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Por último, hallándose completamente extenuada á causa de las contínuas penitencias y derrame de sangre que salía de sus llagas, después de recibir los santos sacramentos, entregó su alma á Dios en la tarde del viernes 24 de Agosto de 1656, á los cincuenta y cuatro años, siete meses y veinticinco días, siendo enterrada en la sala capitular de las Huelgas, debajo del altar de San Ildefonso.

«

<< Los singulares favores, dice Muñiz, con que el Señor re»galó á esta su sierva desde su mas tierna infancia, los raros pasages de su vida y la consideracion de que todos ellos <podian contribuir á excitar nuestro fervor, movió á sus con>fesores á mandar la escribiese de su propio puño, como lo »ejecutó........ (1)» Todos aquellos papeles reunió el P. Saracho y los entregó al Venerable Palafox, deseando que este autorizadísimo escritor los publicase con datos y notas, como antes había manifestado. «Leyólos con toda atención y mu»dó de dictamen. El primer intento fue, de historiarlos: leidos formó otro juicio. En otra ocasion me dixo: Padre Con»fesor, estos papeles han de salir á la luz á la letra, sin que >falte vna coma, como salieron las obras de Santa Teresa. «Pocos meses despues quiso el Señor premiar sus trabajos, y »le sacó de ellos, para coronar su virtud con eterna gloria. Para que no se perdiera tan rico tesoro, entregó los papeles »á sv criado, que era de su confidencia, para remitirlos á las Huelgas (2). »

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El grato recuerdo que las virtudes de Doña Antonia Jacinta dejaron en el monasterio de las Huelgas, interesó vivamente á las religiosas á publicar aquellos manuscritos tonia le traian desseoso de hablarla. Reconocidos y admitidos los despachos, fue á el Quarto de la Abadia, adonde estava la Sierva de Dios, tan impedida, que no pudo assistir con la Comunidad. Estuvieron comunicando el estado de sus almas, tiempo de dos horas. Lo que vimos los que estavamos esperando, fue vna admiracion grande en el Venerable Señor, y que salió echando bendiciones, y repitiendo: Bendito sea Dios: Doña Antonia Iacinta, Virgen, y Martir.»-Saracho, Vida de la Venerable Doña Antonia Iacinta, Lib. VI, Cap. XIX, n.o 1.

Véase también lo que sobre esta visita trae el P. Antonio Gonzalez de Rosende en la Vida i Virtudes del Illmo. i Excmo. Señor D. Ivan de Palafox i Mendoza, (Madrid, 1666) pág. 168 y sigs.

(1) No he visto esta obra de Muñiz, cuyas palabras he copiado de la Biografia eclesiástica completa, tomo XIV, pág. 1035. (Madrid, 1862.) (2) P. Saracho, lug. cit.

para edificación y consuelo de las almas piadosas. Y en el año 1667 siendo abadesa la Sra. Doña Isabel María de Navarra y de la Cueva, hermana de la Venerable, fueron reunidos todos los papeles de ésta, juntamente con los testimonios que de ella habían escrito testigos oculares, todos los cuales aprovechó su confesor el P. Saracho para publicar la Vida de la Venerable, de la cual fué más bien ordenador que autor, por haber puesto muy poco de su cosecha. Publicáronse de ella dos ediciones: una en 1678 en Salamanca por Lucas Pérez, y otra en Burgos en 1736 por Atanasio Figueroa, las dos en folio (1).

Figuran además otros individuos de esta familia en la carrera de las armas, como veremos al tratar de los Mariscales de Navarra; otros ocupando puestos importantes en los Consejos Reales y desempeñando cargos de confianza en los palacios de los Reyes. Como escritores sólo encontramos á

Don Pedro de Navarra y de la Cueva; casó con Doña Antonia de Gurrea y Borja, parienta de San Francisco de Borja, y Menina de la reina Doña Mariana de Austria. Su valimiento y méritos le alcanzaron títulos tan honrosos como Caballero de la orden de Santiago, Marqués de Cabrega y Mayordomo de la referida Reina. Fué también aficionado á las letras, y publicó la siguiente obra:

Logros de la Monarquia en aciertos de vn valido. Al Rey nuestro señor Don Carlos segundo. Por Don Pedro de Nauarra y de la Cueua, Cauallero de la Orden de Sant Iago, Marques

(1) Ambas ediciones tengo à la vista y llevan los siguientes títulos: Vida y virtudes de la prodigiosa y venerable Señora Doña Antonia Iacinta de Nauarra y de la Cveva. Abadessa del Ilvstrissimo y Real Monasterio de las Huelgas, cerca de Burgos, de la Orden del Glorioso y Melifluo Padre San Bernardo. Sacada á la letra de los Quadernos que por mandado de sus Confessores dexó ella escritos de su misma mano. Por el M. R. P. Fr. Ivan de Saracho, Abad, y Visitador, y Difinidor, que fue muchas vezes de la misma Orden, y Confessor de la Sierva de Dios..... Con privilegio. En Salamanca, por Lucas Perez, Impressor de libros. Año de 1678.-1 t. en fol. perg. 29 hs. de prls. y 627 ps.

Jardin de flores de la Gracia, vida de la venerable D. Antonia Jacinta de Navarra y de la Cueva, abadesa del real monasterio de las Huelgas, sacada de los cuadernos que dejó ella escritos, ahora nuevamente impresa, concordada y añadida, con un prólogo historial, el libro séptimo y otras muchas partes del tomo, por el R. P. Fr. Joséf Moreno Cauriel, del orden de la Santísima Trinidad. Burgos, por Athanasio Figueroa, 1736.-1 t. en fol.

de Cabrega, Mayordomo de la Reyna Nuestra Señora. Con privilegio. En Madrid: por Iulian de Paredes, Año de 1669. Un tomo en 4.o, 20 hs. de prels. y 83 folios (1).

Otros muchos personajes de gran nombradía aparecen en las obras de historia y bibliografía, que por llevar el apellido NAVARRA nos han hecho perder mucho tiempo en averiguar su procedencia, resultando que si bien tenían algún parentesco con la rama de Don Leonel de que aquí tratamos, no pertenecían á la genealogía de esta Casa, por ser hijos naturales de reyes de Navarra ó descendientes de ellos; razón por la cual no era justo darles cabida en este artículo (2). Pero sí

(1) En los preliminares de este libro aparece el elogio hecho por don Melchor de Cabrera, Señor de Guzmán, al autor, á quien alaba diciendo que es de sangre Real «por descender de varon en varon del Rey D. Carlos Tercero de Nauarra, que murió en 8 de Septiembre de 1425. Cuyo hijo fue el Infante Don Leonel de Nauarra, que tuvo título de Conde de Cortes, por merced del Rey su padre. Nieto el Mariscal D. Felipe de Navarra. Viznieto el Mariscal D. Pedro de Navarra, Lugarteniente General del mismo Reyno de Navarra, que obtuvo la dignidad de Ricohome. Fue Embaxador á los Reyes de Castilla para la concordia entre las dos coronas, y mereció el renombre de Caro y Amado Primo: y el Señor Emperador Cárlos Quinto (á quien alcanzó y sirbió) añadió el de Leal. Tercero nieto el Mariscal D. Pedro de Navarra, primer Marques de Cortes, Assistente y Capitan General de Sevilla, Gobernador y Capitan General de Galicia de los Consejos de Estado y Guerra, y Presidente del de Ordenes. Quarto Nieto D. Pedro de Navarra y de la Cueva, Cavallero de la Orden de Santiago. Sexto Nieto D. Pedro de Navarra y de la Cueva (Heroe de este discurso) Cavallero de la Orden de Sant Iago, Marques de Cabrega, etc.»

Es imposible reunir en tan poco espacio más barbaridades históricas, que quedarán refutadas en el texto. ¡Y que gaste uno tanto tiempo en registrar documentos para compulsar los parentescos!

(2) Entre otros: Fr. Juan de Navarra, religioso de la orden dominicana y compañero del Santo Fundador.-(Biografia eclesiástica completa, tomo XIV, página 1036.)

D. Lanceloto de Navarra, administrador del obispado de Pamplona, Protonotario de la Iglesia Romana y Patriarca de Alejandria.-(Biog. ecca. tom. XIV, pág. 1037.-Sandoval, Catálogo, fol. 111 vuelto. -Fernández Pérez, Historia de la Iglesia de Pamplona, tom. II, pág. 115, y otros.)

D. Juan Alonso de Navarra y Aragón, abad de S. Juan de la Peña y Obispo de Huesca, hijo de Don Carlos, Príncipe de Viana y de la famosa siciliana llamada Capa.

Doña Ana de Navarra, hija del mismo Príncipe y de María de Armendáriz.

D. Felipe de Navarra, hijo del mismo Don Carlos y de D. Brianda de Vaca.-(Historia compendiada del Reino de Navarra por D. José Yanguas y Miranda. pág. 291.-San Sebastián, 1832, y el notabilísimo libro titulado D. Juan II de Aragón y el Príncipe de Viana..... por D. Fernando Ruano Prieto, Bilbao, 1897.)

D. Pedro de Navarra, Obispo de Comenge, de quien nos ocuparemos más adelante.

creemos deber ocuparnos de otros, tales como los que llevan el apellido de la Cueva, porque habiendo casado Don Pedro de Navarra, padre del protagonista de este libro, con doña Mayor de la Cueva, tienen una relación más íntima con esta rama, toda vez que á partir de este suceso aparecen unidos. los apellidos de ambas casas. Sea el primero

Don Bartolomé de la Cueva, uno de los individuos más sobresalientes de esta nobilísima familia, nació en 14 de Agosto de 1499, y era tío carnal de Doña Mayora de la Cueva (1), mujer del Mariscal Don Pedro de Navarra. Después de haber abrazado el estado eclesiástico, obtuvo la abadía de San Isidoro de León, que gobernó con gran celo y acierto (2), y contribuyó á que se introdujese en su cabildo una administración semejante á la que se planteó en Roncesvalles por la bula Tripartita, como veremos más adelante, y cuyos efectos saludables se dejaron ver muy pronto, según nos lo atestigua el Doctor Navarro en varios lugares de sus obras (3). Las bellas cualidades de Don Bartolomé de la Cueva le grangea

D. Jaime de Navarra, hijo de la reina D. Leonor y de D. Gastón de Fox, procesado por la Inquisición en 1487.—(Llorente, Historia crítica de la Inquisición, tom. V, pág. 75. Barcelona, 1836.)

Fr. Vicente Beaumont de Navarra, religioso dominicano del convento de Valencia, en el cual explicó artes y teología, +12 de Septiembre de 1728.— (Biografia eclesiástica compl. tom. II, pág. 331.)

(1) Al tratar de poner en este lugar la genealogia de D. Mayor de la Cueva para asegurar el grado de parentesco que tenía con el Cardenal, he tropezado con tantas dificultades, que me han obligado à suprimirla. A pesar de haber registrado no pocos autores de genealogías, no he encontrado dos que concuerden en la sucesión y parentesco de los la Cueva, y es un verdadero laberinto el que resulta de los datos apuntados por Moreri, comparados con los que traen otros escritores, sobre todo al explicar la sucesión de los Duques de Alburquerque. Y como por otra parte no interesaba gran cosa á mi propósito, he creido mejor omitirla. Vea el que guste apurar este asunto El Gran Diccionario Histórico de Luis Moreri, tomo III, pág. 561 y sigs. (Paris M.DCC. LIII.), el Diccionario Enciclopédico Hispano-Americano de Literatura, Ciencias y Artes, tomo 1, pág. 814 (Barcelona, 1887,) y el Boletín de la Real Academia de la Historia, tomo XXII, cuaderno V, (Madrid, 1893,) y las obras de Piferrer y Vilar, que citaré luego.

(2) Al tiempo que visitaua, muchos años ha la Abbadia de Sant Isidoro de León, por su obseruancia y otros muchos Respectos, la mas sublimada de quantas ay en Castilla, de Canonigos reglares, por el Illustre Señor Don Bartholome de la Cueua su Abbad, varon que como en alto linage, etc.— Tractado de alabanza y murmuracion..... Compuesto por el Doctor Martin de Azpilcueta Nauarro..... Concl. VI, n.o 374. (Valladolid, MDLXXII.)

(3) Comment. III de Regularibus, sum. I, n.o 9. Coment. sobre el cap. Inter verba, Concl. VI, n.o 483. — V. El Doctor Navarro, pág. 101.

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ron la estimación del emperador Carlos V en tan alto grado, que, á propuesta suya, fué agraciado por el Papa Paulo III con el capelo cardenalicio en 19 de Enero de 1544, cuando se hallaba de canónigo en Toledo. En 1548 administró la diócesis de Avelino y más tarde obtuvo las mitras de Córdoba y Siponto (1).

El cargo de virrey de Nápoles, que este eximio personaje desempeñó desde 21 de Octubre de 1558 fué un nuevo motivo para que Don Bartolomé demostrara sus excepcionales condiciones de gobierno (2) y para que su nombre apareciera rodeado de una importancia extraordinaria; tanto que al verificarse el cónclave para la elección de Pontífice por muerte de Paulo IV en 1559, vióse el Cardenal de la Cueva á punto de ocupar la silla de San Pedro, de cuyo hecho da cuenta el historiador Palla vicini con estas palabras:

Cuando se trataba de este asunto, entre todos los Cardenales que parecian mas abocados á ceñir sus cabezas con la >Tiara Pontificia, figuraban Rodolfo Pio Carpense y Hércu»les Gonzaga Mantuano entre los italianos, y Pacheco y Reo> mano entre los extranjeros; aunque sobre todos estuvo á >>punto de ser elegido Bartolomé de la Cueva, por la astucia » de Fernando de Torres, uno de los que le acompañaban al » Cónclave. El cual aprovechando la ocasion de no haberse >> reunido en aquel dia (21 de Agosto de 1559) todos los Car»>denales, fué rogando separadamente á treinta y dos de estos ó sea á cuatro mas de los necesarios para la eleccion, para >>que en la votación que se habia de hacer al siguiente dia favoreciesen con su sufragio á su amo, cuya virtud aparecía merecedora de que alguno de sus colegas le diese esta>>prueba de aprecio; y cada uno de ellos, sin conocer el

(1) Biografia eclesiástica completa, tomo IV, pag. 424. (Madrid-Barcelona, 1851.)

(2) Algunos opinan que no fué á Nápoles como virrey, sino solamente como lugarteniente en la vacante ocurrida entre D. Juan Manrique de Lara y el duque de Alcalá. Véase el Libro donde se trata de los Vireyes lugartenientes del Reino de Nápoles y de las cosas tocantes á su grandeza, compilado por José Romeo, año MDCXXXIV, é ilustrado con notas por D. Eustaquio Fernández de Navarrete, pág. 163. Publicó esta obra el académico D. Miguel Salvá en el tomo XXIII de la Colección de documentos inéditos para la historia de España. (Madrid, 1853.)

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