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cencia, la edad adulta, la achacosa senectud hallan remedio ó alivio á su infortunio. Gracias á los cuidados de la Administración, tiene el expósito nodriza, la juventud recibe enseñanza, la edad viril trabajo, la vejez socorros, el enfermo la salud, el desvalido amparo, el vicioso enmienda, y castigo el criminal. Si la abundancia reina en los pueblos; si la baratura proporciona alimentos sanos y agradables al más humilde habitante; si una variedad infinita de artículos de comodidad y de lujo hacen amable la vida, á la Administración lo debemos, pues protegiendo la industria fomenta la riqueza, y abriendo caminos ó canales difunde el comercio. La salubridad, el aseo y el ornato de las poblaciones; el surtido de aguas para los distintos usos de la vida; el alumbrado público, la vía pública y la vigilancia nocturna mientras el vecindario se entrega al sueño y al descanso; los siniestros que sin cesar nos amenazan, tales como incendio, inundación ó naufragio, todo entra en la competencia de la Administración, siempre atenta á promover el bienestar general.>>

Pues bien: una de las clases de materias que he de tratar es la que propia y realmente merece el calificativo general de Cuestiones esencialmente político-administrativas, así denominadas, porque la Política ejerce una influencia continua y necesaria sobre ellas.

X

Aparte de las enunciadas, hay otro género de cuestiones que han de estudiarse al tratar de la Administración, respecto á las cuales la Política tiene un influjo mediato ó intermitente, pues no se manifiesta á primera vista ni en todos los momentos, sino que es preciso buscarlo por medio de deducciones, y se necesita conocer las más importantes vicisitudes de la historia de la Administración para confirmar que en algunos períodos de ella se han hecho sentir las vicisitudes de la Política.

En el curso de la Memoria he de procurar hacer mérito de tal influencia sobre las cuestiones en que se ejerce, y dada la explicación anterior, se comprenderá el motivo que me ha inducido á clasificarlas con el dictado de Cuestiones accidentalmente politico-administrativas.

TOMO 68

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XI

Pero si tales influencias como las marcadas son de todopunto apreciables, no es menos exacto, según he dicho ya, que en ciertos límites y en un concepto restringido la Administración no depende, ó mejor dicho, no debiera depender de la Política, porque hay una porción de necesidades públicas distintas é independientes de ésta, á las cuales la Administración presta el interés que merecen, á fin de que sean satisfechas de la mejor manera posible; y es lógico afirmar, en su consecuencia, que al tratar del modo más apropósito de cumplir aquel objeto tienen que plantearse y resolverse Cuestiones puramente administrativas, sin atender para nada á los dictados de la Política, por más que se tengan en cuenta los intereses permanentes á que obedecen los organismos que el Derecho político ordena y estatuye para el buen régimen y desarrollo de la vida del Estado.

Naturalmente, no entran en el plan de esta Memoria semeantes cuestiones, pues ya he manifestado al principio que me proponía estudiar únicamente las relaciones que median entre la Política y la Administración; pero es claro que, una vez presentado y conocido el cuadro general de materias que la Administración comprende, los señores Académicos conocerán cuáles son las que, á mi juicio, merecen ser consideradas como exclusivamente administrativas, en el sentido ya explicado, y respecto á las cuales sólo he de hacer ligerísimas indicaciones, por la razón aludida.

Por consiguiente, antes de pasar adelante, y como punto de enlace entre la parte general y la especial, me considero en el caso de trazar el cuadro de materias que abarca la Administración en su más amplio concepto, para que sirva de guía y norma á que atender en la exposición concreta y detallada del tema.

XII

He dicho antes que la Administración tiene por objeto la satisfacción inmediata de necesidades públicas, y con ello he afirmado que su existencia es debida á la de éstas, pudiendo asegurarse, sin temor á incurrir en error, que si fuera posible una sociedad culta sin necesidades, la Administración no tendría razón de ser. Entiendo, pues, que ante todo precisa conocer las necesidades públicas que existen, para saber con fijeza cuáles son los límites naturales á que se extiende la Administración.

Una vez conocidas las necesidades, la Administración ha de surgir y organizarse convenientemente para satisfacerlas, y por lo tanto, presentar, siquiera sea en bosquejo, los organismos y los resortes de la máquina administrativa, ha de ser el trabajo que siga al primeramente indicado.

Pero no basta conocer las necesidades públicas y el organismo de la Administración, sino que ha de considerarse cuán imprescindible es que este organismo se mueva para que las necesidades sean satisfechas; y de ahí que la Administración haya de valerse de medios apropiados al fin aludido y á su misma naturaleza.

Ahora bien: las necesidades públicas entiendo que deben dividirse en seis categorías, según sean del orden físico, del psico-físico, del intelectual, del moral, del jurídico ó del económico; la organización ya he indicado que ha de acomodarse á aquéllas, comprendiendo el personal que la constituya y los procedimientos de que se valga ó establezca; y los medios tienen que ser personales ó materiales. Otras subdivisiones menos importantes, pero también imprescindibles, completan el conjunto general de materias, que constituyen la esfera en que acciona Ꭹ el alma que mueve la Administración; y por este motivo acompaño al final tres cuadros sinópticos que me he permitido delinear para esclarecer más las ideas.

PARTE ESPECIAL

Para el mayor orden y claridad, me ha parecido conveniente seguir el plan indicado en los cuadros sinópticos que acompaño; y en su consecuencia, divido esta parte en tantas secciones como órdenes ó clases de necesidades hay á que la Administración debe atender, juntamente con los grupos en que ha de estudiarse su general organismo y con los medios de que se vale: todo ello, sin perjuicio de que, dentro de cada una de tales secciones, establezca la oportuna distinción de materias. Empiezo, pues, ocupándome de las que son objeto de la

SECCIÓN PRIMERA

NECESIDADES DEL ORDEN FÍSICO.

I

Las primeras y más apremiantes de aquellas necesidades, indiscutiblemente son las comprendidas bajo el epígrafe de Subsistencias, y su enunciado sólo es bastante para comprender que se trata de un ramo de la Administración pública al que no llega la influencia de la Política, en el sentido que he dado á las relaciones que han de ser objeto de esta Memoria.

Entiéndase bien, y de una vez para siempre, que en mi sentir la Política siempre influye sobre la Administración, siquiera sea algunas veces de una manera muy remota y casi imperceptiblemente, como influyen otras muchas causas que á simple vista no se manifiestan: pero que hay cierta clase de cuestiones en que dicha influencia sólo es efectiva y tangible cuando se realiza un cambio radical en la Política y hasta en la vida social. No he dicho que semejantes cuestiones sean profunda y exclusivamente administrativas, sino que son pu

ramente tales, pues he comprendido y estoy en la idea de que las trasformaciones radicales por que los pueblos pueden pasar, afectan á todo su modo de ser, y hasta las instituciones fundamentales en que descansa su actual manera de existir son envueltas en el torbellino de las revoluciones sociales.

El derecho individual de propiedad es sagrado é inviolable para las generaciones presentes del mundo civilizado, y sin embargo, la estabilidad y firmeza que hoy le reconocen todos los Códigos, sufriría un rudo y mortal golpe el día en que triunfaran las doctrinas del socialismo colectivista. Del propio modo la satisfacción de los artículos de primera necesidad, y de todas las demás comprendidas en el epígrafe de Subsistencias, corresponde hoy á la esfera económica, y la Administración sólo ejerce respecto á ellas la vigilancia que la incumbe por fines tutelares que la corresponden para cuidar de la salubridad pública y para suplir, en caso necesario, la falta de energía suficiente y bien entendida de la iniciativa individual. En momentos angustiosos y verdaderamente difíciles, cuando una gran calamidad aflige á los pueblos, cuando las leyes naturales del mercado se alteran hasta el punto de que el hambre y la miseria amenazan y aun empiezan á hacer víctimas, cuando el desnivel económico hace temer por la suerte de la infeliz clase obrera, y acaso por la de todas las de la Sociedad siempre que ocurren las grandes crisis económicas producidas por sucesos extraordinarios, se reconoce hoy la necesidad de que la Administración supla y ayude aquellas energías, restableciendo la calma ó aminorando las tristes consecuencias de semejantes males: pero si el socialismo ó el comunismo rigieran los destinos de un país, no existiría esa intervención que aun puede llamarse intermitente y extraordinaria, sino que sería constante; de la propia manera que, un individualismo tan radical como incomprensible, se cruzaría de brazos ante espectáculo tan horroroso, dejaría que la caridad privada se ejerciera tardía, irregular y tal vez insuficientemente, fiaría al tiempo el restablecimiento del equilibrio económico, y mientras tanto, sólo cuidaría de que el Estado cumpliera é hiciera cumplir el Derecho.

Afortunadamente, no es eso el Estado; no puede llegar á

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