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APÉNDICES.

I.

SOBRE EL INCENDIO Y SAQUEO DE SAN SEBASTIAN.

Hízose tan ruidoso, y adquirió tan triste celebridad el suceso que sirve de epigrafe á este Apéndice; se habló y se escribió tanto sobre los causadores de aquella calamidad, y hemos visto en escritores graves, y que deberian estar bien informados, tan estraño juicio, ó por mejor decir, tan estraña duda acerca de esto mismo, que nos ha parecido deber aclarar é ilustrar este punto, mas de lo que en el testo hemos podido hacerlo, con documentos autenticos y originales, que hemos tenido la fortuna de adquirir y tener à la vista, y se conservan en el archivo municipal de la ciudad que sufrió la catástrofe. Tan luego como se difundió por España la noticia de aquella horrible devastacion, la opinion pública, asi en las conversaciones como en los periódiccs que entonces veian la luz, culpó de tan abominables escesos á las mismas tropas anglo-portuguesas que habian entrado en la ciudad como libertadoras, y no eximia de culpa y de responsabilidad al general inglés que las mandaba. La Regencia del reino, movida por este universal clamor, al cual no podia ser indiferente, se dirigió por medio del ministro de la Guerra al mismo duque de Ciudad-Rodrigo para que le informase sobre el particular. El generalisimo contestó remitiendose a lo que, como súbdito de la Gran Bretaña, informaba al embajador de su nacion, con quien la Regencia deberia entenderse.

Trató, como era natural, lord Wellington de justificar en este informe á sir Thomas Graham y á sus oficiales de la inculpacion de incendiarios que se les hacía, y del designio que se les atribuia de querer vengarse de aquella poblacion por su comercio con los franceses en desventaja de los intereses de la Gran Bretaña. Aseguraba haber hecho lo posible por conservar la ciudad, negándose á bombardearla como le proponian. Afirmaba que el 30 de agosto, cuando el estuvo en el sitio, ardía ya la ciudad, y que era preciso que el fue

go le hubiese puesto el enemigo: que en las calles habia sido terrible el choque entre los sitiadores y la guarnicion, y que habian hecho esplosion muchos combustibles atravesados en ellas, ocasionando la muerte de muchas personas y el incendio de varios ed ficios. «En cuanto al saqueo por los soldados, decia, soy el primero á confesarlo, porque sé que ha sido cierto. Me ha tocado la suerte de tomar muchas ciudades por asalto, y siento añadir que nunca he visto ni he o do de ninguna tomada de este modo por ningunas tropas sin ser saqueada. Es una de las perniciosas consecuencias que acompañan á la necesidad de un asalto.....—Que en órden á los daños causados á los habitantes por los soldados con armas de fuego y bayonetas en recompensa de sus aplausos y vivas, serian por accidente durante el choque en las calles con el enem go, y no deliberadamente.-Que en cuanto á la benignidad para con la guarnicion enemiga, era muy fundada, y que seria dificultoso conseguir de los oficiales y soldados británicos que no traten bien al enemigo cuando se rinde prisionero.-Que se habia hecho lo posible por las tropas britanicos para apagar el fuego; y por último, que en el parte del general Rey al gobierno francés se decia que cuando se comenzó el asalto ardia la ciudad en seis parages distintos, lo que probaba que no habia sido puesto el fuego por los soldados ingleses.

Tanta importancia dió la Regencia á esta manifestacion del duque de Ciudad-Rodrigo, y tanta necesidad veia de aplacar los ánimos irritados, que la hizo publicar por suplemento estraordinario à la Gaceta de Madrid.

Veamos ahora los documentos y testimonios que en contra de esta justificacion y en sentido enteramente opuesto se levantaron.

Ardiendo todavía la ciudad, y à la vista del humo y de las llamas, algunos individuos del ayuntamiento y otros vecinos de los que andaban fugitivos yi dispersos tomaron la resolución heróica de juntarse en la comunidad de Zubieta, con el fin que se verá por las celebres sesiones, dignas de inmortal memoria, y de que ahora daremos cuenta. El acta de la primera sesion, que merece bien ser conocida, decia á la letra asi:

«En la comunidad de Zubieta y su casa solar de Aizpurua, jurisdiccion de «la M. N. y M. L. C. de San Sebastian, á 8 de setiembre de 1813, se juntaaron y congregaron previo mútuo aviso y acuerdo, viniendo desde Pasages, «Orio, Usurbil e Igueldo, donde se hailan provisionalmente con sus familias, alos señores don Miguel Antonio de Bengoechea y don Manuel de Gogorza, calcaldes y jueces ordinarios, don Jese Santiago de Caeseno, don José Maria «de Eze za y don Joaquin Antonio de Aramburu, prior del ilustre cabildo «elesiastico, don Joaquin Santiago de Larreandi y don Joaquin Pio de Ar«mendariz, presbíteros beneficiados, don Joaquin Luis de Bermingham, don «Bartolomé de Olózaga, prior y consul del ilustre consulado, don José Ma ia ude Soron y Soroa, don Evaristo de Ehague, don José Elices de Legarda, «don José Ignacio de Sagasti, don Sebastian Ignacio de Alzate, don Fran«cisco Antonio de Barandiaran, don Rafael de Bengoechea, don Manuel do «Riera y don Domingo de Galardi, todos vecinos de dicha ciudad, á una conmigo el infrascrito secretario de ayuntamiento de la misma, no habiendo «asistido otros muchos por no habérseles pasado aviso á causa de ignorarse «su paradero por la total dispersion del vecindario y despues de un gran rato «de un triste y profundo silencio, interrumpido por los sollozos y lágrimas «escitadas al verse reunidos los señores concurrentes, pálidos, macilentos, traspasados de dolor y desarropados los más, hablaron alternativamente los «dos señores alcaldes, aplaudiendo el celo patriótico que manifestaban todos «estos señores con haberse reunido aquí, abandonando sus familias y olvi

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dando sus particulares desgracias, á tratar del partido que debía tomars en estas tristes circunstancias a favor de todo el vecindario, y agrade endo dos par bienes que con lágrimas y con la efusion mas sincera de sus coraazones, les dieron los que no habian estado dentro de la plaza durante el si

o, por haber salido con vida dichos señores alcaldes, sindico y presbitero beneficiado don Joaquin Santiago de Larreandi, p dieron que se oupas desade luego el congreso acerca de los medios que deb an adeptarse para reunir «el vecindario y tratar de reparar sus perd das, si es que podian repararso «tantas muertes, heridas, violaciones de mugeres de to las edades, saqueo otal de cuanto encerraban las casas, tien las y almacenes, y por último el «incendio general de toda la ciudad, que aun en este dia y en este momento continúa desde el anochecer del 31 de ag sto en que principió, siendo lo «mas sensible y doloroso que todas estas muertes, heridas, violaciones, «saqueo total é incendio, hayan sid› cinsados por las tropas que tomaron por casalto la plaza, por los portugueses nuestros al ados, que habien lo sido reacibidos cuando ganaron la brecha, por los habitantes de la ciudad con vivas «y aclamaciones, correspondieron bárbaramente con fus lizos, y se entrega«ron en seguida la noche del 31, y en todo el dia siguiente á los mayores des «ordenes y horrores, de modo que todo el vecindario tuvo que huir y salir «del pueblo el 4.o y 2. del corriente, des avorido y medio desnudo: y aun «los dos señores alcaldes hubieron de hacer lo mismo por salvar sus vidas, «viendo que cuantos esfuerzos hicieron con los ingleses y portugueses para «contener las muertes, violaciones, pillage y fuego de las casas, eran inútiles «é infructuosos. El congreso sin embargo de hailarse atónito, asombrado y fuera de si con la horrorosa catástrofe que ha presenciado y con la vista de «la desnudez y figura cadaverica en que han salido cuantos se hallaban denatro de la plaza por el atróz y bárbaro trato de los ingleses y portugueses, y wá pesar de la miseria en que se hallan todos los que lo componen, por haaber perdido cuantos bienes poseian á resu ta del saqueo y subsiguiente incendio, olvidando en este momento sus particulares infortunios, ecordó que diversas épocas an eriores se ha ab asado la ciudad de San Sebastian ente«ramente por incendios, aunque casuales, y que no obstante po la constan«cia y amor de los habitantes á su nativo suelo, ha vuelto á repoblaise hasata el punto de opulencia y esplendor que la hicieron ya famosa en ambos «hemisferios, utilisima al Estado y muy amada de los reyes por sus distingui«dos servicios. Convino en que imitando la magnanimidad de sus antepasados, sin abatirse por la espantosa calamidad presente, se debian poner todos alos medios imaginables para la mas pronta repoblacion de la ciudad; y conas derando que el medio mas eficaz de que no se disperse y emigre a otras "provincias la parte del vecindario que se ha salvado de la furia de los angloalusitanos, de enservar siquiera los templos y algunas casas, atraer los habitantes, reed ficar la ciudad y conseguir del Gobierno algunos auxilios, es «la creacion de un ayuntamiento que reuna la voz, representacion y dere «chos de todos los vecinos, y lleve el nombre de la ciudad de San Sebastian para que saene su existencia política, ya que ha desaparecido la fisica por asu quema total, resolvió de comun conformidad y ante todas cosas, escribir «con propio á la Diputacion provincial que reside en Tolosa, la carta siguiente «firmada por todos los que com ponen el congreso (no se copia porque se limita á pedir la indicada rehabilitacion). Despues de escrita, fii mada y despacha«da, continúa el acta, la precedente carta, se volvió á tratar sobre las atroces «circunstancias con que ha sido tomada la plaza per los sitiadores, tratando á alos habitantes de una ciudad tan patriótica, fiel, adicta á la g'oriosa causa de ala nacion, mucho peor que si fuera enemiga; mas todos los individuos del con

«greso sofocaron sus resentimientos particulares, conociendo importaba mucho «conservar la reputacion de los aliados en un tiempo en que iban á entrar en «el territorio enemigo, y que perjudicaria á la causa de la nacion publicar en «estas circunstancias su atróz y barbara conducta. Sacrificando, pues, todo el «congreso unánimemente en favor del bien general toda reclamacion sentida, «fijó su atencion y esperanza en el invencible lord duque de Ciudad-Rodrigo, «para quien se dispuso y aprobó con entusiasmo la representacion siguiente; «que se encargó á los señores don José Ignacio de Sagasti, don José María de «Soroa y Soroa y don Joaquin Luis de Bermingham, la pusieran en limpio y «dirigiesen al lord duque, firmándola los tres á nombre de la junta.>> La exposicion decia:

«Excmo. Sr:-El ayuntamiento de la ciudad de San Sebastian y una gran parte de sus principales vecinos se hallan reunidos en el barrio de Zubieta, jurisdiccion de la misma ciudad, con el objeto de acudir á cuantos medios pue da sugerir la imaginacion para el alivio de los desgraciados habitantes de ella.

«Por un movimiento espontáneo y unánime se ha fijado la vista de los miembros de esta junta en el héroe de la nacion, en el restaurador de la independencia de España, en V. E. en fin, cuyas virtudes privadas dan tanto realce á su gloria militar. Nuestra confianza en la grandeza de alma de V. E. es ilimitada, y nuestro espiritu, aunque abatido, no nos conducirá á la desesperacion, si V. E. se digna protegernos con la generosidad propia de su ca

rácter.

«El congreso omitirá la relacion detallada de los tristes acontecimientos de San Sebastian desde el 31 de agosto hasta el dia de hoy, por no renovar el intenso dolor de los que han debido causar en un corazon tan sensible como el de V. E., y se limitará á la mencion en grande de una espantosa catástrofe.

«San Sebastian, Sr. Excmo., ha padecido un saqueo horrible con los demás escesos anexos á él, y un incendio de cerca de seiscientas casas, en el cual han consumido las llamas el valor de 90.000.000 de reales. Este funesto accidente ha causado la ruina de mas de mil quinientas familias, y ha reducido las siete octavas partes de ellas á la desnudez absoluta y á la mendicida ', en un pais cuyos habitantes carecen de lo mas preciso aun para su propia subsistencia, á resulta de haber sido ocupado por el enemigo durante cinco

años.

En medio de este caos de calamidades no se ha notado el menor síntoma de tibieza en el constitucional patriotismo que ha manifestado desde el año de 1808 esta infeliz ciudad. Si nuevos sacrificios fuesen posibles y necesarios, no se vacilaría un momento en resignarse á ellos. Finalmente, si la combinacion de las operaciones militares ó la seguridad del territorio español exigiese que renunciásemos por algun tiempo ó para siempre à la dulce esperanza de ver reedificada y restablecida nuestra ciudad, nuestra conformidad seria unánime, mayormente si, como es justo, nuestras pérdidas fuesen soportadas á prorata entre todos nuestros compatriotas de la península y ul

tramar.

«Moscow fué incendiada, y esperimentó grandes pérdidas. La Europa entera conoce los felices efectos que produjo á la Rusia y á los aliados esta mágica resolucion; pero las pérdidas de Moscow han sido indemnizadas por todo el imperio ruso y por la generosa nacion británica. ¿Y la infeliz ciudad de San Sebastian, tan benemerita ciudad, será abandonada á su desgraciada suerte? No; San Sebastian no reclama en vano la proteccion del inmortal duque de Ciudad-Rodrigo; los justos clamores de los habitantes de esta ciudad seran

trasmitidos por el órgano de V. E. á nuestra Regencia, al ministerio británico, y á los corazones piadosos de esta ilustre nacion, y San Sebastian renacerá.

«Séanos permitido este presagio inspirado por el alto concepto que tieno formado el orbe de las bellas cualidades que adornan á V. E., y permítasenos tambien el reiterarle la triste situacion de mil quinientas familias pobres de San Sebastian, que andan errantes sin asilo y sin pan. Somos con la mas alta consideracion de V. E. muy rendidos servidores. Zubieta 8 de setiembre de 4843.»

«Concluida la lectura, sigue el acta de la representacion precedente, se «ocupó la junta en formar una memoria de todo lo ocurrido al tiempo del «asalto y despues que se apoderaron de la plaza los aliados, con lo que informaron estensamente los dos señores alcaldes, síndico, presbítero beneficiado «don Joaquin Santiago de Larreandi y otros varios vecinos que estaban denatro de la plaza, y hallándose estendiendo dicha memoria llegó aviso de que «se habia rendido esta mañana por capitulacion el castillo de la Mota, al que «se retiraron los franceses el mismo dia del asalto, y para cuya expugnacion «no habia permitido el fuego que abrasaba el pueblo tomar antes disposiciones activas. La junta en vista de esta noticia se apresuró á felicitar al general «inglés comandante de las tropas aliadas, que ocupan la plaza de San Sebas«tian, con un oficio que resolvió lo llevase y entregase yo el secretario, acom«pañado de uno de los alguaciles de la ciudad que tambien se presentaron, y «dicho oficio se estendió en los términos siguientes: «El magistrado de esa «ciudad de San Sebastian que se halla reunido en este pueblo de su jurisdiccion «acaba de saber con la mayor satisfaccion que el castillo de la Mota se ha renadido. Cree de su deber felicitar á V. E. por este acontecimiento en que inte«resa la causa comun al mismo tiempo que su obligacion le impele á pregunatar á V. E., si podrá trasladarse y tomar con libertad sus funciones en favor «de la causa de la nacion y de los habitantes. A este fin se dirige à V. E. de «cuya atencion espera se sirva espresarle, si podrá disponer de los edificios, tanto de los que existan, como de los derruidos, y tomar en cumplimiento «de sus deberes las providencias que tenga por convenientes al mayor bien «de los habitantes, sirviéndose V. E. espresarle el apoyo y auxilio que le dis«pensará de su parte. Renueva á V. E. sus respetos y ruega á Dios guarde « V. E. muchos años. Zubieta 8 de setiembre de 1813. Al Excmo. Sr. gene«ral, comandante general de las tropas aliadas en San Sebastian.» Con tanto «se disolvió por hoy esta junta, quedando convocados todos los señores con«currentes á esta misma casa de Aizpurua por hallarse ocupada la consisto«rial, para mañana á las nueve; y por mandado de la misma junta firmé este «acta yo el secretario.-Ante mí José Joaquin de Arizmendi.»

Por abreviar esta relacion no copiaremos ya íntegras, aunque tambien las tenemos á la vista, las actas de la segunda y tercera reunion. Diremos solo compendiando, que en la segunda junta de 9 de setiembre se prosiguió en la redaccion de la Memoria, y al con luirla llegó el propio enviado á la Diputacion provincial con la respuesta, elogiando su conducta y patriotismo, y diciendo que se le enviaran dos ó tres individuos á tratar con la misma, facultandole para nombrar nuevo ayuntamiento interino, ó rehabilitar interinamente el actual.-Se quedó en reunirse para esto á las tres de la tarde.-En esta tercera Junta se acordó elegir á los mismos capitulares anteriores: nombrar comisionados para conferir con la Diputacion, facultándoles para sugerir cuantos medios estimen convenientes para reparar cuanto antes la ciudad, recurrir á

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