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quen cuando sea necesario. Con esto, y con la publicacion de artículos variados como hasta aquí, propios ó agenos; con la traduccion escogida de algunos, y con la insercion de poesías de mérito, creemos que la REVISTA DE MADRID Corresponderá al objeto que nos hemos propuesto, y no desmerecerá del crédito que tiene adquirido. Si acertamos, el mismo acierto nos servirá de recompensa; y si asi no fuere, nuestra empresa merecerá alguna indulgencia por el objeto que la ha motivado.

GERVASIO GIRONELLA,

P. J. PIDAL.

NOTA.

Principiando con este número el segundo año de la REVISTA, hemos creido conveniente formar de ella una nueva série, á fin de que puedan de este modo tener ordenada la coleccion, los que no posean los números anteriores. Las ediciones de algunos de estos estan concluidas; pero si los pedidos que se hicieren fuesen suficientes á cubrir los gastos, se hará una nueva impresion con el objeto de complacer á los suscritores que deseen tener completa la obra.

BIOGRAFIA CONTEMPORANEA.

LAFFITTE (SANTIAGO.]

NACIÓ

en Bayona en 1767. Su padre, gefe de una numerosa familia, debia su bienestar al trabajo y á la economía; y el aprecio que disfrutaba á una probidad hereditaria. Sin ser ri

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educó convenientemente á sus hijos, y el de quien nos ocupamos, abandonó siendo aun muy jóven la casa paterna. Adquirió en Bayona los primeros elementos de la ciencia comercial, y pasó á París, donde le parecian mas fáciles los medios de hacer fortuna. En aquella época, todos los comerciantes principiaban de este modo, y partiendo de un punto lejano marchaban con velocidad, porque era mayor el camino que habian de recorrer. ¿Por qué habia de negar la fortuna á Mr. Laffitte lo que prodigaba entonces á hombres que no le igualaban? Con un carácter abierto, un entendimiento vivo y alegre, una fisonomía espresiva, y una franqueza de carácter noble, tenia Mr. Laffitte el pasaporte que solo dá la naturaleza á sus favoritos. Reunia ademas á estas cualidades, la capacidad que hace concebir los negocios por sí mismos, la sagacidad que se apodera al momento del pensamiento ageno, la lucidez de ideas que coloca con órden los negocios en la inteligencia, y la abundante claridad de espresion que las hace inteligibles para los entendimientos menos dispuestos.

Con el talento que concibe, y el espíritu de perseverancia y de amor al trabajo, sin los cuales es imposible egecutar lo que se concibió, entró en casa del banquero Mr. Perregaux, y la reunion fue feliz para entrambos, pues Mr. Perregaux admirado de la capacidad de su jóven dependiente, no tardó

en depositar en él toda su confianza, y Mr. Laffitte fue el director verdadero de la casa de Perregaux. El anciano banquero le dió un notable interés en todos sus negocios; trató como amigo á un joven que supo merecer su aprecio con' una conducta sumamente arreglada, y por última prueba de confianza y afecto le nombró su testamentario y sucesor.

Gefe Mr. Laffitte de la casa, ensanchó sus relaciones y crédito; y era tan grande la confianza que habia inspirado, que estaba mas estendida la fama de su moralidad, que la de sus riquezas. Encargóse al mismo tiempo de la direccion de su familia; fue su protector, y cosa rara en las familias numerosas, todos fueron dignos de su hermano, y todos se han distinguido honrosamente.

En el año de 1809 fue nombrado Mr. Laffitte sucesivamente regente del Banco, juez del Tribunal de Comercio de París, y presidente de la Cámara de Comercio. Era el sucesor del célebre Dupont de Nemours, y hasta entonces jamás habia ocupado un negociante aquel asiento. En los últimos tiempos del imperio, cuando estaba cercana á eclipsarse la estrella de Napoleon, fue nombrado Mr. Laffitte gobernador del Banco, y fué el primero en dar el ejemplo de un noble desprendimiento, renunciando el sueldo anejo á aquel destino. Su proceder no ha seducido á ninguno de sus sucesores. Sus memorias ó manifiestos de las operaciones del Banco descubren en él al hombre nacido hacendista; estaban al alcance de todas las inteligencias, y llenas de lucidez y précision. Esplicó las grandes leyes del crédito, y lució su capacidad con todo su brillo.

El espíritu nacional de la Europa, humillado por mucho tiempo, iba á tomar el desquite contra el espíritu militar de Napoleon. Los aliados entraron en París, y el ejército francés debia retirarse del lado allá del Loira. Era preciso pagarle, y el gobierno provisional quiso imponer al Banco un empréstito forzoso. Mr. Laffitte era su gobernador, y no queriendo entregar un crédito del cual era depositario, á merced de una fuerza que ninguna garantía presentaba, se negó á reunir el Consejo. El tiempo apremiaba, los aliados cercaban á París, el ejército francés estaba allí, y el tesoro se hallaba va

cío. Mr. Laffitte no faltó al pais, y entregó al contado, y de sus fondos, la suma enorme de dos millones de francos. Eran críticos los tiempos para un sacrificio semejante; la prudencia hubiera vacilado, pero el patriotismo se decidió.

Verificóse la restauracion. Luis XVIII al llegar á Francia puso en manos de Mr. Laffitte cuatro millones, y desde entonces fue el banquero de la familia real. Pero Napoleon acababa de desembarcar en Cannes, y Luis XVIII tuvo que marcharse de nuevo. Mr. Laffitte le devolvió el 20 de mayo, dia de su salida, los cuatro millones, un millon al Conde de Artois, y cerca de setecientos mil francos á la Duquesa de Angulema. El Duque de Orleans, sorprendido desprovisto por la rapidez de los progresos de Napoleon, quiso realizar valores por la suma de un millon y seiscientos mil francos con pérdida de 20 por ciento. Ningun banquero se atrevió á aceptarlos, y el Duque de Orleans se hubiera marchado sin dinero, si no la hubiese tomado Mr. Laffitte, no al 20 por ciento de pérdida, sino á la par, corriendo de aquel modo los riesgos de los ulteriores acontecimientos. Siguieron á la restauracion los cien dias. Mr. Laffitte fue miembro de la Cámara de representantes; Cámara que tuvo demasiado valor y falta de él; que no vió que era preciso asegurar en primer lugar la independencia del territorio, antes de pensar en la libertad del pais; que se atrevió á luchar contra el gran poder de Napoleon y contra su popularidad, mayor entonces todavía, y no se atrevió á tomar las grandes medidas de salvacion nacional que impiden al extranjero pisar el suelo patrio. Mas liberales. que patriotas, mas espantados del despotismo imperial, que de la invasion del Norte, comprometieron el honor de la Francia para salvar su libertad. Nuestra gloria militar que principió en Jemmapes vino á espirar en Waterloo, y la victoria abrió su tumba en los mismos lugares donde 25 años antes habia levantado su cuna.

Los extranjeros invadieron nuevamente la Francia, y Napoleon quiso buscar un asilo en América. Aquel héroe, en otro tiempo tan poderoso por el despotismo, veíase pues precisado á confesar al universo, que no hay verdadera seguridad para el hombre sino en una tierra de libertad; entregó en depósito TOMO IV

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bajo la garantía del honor de Mr. Laffitte, los cuatro millones que legó despues á los únicos amigos que le fueron freles: ¡tristes y últimos restos de 15 años de imperio y de gloria! ¡era todo lo que le quedaba de la conquista de la Europa! París capituló y se le impuso una contribucion; se convocaron las notabilidades hacendistas en la casa del Ayuntamiento, donde Mr. Laffitte propuso una suscricion, firmó por la parte que á él correspondia, y no encontró imitadores. Fue designado como rehen, y debia ser conducido á la fortaleza de Graudenz, si no se pagaba aquella contribucion en el término de 24 horas. El emperador Alejandro, de quien era tambien banquero Mr. Laffitte, hizo decir á los reyes sus aliados, por el Conde Wolkonski, que tomaba bajo su proteccion la casa de Mr. Laffitte, y mandó colocar doce granaderos en su puerta para defenderla.

Principió la segunda restauracion, y el estado del tesoro exigia medidas perentorias. El Duque de Richelieu creó una comision de hacienda, á la cual fue llamado Mr. Laffitte de órden del rey, y propuso un plan que obtuvo el unánime consentimiento de la comision, y fue aprobado por Mr. de Richelieu. Pero como la Cámara introuvable profesaba no sé que principio de bancarrota, se espantó el ministro de la oposicion que podia encontrar en ella. «Sr. Duque, le contestó Mr. Laffitte, me he comprometido á decir todo lo que pienso. Si el plan que propongo es útil, el Rey es quien debe decidir si quiere sacrificar la Cámara á la Francia, ó la Francia á la Cámara.» Esta conferencia se tuvo el 26 de agosto, y 15 dias despues apareció el decreto de 5 de setiembre.

Nombrado Mr. Laffitte diputado por el Sena en 1816, se colocó en la oposicion. Espantado de la tendencia contrarevolucionaria y de las leyes inconstitucionales que amagaban al pais y comprometian al poder, encontró ánimo en el mismo peligro. Sus discursos se limitaban á cuestiones de hacienda, y él fué el primero que nos enseñó los verdaderos principios del crédito público. Reelegido en 1817 por el colegio electoral de París, dividido en 20 secciones, solo el nombre de Mr. Laffitte salió en el primer escrutinio. ¿Mr. Laffitte es siempre el mismo? ¿Ha cambiado el espíritu electoral? No me to

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