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un real sencillo moderno, octava parte de una onza: en la una ház una P. (letra primera de su nombre) y una corona encima; y en la circunferencia (en dos círculos) Dominus mihi adiutor, et ego despiciam inimicos meos. En la otra el escudo cuartelado de dos castillos y leones, y en la circunferencia, Petrus Rex Castella, et Legion (24). La justificacion de algunas muertes que mandó hacer, como la del maestre Don Fadrique, estragó con la tiranía del modo; pues debe el príncipe castigar con la ley, no con el imperio, como hizo Don Pedro; el cual nunca reparó en faltar á su palabra: con facilidad hizo guerra á los cristianos, valiéndose de los moros. Quiso, y favoreció tanto á los judíos, que le nombraron su patron y amparo, Fue sepultado de presente en Santiago de Alcocér, y despues trasladado á Santo Domingo el Real de Madrid.

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GAPITULO XXVI.

Reyes de Castilla D. Enrique II, y D. Juan I.-Obispos de Segovia, Don Juan Sierra: D. Gonzalo: D. Hugo de Alemania: D. Gonzalo de Aguilar: D. Juan Serrano: D. Gonzalo Gonzalez de Bustamante.-Córtes en Segovia, y ley de contar los años por el Nacimiento de Cristo.Guerras de Portugal, y Aljubarrota.-Chancilleria real en Segovia, y sus Oidores.-Fundacion del convento del Paular.

I.

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ON Enrique, heredando no solo la corona de Don Pedro, sino los avisos de sus de

sastres, procedió tan magnánimo y liberal, que fue llamado Don Enrique de las mercedes. La mengua de las rentas reales era mucha: la suma que de presente habia de pagarse á los soldados estrangeros, mayor: cuya satisfacion en tal caso por el crédito, y por el peligro debia anteponerse á todo. Labróse moneda baja de ley de oro, que se nombraron Cruzados, por la señal: y de plata, que se nombraron

Reales, para autorizar el nombre del nuevo rey: siendo esta la mas antigua noticia que hasta ahora hemos hallado en las memorias de Castilla del nombre desta moneda, que permanece hasta hoy. Valia este real tres maravedis; y cada maravedi diez dineros: cada dinero dos blancas : cada blanca tres coronados: de modo, que un real valia ciento y ochenta coronados; moneda la mas menuda que entonces corria, como ya. dejamos advertido (cap. 24 § 11). Despues, estinguiéndose la moneda de los dineros, valió cada real treinta y un maravedi: y ultimamente treinta y cuatro,' como escribiremos año 1497 (cap. 35 12), y vale hasta hoy.

Los estrangeros satisfechos de cuanto se les habia prometido volvieron alegres á sus tierras. Los reyes comarcanos juzgando que reino semejante no pudiese permanecer, cada cual esperaba grandes aumentos; los reyes de Navarra y Aragon muchos pueblos: y el de Portugal toda la corona; intitulándose rey de Castilla mas Enrique con prudencia amaestrada en tantas esperiencias frustró sus esperanzas, mostrando al mundo cuanto excede el valor propio á la nobleza heredada, dañosa vanidad de los mortales. Culpa puede ser del padre, ya difunto, haber dejado mal hijo; y nunca puede ser mérito del hijo malo haber tenido buen padre; antes mas culpable la vileza de faltar al impulso natural de la sangre y sucesiona

Año 1370 juntó córtes en Medina del Campo Don Enrique, cuya buena diligencia aumentaba cada dia

crédito con sus vasallos, que en estas córtes le sirvieron con gran suma, con que despachó gente á las fronteras de Aragon y Navarra; y á Galicia contra Portugal. El mismo rey partió á Sevilla, y con asistencia y cuidado desbarató la armada portuguesa, que molestaba aquellas costas, y ocupaba el rio Guadalquivir. Hizo treguas con Granada; y ganó á Carmona con los hijos y tesoros de Don Pedro, y atento á la obligacion de buen hijo trasladó los huesos de su padre el rey D. Alonso á la iglesia de Córdoba, conforme á la voluntad del difunto, que Don Pedro habia olvidado.

II. Con los gastos y estragos de la guerra se habia introducido que los ministros de justicia arrendaban las rentas reales, causa de muchas molestias para los pueblos. Nuestra ciudad suplicó por el remedio deste daño al rey, que en Sevilla en 28 de. Setiembre deste año prohibió, que ministros de justicia pudiesen arrendar rentas reales, como consta de la real provision, que autorizada se guarda en los archivos de ciudad y tierra.

Acreditado Enrique con su gobierno justo volvió á Castilla, y en la ciudad de Toro celebró córtes. En ellas, entre otras cosas, se decretó que los judíos y moros, que eran muchos los que habitaban entre los cristianos, tragesen cierta señal, para distinguirlos en lo esterior de los que en lo interior eran tan diferentes. En estas córtes tambien en 12 de Setiem→

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bre de 1371 años confirmó á nuestro obispo D. Juan

y cabildo cuantas donaciones y privilegios tenian de sus antecesores. Los confirmadores del privilegio, que original permanece en el archivo catredal, son muchos, y entre ellos Don Beltran de Claquin Duc de Molina, Conde de Longa-villa, é de Borja: (asi dice) prueba de que aun no habia partido de Castilla.

Con las buenas muestras de paz y sosiego trataban los pueblos de concertar su gobierno, desconcertado con las pasadas inquietudes. En nuestra ciudad habia contínuas desavenencias, y aun alborotos entre la nobleza y el pueblo. Quejábase este de que algunos, á título de caballeros y gente de guerra presumian señorear los bienes comunes, y aun particulares de ciudadanos, sin que para ellos hubiese freno ni pena. Los nobles y padres de la patria, considerando que el pueblo se quejaba justamente de las opresiones, determinaron que juntos los estados concordasen la discordia. Diputados por la nobleza Roy Garcia de la Torre, Juan Martinez de Soto, Pedro Gonzalez, Alcalde, y Fernan Gonzalez su hermano (hijos de Gaspar Gonzalez de Contreras) con otros cuatro jurados de las parroquias por parte del comun y pueblo, habiendo conferido las capitulaciones y asientos, se juntaron en la iglesia parroquial de la Trinidad domingo 5 de Otubre deste año, donde concluyeron la concordia siguiente.

Que los bienes, y propios comunes se gastassen en prouecho

conun.

Que de los montes y dehessas comunes se aprouechassen los tres estados de Ciudad y tierra, en proporcion determinada.

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