Imágenes de páginas
PDF
EPUB

y

que

Dice muy bien este autor al atribuir al lujo de los Priores el miserable estado á que llegó nuestro Roncesvalles en esta época: pero no se le puede seguir en lo que afirma de que por la falta de fondos tuvo que cerrarse el Hospital, y que algunos de los canónigos tuvieron que diseminarse por Navarra, mendigando el sustento y habitación entre sus parientes y amigos. No sé de dónde pudo sacar el Sr. Fuentes Ponte tal noticia: la verdad y la justicia exigen consignar el Hospital de Roncesvalles jamás se cerró á los pobres y peregrinos: podrá decirse con verdad que en la época de los Priores D. Juan y D. Fernando de Egüés no se daba en Roncesvalles una hospitalidad tan rumbosa y tan abundante. como era de esperar y venía practicándose desde tiempo inmemorial en aquel Real Monasterio: lo cual se evidenciará con pruebas fehacientes al estudiar el proceso de la Concordia; pero de esto á cerrarse el Hospital hay una inmensa distancia. Y en cuanto á presentar á los canónigos abandonando su residencia y mendigando por Navarra, también es una inexactitud de mayor bulto; pues numerosos documentos, que tengo á la vista, relativos á actos capitulares, con las firmas de todos los canónigos acreditan cumplidamente que la vida regular lo mismo que la hospitalidad nunca se interrumpió en Roncesvalles, y que si los Priores apenas ponían su pie en la Real Iglesia, en cambio los canónigos, con un espíritu digno del mayor encomio, sobrellevaban su penosa situación, presenciando el esquilmo que de las haciendas de Roncesvalles hacían los mayordomos ó administradores de los Priores, mientras algunos de éstos llamaban la atención de todos con su aparatoso boato, como sucedió con D. Fernando de Egüés, que habiendo marchado á Sevilla en 1503, con motivo de una embajada que los últimos soberanos de Navarra enviaron á los Reyes Católicos, ofició de pontifical en aquella Santa Iglesia en presencia de los Reyes y de su corte. con tal lujo que hasta hoy se conservan datos relativos á aquel suceso en libros y documentos (1).

[ocr errors]

(1) Cuando eran enviados los Priores de esta famosa Orden en calidad de embajadores ó legados á los diversos reinos de dentro y fuera de España, solían ostentar en las ocasiones solemnes los magníficos pontificales

Esta es la verdad y no hay necesidad de extremar tanto las cosas. Y con ello se explica el contento de los canónigos de Roncesvalles al recibir por prelado á un hombre tan virtuoso y recto como DON FRANCISCO DE NAVARRA y lo pronto que éste principió á satisfacer las esperanzas que de él tenían concebidas, ayudado para ello de su amado Azpilcueta, de lo cual hace mención el antes citado Sr. Puentes y Ponte, cuando, siguiendo su narración con tan poca exactitud como veremos, añade:

<< Pocos quedaron en el Santuario, y entre ellos el enton»ces Infante Prior Don Francisco de Navarra (1) Arzobispo >> mas tarde de Valencia, cuando un dia llegó á Roncesvalles » regresando de Tolosa, un hombre jóven pero afamado en >> ciencias. Catedrático distinguidísimo en Salamanca y Coim»bra, penitenciario apostólico, y consultor de Su Santidad; >su fin era descansar unos dias, para seguir el camino, pero >>los relatos que los canónigos le hicieran lograron interesar>>le: no era otro que D. Martin de Azpilicueta, conocido entre »los sabios por el Doctor Navarro, y conferenciando con el » prior in signe, concibió el proyecto de restaurar la hospita>>lidad y el Instituto del monasterio; los canónigos entusias»mados le prestaron completa cooperación, y comenzó su » obra dificilísima, por tomar el hábito de la Orden...... (2).» No hay en la relación mencionada un solo punto de verdad. Aparte de que al tiempo de ser Prior DON FRANCISCO DE NAVARRA, no sólo no desmereció el estado del Monasterio sino que llegó á su más floreciente estado, como probaremos después con testimonios fehacientes, demuestra el citado autor que las relaciones entre DON FRANCISCO y Azpilcueta comenzaron en los días de descanso que tomó en su viaje al que no faltaban nunca en su recámara. Dura aún la memoria de la fastuosidad con que D. Fernando de Egüés, enviado de los reyes de Navarra cerca de los Reyes Católicos, en 1503, celebró misa solemne en la catedral de Sevilla....España.--Sus monumentos y artes. -Su naturaleza é historia.-Navarra y Logroño por D. Pedro de Madrazo, tomo I, pág. 441. (Barcelona, 1886.) (1) No sé qué fundamento tuvo este autor para llamar Infante Prior å DON FRANCISCO DE NAVARRA; aunque era de sangre Real no le correspondía este título, ni el de Serenisimo Señor que le da el anónimo antes citado del artículo Roncesvalles en el Boletín Eclesiástico.

(2) Memoria histórica y descriptiva del Santuario de Nuestra Señora de Roncesvalles, Navarra, por D. Javier Fuentes y Ponte, pág. 161.

volver de Francia, contra lo que hemos probado anteriormente. Demasiado conocería el Doctor Navarro cuál era el estado de Roncesvalles, ya por ser una de las glorias más legítimas de su patria, que nunca son indiferentes al hombre estudioso, ya porque necesariamente había de ocuparse de ello en el año que permaneció en Tolosa con DON FRANCISCO, sobre todo después que éste fué nombrado Prior, hasta que pudo venir á posesionarse de su cargo. Presentar á DoN FRANCISCO quedándose solo en Roncesvalles, viendo cómo se marchaban los canónigos á buscar el sustento es tanta injusticia como suponer al Doctor Navarro ignorante de la historia y estado del Monasterio. Esto aparte de exhibirnos al Doctor Navarro adornado de todos aquellos títulos, que, como probamos al escribir su biografía, los obtuvo en su mayor parte después de ser canónigo de Roncesvalles; que por algo tiene esta Real Casa la gloria de haber dado á la Iglesia y al mundo tan refulgente antorcha.

DON FRANCISCO DE NAVARRA Y Azpilcueta siguieron unidos con aquel íntimo afecto que se habían tenido durante su larga estancia en Francia, sin partir jamás casa ni mesa, como dice este último; y al volver á España más tarde que el Prior, era natural se vieran en seguida aquellos dos grandes hombres, cuyos corazones latían unísonos. Y DON FRANCISCO, en su afán de vivir con Azpilcueta, le dió muy pronto una canongía en Roncesvalles, juntamente con la encomienda del Villar y más tarde la de Luimil, empleando ruegos muy porfiados para conseguir que el ilustre canonista aceptara sus obsequios.

Conocía bien el nuevo Prior de cuánto podría servirle la compañía y el consejo de un hombre tan erudito y tan recto como Azpilcueta, sobre todo al observar el lastimoso estado en que se hallaba Roncesvalles: y así se explica sin violencia y sin necesidad de acudir á torcidas suposiciones su intento de contar entre el número de sus canónigos á aquel cuya fama corría por Francia y España, como lo demostraron sucesos consiguientes. Y si para Roncesvalles fué de gran importancia la filiación del Doctor Navarro, en su cabildo, á DON FRANCISCO sirvió de leal consejero y director, inspi

rándole el pensamiento de introducir en el gobierno de la Real Casa importantes reformas, que levantaran á Roncesvalles de la ruina en que se había precipitado, y dejaran memoria perpetua del paso de nuestro protagonista por aquel renombrado Monasterio.

Ciertas ideas no tienen cabida sino en la imaginación de hombres generosos y nobles, y las que el Doctor Navarro inspiraba á su antiguo discípulo demostraban la alteza de miras del respetable maestro y encontraban fácil acogida en el corazón de nuestro biografiado. Para seguir éste los consejos de Azpilcueta en lo que se refería á la reconstitución de Roncesvalles era necesario que empezase él mismo por separarse de la senda que le habían trazado sus antecesores; que se obligase á residir en cuanto le fuese posible en el punto donde radicaba su dignidad; que renunciase á mirar como exclusivamente suyos los bienes y rentas del Monasterio y á gastarlos en usos privados y profanos; que tratase á los canónigos, clérigos y dependientes de aquel centro como pastor amoroso y no como mercenario, no disminuyéndoles el alimento y el vestido, sino procurando mejorar su situación y la de los pobres y peregrinos que acudían en demanda de hospitalidad: y conduciéndose en todo cual convenía á quien Dios había puesto al frente de aquella mansión en otro tiempo tan famosa y opulenta. Para realizar este pensamiento era preciso sacrificar algo en su comodidad y regalo; pero como no hay amor verdadero sin sacrificio y nuestro protagonista poseía un amor sin límites hacia Roncesvalles, como tendremos ocasión de ver, determinó con la ayuda de Dios y de su santísima Madre, y ayudado con los consejos y dirección de Azpilcueta emprender la obra meritísima de volver á Roncesvalles à su antiguo esplendor, sin amedrentarse por la magnitud de la empresa ni por las dificultades que, como él mismo dice, le opuso el enemigo de las almas.

En consecuencia con este plan que se había propuesto de restaurar moral y materialmente el Monasterio, y hospital de Roncesvalles desde que tomó posesión de su priorato, no obstante la ocupación que le proporcionaba la continuación

de su carrera en Salamanca, procuró atender con la mayor asiduidad á los negocios tocantes al gobierno de la Real Casa, interviniendo directa é inmediatamente en todo aquello que pudiera conducir á su prosperidad. Bien convencido de que la buena administración es la base fundamental de todo. gobierno, y observando los resultados que había tenido el sistema fastuoso y derrochador de sus predecesores, en vez de dejar en manos de ecónomos y administradores el régimen y manejo de los bienes de Roncesvalles, se dedicó á examinar con ayuda de su Cabildo el estado en que se hallaban las opulentas haciendas del Monasterio, exigiendo cuentas, residenciando á los comendadores, nombrando procuradores honrados que obligasen á los arrendadores al cumplimiento de sus deberes, y mirando, en fin, por todo lo que podía conducir al fin que se había propuesto. Tal nos le presentan varias escrituras que ponemos en los apéndices, en las cuales aparece renovando censos, concediéndolos á distintos poseedores que los administrasen con fidelidad, y hasta removiendo de sus cargos á algunos comendadores que, como D. Bernardino de Mayorga, que lo era de la casa de Nievas en Viana, no sólo no cumplían con los estatutos y condiciones que se les impusieran, sino que en daynno et perjuyzio del mones terio tales haziendas se iban totalmente a perder por no corresponder como debieran á la confianza que en ellos se depositara.

Con este modo de gobernar, no sólo se mejoraba la condición material de Roncesvalles, sino que el Prior se ganaba el afecto de su Cabildo, pues siendo él el primero en contar con los canónigos para el régimen interior y exterior del mismo, á tenor de lo dispuesto en el proceso de la Concordia, se aumentaba la paz y la unión, y volvían á renacer los días de abundancia y prosperidad en el convento y hospital. Y esto sin perjuicio de que el Prior guardase el rango que por su dignidad le correspondía y acostumbraban usar los personajes de su clase en aquellos tiempos; pues según vemos en el famoso proceso ya varias veces citado en este libro, los Priores de Roncesvalles gastaban más boato que el más rico de los prelados de nuestros tiempos. Y si bien DON FRANCISCO

« AnteriorContinuar »