de dar á luz en aquella ciudad al infante D. Enrique.

Prósperas siempre para Álava las regias visitas, la recibió de San Fernando (1239) y fueros Antuñano; Salvatierra de D. Alfonso X, repoblándola (1), Arceniega el de Vitoria, y Estavillo y Armiñón el de Treviño.

(1) Villa que se había llamado Hagurain y que volvió á tomar el nombre de Alba-tierra, de la antigua Alba de los romanos.

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A historia de Álava, unida ya á la de Castilla, si antes, como dice el cronista de D. Alfonso XI se gobernaba y regía, no por fuero escrito sinon por alvedrio, y lo era ahora inmediatamente por los adelantados mayores de Castilla, según consta en documentos publicados, no ofrece más de notable que nuevas fundaciones de villas y concesiones de cartas-pueblas y privilegios otorgados por los reyes castellanos, los cuales poseían en el territorio alavés muchas poblaciones de realengo, designadas en escrituras conocidas. Hallábanse en este caso Vitoria, Salvatierra y hasta 16 más, (1) y para que acudieran á

(1) El 18 de Enero de 1258 la Cofradía de Álava entregó espontáneamente al rey 16 aldeas inmediatas á Vitoria y Salvatierra.

ellas pobladores concedían los reyes los privilegios que en todas

partes.

Además del realengo, había en Alava el señorío de abadengo, solariego y de behetría, de que disfrutaban las iglesias, monasterios y prelados, caballeros, ricos hombres y fiijosdalgo; concedido todo por los reyes (1), reteniendo siempre en ellos para nos el señorío real é la justicia;..... el semoyo é el buey de marzo,; de cuyo tributo se eximía á algunos pueblos.

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En general los monarcas solían ser un dique á las desmedidas pretensiones y ambición de la nobleza, que redundaban en perjuicio de sus vasallos, viéndose estos obligados á acudir al rey que por su parte unas veces y por las cortes otras, dictaban leyes para armonizar en lo posible las diferentes clases del estado, como se hizo en las cortes de León, Benavente, etc., si bien produciendo una legislación confusa y casi incomprensi ble, que aumentaba las dudas y los pretendidos derechos, y por consecuencia los excesos y desórdenes. De aquí los pleitos, violencias, injusticias, muertes, guerras intestinas entre villas y lugares realengos con los de señorío, solariego y de behetría, entre señores y vasallos, de cuyos males no se vió libre Álava; y entonces aparece la célebre cofradía del campo de Arriaga, verdadero pacto de fraternidad que no podía menos de producir muy beneficiosos resultados para la concordia de todos y buena administración del país. Podrá ser más antigua la creación de esta cofradía; podrá remontarse á los primeros años de la irrup. ción musulmana; no hemos tropezado con la cofradía ni hallado

(1) Solía usarse en tales concesiones esta fórmula que hallamos en varios documentos, con la variante del objeto de la concesión: «et nos por facervos bien é mercet, damos vos é otorgamos vos, por esto que nos dades, que todos los vuestros vasallos, ó collazos, ó abarqueros que habedes en Álava, tambien los que nos vos damos que eran vecinos de Vitoria é de Salvatierra, como los que vos habedes, que non vos los coian en Vitoria, nin en Salvatierra, é que los ayades libres é quitos, salvo todo nuestro sennorio, é todos los nuestros derechos en todas cosas, que nos finquen asi como los habemos en los otros vuestros vasallos de Álava, en tal manera, que cualquiera labrador que este heredamiento poblare, ó labrare, que nos dé aquel derecho que nos dan los otros vuestros vasallos, ó abarqueros, ó collazos que son en Álava». (Privilegio de D. Alfonso X).

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