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XVII

DOCUMENTOS LXXVI, LXXVII, LXXIX, LXXXII Y LXXXIII

Uno de los pueblos en donde más se extremó la saca de bastimentos para las galeras y armadas reales fué La Rambla, villa de la diócesis de Córdoba, que tiene en su vasto término tierras feracísimas. Ya en el invierno de 1587 se quejaba su cabildo de males pasados y aún presentes, en estas palabras, que copio del acta de II de Febrero:

"Y estando en este dicho cabildo, fue praticado (sic) como vn alguacil de comision del probeedor de las armadas y fronteras de su magestad estante en la ciudad de sevilla vino a esta villa y tomó cantidad de tocinos de labradores y de personas que lo avian tomado fiado para gasto de su casa, diziendo ser para el servicio de su magestad, y si se los llebasen sería notorio agrabio que Reçibian, y an sido ynformados los dichos conçejo que juan de lara, capellan de la yglesia mayor desta villa, va a la ciudad de sevilla, adonde está el dicho probeedor; fue acordado que llebe peticion por conçejo para el dicho probeedor significando que los dichos toçinos no son de Regatones; que sea servido el dicho probeedor de suspender la saca de los dichos toçinos, y que para ayudar el camino y gastos que hiciere se le dé de los propios del concejo dos ducados..."

Mas todo esto era, como dicen, tortas y pan pintado en comparación de otras más añejas desventuras concejiles; desde el año 1579 estaba debiendo el Rey a los buenos vecinos de La Rambla, según consta por el acta del cabildo de 7 de Diciembre de 1587, 1.560 fanegas de trigo y 219 de cebada, y sobre no estar pagadas aún, a pesar de los ocho años transcurridos, Pedro de Salazar

Vivanco, alcaide de Benamejí, con comisión del alcalde Valdivia, había sacado de aquel vecindario, por el estío del dicho año de 1587, hasta 1.600 ó 1.700 fanegas de trigo, cuyo precio, como el de los dichos tocinos y el de ciertas cantidades de queso, habas y garbanzos, tampoco se había cobrado, y fué objeto de acuerdos y reclamaciones, a que se refieren diversas actas de 1588.

Así las cosas, presentóse en La Rambla, en persona, a 20 de Noviembre de 1587, el mismo alcalde Valdivia, proponiendo concierto para efectuar una nueva saca de trigo, y aquellos infelices, tan oprimidos y vejados, prestáronse a complacerle, por evitar males mayores, y asentaron con él que se entregarían 500 fanegas de trigo, dándolas repartidas, sacadas y almacenadas en el término de veinte días. Pero como Valdivia no tuviese mucha confianza en el buen cumplimiento de lo pactado, encargó a Miguel de Cervantes que no bien se partiera él a Córdoba, empezara a sacar trigo de los vecinos, como lo efectuó, dando lugar con ello a que en cabildo de 22 de Noviembre se acordara escribir por concejo al dicho alcalde, rogándole que cesara la saca y que soltara el comisario a los vecinos que tenía presos; y se echa de ver por el acta de este mismo cabildo cosa increíble, aun viéndola suceder-que, haciendo el contrapunto a Cervantes, había vuelto a la villa y reanudado en ella los embargos de trigo y cebada el ya más que temible alcaide de Benamejí.

Terminado, en solos ocho días de los veinte del plazo, el repartimiento de las 500 fanegas de trigo, se llegó al trance más difícil: a hacerlas entregar, cosa que por la resistencia de muchos vecinos, aún no había podido ultimarse a principios de Enero de 1588.

Poco antes de expirar el año de 1587, ved por dónde asoma aquel Rodrigo de Cervantes nacido en Cabra en Septiembre de 1564 (documento LVIII) y desgarrado de la casa paterna en Mayo de 1587, a pretexto de ir a la guerra en servicio del Rey (documento LXIX): andábase en La Rambla aquel mozo a 28 de Diciembre del mismo año, acompañando en sus asendereadas aventuras a su

primo hermano Miguel de Cervantes, quien con urgente necesidad de ir "a la ciudad de cordova y otras partes a hacer ciertas diligencias y aberiguaçiones" que convenían al real servicio, apoderó a su mencionado deudo para que, en su nombre y haciendo sus veces, quedase en La Rambla y recibiese de Alonso Sánchez de Piedrahita, vicario de la villa, 1.272 fanegas de trigo que había de entregar, según la libranza del mayordomo del Obispo de Córdoba, la cual cantidad de trigo, en efecto, recibió v enalmacenó Rodrigo de Cervantes (forma cervantina de almacenar que falta en los diccionarios), y fué recogida mucho después por el comisario Francisco Venegas (1).

Alguna otra vez sale el nombre de Rodrigo de Cervantes en el papelorio viejo que examiné en La Rambla. Como se colige por el documento LXXXIII, aún permanecía allí ocupado en la dicha tarea a 9 de Enero de 1588. día en que el concejo de la villa quiso llevar adelante lo con él convenido, dándole comisión para que con todo rigor sacase el trigo que se resistían a entregar ciertos vecinos reacios; mas, al cabo, aquel propósito no pasó, es decir. no llegó a acordarse que se ejerciera tal violencia. De sobra, llegado el caso, habría quien la ejecutara, sin que tuviese que disponerla y ordenarla la misma representación de la esquilmada villa.

(1) Pérez Pastor, Documentos cervantinos, tomo II, pág. 11.

XVIII

DOCUMENTOS LXXXIV, LXXXV, LXXXVI

Y LXXXVII

El proveedor Antonio de Guevara, estando en Sevilla a 22 de Enero de 1588, dió comisión 'a Miguel de Cervantes para que sacase en la ciudad de Ecija 4.000 arrobas de aceite, "de poder de qualesquier personas que lo tubieren" (1). Y dióla a Cervantes, y no a otro, porque convenía nombrar una persona de diligencia y cuidado, “y porque la de Miguel de Cervantes, residente en esta ciudad -decía Guevara-, es tal qual se requiere para ello, por la plática y experiencia que tiene de semexantes cosas y por la satisfacion que tengo de su persona".

A Ecija, pues, fué nuestro comisario a efectuar esta saca de aceite, y en las actas capitulares de aquel tiempo he hallado señal y rastro de ella; porque a vueltas de muy justas lamentaciones por tanta y tanta exacción, y del reiterado acuerdo de pedir al Rey que mandase pagar lo sacado y que relevase algún tanto a la ciudad de esta carga onerosísima, el regidor Rodrigo Dávila recordó al cabildo que en el año de 1587 se habían repartido a Ecija 13.400 fanegas de grano, de las cuales aún quedaban por juntar y entregar 1.000 fanegas de trigo, habiéndose sacado además 10.000 arrobas de aceite.

Con todo esto, bien dice el refrán: Dios aprieta ; pero no ahoga. A lo que parece, a principios de Marzo de 1588 Guevara habia recibido dinero para ir pagando lo sacado el año anterior, y del cobro se trató en el cabildo de 10 de este mes. A Miguel de Cervantes dieron poder para

(1) Pérez Pastor, Documentos cervantinos, tomo II, pág. 113.

lo propio los vecinos que se enumeran en el documento LXXXVI, y en el mismo día en que éste le fué otorgado le otorgó Antonio Melero, con igual fin, otro que no me detuve a extractar y que se encuentra en el mismo protocolo y libro de Trapel, al folio 3154.

Antes de esto, como Cervantes, en una de sus excursiones a Castro del Río, hubiese sacado algún trigo de propiedad eclesiástica y preso a un sacristán que le hizo resistencia, el provisor del obispado de Córdoba fulminó censuras por tal saca y prisión, en razón de lo cual nuestro infortunado comisario, quizá todavía no absuelto, por virtud del poder dado a Fernando de Silva, de las otras censuras referentes a Ecija, tuvo necesidad de conferir otro a su primo Rodrigo de Cervantes, para que en su nombre pareciese en tales actuaciones y pidiese, como era de rúbrica, que se hubieran con él con la benignidad acostumbrada.

Estas excomuniones discernidas contra las autoridades civiles por el apoderamiento de frutos eclesiásticos -bueno será advertirlo, para que desaforados intérpretes del Quijote y de la vida de Cervantes no hagan caudal de ello-fueron cosa frecuentísima en el siglo XVI, porque no era raro, ni propio de librepensadores, que entonces no los había en España, atreverse a embargar trigo de clérigos y de iglesias. Véase lo que acerca de ello dice Castillo de Bobadilla en su Política para corregi dores y señores de vassallos (1): "En estas ocasiones [en las de extrema carestía] muchas vezes hize sacar el trigo sobrado, no solo de casas de seglares, pero de canónigos y clérigos ricos, y aun de las Iglesias, y de los Obispos, y de sus mayordomos, que lo grangean y venden a precios y por modos injustos... Pero son luego ciertas las pesadumbres que dan los eclesiásticos con censuras: y assi se pone el Corregidor a mucho peligro, y deue ser favorecido de sus superiores. Y ya me sucedió caso, en el qual huuo al parecer de la ciudad toda justificacion, y de

(1) Madrid, Luis Sánchez, M. D. XCVII, libro III, cap. III (pág. 40 del tomo II).

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