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definitiva á la conquista y dominio del mundo. ¡ Si mañana surgieran puestos al habla una docena de españoles con capacidad y alientos para fundar una "colonia de cultura" en que se trabajara el fondo del pensamiento de Balmes y el de los gloriosos y olvidados padres del Renacimiento español, "ciudadanos libres de la república de las letras" con el instrumental de la técnica contemporánea...!

Pero Balmes filósofo, apologista y escritor político una sola persona fué. Al hombre de inteligencia prócer, fuerte de sentido moral, ecuánime y ponderado siempre en la idea y en la acción, de inmaculada vida, de ardiente y sano patriotismo, de fervorosa y noble catolicidad, debemos los españoles, y señaladamente debe el clero, con obligación y compromiso de honor, sincero tributo de alabanza, de admiración y de amor. Político, trabajó por la extinción de toda lucha fratricida y civil discordia en aras del común interés; filósofo, renovó la interrumpida tradición del saber patrio, marcando el rumbo de su futura prosperidad cimentada en la sólida cultura científica: apologista, defendió la obra y espíritu de la civilización cristiana, hija del Catolicismo, á cuyos defensores advirtió de la "necesidad de trabajos detenidos, asiduos, profundos; porque no basta impugnar, es necesario establecer. Haya impugnaciones en buena hora; pero abunden las doctrinas positivas".

L

A EMANCIPACIÓN ARGENTINA, POR JUAN

ARZADUN.

(Conclusión.)

Entre las varias cuestiones que la estrechez de espacio nos impide analizar, se destaca la conducta, por lo extraña inquietante, observada por la Infanta Carlota Joaquina, la cual, entre protestas de su acatamiento al prisionero Monarca, muestra deseos de intervenir en los sucesos del virreinato, de tal modo, que con razón intranquiliza á la Junta Central. Las cartas que con profusión incomprensible dirige á ministros y generales; sus impresas proclamas que tenemos á la vista; su intromisión en las discordias de Montevideo y el Virrey, tan dignamente rechazada por éste; el misterioso intento de detener á su paso por Río Janeiro á la fragata Prueba con órdenes reveladoras de conatos de soberanía, sucesos son tan obscuros, que fueran menester muchos detalles para explicarlos claramente.

Sin embargo, el hecho indudable de que la idea de proclamar á dicha señora reina de aquellos dominios con independencia de la metrópoli fué acariciada y defendida por los futuros revolucionarios, nos mueve á describir, á grandes rasgos, un intento del impenitente conspirador Rodríguez Peña, que infundió extraordinaria alarma á la Junta Central, influyendo no poco en el recelo hacia Liniers, que la impulsó á confiarse resueltamente, en definitiva, á la fidelidad de Elio.

El 19 de Noviembre de 1808 llega á Montevideo la fragata inglesa María, procedente de Río Janeiro: al visitarla el oficial de

órdenes de Marina, un pasajero, D. Julián de Miguel, le dice que trae un pliego de la Infanta Carlota que ha de ser abierto "en presencia del oficial que pase registro al buque”. En él se le previene 'que observe todos los movimientos del inglés Diego Parosien, y que si advirtiese en él algún manejo de papeles como para romperlos ó echarlos al agua, se apodere de ellos y proceda á la prisión del referido inglés".

El oficial da cuenta del caso á Elio, y éste ordena la prisión del sujeto, "que se dice médico ó cirujano, de veinticuatro años de edad, alto, rubio, con una cicatriz en la mejilla," y que se proceda al examen é inventario de sus papeles.

Son cartas, impresos é instrucciones para "varias personas de Buenos Aires". De una circular que hallamos entre ellos se deduce que el proyecto se encamina á proclamar por Regente á aquella misma infanta que denuncia la conspiración tramada á favor suyo. Los elogios que de ella se hacen son extremados: "tiene una educación ilustrada y los sentimientos más heroicos", "es imposible oir hablar á esta Princesa sin amarla", "no posee una sola idea que no sea generosa", "es la heroína que necesitamos"... Transcribe la proposición que ha de dirigírsele pidiéndola que se traslade al virreinato para, reuniendo cortes, lograr la "feliz independencia de la Patria", en la dinastía de la "heredera de la inmortal Reina D.a Isabel, quien, ciertamente, tuvo la mejor parte en la conquista de las Américas". Deben dirigirse circulares "á todas las ciudades de los cuatro virreinatos".

Reconoce que "toda autoridad es del pueblo, y éste sólo puede delegarla", "sin embargo-añade—, la creación de una nueva familia Real nos conduciría á mil desórdenes y riesgos". "Debemos contar con la protección y auxilios de Inglaterra.”

En la forma y fondo de la trama se nos revela el buen Rodríguez Peña como ingenuo y torpísimo conspirador; mas, como opinión al fin de un hombre de la época, merecen ser leídas las instrucciones que da á su no menos simple emisario. Son de suprema candidez sus encargos de que con todos "manifieste un carácter sostenido del mayor poder y haga entender con aire orgulloso que el plan se ha de realizar", "que su partido es dominante", "que no puede revelar el secreto que se le ha confiado", con otras frases de un maquiavelismo infantil que mueve á risa.

Más curioso es el análisis que hace del estado de los ánimos al computar el apoyo que sus proyectos han de encontrar en el país. "Los frailes-dice-que tienen un incomparable ascendiente, máxime sobre el bajo pueblo, sufren un yugo pesadísimo que les

han impuesto los españoles europeos. Los franciscanos patricios, que son al menos las tres quartas partes, están incomodadísimos con una injusta alternativa que los obligan á guardar con los europeos en todos los oficios y empleos honrosos de la orden. Los Mercedarios, con la existencia en Madrid de un General, á quien deben ocurrir para todos sus ascensos, gracias y demás, de suerte que, con hacer ver á todos estos la independencia que tendrán de la Europa, se prestarán infaliblemente á predicar, si es necesario, lo justo y conveniente de este negocio: á éstos es fácil introducírseles con el pretexto de religión: imitemos en algo á los Europeos.-Poco tendrá que trabajar en persuadir á los Comandantes y Oficiales de los Cuerpos á abrazar el partido que se proponga, especialmente no dependiendo de la Europa, pues que en todo Gobierno debe contarse con el Ejército, como con la primera base de su establecimiento, y que sin duda alguna deben contar con una dotación generosa y arreglada á sus circunstancias. Las mismas especies procurará difundir en los Xefes y Oficiales de los demás tribunales y oficinas, pues aun quando se varíe en los establecimientos, el mérito y habilidad de los Empleados debe buscarse y premiarse."

El auto que en el proceso lleva la fecha del 22 de Noviembre, merece ser transcrito, porque da idea del hondo efecto, entre repugnancia y temor, causado por la inocente trama.

"AUTO

Montevideo, Noviembre veinte y dos de mil ochocientos ocho.— Autos y vistos por el merito que de la sumaria resulta contra el Ingles Diego Paroisien, encargado del traidor Saturnino Peña que reside en el Janeyro (desde la fuga que hizo de la capital de Buenos Ayres, poniendo en libertad al prisionero, General de las Armas Britanicas Guillermo Car Berresford) para circular y entregar las cartas convocatorias, é instrucciones á los sugetos de dicha capital que debían cooperar y activar el detestable plan de desmontar de la Corona de Castilla la piedra preciosa de este ilustre, generoso, fiel é invicto Continente; fomentando la independencia con la fingida promesa de garantizarla la Serenisima Señora Infanta Doña Carlota, al auspicio del Señor Almirante Sir Sidney Smith, calumniando la alta opinion, y venerable reputacion de la Serenisima Señora atrozmente, quando ninguna mas interesada en la conserbacion integra é incólume de los dominios de nuestro Augusto Señor y Rey natural Don Fernando septimo, á quien Dios guarde, y en los sagra

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dos derechos de su Real familia; é imputando al segundo un concurso subversivo de la alianza y pactos que la magnífica nacion Britanica tiene celebrados solemnemente con la España, obrando de acuerdo para la extirpación del enemigo comun del género humano; habiendo por especial proteccion de la divina providencia, por quien los Reyes reinan, y los legisladores disciernen lo justo, y por las políticas medidas de la Serenísima Señora Infanta, descubiértose en su origen el germen de la conspiracion y del proyecto: librese mandamiento de prision y embargo en forma contra la persona y bienes del citado Diego Paroisien."

Que este plan no era aprobado por la Infanta, lo prueba su denuncia, causa primera del fracaso.

Para que se vea que tampoco su secretario Presas, á quien los historiadores juzgan autor de estos enredos, tenía del mismo el menor conocimiento, á la vez que para analizar la estupefacción de los contemporáneos ante la profunda revolución de los espíritus, copiemos la humorística epístola que el 16 de Diciembre dirige al militar D. Francisco Vera, residente en Montevideo, y muy amigo, á juzgar por las señas:

"Desde nuestra última visita han ocurrido cosas que seguramente en aquella época no eran buenas ni para soñadas: todo se ha mudado. Los que estaban durmiendo han despertado, los valientes se han vuelto cobardes, los discretos se han vuelto locos, los hombres se han vuelto muchachos y éstos tienen de continuo riñas de hermanos, que, faltos de un fino conocimiento, dan asenso á todo y á cada paso inquietan su espíritu los cuentos y chismes que les trae el hijo del vecino: tales son las cosas del día. Parece, amigo, que la cerveza que dejó en ese Rio la expedición de Guayloo (Whitelock) ha puesto la fibra de nuestros amigos en estado de tirantez excesiva, y que en lugar de formar un concierto humano, componen una diabólica orquesta.

"Yo no dudo que tendrán parte en esto los maestros de capilla y vicarios de coro; pero también estoy cierto que si estos cantan el Te Deum y los otros entonan el Oficio de Difuntos, el campanero se verá en la necesidad de tocar á muerto. Con que, amigo, lo que puedo aconsejarle que tenga bien presente su ordenanza, que es el Evangelio de su Religión militar, y que en caso de dudas. se deje usted estar á la espectativa."

Tales intrigas, sumadas á la incertidumbre en que se halla acerca de la manera como será juzgado en la metrópoli aquel estado de rebelión contra la autoridad del virrey, mueven á Elío á dirigirse el 6 de Febrero del año 9 en demanda de consejo al Conde

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