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peculaciones, que por su importancia podían vivir aisladas, y surgió un nuevo contrato, un nuevo factor del comercio, encargado simplemente de vencer los obstáculos del espacio, dando esto lugar al contrato de trasporte en general, que también tiene distintas formas de cumplirse y que es conocido con diferentes nombres, según se verifique por mar ó tierra; pero que al fin y al cabo, viene siempre á cumplir la misma misión y objeto; por lo que en su lugar lo estudiare. mos dentro de un solo capítulo por no encontrar razón bastante para separarlos.

Pero este contrato de trasporte había naturalmente de contener únicamente cláusulas y condiciones que respondieran al fin que estaba llamado á desempeñar, demostrándose bien pronto las importantes deficiencias. que las necesidades del comercio imperiosamente reclamaban desapareciesen, y no pudiendo lograrse esto dentro del contrato mismo de trasporte, pues hubiera sido desnaturalizarle, se hizo indispensable la existencia y nacimiento de otro contrato. De todas estas deficiencias la más importante de todas ellas consistia en que los objetos trasportados corrían durante el viaje todo género de riesgos y peligros, dependientes unos de la voluntad del portador, y que en su consecuencia podrán ser á éste reclamados; pero otros por causas enteramente ajenas é independientes á dicha persona, y enya existencia y consecuencias tenía que sufrir el dueño de las mercaderías sin quedarle medio alguno de indemnizarse. Para evitar este peligro, que disminuía en unos casos la contratación y en otros reducía á modestas las ganancias del comerciante, vino á establecerse el contrato de seguros, ya terrestres, ya marítimos, con el que las deficiencias antes apuntadas

desaparecían, y cuya misión consiste en vencer ios obstáculos que la inseguridad ofrecía al desarrollo del comercio.

No bastaron todas estas ventajas y facilidades: todavía se necesitaba más; en efecto, queda en lugar oportuno consignado que una de las ventajas del comerciante y uno de los fundamentos en que descansan sus ganancias y cálculos consiste en poder elegir el momento en que adquiera y venda los productos, procurando naturalmente aprovechar para realizar una y otra de estas operaciones ya el instante en que más abundan los géneros de que se trata, abundancia que trae como inmediata consecuencia la baratura de los precios para comprar, ya por el contrario el momento en que la demanda de los mismos es muy grande, lo que eleva su coste para realizarlos; pero como entre uno y otro de estos momentos suele trascurrir algún tiempo, esto obliga al comerciante á conservar en su poder los productos por más ó menos días ó meses, y naturalmen

que su conservación debe verificarse en condiciones que no mermen ni disminuyan el valor de las mercaderías de que se trata; para realizar con la mayor perfección este trabajo son indispensables sitios propios con relación á la naturaleza de los objetos de que se trata, lo cual supone crecidos gastos, que tal vez no estén compensados con la ganancia que pudiera obtener el comerciante. También este obstáculo, que podemos llamar del tiempo, fué fácilmente vencido por otro nuevo contrato auxiliar, que es el depósito mercantil (que en su día estudiaremos), mediante el que el comerciante depositaba los objetos por el tiempo que consideraba necesario mediante el pago de determinada cantidad, pero teniendo en cambio seguros y garantidos

sus derechos con relación á la mercadería de su pertenencia, y en cambio constituyendo por sí el depósito un negocio, el que al mismo se dedicaba obtenía una utilidad segura, pues constituyendo su manera de vivir, consagraba á ello toda su actividad, su inteligencia y su capital, quedando pues este negocio sujeto á los cálculos y contingencias de cualquiera otra industria: este último contrato podía también en cierto modo, aunque esto no se ha realizado de una manera tan directa, vencer no sólo el obstáculo del tiempo, sino también y según las condiciones que en él se impongan, los de la inseguridad, por lo que puede suponerse que vencen ó auxilian al comercio en razón á dos géneros de obstáculos ó dificultades, según queda anteriormente explicado y se deduce de la ligera descripción que del mismo acabamos de hacer. La multitud de formas y aplicaciones que cada uno de estos contratos tienen en nuestros días y las distintas operaciones que dentro de cada uno de ellos es posible llevar á cabo, podrá ser causa de que tal vez se crea que han quedado fuera de nuestras clasificaciones contratos muy importantes y frecuentes; no creemos, sin embargo, que esta censura sea justa, pues si estudiamos la naturaleza de cualquiera de uno de estos contratos no mencionado nominati encontraremos que se halla comprendido seguramente en una de las consignadas más arriba: así por ejemplo en el préstamo tendremos el préstamo á la gruesa, que tiene ciertamente una naturaleza y caracteres especialísimos, pero que dentro del comercio en general viene á cumplir y Пlenar las necesidades que al préstamo hemos atribuído; también vemos que aumentan los medios materiales del comerciante, no sólo el préstamo y la sociedad,

sino el afianzamiento, 6 sea la garantía dada por una persona extraña al contrato mismo de que se compromete á cumplir las obligaciones que al deudor corresponden si éste no llega á verificarlo: afianzamiento que después aplicado á la letra de cambio toma un nombre especial, pues es conocido por aral, sin que esto altere ni aumente el número de los contratos auxi— liares, pues sólo son formas ó aplicaciones varias de un mismo contrato; también en el contrato de sociedad hallamos formas múltiples de cumplirse esa cooperación de capitales y de medios materiales que constituye la nota distintiva del auxilio que este contrato realiza, pues que ha dado lugar á las infinitas sociedades de crédito, cuya importancia es tan grande en nuestros días, y á otras como los Bancos hipotecarios y agrícolas, que tan profunda y trascendental revolución han producido por descansar sus operaciones en riquezas que hasta ahora se hallaban fuera de las especulaciones mercantiles. Dentro del trasporte tendremos del mismo modo que ocuparnos por ejemplo de las compañías de ferrocarriles, que después de todo no vienen á realizar otra operación que la propia de los antiguos porteadores con la complicación y consecuencias que el gran desarrollo del negocio ha logrado en nuestros días; en el contrato de seguro veremos también que el obstáculo de la inseguridad se ha comprendido que puede existir en varios contratos, y estos peligros ó riesgos, verdaderamente fortuitos, es posible den lugar á múltiples combinaciones, de lo cual han nacido el contrato de seguros sobre incendios, los seguros sobre la vida, etc., pero que sin que la multitud de aplicaciones del mismo pensamiento cambien la naturaleza del auxilio que prestan. En los mismos contra

tos fundamentales encontramos que, sin que éstos se aumenten, si se han multiplicado los medios ó instrumentos que los facilitan; así al hablar del cambio tendremos que ocuparnos de las letras de cambio, de las libranzas, pagarés, cheques: instrumentos todos de un mismo contrato, de cambio, sin que en su consecuencia creamos que sea indispensable modificar en lo más mínimo la división hecha, que consideramos completa. Para facilitar el recuerdo de la misma publicamos el adjunto cuadro general de la clasificación de los contratos mercantiles, como lo hace también el Sr. Silvela, á quien en este punto seguimos por completo.

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