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28 de setiembre de 1518

V-Carta escrita desde Zaragoza al Rey D. Manuel por su embajador en la Corte de España Alvaro da Costa, acerca de Fernando de Magallanes. 1

(Archivo de la Torre do Tombo de Lisboa, fav. 18, maço 8, núm. 38.)

Señor-Acerca del negocio de Fernam de Magalhães he tenido que hacer y trabajar lo que Dios sabe, como largamente tengo escrito; y ahora, estando enfermo Xebres, hablé sobre eso mui récio al Rey representándole todos los inconvenientes que en este caso habia, representándole, ademas de otras cosas, cuán fea cosa era y cuán desacostumbrada que un Rey recibiese a los vasallos de otro Rey, su amigo, contra su voluntad, que era cosa que entre caballeros no se acostumbraba y se tenia por muy gran yerro e cosa muy fea, y que yo apénas acababa de ofrecerle en Valladolid vuestra persona e reynos e señoríos, cuando él ya recibia éstos contra vuestro deseo; que le pedia que mirase que no era ocasion para desagradar a vuestra alteza y mas en cosa que tan poco le importaba y tan cierta, y que muchos vasallos y hombres tenia para hacer sus descubrimientos cuando fuese tiempo, y no a los que de vuestra alteza venian descontentos y de quien vuestra alteza no podia dejar de tener sospechas que habian de empeñarse mas por deserviros que por ninguna otra cosa, e que su alteza tenia ademas ahora tanto 'que hacer en descubrir sus reinos e señoríos y en los asentar, que no debian de recordar tales novedades, de que se podian seguir escándalos y otras cosas que bien podian escusarse; representándole tambien cuán mal esto parecia en año y tiempo de tal casamiento e acrescentamiento de lo debido e amor. Y que me parecia que vuestra alteza sentiria mucho saber que

1 Un estracto en castellano de esta carta, que habia sacado D. Juan Bautista Muñoz, fué publicado por Navarrete en la páj. 123 del tomo IV de su Coleccion. La damos ahora a luz íntegra, traducida del orijinal que figura en la páj. 181 de la Vida e viagens de Fernao de Magalhaes, libro de D. Diego Barros Arana que ha traducido al portugues y publicado en Lisboa en 1881 D. Fernando de Magalhaes Villas-Boas.

tales hombres le piden licencia y no dándola se la tomaban para sí, lo que eran ya dos males recibirlos contra su voluntad y tenerlos contra lo que yo le pedia, por lo que cumplia a su servicio y de vuestra alteza, que de las dos hiciese una o le diese licencia o sobreyese en este negocio por este año en que no se perderia mucho y se podria tomar tal medio como él fuese servido y vuestra alteza no recibiese desagrado del modo con que en esto se procedia.

El, señor, quedó tan espantado de lo que le dije que yo me espanté, respondiéndome las mejores palabras del mundo y que él de ninguna manera queria que se hiciese cosa de que vuestra alteza recibiese desagrado, y muchas otras buenas palabras, y que yo hablase con el cardenal y que le hiciese relacion de todo.

Yo, señor, lo tenia ya bien platicado con el cardenal, que es la mejor cosa que aquí hai, y no le parece bien este negocio, y me prometió de trabajar cuanto pudiese por escusarse. Habló con el Rey y llamaron para esto al Obispo de Burgos, que es el que apoya este negocio. Y así dos del consejo tornaron a hacer creer al Rey que él no estaba ligado a vuestra alteza, porque no mandaba descubrir sino dentro de sus límites y muy lejos de los dominios de vuestra alteza, y que vuestra alteza no podria llevar a mal que se sirviese de dos vasallos suyos, hombres de poca sustancia, sirviéndose vuestra alteza de muchos de los naturales de Castilla; alegando otras muchas razones. En fin, me dice el cardenal que el obispo y aquellos insistian tanto en esto que por ahora el Rey no podia tomar otra determinacion.

Tan pronto como Xebres se mejoró le torné a tratar de este asunto, como digo y mucho mas; el echa la culpa a estos castellanos que ponen al Rey en esto, y, con todo, que él hablará al Rey, y en dias pasados le requerí mucho sobre ésto y nunca tomó una determinacion, y así creo que procederá ahora. A mí, señor, me parece que vuestra alteza puede detener a Fernando de Magallanes, que será gran bofetada para éstos, que por el bachiller no doy yo mucho, que anda casi fuera de su seso. Yo hice diligencia con don Jorje acerca de la ida allá de su alcayde, y él dice que irá de todas maneras, y, con todo, nunca dejaré de trabajar en esto lo que pueda.

Y no cuide vuestra alteza de que dige demasiado al Rey en lo que le dige, porque ademas de ser todo verdad, lo que dice esta gente, como digo, no siente nada, ni el Rey tiene libertad de hacer nada por sí, y por eso se deben de creer ménos sus cosas. Nuestro Señor la vida y estado de vuestra alteza acreciente en su santo servicio. De Zaragoza, mártes [en la noche de XXVIII dias de setiembre (1518)

Beso las manos de vuestra alteza.-ALVARO DA COSTA.

24 de octubre de 1518

VI.-Carta escrita al Emperador por Fernando de Magallanes sobre asuntos relativos al apresto de la Armada destinada al descubrimiento de la Especería.

(Orig. en el Arch. de Ind. de Sevilla, leg. 1.° de cartas de Sevilla, Cádiz y otros puertos, y publicado por Navarrete, Viag. y Desc., t. iv, páj. 110.)

por un

Muy alto y muy poderoso Señor: Yo he escrito á V. A. correo que los oficiales de la Contratacion enviaron á quince de Otubre, en que le dí cuenta de todo lo que habia hecho desta Armada, y así supliqué á V. A. que mandase proveer con el dinero, que menguaba para cumplimiento de los 16 mil ducados, sin los cuales no se podia acabar, y fuese la provision para que de los 11 mil ducados que están en la casa, se gasten los 5,400 que faltan para cumplimiento de los 16 mil. Y asimismo pedí a V. A. que mandase proveer en las mercaderías que habemos de llevar, segun con nosotros se asentó, que ha de ser 3 mil ducados. Y porque, Señor, yo veo que tan poca cantidad no bastará para cargar las naves de especerías, y seria gran pérdida venir vacias: V. A. hubiese por bien de dar mas cantidad de mercaderías, ó licencia para que los mercaderes destos sus Reinos las puedan enviar dándole cierta cuantía de lo que trujieren, como quiera que á mi parecer V. A. lo debria mandar proveer, pues la ganancia, placiendo a nuestro Señor, puede ser veinte por uno, no hablando á largo modo, y por eso querria yo que el provecho fuese todo de V. A., y porque no llevando mercaderías con que poda

mos cargar las dichas naves, lo he escrito á V. A. y al Obispo de Búrgos, para que dello le hiciese relacion, y ahora lo escribo. porque por falta mia no quede, y con esto y lo mas que tengo hecho satisfago con lo que soy obligado a su servicio.

Asi mesmo pedí a V. A. que mandase proveyesen á los oficiales de la casa para que paguen la costa que se hiciere en la artillería, y armas y pólvora que se ha comprado de los 16 mil ducados, por cuanto quedó que V. A. nos proveeria de las dichas cosas: V. A. mande lo uno y lo otro proveer si ya no es proveido, como mas a su servicio cumpliere.

Tambien, Señor, escribí a V. A. cuan poco favor y ayuda hallaba en el Asistente y sus Tenientes y así en las otras personas que sus cargos tienen, teniendo yo tanta necesidad della, asi por lo que cumple á su servicio, como á mi persona; y porque agora se ofreció cosa porque lo haya mas menester, hice este correo no á otra cosa, sino á le hacer saber todo lo que pasa. Que viérnes á veinte y dos de Otubre yo habia de tirar una nao á tierra, y porque la marea era muy de madrugada, yo me levanté á las tres horas á hacer que los aparejos estuviesen prestos, y cuando fué hora y tiempo de trabajar la gente mandé poner cuatro banderas de mis armas en los cabrestantes donde se acostubran poner las de los Capitanes, por cuanto las de V. A. habian de venir encima de la nave con otra de la Trinidad, cuya invocacion tiene la dicha nao, y el Fator habia ido por ellas, y por no estar acabadas de pintar no las habia traido, y yo con el trabajo de sacar la nao no lo miré; de manera, que trabajando en la dicha nao acudió mucha jente a mirarlo, por ser cosa que no se acostumbra en esta ciudad, y como en el mundo no faltan invidiosos, comenzaron a murmurar y decir, ser mal fecho yo poner mis armas en los cabrestantes, y esto se decia sin lo yo sentir, hasta que me lo vinieron á decir, y entonces llegó un Alcalde de la mar por el Teniente de Almirante, que es un fijo de Pedro de Nalcazar, diciendo al pueblo que las quitasen y rompiesen, y entonces me lo dijeron, y llegué á dó él estaba, y le dije como aquellas armas no eran del Rey de Portugal, antes eran mias é yo vasallo de V. A., y me torné á hacer la obra; y él no se hubo por satisfecho, mas como me aparté del lo quiso

poner por obra, y el Doctor Matienzo que se halló alli no lo consintió, y luego vino a mí á decirme que hobiese por bien de las quitar: yo le dije que me placia puesto que me era afrenta hacerlo por estar alli presente un caballero del Rey de Portugal, que por su mandado vino á esta ciudad á contratar conmigo que me volviese á Portugal, ó á hacer otra cosa que no fuese mi provecho, y vió la afrenta que se me hizo; y el Alcalde de la mar se fué entretanto al Teniente del Almirante á decir que viniese á quitar las banderas; y él sin mas consejo, ni poder que para ello toviese, se vino por las gradas llamando gente para prender al Capitan portugues que levantaba banderas del Rey de Portugal, y cuando llegó me preguntó: ¿Dónde estaban las banderas? ¿Y por qué las puse en los cabrestantes? Yo le respondí que la cuená él no la daria, ni queria dar. Y él llamó alguaciles para me prender, echando mano de mí, y dando voces que prendiesen á mí y á los mios. No faltaron algunos que quisieron mostrar sus buenas voluntades, mas para hacer mal á los mios, que para ayudarnos á hacer lo que cumplia al servicio de V. A., y viendo el Dotor Matienzo la sin razon que se hacia á los mios, y á mí se queria hacer, echó mano del Teniente de Almirante requiriendo de parte de V. A. que no hiciese cosa tan contraria a su servicio, y los que con él venian echaron mano del Dotor, y algunos de su compañía con las espadas desnudas sobre su cabeza le querian dar: de manera, Señor, que la gente que trabajaba y tenia recibidos dineros se fueron. Yo viendo la falta de la jente y el peligro de la nao se la dejé al dicho Teniente de Almirante, y así al otro Teniente del Asistente que era presente, aunque para hacer justicia, y lo que convenia á servicio de V. A. muy ausentes. Mas el Dotor viendo que sin mí no se podia sacar la dicha nave me tuvo porque no se hiciese algun mal recaudo. Requerí al Teniente del Asistente y aun al Alcalde mayor del Duque de Medina-Sidonia, que no se fuesen de alli y me diesen ayuda y favor; y ellos como vieron que los mios eran tomadas las armas y algunos dellos presos en el cepo, se fueron no me dando favor, ni ayuda. Esta es la suma de lo que pasó.

Y porque, Señor, me parece cosa mui agena de V. A. ser mal tratados los hombres que dejan su reino y naturaleza por le ve

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