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y buscado por ambas partes para árbitro de la paz. Concediólo el rey, y cumpliólo nuestro obispo con deseo de mejores efectos que tuvo. Porque el rey de Navarra traia trato con algunos de Medina, para que le entregasen la villa como se efectuó víspera de San Pedro al amanecer. Sintiólo el rey; y armándose de sobresalto se puso en la plaza, hallándose á su lado nuestro obispo con otros prelados y señores. Entrada y en parte saqueada la villa, el Condestable y su hermano huyeron por aviso y orden del rey. La reina y príncipe mandaron que saliesen de la villa todos los parciales y confidentes de D. Alvaro, y entre ellos D. Lope nuestro obispo; á quien ya el príncipe mostraba desaficion, olvidado del nombre y obligacion de maestro por inducion, segun se decia, de D. Juan Pacheco, que le queria menos amaestrado, ó por amigo de D. Alvaro, ó por todo junto.

XIX. Nombráronse por jueces, la reina, príncipe, almirante y conde de Alva; que con nombre de con→ cordia pronunciaron: que Don Alvaro no pudiese entrar en la córte, ni escribir al rey en seis años; golpe que sintió con alteracion grande de ánimo. A nuestro Ruiz Diaz de Mendoza señalaron 50000 maravedis de renta, en recompensa de la alcaidía de nuestro Alcázar, que el príncipe dió á Don Juan Pacheco. Casáronse los dos hermanos aragoneses, viudos: Don Juan rey de Navarra, con Doña Juana Enriquez, hija del almirante Don Fadrique, de cuyo matrimonio nació adelante el rey católico Don Fer

nando. El infante Don Enrique casó con Doña Beatriz Pimentel, hermana del conde de Benavente. Concluidas estas cosas, se volvió el príncipe á su ciudad de Segovia al principio del año 1442. Nuestro obispo, conocida la desaficion de su príncipe y dicípulo, y oposicion de Pacheco, escarmentando prudente en los desasosiegos de su antecesor Don Juan de Tordesillas, trató permuta con el cardenal Cervantes, presente obispo de Avila. Antes que dejase el obispado, habiendo dado por ninguna en contraditorio juicio la donacion que su antecesor habia hecho al abad y canónigos de Párraces, de la casa y convento de San Pedro de las Dueñas, como dijimos cap. 299, el obispo Don Frai Lope estando en Sta. Maria de Nieva en 18 de Agosto deste año la dió á la orden de Sto. Domingo, con acuerdo y consentimiento del dean y cabildo de Segovia. Replicó Párraces: y el obispo ganó breve apostólico para que su sucesor determinase la causa, como adelante diremos.

XX. Efetuóse en fin la permuta, asignándose al cardenal obispo de Avila 1000 doblas castellanas sobre el obispado de Osma, con licencia del pontífice y consentimiento de Don Roberto de Moya su obispo. Asi lo dicen las corónicas, y es cierto que fue asi. Mudóse Don Lope de Barrientos de nuestra silla á la de Avila; de aquella fue promovido á la de Cuenca, no habiendo querido el arzobispado de Santiago; y habiendo gobernado el reino de Castilla en los últimos dias del rey Don Juan II, y asistido muchos años

al rey Don Enrique IV, siendo canciller mayor de Castilla murió año 1469, en 87 de su edad. Yace en el hospital de San Anton de su patria Medina del Campo, ilustre fundacion suya: varon tan famoso en los siglos, que queriendo los medineses, poco atentos á tan venerable memoria, unir este hospital con otros y proponiéndolo al rey Don Felipe II, respondió enfadado: Esse Hospital no os pide nada, ni vosotros se lo dais. Y con lo que tiene os cura vuestros enfermos. Dejadle conseruar la memoria de su fundador, que la hay muy grande de sus graues, y honrados seruicios, y buenas obras. Respuesta y reprension de príncipe en todo cuidadoso. En su testamento mandó la mitra rica á nuestra iglesia de Segovia, porque la hizo siendo su obispo. Escribió este gran prelado y dotor la instruccion sinodal, ó tratado de sacramentos y materias morales, y despues los tratados, que arriba referimos (§ 12) de fortuna, de sueños y de mágia: obras importantes y muy doctas. Tambien escribió un trabajado índice (que vulgarmente llamamos tabla) á la suma teológica de San Antonino de Florencia. Tres destos tratados tenemos en nuestra librería: los dos (instruccion y índice) hemos visto y permanecen en este archivo catredal de Segovia, manuscrito todo: porque, segun entendemos, nada se ha impreso hasta ahora, por lo menos con el nombre de su verdadero autor. En la historia dominicana (part. 3 lib. 2 cap. 48) se escribe que escribió un tratado intitulado Llaue de la sabiduria.

GAPITULO XXX.

Cardenal Cervantes, obispo de Segovia.-Batalla de Olmedo.-Fundacion del convento del Parral.-Privilegio del mercado franco.-Don Luis Osorio de Acuña, obispo de Segovia.-Nacimiento de la Reina Doña Isabel.-Muerte de D. Alvaro de Luna, y del Rey Don Juan II'.

I.

ON Juan Cervantes natural de Galicia, ó (segun algunos) nacido en Lora, villa de Andalucía, de padres gallegos, siendo muy docto en derechos Ꭹ arcediano de Sevilla, fue creado cardenal con título de San Pedro ad Vincula por Martino V, en 24 de Junio de 1426 años. Administrando el obispado de Avila y habiendo permutado con nuestro obispo, estando en Turégano en 20 de Diciembre deste año 1442 en virtud del breve que (como digimos cap. 29 § 19) habia ganado su antecesor, pronunció sentencia dando por ninguna la donacion que

TOMO II.

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Don Juan de Tordesillas habia hecho al abad y canónigos de Párraces de la casa y convento de San Pedro de las Dueñas, confirmando la que Don Lope de Barrientos habia hecho á la religion de Santo Domingo. Y consiguientemente en 16 de Enero del año siguiente 1443 despachó ejecutoria con requirimiento al rey, príncipe, prelados y señores, para que hiciesen cumplir la sentencia, como se hizo, quedando los religiosos en quieta posesion del convento.

En la córte y reino todo era revoluciones. El príncipe Don Enrique sintiendo que los aragoneses tomasen tanta mano, trataba de restituir á Don Alvaro en la gracia de su padre. Un valido no podia causar al príncipe heredero el temor que un primo y rey de Navarra, que nunca quiso soltar aquel reino dotal al príncipe Don Carlos, su legítimo sucesor. Don Lope de Barrientos ya obispo de Avila, juntó y concertó en Tordesillas á rey y príncipe en provecho de Don Alvaro y desasosiego comun; porque el príncipe juntó su gente y el rey de Navarra la suya; dejando al rey de Castilla en Portillo en poder ó (por mejor decir) prision del conde de Castro, que hizo seguridad de guardarle hasta que volviesen. Bien sentia el castellano la desdicha; pero su pasion y los pecados del pueblo estorbaban el remedio.

II. Pasaba esto mediado el año 1444. Supo el rey que el cardenal obispo nuestro estaba en Mojados, villa suya en la ribera del rio Cega, dos leguas al oriente de Portillo; fingió salir á caza, acompañó

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