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CAPITULO XXI.

LEVANTAMIENTO DEL SITIO DE CADIZ.

RESULTADO GENERAL DE LA CAMPAÑA DE 1812.

1812.

(De agosto á fin de diciembre.)

Influencia de los sucesos de Castilla en Andalucía.-La que ejercieron en el mariscal Soult.-Levantan los franceses el sitio de Cádiz.-Regocijo en aquella ciudad.—Abandona Soult á Sevilla.-Combate y triunfo de los españoles en el barrio de Triana.— Entran en Sevilla los aliados.-Soult en Granada.-Persiguele Ballesteros.-Unese Drouet á Soult en Huescar, atraviesan el reino de Murcia, y pasan á incorporarse á José en el de Valencia.-Ocupan los españoles á Córdoba.-La administracion francesa en Andalucia.-Exacciones, impuestos, despojos.-Objetos artísticos llevados á Francia. Entrevista y conferencia del rey José y de los generales Jourdan, Suchet, Soult y Drouet en Fuente la Higuera.-Plan de operaciones.-Reunion de ejércitus franceses.-Acuerdan auxiliar al de Portugal en Castilla.-Recobra el rey José á Madrid, huyendo delante de él el inglés Hill.-Consternacion de los madrileños.-Discreta y patriótica conducta de don Pedro Sainz de Baranda.-Sale otra vez José de Madrid la via de Salamanca.-Llegan allí Soult y Drouet.-Malogran los franceses la ocasion de batir á Wellington y los aliados.-Responsabilidad que en esto cupo al duque de Dalmacia.-Sucesos en Valencia.-Accion de Castalla, desastrosa para los espaholes.-Culpose de ello á don José O' Donnell.-Camores que en las Córtes se levantaron contra él.-Proposiciones que se hicieron.-Acres censuras y vehementes discursos.-Comision de guerra que se nombró.-Renuncia del regente don Enrique O'Donnell, hermano del general.-Debates que hubo sobre ella.-Le es admitida á pesar de su gran reputacion y general estima.-Dificultades para su reemplazo.-Candidatos y partidos que los sostienen.-Es nombrado regente don Juan Perez Villamil.Sus ideas políticas.-Arribo de una escuadra anglo-siciliana á Alicante.-Marcha de la espedicion al interior de la provincia.-Prepárase á resistirla Suchet.-Vuelve aque

Ila á Alicante.-Sucesos de Aragon.-Sarsfield.-Sucesos de Cataluña.-Lacy.-Nueva distribucion de ejércitos españoles.-Resúmen y resultado de la campaña de 1812, hecho por un historiador francés.

El triunfo de las armas aliadas en Arapiles y la entrada de nuestros ejércites en Madrid, obligando al monarca intruso á evacuar la capital y refugiarse en Valencia, eran acontecimientos que asi como reanimaban el espíritu de todos los buenos españoles, necesariamente habian de ejercer influencia en opuesto sentido en los enemigos que estaban dominando otras provincias de la monarquía. El mariscal Soult, duque de Dalmacia, hasta entonces tan sordo á las escitaciones del rey José, y tan resistente á obedecer y cooperar á las combinaciones que aquél y su mayor general Jourdan proyectaban y le proponian como comvenientes, reconoció al fin la necesidad de abandonar la Andalucía en que tan á guзto se encontraba, y en que obraba á modo de soberano. El 24 de agosto se decidió á levantar el sitio de Cádiz, y el 25 quedó, despues de dos años y medio, descercada la Isla, arrojando al mar la artillería de sitio, y destruyendo las municiones, no sin lanzar ántes y como por via de despedida multitud de bombas á la plaza, aumentando la carga de tal manera que muchas piezas reventaron. Del mismo modo se retiraron tambien los franceses de la serranía de Rouda y de las márgenes del Guadalete, clavando la artillería, y dejando abandonadas las barcas cañoneras, de que se aprovc→ charon los nuestros.

Fácil es comprender el regocijo que causaría en Cádiz tan fausto acontecimiento. Celebróse con todo género de fiestos, y las Córtes acordaron en la sesion del 25 que se cantára un solemne Te Deum en la iglesia del Carmen, á que asistieron al siguiente dia todos los diputados, con cuyo motivo no hubo aquel dia sesion. Notóse, sin embargo, mas júbilo en la gente forastera, y que de parte de los vecinos no mostraban todos tanta alegría como era de esperar, lo que se atribuyó, ya á haber bastantes oriundos de estrangeros, ya á que á algunos de los mismos naturales no les iba mal con las ganancias qùe aquel estado de cosas les proporcionaba en sus especulaciones mercantiles (1).

(1) Hé aquí como se espresa respecto á este particular el señor Villanueva, diputado, y testigo de todo: «No puede esplicarse el júbilo de esta mañana, luego que el pueblo al amanecer entendió ser cierta la fuga de los franceses y el levantamiento del sitio. Sin embargo se observó que generalmente estas demostraciones eran de los forasteros, y que de los avecindados en esta

ciudad una gran parte mostró indiferencia, algunos tristeza y pesar. Atribuiase esto á que hay aquí muchos franceses, ó hijos, ó nietos, o deudos de franceses, los cuales por punto general entran en las miras ó en los intereses de aquella nacion, y no conocen otro patriotismo; á que durante el sitio han procurado algunas personas de esta ciudad sacar partido de él, haciendo espe

Abandonó igualmente Soult el 27 la ciudad de Sevilla, dejando solo una parte de su retaguardia, la cual no debia salir hasta cuarenta y ocho horas después. Avanzaba ya sobre aquella ciudad el general español Cruz Murgeon, acompañado del coronel inglés Skerret con fuerza británica, yendo delante de todos el escocés Downie, que habia levantado una legion llamada de Leales Extremeños, vestidos á la antigua usanza. Semejante pensamiento habia inspirado á la marquesa de la Conquista, descendiente del ilustre don Fran. cisco Pizarro, la idea de regalar á Downie la espada de aquel célebre conquistador que conservaba la familia. Alcanzaron los nuestros y batieron aquella fuerza enemiga en los olivares de Castillejo de la Cuesta: prosiguiendo los ataques, obligáronla á replegarse sobre el barrio de Triana, separado de Sevilla por el Guadalquivir: marchando adelante los aliados, metiéronse en Triana empeñándose un recio combate en la cabeza del puente. El intrépido Downie quiso saltar él. solo á caballo por un hueco que las tablas del puento dejaban; costóle tan temerario arrojo ser derribado del caballo, herido en la megilla y en un ojo, y caer prisionero; pero tuvo serenidad para arrojar á los suyos la espada de Pizarro, evitando asi que cayera tan glorioso trofeo en manos de enemigos. A pesar de este contratiempo nuestras tropas pasaron el puente encaramándose por las vigas: aturdidos con esto los franceses metićronse en la ciudad, cuya puerta cerraron.

No les bastó ya esta precaucion. Apresuráronse los paisanos á colocar tablones sobre el puente; pasáronle nuestras tropas, y al verlas los vecinos de Sevilla abriéronles la puerta del Arenal, echaron las campanas á vuelo, comenzaren á colgar los balcones de las casas, penetraron los aliados en las calles, y llenos de espanto los franceses, arrojando algunos sus armas, salieron de tropel por las puertas Nueva y de Carmona camino de Alcalá, dejando dos piezas y sobre 200 prisioneros, abandonando tambien á un trecho de la ciudad al valiente Downie, estropeado de las heridas. No se empeñaron por entonces los nuestros en la persecucion de los franceses. Celebróse en Sevilla la entrada de los aliados con el entusiasmo propio del carácter de aquellos naturales, y el 29 de agosto se publicó la Constitucion de Cádiz, segun so hacia en los pueblos que se iban reconquistando.

culaciones mercantiles que les han sido lucrativas; en estos últimos dos meses del bombco han enriquecido muchos vecinos con inquilinatos ó subarriendos de parte de sus viviendas á precios desmedidos: todos estos es regular que miren la fuga del enemigo como el término de sus ganancias, lo cual duele á los que no tienen mas patria

que su bolsillo.... Las causas serán estas ú otras, pero el hecho es cierto, y ha sido notado por muchos aun de Cádiz.-Viaje á las Cortes: sesion secreta del 23 de agosto. -Djemos á la responsabilidad de este escritor la exactitud ó inexactitud del hecho y de sus juicios.

Marchaba el mariscal Soult camino de Granada, mas no sin que le molestára por retaguardia y flanco el general Ballesteros, ya que le faltáran fuerzas para atacarle de frente. Iba Ballesteros bordeando las sierras de Torcales y amparándose de ellas. El 3 de setiembre alcanzó en Antequera la retaguardia enemiga, y le cogió tres cañones con algunos prisioneros. Volvió á alcanzarla el 5 en Loja, y algunos ginetes la fueron hostigando hasta la misma vega de Granada. Entró en esta ciudad, y solo permaneció en ella lo necesario para dar lugar á que se le reunieran los destacamentos de varios pueblos, entre ellos las tropas de Málaga, que al salir volaron el castillo de Gibralfaro. Venia tambien caminando de Extremadura á Córdoba, con objeto de incorporársele, el general Drouet, conde de Erlon, con el 5.o cuerpo francés: el general inglés Hill que hubiera podido perseguirle, no lo hizo, llamado entonces por Wellington al Tajo y hácia Castilla, como en el anterior capítulo dijimos. Solo le fué rastreando un trozo de caballería que destacó el general español Penne Villemur. Asi fué que llegó Drouet sin dificultad á Córdoba, de donde prosignió despacio á la provincia de Jaen, y como ya en este tiempo hubiera salido Soult de Granada (16 de setiembre), dióse prisa á alcanzarle y se le incorporó en Huescar.

. Conforme los enemigos iban evacuando las ciudades de Andalucía, ocupábanlas los nuestros. En Córdoba, además del coronel Schepeler que iba en pós de Drouet enviado por Villemur, entró el partidario don Pedro Echavarri, hombre atropellado y ligero, que arrogándose el mando, que después confir mó la Regencia, publicó la Constitucion, y haciendo gala de un exagerado españolismo, y queriendo halagar las pasiones del vulgo, con el que gozaba de bastante favor, al propio tiempo que procuraba agradarle con prácticas y actos públicos de devocion, mostróse perseguidor riguroso, al modo que en Madrid don Carlos de España, de todo el que con razon ó sin fundamento, y acaso solo por resentimiento ó venganza personal, era denunciado como partidario del gobierno intruso. En Granada, al dia siguiente de haber salido de ella Soult, entró el general Ballesteros con su ejército, yendo delante el príncipe de Anglona, y siendo recibidos con el júbilo que lo hacian todas las poblaciones en el momento de verse libres de franceses. El mariscal Soult y el conde de Erlon ya unidos prosiguieron por el reino de Murcia, encaminandose á Valencia, donde los llamaba el rey José, para combinar su nuevo plan de operaciones para ver de reparar las pérdidas y resarcir los quebrantos que les habia ocasionado Wellington, y de que hemos dado noticia á nuestros lectores.

Al hablar un ilustrado historiador español de la evacuacion de las Andalucías por las tropas francesas que las habian ocupado largos dos años, hace

importantes y curiosas observaciones sobre la administracion francesa en aquellas provincias y sobre los sacrificios enormes que les impuso, sacadas de datos y documentos apreciables, y de que nosotros tampoco podemos desentendernos. A pesar de la dificultad de poder calcular con exactitud todo lo que aquellas ricas comarcas tuvieron que s ministrar en aquel período, ya en metálico por la contribucion extraordinaria llamada de guerra, ya en especies y frutos para la manutencion de hombres y caballos, hospitales, etc., de una liquidacion practicada por el conde de Montarco, comisario regio del rey José, resulta haberse entregado á la administracion militar francesa en todo aquel tiempo la suma enorme de 600 millones de reales, no contando las derramas sueltas impuestas arbitrariamente por los gefes de columnas y recaudadas sin cuenta ni razon. Y la suma no debe parecer exagerada, constando tambien do datos oficiales que sola la provincia de Jaen pagaba por contribucion de guerra 21 millones de reales al año, y que entre este impuesto y el de subsistencias satisfizo desde febrero de 1810 hasta diciembre de 1814 la cantidad de 60 millones de reales.

Hacía mas sensibles estos sacrificios el no haber podido disponer, siquiera para el ramo de suministros, de los granos procedentes del diezmo, los cuales dispuso Soult que se depositasen en almacenes de reserva. Aconteció esta precisamente en años de escasísima cosecha; y como era tambien frecuente y casi incesante el embargo de caballerías para bagages, acarreos y trasportes, resultaba no poderlas dedicar los naturales, ni al cultivo de sus tierras, ni al comercio y tráfico interior. De modo que todas eran causas de empobrecimiento y de miseria.

Juntose á esto el despojo de la plata y oro de los templos, no ya solo do las catedrales, sino de los conventos y parroquias, y hasta de las ermitas de las pequeñas aldeas. Recurso que por cierto fué de mas escándalo que producto; pues como decia Azanza en una de las cartas al ministro de Negocios estrangeros en la correspondencia que los nuestros le interceptaron: «La plaia de las iglesias parece de un gran valor al primer golpe de vista; mas cuando se la junta para fundirla, se encuentra por lo comun con que son delgadas planchas para cubrir la madera; y este recurso no puede producir fondos para subvenir á las mas urgentes necesidades de la tesorería.» Pero despojó á los conventos é iglesias de otros objetos, que si no tenian el valor intrinseco del oro y de la plata, eran de un valor artístico inapreciable. Hablamos de los magníficos y preciosos cuadros de los célebres pintores de la escuela sevillana que de oraban los templos y conventos de Andalucía, y que una comision imperial establecida en el alcázar de Sevilla tenia encargo de recoger pare que fuesen á enriquecer el muséo de París.

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