Imágenes de páginas
PDF
EPUB

esta especie en el Museo Arqueológico Nacional. De todo ello resulta que estos productos de la primitiva industria del oro en Galicia ofrecen un interés especial que los coloca, por sus caracteres artísticos especiales, distantes de todos otros conocidos, y en preferente lugar en el examen de la orfebrería puramente española. Su técnica responde perfectamente á la aprendida de otros artistas más adelantados, pero más rudamente aplicada. La fundición, el laminado y alambrado obtenido por percusión, la soldadura y retorcido fueron los procedimientos puestos en práctica por los autores de tan valiosas joyas al ejecutarlas. En cambio, no poseemos, como era de esperar, muestras de orfebrería puramente griega, pertenecientes á la industria de aquellas colonias helénicas que se establecieran en tal región y que debieran ser sus maestras en el arte.

Otros objetos de oro muy importantes se han encontrado en diversas regiones españolas, de distinto carácter en verdad que las de Galicia. El Sr. Pierre Paris, en su obra Essai sur l'Art et l'Industrie de la Espagne primitive, pretende establecer diferencias artísticas entre los productos celtas é iberos; pero como él mismo confiesa que esta parte de su trabajo la ha llevado á efecto con premura excesiva, no resultan sus teorías completamente convincentes, y más si se tiene en cuenta que esta cuestión del celtismo y el iberismo entre nosotros, hasta ahora, es completamente insoluble. Determinar las diferencias de los caracteres artísticos de los objctos celtas y de los iberos es imposible, y más cuando lo que vamos consiguiendo ver con claridad es que, á poco de llegar los celtas en el siglo v, se fusionan por completo con los originarios iberos, que es siempre la raza dominante, aunque resulte modificada por los celtas en ciertas regiones.

Lo que atañe á nosotros afirmar es que las joyas de estas otras regiones. ofrecen más interés artístico que las hasta ahora encontradas en Galicia, pues en su ornamentación llegan á ostentar hasta figuras que, de algún modo, se enlazan con los ejemplares clásicos de su tiempo. Las placas de Cáceres (hoy en el Museo del Louvre) son muy notables como objetos artísticos; ejecutadas por el procedimiento del más fino repujado, ocupa toda su extensión una serie de caballos y jinetes que requieren por parte del. artista que la ejecutó, un adelanto ya sobresaliente.

Estas fajas ofrecen la labor artística más adelantada de nuestra primi-tiva orfebrería: el dibujo de sus figuras humanas y caballos es bastante incorrecto, aunque expresivo; pero todo lo que podíamos esperar en su

época, y más teniendo en cuenta sus diminutos tamaños, pues los caballos y figuras no exceden de 30 milímetros de altura.

Los fragmentos existentes nos indican haber pertenecido á más de un objeto: uno con dos series superpuestas de figuras, y otro de una sola. En la de dos series aparecen varios caballos montados por jinetes alternando con hombres que llevan pares de hidrias metálicas, con asas articuladas, una en cada mano, quedando además los espacios libres ocupados por figuras de aves y de peces; una greca vertical y dos anillos soldados asimismo de oro, limitan el extremo de la banda más ancha. Su borde superior conserva varias como campanillitas invertidas que lo coronaban. La más estrecha, correspondiente quizá á alguna pulsera ó brazalete, tiene tan sólo una serie de caballos y guerreros, llevando éstos espada corta y pequeño escudo circular en sus manos, viéndose ocupados los espacios libres por reptiles y batracios. Al extremo también tiene un anillo soldado. Unas series de puntos horizontales completan la decoración de los fondos.

Las opiniones, tanto de Mr. Schlumberger como de Salomón Reinach, y otros sobre estas curiosas joyas, no son decisivas, si bien todos convienen en darles la importancia de piezas únicas en su especie y de interés extraordinario; nosotros, al colocarlas en este lugar y estudiarlas ahora, dicho se está que las consideramos como producto del arte indígena, después de ser amaestrado por los colonos que de Oriente nos trajeron la civilización en aquellos tiempos; de aquí su semejanza con lo arcaico mediterráneo que en ellas se muestra.

Hace pocos años fueron encontradas unas curiosas alhajas en Safa (Valencia), que por sus caracteres se aproximan ya á los tiempos romanos, aunque deban considerarse también como genuinas de la primitiva orfebrería levantina 1.

Estos son realmente los ejemplares más notables que poseemos de la orfebrería primitiva española; algunos pendientes, brazaletes y diademas pudieran contarse, como la de las últimas de éstas, encontradas en la cueva de los murciélagos por el Sr. Góngora, y algunas otras que se guardan en el Museo Arqueológico y en poder de particulares, todos de oro, pues las otras joyas de plata que se han encontrado, consideradas asimismo como de esta época primitiva, alcanzan de tal modo á la romana, que en ella las in

1 Dió cuenta de ellas el Sr. Mélida en la REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS, año 1902, 11, pág. 164.

cluiremos; solamente pudiéramos considerar como propias también de la orfebrería ibérica la serie de cuencos ó vasos de plata del tipo de los de Castulo, notable éste por la aún indescifrada inscripción que llevaba (su paradero es completamente desconocido) y los anepígrafos que posee el Museo Arquelógico Nacional.

Son estos cuencos ejemplares notables de repujado, pues se comprende por su labor que, habiéndose empezado por un disco de plata con su borde perfectamente torneado formándole un filete ó festón, luego se ha logrado su concavidad por el martillado más perfecto, á la manera de lo que aún hacen algunos plateros cordobeses, ya muy escasos, que transforman un duro en un vaso, conservando su reborde; el mayor de los del Museo ofrece la particularidad de tener en su interior una cruz de oro, de brazos iguales y muy cortos, incrustada, pero no creemos que sea contemporánea del vaso. Los verdaderos torques, ó sean collares retorcidos, algunos con un lazo en el centro, alternan en las colecciones con otros que son unos verdaderos cables de varios cabos de distinto grueso, con otros formados por muy compactas vueltas de alambre de plata; pero éstas más bien parecen, no gargantillas, sino collares de pecho, como se ve en las figuras de Yecla. Pero ya, como decimos, las piezas de plata conocidas toman un aspecto completamente romano.

III

ÉPOCA ROMANA

La orfebrería de esta época es bastante escasa con relación á lo que de ella debía haber entre nosotros; sin duda han de sobrevenir hallazgos que la enriquezcan; pero hasta ahora no poseemos piezas tan importantes de ella, como las que conservan Italia y Austria, principalmente, devueltas por su suelo.

La orfebrería romana ofrece un carácter especial que la distingue muy mucho de la griega y oriental, sus predecesoras. Quizá encontremos su punto de evolución en aquella egipcia alejandrina, que tan felizmente modificó los tipos anteriores; pero al llegar al Occidente adquiere formas y caracteres muy especiales. Ofreciendo principalmente piezas de plata, están ejecutadas éstas con una solidez y refuerzo verdaderamente excesivos; como toda obra de romanos, están hechas para durar eternamente,

proporcionando, además, por sus líneas y exornos un acento marcadamente escultórico, una decoración, en la que predominan las figuras hu

manas.

La orfebrería romana difiere bastante de la griega, tanto por su técnica como por su estilo. Aunque muchos de los objetos de plata y oro usados por los ricos y patricios fueran producto de mano helénica, el gusto y la fabricación habían evolucionado lo bastante para que adquiriesen especial aspecto. Ya hemos consignado que las joyas alejandrinas imprimieron un nuevo estilo á la orfebrería antigua, mezcla, hasta cierto punto, de las tradiciones antiguas egipcias con el ideal clásico; la aplicación en los exornos crustae ó de emblemata (láminas repujadas ó altor relieves) avaloran principalmente á los objetos más ricos que ofrece el arte escultórico, desarrollado las composiciones más complicadas á veces, de figuras obtenidas por el repujado ó fundición á ceras perdidas, de las que son ejemplares sobresalientes la célebre pátera de Rennes, ciertas copas del tesoro de Hildesheim y otras del tesoro Bosco Reale, de tanto relieve algunas, que vienen á desvirtuar por completo el uso y naturaleza del vaso á que han sido aplicadas.

Esta exuberancia de ornamentación, un tanto ilógica, es la característica de la orfebrería romana, pocas veces contenida en los precisos límites de que nunca se excedió la griega, hasta el punto de engarzar gruesas piedras en los platos y otros objetos de vajilla y uso corriente, comenzando así en ellos el aspecto de la orfebrería bizantina. Tales debieron ser las obras de Teucer, Zenodoro y demás famosos orfebres citados por Plinio y otros autores latinos.

Ejemplar característico de todo ello poseemos en el llamado plato de Otáñez tan conocido, quizá la pieza de orfebrería romana más genuina que poseemos, como hemos de ver. Pero examinando ejemplares más sencillos entre nosotros, afirmaremos más nuestra creencia de que esos verdaderos torques de plata con el lazo en su centro, ó sólo retorcidos en toda su extensión, pertenecen á la época romana, pues sin duda á ellos se refieren los autores, tales como Tito Livio, al decir que T. Manlio fué llamado el Torquatus por haber arrancado á un galo, en singular combate, uno torque; quen respersum cruore colle circundadit suo (Lib. vi, cap. XLII); y Aulo Gelio en sus Noches Aticas afirma que en la ocasión que cita fueran dadas como premio «ocho coronas de oro; una obsidonial, tres murales, catorce cívicas, et torquibus LXXXIII» (Lib. 11,

capítulo x1). Dionisio de Alicarnaso exprésase en semejantes términos, presentando los torques como premios otorgados por los romanos. (Libro xxxvII.)

Qué fueran estos torques nos lo dice mejor que nadie San Isidoro al manifestar en sus Etimologias (xix, 31, 11), que los torques sunt circuli aurei a collo adpectus usque pendentes... dictæ autem torques, quod sit tortæ.

El ejemplar que más por completo se relaciona por sus caracteres, con la genuína orfebrería romana es, como decimos, el tan conocido plato ó pátera votiva llamada de Otáñez, hasta el punto de haberse suscitado debates acerca de su procedencia de fabricación 1. Constituye una especie de plato, bastante llano, de 28 centímetros de diámetro, apareciendo su convexidad ilustrada con varias figuras alusivas á la salutífera fuente que conmemora. En la parte superior se muestra, entre árboles que pudieran ser hayas, la ninfa recostada, desnuda en su torso, apoyándose en la hidria de que mana el agua salutífera; corre ésta entre peñas hasta llegar á un depósito ó estanque rodeado de piedras, del que un muchacho recoge y llena de agua una ánfora dentro de un gran tubo, quizá para transportarla; más abajo, otro hombre llena con una ánfora una gran cuba colocada sobre un carro tirado por dos mulas. Esta es como la composición principal: accesoriamente se ven también, á la derecha, á un pastor ó viajero que hace á la ninfa una ofrenda sobre un ara; á la izquierda, un sacerdote ofrece una libación sobre otra ara, y enfrente un servidor muestra un vaso del agua salutífera á un enfermo que está sentado. La composición, aunque poco armoniosa, es, sin embargo, curiosísima por los datos arqueológicos que proporciona y los detalles de indumentaria y de enseres y manipulaciones puestas en práctica con motivo de la virtud de aquellas aguas. Unas letras en relieve, que ocupan los espacios libres cerca del borde y que dicen SALVS VMERITANA, nos revela, sin duda, el nombre de la fuente prodigiosa. Por el dorso del plato se distingue la inscripción L P. CORNELIAM P. III., cuya significación se duda si es la firma del autor de la obra ó del que la dedica, agradecido, á la ninfa 2.

Respecto á su fabricación y estilo, que por muchas razones creemos ejecutado en España, obedece por completo á la técnica que hemos considerado como característica de estas piezas romanas.

I Lo ha estudiado últimamente el Sr. Mélida en la REVISTA DE ARCHIVOS, BIBLIOTECAS Y MUSEOS, 1907, pág. 289.

2 Para este punto, como para su completo estudio arqueológico, véase el citado del señor Mélida, que puede darse como definitivo.

« AnteriorContinuar »