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la conveniencia misma, todo cede al odio contra el catolicísmo; y el Parlamento parece querer perpetuar la persecucion de estos desgraciados. Sin embargo, la constancia de los católicos y sus enérjicas, aunque reverentes reclamaciones, han obligado á una multitud de Ingleses juiciosos, aun de la comunion protestante, que conocen los peligros que los rodean, á indagar la causa de estos, á deponer sus preocupaciones contra la Iglesia Católica, y á examinar cuales han sido entre ellos las consecuencias de la reforma, ventilando al efecto las cuestiones siguientes que ajitan en el dia todos los ánimos: ¿Siguen los católicos los preceptos de J. C. en toda su pureza, ó los han desnaturalizado?

¿Pueden sus Obispos llamarse justamente sucesores de los Apóstoles, y no se han separado de la doctrina enseñada por estos?

¿Es la autoridad del Papa una autoridad lejítima, ó es una autoridad usurpada?

¿No es mas pura la Relijion Católica que la Relijion Anglicana, ó se deberá al contrario reconocer como pretenden los escritores Ingleses, que esta ha llegado á la perfeccion, miéntras aquella se aleja cada dia mas y mas de ella?

Tales son las principales cuestiones relijiosas que ocupan en este momento los ánimos en el reino unido de la Gran Bretaña, y sobre las cuales, ya en favor, ya en contra, se han publicado una multitud de escritos.

Los Apolojistas de la Relijion Católica han procurado con el mayor celo destruir las calumnias groseras divulgadas contra ella por los pro

testantes, y con la historia en la mano, y apoyados en documentos irrecusables, desfigurados ú omitidos maliciosamente por estos, han probado la verdad y la pureza de la doctrina de la Iglesia Católica, la sucesion no interrumpida de sus Pontífices, y la unidad de sus principios en todos los siglos, demostrando al mismo tiempo el orijen vergonzoso y reciente de las sectas que se han separado del tronco.

Sus adversarios no han respondido hasta ahora mas que con injurias, con imputaciones pueriles y con acusaciones jenerales, vagas y sofísticas, desentendiéndose de discutir los hechos palpables que á ellas oponen los católicos. Gracias sin embargo al celo y á la enerjía de estos, parece que el protestantismo decae_mas que prospera, tanto en Alemania como en Francia, en los Estados-Unidos, y en los gobiernos insurjentes y revolucionarios de América, en donde mas que en ninguna parte se hacen esfuerzos inauditos para introducir las máximas del protestantismo, y desacreditar los santos dogmas de la Iglesia Católica y aun en la misma Inglaterra en donde por medio de una infinidad de periódicos asalariados, y de una multitud de folletos atestados de las mas groseras é indecentes mentiras, y vendidos al mas ínfimo precio se procura, con la mayor desverguenza engafiar al pueblo, parece que la verdad empieza, en cierto modo, á recobrar sus derechos.

Entre los escritores que en la actualidad se han dedicado á defender la Iglesia Católica, el que mas se ha distinguido, es sin duda Sir Wi

Iliam Cobbett, quien movido de un jeneroso amor á la verdad y á la justicia, no ha temido, aunque Ingles y educado en el protestantismo (1), revelarnos todas las infamias y torpezas de la reforma anglicana, en la historia que de ella ha publicado en una série de cartas dirijidas á todos los ingleses sensatos y amantes de la justicia, la cual presentamos al público español traducida á su hermosa lengua, y de la que nos creemos obligados á dar una lijera noticia.

Sin entrar Sir William Cobbett en discusiones sobre los dogmas de las diferentes comuniones cristianas trata las cuestiones con una imparcialidad y una franqueza sin igual, y prueba todas sus aserciones con decretos Reales, con actas del Parlamento y con toda clase de documentos históricos: limitándose á su carácter de historiador, juzga de la reforma únicamente por los hechos, y dándonos á conocer la verdadera historia de su oríjen, nos dá tambien á conocer el espíritu y el objeto del protestantismo. En toda su obra usa de un lenguaje puro y sencillo, y manejando con un raro talento el arma temible del ridículo y de la ironía combate el protestantismo con una acrimonia de que acaso no se hubiera atrevido á usar ningun católico. Aunque en el conjunto de su obra sigue el órden cronolojico de los sucesos, no teme separarse de él

(1) Aunque el autor en la série de sus cartas no manifiesta haber abjurado la reforma en que nació, es de creer con bastante fundamento que convencido intimamente, como lo está, de su falsedad, se haya vuelto á la Relijion de sns padres y abrazado el catolicismo.

en los pormenores, y en cualquiera parte de su relacion en que se le presenta ocasion de descubrir la maldad y la bajeza de los fautores de la reforma, ó de impugnar sus errores ó calumnias, 'da contra ellos sin consideracion ni miramiento; descubre sus iniquidades, y confunde manifiestamente á los novadores, las inovaciones, y á sus partidarios; los hiere en lo mas vivo, y presenta sus acciones tales como son, desgarrando el velo con que han querido cubrirlas; y lo de ménos para él es probar que la reforma ha empobrecido y degradado la masa jeneral del pueblo en Inglaterra é Irlanda. Su obra ha producido la mayor sensacion tanto en Inglaterra como en las demas naciones así católicas como protestantes, entre las cuales apénas habrá una á cuya lengua no haya sido ya traducida, sin embargo de no haberse concluido su publicacion hasta el mes de febrero de 1826. Limitándose siempre á probar sus aserciones con hechos á que nada se puede contestar, y que mucho mejor que el raciocinio convencen á lo ménos al pueblo, ha arrancado la benda de los ojos de todos aquellos que desean ver el fondo de las cosas; ha hecho avergonzarse al pueblo ingles, ha confundido á los sectarios que incesantemente le predican el odio contra la Iglesia Católica, y ha humillado profundamente á sus correlijionarios del continente. Sus cartas dirijidas al pueblo ingles están escritas en un estilo particular y llenas por todas partes de reflexiones casi siempre nuevas y picantes: lo presente así como lo pasado es en ellas bajo de todos aspectos objeto de la acrimonía de sus in

erepaciones, y al mismo tiempo que se dirije á
la sana razon tiene el arte de interesar en el
triunfo de la verdad hasta las pasiones, los odios
y las preocupaciones.

Hasta ahora nadie se ha atrevido á contes-
tarle, pues lo que sus detractores han llamado
respuestas á sus cartas son unicamente meras de-
clamaciones, en las que evitan cuidadosamente
el punto principal de la cuestion, y aun se han
visto obligados á confesar, como ha dicho uno
de ellos, que res el mejor escritor popular de
«nuestros dias, y que acaso ninguno le igualará
«en adelante, pues dotado de un talento estraor-
<dinario ha estudiado como nadie los medios de
«llamar la atencion del pueblo." Ultimamente se
dice en jeneral en Inglaterra que sus razones no
tienen respuesta, (Cobbett is unanswerable). Es-
tas son las palabras de sus mismos adversarios,
y son precisamente el mayor elojio de su obra.
En efecto, considerando la reforma bajo del pun-
to de vista que mas toca á los intereses del pue-
blo, es decir, bajo del de su influencia en la corrup-
cion de sus costumbres, y en la pérdida de su
antigua abundancia, y probando sus aserciones
mas por los hechos que por el raciocinio, que
no siempre está al alcance del pueblo, no sola-
mente se ha hecho intelijible aun á las clases
mas oscuras de la sociedad, sino que ha intere-
sado vivamente su atencion, y se ha hecho ente-
ramente popular. Sin desviarse jamas de su ca-
rácter de historiador descubre con comparaciones
palpables y con hechos irrecusables las contra-
dicciones y la falta de consecuencia del protestan-

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