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pueblos; y cuando se abrieron con las grandes carreteras amplios mercados á la explotación de maderas, se empezó á sentir la necesidad de someter á plan regular y metódico el aprovechamiento forestal y promover la repoblación del arbolado.

A satisfacer la última de estas exigencias respondió la creación de viveros, huertos del rey, formados por los vecinos, á excitación del Gobierno; quien acabó por encargarse directamente del fomento y conservación de los montes, no sin introducir perturbaciones hondas al imponer las nuevas ideas, quizá por falta de un estudio serio y detenido de las necesidades de cada región por parte de los ingenieros del ramo, competentes sin duda, hasta el exceso si cabe, en la técnica general de las ciencias forestales, pero menos conocedores de la compleja trama de la vida social y de la organización consiguiente de nuestros Municipios.

Si cupieran, que no caben, en los límites de este trabajo, fácil sería añadir á estos ejemplos otros muchos, no menos expresivos del enlace tan íntimo, de la adaptación tan lógica que guardaban las prescripciones del antiguo régimen administrativo en esta provincia, con las ideas entonces en boga en punto á ganadería y agricultura: baste citar la posesión, cultivo y disfrute por todos los vecinos, de los prados comunes ó de concejo; institución capaz de satisfacer, como otras muchas que van desapareciendo ya, aun las tendencias del socialismo imperante, en lo que tiene de sano y de discreto.

Prados de concejo.-En Tudanca y otros pueblos del Ayuntamiento del mismo nombre, existen aún, aprovechados con carácter comunal, los «prados de concejo»; únicos, acaso, salvados de la desamortización en esta provincia, -que indebidamente los consideró como propios,-merced acaso á la tutelar influencia ejercida allí por una familia distinguida de aquel pueblo.

El «prado de concejo» que corresponde al pueblo de Tudanca, es de los más grandes que se han conocido en el país; y apesar de no beneficiarse con estiércoles, ni de otro modo, conserva constante una fertilidad notable. Produce 800 carros de heno de superior calidad, correspondiendo 10 carros.

(400 arrobas) á cada uno de los 80 vecinos que componen el pueblo; base suficiente (aunque no sean propietarios ni colonos muchos de ellos) para criar cada uno cuatro ó seis reses vacunas en los inviernos, pues en los veranos lo hacen con los abundantes pastos de los baldíos del común.

El «prado de concejo» es una pequeña parte de los terrenos comunales que Tudanca posee, como los demás pueblos, y se halla limpio de maleza, sin recibir más labor que la que produce la siega anualmente. Es muy interesante la operación anual de dividir en suertes el prado. Se hace el sorteo en presencia de todos los vecinos. Inmediatamente de terminado, empiezan todos á la vez la siega, y juntos siguen haciendo la recolección.

Necesidad de nuevas Ordenanzas.

El contenido de las antiguas Ordenanzas municipales subsiste en su mayor parte; y aunque determinadas prescripciones han sido ya derogadas nominalmente y de oficio, como si dijéramos, por la ley, con todo esto se sostienen aún en realidad, porque no pueden desaparecer mientras queden vigentes las demás prescripciones íntimamente ligadas con ellas. Así, por ejemplo, las derrotas se imponen de hecho hoy todavía, apesar de que la ley las condena; porque la administración antigua que las instituyó, sigue dándoles vida por la falta de reformas ulteriores que hagan posible la desaparición de aquella práctica.

Es, pues, necesario proyectar de una vez un nuevo sistema de administración en consonancia con el estado actual y los progresos modernos, y que sustituya por completo á la antigua, si ha de salir pronto el país de la penosa crisis por que está pasando, sin cuya solución no hay términos para que las aspiraciones individuales lleguen á realizar las mejoras que intentan.

Tan cierto es esto, que quien pretenda, en las circunstancias en que nos hallamos, arreglar una explotación á los procedimientos modernos, no podrá, en primer lugar, dedicar sus fincas al cultivo que le convenga, porque, en llegando la épo

ca del invierno, la derrota le abre las mieses y praderas, y le imposibilita todo otro cultivo que el expresa do; á menos que invierta un caudal en cerrar sus predios, ya que debe contar en otro caso con la invasión general de los ganados de sus convecinos. Si quiere hacer plantaciones de arbolado forestal y frutal, la falta de guardas impide también que se le respeten. Si no ha de tener una ganadería improductiva (como lo es la del país, efecto de la anarquía local), tiene que prescindir de todos los aprovechamientos comunales, que serían, bien organizados, el mejor elemento para mantener durante seis meses del año los ganados de la provincia; pues si los lleva á los puertos, no ha de sufrir en manera alguna que allí se maltraten, durmiendo por la noche á la intemperie, hasta sin el abrigo de los antiguos seles, que ya han desaparecido por completo; que estén expuestos á epizootias, por la falta de policía de salubridad; que hagan ejercicio penoso para aprovechar los pastos sin regla ninguna de acotamiento; y finalmente, que no utilicen los sementales más convenientes, sino por necesidad los que andan en aquellos sitios, de diferentes procedencias, confundidos con los ganados.

Hay que renunciar á promover mejoras generales hasta tanto que no se prepare antes adecuadamente el terreno en que se trata de implantarlas, bosquejando á lo menos los principales rasgos de un sistema general administrativo, de unas Ordenanzas municipales que sustituyan con ventaja señalada á las antiguas, adaptándose á los adelantos realizados en agricultura y ganadería, y juntamente al estado de la cultura patria en todas las demás esferas de la vida social, harto distantes, no ya del ideal, sino aun del ejemplo con que nos invitan naciones más ilustradas y prósperas, por conservar mejor sus tradiciones locales.

Es necesario, ante todo, hacer formal estudio de la antigua administración, y luego proyectar las mejoras factibles. Lo cual no se reduce á meros proyectos aislados é indicaciones fragmentarias; antes bien, exige que se formule un plan tan completo como sea posible, en que todas las prácticas antiguas relativas á las industrias citadas se modifiquen á la vez y en armonía ineludible con la adopción simultánea de la reTOMO 68

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forma entera de la administración municipal, de modo que corresponda á la nueva vida que se intenta dar á aquéllas. Sin este concurso, ningún resultado de importancia podrá obtenerse en agricultura y ganadería.

Por ahora, pocas personas en la provincia estimarán en su verdadero valor estas observaciones, y muchas habrá que las atribuyan á «puro idealismo»; frase vana con que disculpan su pereza, si es que no su ignorancia, los que presumen de prácticos. Esperando justicia en plazo más o menos largo, las tengo explanadas ya en los Estatutos de mi proyecto de Asociación de Agricultura y de mejora de la Administración municipal; y en mi libro «La Agricultura y la Administración municipal» está dada la razón en que se fundan.

Aquí me limitaré á recordar que, no sólo en España, sino también en Francia, Suiza, etc., y aun en la misma Inglaterra, cuna, ciertamente, de la Agricultura y de la Zootecnia. modernas,--ha ocurrido lo mismo en todas las comarcas que: quisieron asimilarse de repente las razas de ganados que se han creído más perfectas, obtenidas á fines del siglo pasado por el esfuerzo inteligente de los criadores ingleses. Después de haber intentado, con irreflexiva é injusta desestima de las razas locales, introducir las perfeccionadas y destruir aquéllas, llegaron á los pocos años á arrepentirse de lo hecho, volviendo á las razas del país, y quedando desacreditadas por muchísimo tiempo las que no supieron utilizar debidamente.

Comparación del régimen local antiguo con el moderno (1).

Concejo y regidor: Ayuntamiento y alcalde; secretario; fiel de fechos.-Algunos recordarán, aunque con amargura, lo que

(1) Apoyado en los datos que para exponer esta historia he recogido en el archivo del Municipio de Cabuérniga, debo manifestar que desde 1764 hasta los primeros años del siglo actual, las funciones que desempeñaban aquí los Concejos y los Ayuntamientos eran, con diferencias poco esenciales, análogás á las que van descritas; dichos datos, sin embargo, se contraen muy especialmente al año 1800. Habráse omitido, quizá, la expresión de algunas de aquéllas, de carácter politico ó administrativo; pero mi principal objeto queda cumplido presentando el contraste que ofrece la útil enseñanza que puede servir á los fines que me propongo en la publicación de estos trabajos.

era antes la administración en estos pueblos; los más no la han conocido ni conservan su tradición; siendo éste, por desgracia, el más funesto de los resultados que ha producido la falta de aquélla ó de otra mejor que la hubiese reemplazado; pues decaído por consecuencia el espíritu público, y anulado el país para la asociación, se ha llegado á engendrar, con tan lamentable ignorancia, un fatal pesimismo que hace ver como irremediables dichos males y crea una inercia funesta para la vida pública.

Entonces, cada pueblo por sí, y á veces unido á otros pueblos ó barrios inmediatos, constituía la unidad administrativa llamada entre nosotros el Concejo,-en Asturias y Galicia la parroquia, como en Inglaterra.-Constaba el concejo de 300 á 600 almas. El vecindario, representado por los individuos cabeza de familia, se reunía públicamente todos los años á toque de campana, para nombrar de su seno al que, con el título de regidor, había de dirigir la administración del Concejo, y representarle como vocal en el Ayuntamiento. Las facultades del Regidor eran muy superiores á las que disfrutan actualmente nuestros alcaldes. El cargo era gratuito y duraba un año. La elección se hacía de un modo muy sencillo y en una ó dos horas solamente,-no en cuatro días como después se introdujo, dando por resultado alejar frecuentemente de las elecciones á las personas que no buscan su medro en los empleos públicos.

Todos los Regidores electos de los Concejos que formaban la circunscripción, se reunían el primer día del año en el pueblo designado como capital, y elegían allí en la primera sesión, entre los individuos de su seno, uno para el cargo de alcalde y otro para el de procurador-síndico. De este modo quedaba formado el Ayuntamiento que había de funcionar durante el año. Y así, ese Ayuntamiento era una expresión viva de la autonomía de los concejos, cuyos regidores, con una representación tan directa, obraban libremente, descartados del lujo de concejales y de juntas especiales que las leyes han introducido después.

En algunos Concejos alejados del pueblo asiento del Ayuntamiento, en vez de un Regidor, solían nombrar dos, para que

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