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espumar mejor en ellos, lo que disminuye el trabaxo del refinador. Se observa tambien, que el azucar que se hace en estas calderas es mas ligero, y tiene un color mas agradable, que el que ha hervido en los de hierro. Quando un calderon de hierro se rompe, ó que se hace algun agujero en él, es necesario destruir el horno para remplazarle con otro, en lo que se consume mucho tiempo, y algunas veces se pierde varios quintales de xarabe; pero quando esto sucede con el calderon de cobre, todo el trabaxo consiste en el soldarle, ó hecharle una chapa, lo que puede executarse en media hora. Estas, y otras muchas razones, debian inducir á los cultivadores Españoles á abandonar el uso de los calderones de hierro, como han hecho los Ingleses en la Jamaica, y en casi todas las otras colonias.

SECCION IV.

CAFÉ.

LAS colonias de las otras naciones han hecho un comercio considerable por mas de cinquenta años ha, mientras que en las posesiones Españolas no se cultivaban mas que para el consumo domestico. Sin embargo, no solo las nuevas plantaciones, comenzadas desde el año de 1796 en los valles de Aragua, son de café, sino que muchos de los habitantes han abandonado el cacao y el indigo, para cultivar el café. El origen principal de esto fue la larga guerra de 1793 hasta 1801: los mares, cubiertos de navios Ingleses de guerra, no presentaban al comercio otra perspectiva sino la de perdidas inevitables; la comunicacion con el pays materno estando interceptada, los diversos articulos de producto se quedaban entre las manos de los colonos, particularmente el cacao. Es bien conocido que el cacao no se conserva mas que diez meses o un año, y que despues de ese tiempo pierde su precio; era natural, pues, que el colono substituyese en su lugar otra produccion, que tubiese mejor venta, ó que se pudiese conservar en los almazenes, hasta que se operase un cambio en la politica; y el articulo que presentaba estas ventajas era el café.

Sin embargo, no debemos suponer que el cultivo de este ramo haya obtenido todo el aumento de que es susceptible en un suelo tan extenso y fertil como el de Tierra Firme. La cantidad que produce, independiente de lo que se usa para el consumo domestico, no excede un millon de libras.

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SUELO. Toda la tierra dentro de una extension de sesenta leguas en la linea, es propia para el cultivo del café, excepto la tierra compuesta de barro duro y frio, ó un terreno arenoso y ligero sobre un lecho de marl. Las hojas del café que plantan en tales terrenos se vuelven amarillas, y el arbol ó perece ó no da fruto. Exige en preferencia un suelo nuevo y libre, un poco elevado, donde la frescura modere el calor excesivo de la zona torrida, que agobiaria la planta si estubiese expuesta á toda su violencia.

Una regla igualmente facil é invariable al formar una plantacion de café, es la de escoger un terreno nuevamente cultivado. Para juzgar con exâctitud de la fertilidad del suelo, no hay mas que observar el tamaño de los arboles. Montañas ó cuestas, pues la elevacion no importa nada, con tal que el termometro de Reaumur no baxe mas abaxo de 10 ó 12 grados. La plantacion debe estar lo menos posible expuesta al norte; pero esta precaucion es mas necesaria en las Antillas que en Tierra Firme, particularmente si está á una pequeña distancia del mar, pues el agua salada destruye el café.

La primera operacion requerida para formar una plantacion de café es arrancar los arboles; y el modo que se debe usar depende enteramente del caracter de la tierra. Si es anivelada, ó solamente de un declive mediano, se deben arrancar las raizes y troncos, y quemarles; pero si el terreno es montañoso, los troncos son necesarios para impedir los destrozos que puedan hacer los torrentes, que barren delante de si, con mas ó menos rapidez, en proporcion de la violencia de las lluvias, el lecho de tierra. vegetal, que es el deposito de todos los principios de la fertilidad. Muchas plantaciones se han hecho esteriles asi que las formaron, por el descuido de esta precaucion.

PARA PLANTAR.-Una vez que la tierra que se destina para el café se halla desembarazada de arboles, hacen hoyos para po

ner la planta, en el orden que el cultivador lo juzga mas conveniente, y á una distancia que la naturaleza de la tierra determina.

El cultivo del café en Tierra Firme no se halla bastante avanzado, ni el terreno ha sido bastante exâminado, para garantizar la adopcion de otro metodo de plantar el café mas que en lineas paralelas, mas ó menos distantes las unas de las otras, y los hoyos mas ó menos separados. Pero probablemente el tiempo vendra, quando la industria, deseosa de convertirlo todo en utilidad, no desdeñara tomar ventaja de los felices resultados, que los talentos y emulacion de sus vecinos han operado. Para tal epoca recomendariamos el metodo de plantar en triangulos, un metodo tanto mas provechoso, quanto ahorra cerca de una sexta parte de tierra.

Un quadro de tierra plantado en triangulos de siete plantas, da dos mil novecientas veinte y seis plantas de café; en quadros de siete plantas, no da mas que dos mil y quinientas; en quadros de diez, da mil doscientas veinte y cinco; en triangulos de diez, produce mil quatrocientos quarenta y una.

Para plantar en triangulos, se debe tirar una cuerda dividida en nudos, que indiquen las distancias. Supongamos que son siete; á cada nudo se pone una planta de café. Para la segunda fila, se coge dos varas de siete pies de largo; y una se pone junto á la primera planta, y la otra junto á la ultima; entonces se juntan las otras dos extremidades de las varas, y forman la cumbre de un triangulo equilateral. Al punto que forman las varas, se pone una estaca, á la que se ata una cuerda dividida por nudos. La misma operacion se observa al fin de la cuerda. Se fixa, y una planta de café se deposita á cada nudo., Las otras filas se forman del mismo modo.

De qualesquier modo que se plante, la distancia de los hoyos debe proporcionarse á la riqueza del suelo; quanto mas fertil es la tierra, tanto mayor la distancia entre las plantas. Esta, lo mismo que otras muchas verdades, ha tenido que combatir contra la costumbre y contra la preocupacion, pero en nuestras colonias la experiencia le procuró muy pronto aquel respeto que se debe á los verdaderos principios. En efecto, era natural su

poner, que en una superficie igual, un numero muy grande de plantas daria mas café que un numero corto. El influxo de la luz y del aire sobre la vegetacion no se conocia allí teoricamente. Andaban á tientas en la carrera magestuosa de las operaciones de la naturaleza. Hicieron toda especie de experimentos, y dieron la preferencia al que tenia mejor suceso. Como se hallan instigados, al hacer estas operaciones, mas por la codicia de las riquezas que por el amor de la ciencia, se aprovechaban de los resultados sin analizar sus causas.

Era la costumbre de poner las plantas de café á la misma distancia en toda especie de terreno, y el interes dictaba que se plantasen muy cerca. La distancia ordinaria era de quatro á cinco pies. Despues de varios años se descubrió, que por este metodo se obtenian buenas cosechas en terrenos pobres. Donde la tierra era mas fertil, las plantas tenian una apariencia soberbia al momento de hechar flor. Crecian, y sus ramos se enredaban y se engazaban de tal suerte, que el cultivador temia que se romperian con el peso del fruto que prometian. Pero apenas habian adquirido esta rica apariencia, que la naturaleza, consumida por su liberalidad prematurada, cesaba sus dones, y dexaba al cultivador confundido y desalentado por un fenomeno tan funesto. Por fin dieron en aumentar la distancia entre las plantas, y poco a poco esta distancia se arregló segun la naturaleza del suelo. En las tierras mas pobres no debe ser menos de quatro pies; y en las mas fertiles nunca menos de ocho. La prudencia y el interes deben hallar la verdadera proporcion.

Un cultivador juicioso arregla tambien la hondura de los hoyos, segun la calidad del suelo. Quanto mas hondo es el lecho de tierra vegetal, tanto mas hondo se deben hacer los hoyos, y vice versâ; pues el grande objeto es impedir que las raizes no penetren el stratum de piedra, y que perezcan. De todas suertes, se puede plantar el café ya sea en granos ó en arbustos, como en Sto. Domingo; * pero no produce tanto, ni tan pronto,

* "Para procurarse la planta de café, arrancan los arbustos nuevos que estan baxo los arboles viejos, y que son el producto del fruto maduro que cae de ellos. Los transportan de una plantacion á otra: despues de haberles cortado parte de sus raizes, les meten en los hoyos dispuestos para ellos. Este modo es defectuoso; una gran parte de las plantas que se pro

ni dura tanto como las que se toman de una almaciga.-La eleccion del terreno para las almacigas, pide mas atencion que la que se supondria. Si el suelo es ingrato, la planta no tendra la cantidad requerida de aquel principio vital que constituye su vigor, y su trasplantacion á un suelo mejor no remediara nunca este defecto original. Si, al contrario, el suelo de la almaciga fuese mas rico que el de la plantacion, la joven planta no hallara en el nuevo suelo al que se ve trasladada, una cantidad igual de acido carbonico, que tan poderosamente contribuye á aumentar la energia de la vida vegetal; y perezera inevitablemente.

Sin embargo, rara vez atribuyen la caida de las plantaciones á esta causa, quando todo hace ver que de otra suerte tendrian el mas feliz suceso.

Las plantas pequeñas deben sacarse de la tierra con todas sus raizes, y plantarse del mismo modo. Deben tener dos pies de curan de este modo, ademas de los defectos de su formacion, que adquieren baxo el arbol paterno, estan tambien sugetas á la entera privacion de los ardores del sol; de consiguiente, no presentan al cultivador ninguna certidumbre de buen suceso. Los cultivadores tienen amenudo que comenzar de nuevo por varios años sucesivos, antes de poderlas establecer con regularidad.

"Yo he evitado este inconveniente por un expediente que varios cultivadores han adoptado despues.

"Sembré los granos de café á seis pulgadas de distancia, en la forma de un quincunx, en un terreno preparado para el efecto. La almaciga que se forma de este modo se cuida, y riega; de aqui saqué las plantas que necesitaba para formar mis plantaciones. Quando tenian que trasplantarse, se cuidaba de regar bien la tierra, y la planta se sacaba con la tierra que rodeaba sus raizes.

"Es facil imaginarse que las plantas trasplantadas de este modo de la almaciga, no podian sufrir ninguna alteracion ó retardo en su vegetacion: las plantaciones eran tambien regulares. Habia pocas plantas que necesitasen ser remplazadas; ninguna era defectuosa en su formacion; todas estaban hechas al calor excesivo del sol; y templaba su efecto amontonando piedras al rededor de las plantas; lo que conservaba una frescura muy provechosa aun en la estacion de sequedad. Todas aquellas plantas ofrecian las ventajas de ser fuertes y hermosas, y de producir mas pronto que las de los vecinos mios que plantaban las suyas al mismo tiempo que yo, segun el metodo viejo. Me han asegurado que aun hasta este momento, en que, como todas las demas plantaciones de Sto. Domingo, se hallan descuidadas, son sin embargo muy hermosas." (Memoire sur le Caffé, par M. Bruley).

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