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ITINERARIO DE ALFONSO V DE ARAGON EN ESPAÑA

E

I

L principal interés de un itinerario tengo yo que está en su valor geográfico: en relación con el personaje no pasa de ser un capítulo

de su biografía y sirve en las historias locales para satisfacer la vanidad de los pueblos, que pueden llenar una efemérides con la gloria de haber albergado tal ó cual día una regia comitiva ó visto sencillamente pasar de largo.

Mi propósito al empezar éste de Alfonso V fué tomarlo como base de estudio de itinerarios parciales anteriores á fin de formar el mapa de la red de comunicaciones de la Corona de Aragón en los siglos medios y compararla con lo que sabemos de la red de vías romanas. Creo seguro que, en aquella Corona al menos, no abrió la Edad Media ningún camino nuevo y se sirvió de los abiertos por los conquistadores del mundo, pasando los ríos á vado ó en barca por el mismo sitio en que los romanos levantaron sus puentes, si no aprovechó los cimientos de éstos para los suyos y salvando las montañas por los mismos puertos y desfiladeros; la falta de tráfico no hacía necesaria una reforma, y el no haber tránsito rodado facilitaba el aprovechamiento de aquellas vías, construídas para peatones y cuadrúpedos y exentas, por tanto, en su trazado de las dificultades que presentan nuestras carreteras á los ingenieros modernos que han de salvar pendientes, rellenar hondonadas, desmontar alturas, llevar el puente adonde más cómodo paso se ofrezca, y separarse del camino recto y más conveniente para tocar un pueblo ó tal vez el caserío de un personaje.

Me ha comprobado este itinerario la existencia y la dirección de la vía romana que, internándose desde Llimes, pasaba por Caldas, Sabadell, Martorell, Igualada, Lérida, Fraga, Candamos, Velilla, Zaragoza por la circunstancia de venir siempre Alfonso V, como sus antepasados Reyes de Aragón, á cruzar el Ebro entre Velilla y Quinto, no obstante usarse el prehistórico modo de las barcas de sirga, como ahora, lo cual sólo podía ser motivado por la existencia de un camino que condujera á Velilla y no á Zaragoza como la moderna carretera 1.

Tengo barruntos de otras vías merced á este itinerario y su comparación con otros empezados por mí ó por eruditos catalanes 2, y creo firmemente que, á medida que se alleguen datos y se recorra el país con los datos en la mano para comprobarlos sobre el terreno (como en parte he hecho), será fácil y hacedera la reconstitución del mapa de las comunicaciones de España en los siglos medios y tal vez en los primeros de nuestra era 3. Tengo esperanzas de que hasta la identificación de las mansiones ha de ser más fácil conociendo los pueblos de etapa en la Edad Media ó aquellos por donde pasaban los caminos, y barruntos tengo de algunas sobre las cuales se han dado muchas opiniones, mas los datos no permiten todavía afirmaciones concretas.

I La noticia de un puente sobre el Ebro en las inmediaciones de Velilla dada por Strabón es prueba manifiesta de haber un camino, cuyos extremos enlazaba el puente. Hübner ya dice que la via era la de Lérida-Zaragoza; sin embargo, D. Eduardo Saavedra, en su Discurso de recepción, no la menciona, y aun dice no haber tenido camino Julia Celsa por poseer la comunicación del Ebro con Dertosa y Cesaraugusta (pág. 19). Para cerciorarme de la exactitud de estas noticias, fuí á Velilla en excursión universitaria con los profesores D. Juan Moneva y D. Manuel Mosa y algunos alumnos, y pudimos comprobar la existencia de esa via, cuyos trozos sirven hoy de tapias à las miserables casas levantadas sobre la antigua colonia.

2 Los Itinerarios de Alfonso II y Pedro II publicados por D. Joaquin Miret y Sans son poco útiles geográficamente por la distancia de las fechas de los documentos de aquellos reinados; superior á éstos es el que prepara de D. Jaime I el mismo señor, y el de D. Martín, que tiene terminado D. Daniel Girona.

3 Según el Itinerario de Antonino, la vía romana que entraba en España por el Coll de Pertus, descendía hasta Barcelona y Tarragona; subía luego á Lérida, Huesca y Ayerbe, y descendía por el Gállego á Zaragoza; tal trazado no es verosimil. Comparando itinerarios de Reyes de los siglos XIV y xv, no de una sola persona, sino de grandes comitivas, y teniendo presentes los restos de vías ó ciudades, paréceme que en época más o menos remota, es decir, anterior ó posterior al Itinerario, la vía citada era una hasta Llinas: aqui se bifurcaba, y un ramal bajaba pegado á la vertiente occidental de las montañas que separan el Valles de la costa (con ramales á Iluro y Betulo y otras poblaciones, si las había) hasta la mansión Prætorio, La Roca, seguramente, y desde aquí, y á fin de salvar los pantanos del llano de Barcelona y del Bajo Llobregat, se metia en el Valles por San Cugat y se acercaba al puente de Martorell para cruzar el rio; la otra, en Llinas, se dirigía á Caldas, y de Caldas á Sabadell, y en Martorell pasaba también el Llobregat, continuando nuevamente la una hacia Tarragona, por Vendrell, y la otra hacia Villafranca, Igualada y Lérida. Una nueva bifurcación hacia partir de aqui un camino hacia Fraga y Zaragoza, otra hacia Huesca por Binefar, Monzón y Pertusa; ésta se cruzaba en Huesca con la que, procedente de Zaragoza, se dirigía al Norte, y ella continuaba hacia Cascante, cruzando el Gállego por Puendeluna para entrar en la comarca de las cinco villas.

Ciñéndome al itinerario de Alfonso V, lo que emprendí como enumeración de fechas y lugares lo he convertido en biografía de un viajero, que no se detuvo un año seguido en un mismo punto, y viajó siempre sin miedo al calor ó al frío, al sol ó á la lluvia, y pasó su vida sobre la silla de un caballo. No he querido hacer de este itinerario meras enumeraciones de lugares y fechas por no hacerlo descarnado y frío, ni tampoco he podido dar noticias de los documentos cuyas fechas utilizo por la copiosidad de los mismos: se conservan de su reinado en el archivo de la Corona de Aragón 866 registros, de él exclusivamente 493, ¿cómo es posible extractar siquiera esos 493 registros, que contienen, por lo menos 98, 600 folios?

Por esta razón adopto un criterio que creo muy adecuado: tratándose de una relación de viajes, basta justificar cada uno exponiendo el motivo por que se trasladó de un punto á otro y el camino seguido; hacer otra cosa sería salir de los límites propuestos y escribir una historia del reinado en forma distinta de la usual.

Alfonso V fué un Rey italiano, y en Italia pasó la mayor parte de su vida, pero sus hechos y sus viajes en aquella Península no tienen interés directo é inmediato para nosotros los españoles, y los he segregado, limitándome á los de España, Córcega, Cerdeña y Sicilia, en sus dos etapas de 1416 á 1420 y de 1424 á 1435.

Antes de ser Rey se había acostumbrado á las fatigas de los viajes: desde Castilla vino con su padre á estos reinos, entrando por Calatayud y encaminándose á Barcelona por Zaragoza; fué después á Valencia, en 1415, á casarse; volvió á Zaragoza y Barcelona; estuvo en Morella y en Montblanch en las conferencias de Benedicto XIII y en las Cortes de Cataluña; desde Valencia fué por mar á Perpiñán, tocando en Barcelona, y yendo camino de Castilla puso la muerte fin á los dolores de su padre en Igualada el 2 de Abril de 1416, y este día empieza su itinerario como Rey 1.

I He procurado consultar, tanto para este Itinerario como para el retrato histórico de Alfonso V que publiqué en la Revista Aragonesa, obras impresas, principalmente italianas, por ser Alfonso más estudiado y admirado en Italia que en España; en ninguna biblioteca de Madrid, Barcelona y Zaragoza está el Archivio Historico Napolitano, en donde se publicaron los notables trabajos de Benedetto Croce y del Principe Filangieri; no resignándome à desconocerlos y no pudiendo adquirirlos, pues el sueldo de 49 duros no da para tanto, escribí á mi amigo Francesco Cerone, profesor de la Universidad Partenopea, y tuvo la bondad de enviarme los números de aquella Revista que contienen la biografía de Lucrecia de Alagno, y copiados de mano de un hijo suyo y lo propio de las notas los dos folletos de Croce: Primi contatti fra Spagna e Italia y La Corte spagnuola di Alfonso I d'Aragone. Sirvame esto de excusa por las deficiencias que puedan notarse en mi trabajo.

En Igualada se detuvo, por esta causa, la regia comitiva, convertida en fúnebre cortejo, hasta el día 8, esperando á los que por deber ó devoción debían acompañar el cadáver al panteón de Poblet; emplearon los días 8 y 9 en trasladarse á Montblanch: aquí se detuvieron los días 10, 11 y 12, y el lunes 13 entraban en aquel Monasterio. Hasta el 22 del citado mes no se celebraron las exequias reales, y todos esos días vivió en Poblet, distrayendo sus penas cazando por los agrestes y melancólicos alrededores del Monasterio y proyectando nuevas cacerías ; el 4 de Mayo bajó á la Espluga de Francoli, que abandonó el 22 para ir á Santas Creus, Monasterio rival del de Poblet, quizá sólo por verlo, pues no era el camino más recto para trasladarse á Barcelona, en donde ya estaba el 29, habiendo pasado el 25 por Arbós y el 27 por Villafranca.

En Barcelona estaban reunidas las Cortes catalanas, y esto le entretuvo hasta el mes de Septiembre; pero, harto de vida sedentaria, aprovechó un respiro que le dieron y escapó hacia la montaña y, por Manresa y Berga, se plantó en Bagá y Bellver, en pleno Pirineo catalán, cazando osos, cuya caza parece que le distrajo más que la de animales inofensivos 2; pero esta diversión le duró poco, por llamarle apresuradamente á instancias del Parlamento 3. Al regreso á Barcelona no siguió el mismo camino, por las dificultades que éste oponía á la rapidez que él deseaba, y se corrió á Ripoll y Vich para entrar en el Vallés por la Garriga.

En Octubre mudó el Parlamento á San Boy, en las cercanías de Barcelona, y esperaba licenciarlo muy pronto y salir de Cataluña el 27 de

I *Com nos dema que sera dillums de mati haiam deliberat anar á caça de porch » (3 de Mayo. Arch. de la C. de A. R. 2452-125.) Allí mismo supo que en Pina habían dado caza á unos jabalies, y expidió una orden prohibiendo cazarlos desde Tudela á dicha villa; «dius la pena a los hombres de piet de seer enforcados e a los otros de perder la cabeça.» (25 de Abril, R. id. 123.) Tampoco la noticia de la muerte de su madre le quitó el humor de cazar, y en una carta de diez lineas dió la noticia á su hermano Pedro, anteponiendo la de haberse rendido á sus armas y añadiendo en postdata la de que le enviase halcones y halconeros.

2 En los Registros Peccuniæ consta que compró zapatos á los hombres que en esa excursión á Puigcerdà le mostraron los caminos de las cuevas en donde se refugiaban es ɔs animales; en 1418 tuvo noticia de haber muchos jabalies en la Puebla de Valverde, y entre ellos uno muy grande, y mandó que no lo matasen porque «dentro breve por tomar plazer en caçar aquellos» quería ir allá (2641-116). La caceria esta de Baga la tenia in mente desde el mes de Junio, en cuyo día 18 mandó á las autoridades de la comarca que no permetiesen á nadie matar ni auyentar los osos y jabalies para que cuando Dius quisiera que él pudiera ir, pudiera divertirse (ibidem,80). En 1451 envió un montero mayor, Fernando de Gaver, al Maestre de Rodas para que le regalase dos leopardos (2655-169), y en 1455 cayó su caballo delante de un jabali y estuvo á punto de ser destrozado por la fiera. (Cartas de Eneas Silvio Piccolomini (Pio II). La caza fué la única pero la gran pasión de este Monarca, y á ella dedicó exclusivamente «aquell poch temps que entendre hi podem» (2691-93).

3 per la gran distancia que ha daquestes muntanyes hon som trosus á Barchna e per la aspresa del cami per lo temps qui es molt breu daci a dimarts e encara per altres sguards no es facil a nos poder esser en Barchna al Parlament. (2452-15.)

Otubre ó el día siguiente 1; pero las costumbres parlamentarias de entonces no eran mejores, y hubo de estar en San Boy hasta el 13 del mes siguiente, en que aprovechó una suspensión de sesiones para ir á Tarragona por Martorell, Villafranca y Vendrell, y regresó á San Boy el 1.o de Diciembre por los mismos puntos. Aún vivió aquí hasta el 9; el 10 emprendió una excursión de mero recreo por las costas de Garraf, yendo y viniendo los días 11 y 12 de Castelldefels á Vilanova, extremos de aquella zona, y de Villanova á Casteldefels, llegando á Tarragona el día 12 y permaneciendo en ella hasta el 16, para volver el 17 á Vilanova, descansar un día y estar el 19 en Castelldefels reposando hasta el 23; el 23 regresaba por el mismo camino, tocando también en Vilanova y Tarragona.

Sólo hasta el 7 de Enero de 1417 se detuvo en la antigua Metrópoli de la España citerior; las Cortes debían reunirse en Tortosa, y el 7 de Enero pasaba por Cambrils y el 10 pernoctaba en Tortosa, fijando aquí su domicilio hasta mediados de Febrero.

Al terminar casi el primer año de su reinado, se decidió á venir al reino que daba nombre á su corona: por Cherta, Alcañiz, Híjar, Quinto y Fuentes, vino á Zaragoza, y, sin embargo de ser esta la primera vez que siendo Rey visitaba esta ciudad, apenas paró en ella; la primera fecha en que aparece firmando en Zaragoza es de 4 de Marzo; pero ese mismo día hay documentos fechados en Fuentes, y en los días siguientes hasta el 17, en que definitivamente abandonó la ciudad, los hay fechados en ella 2, en Zaragoza, y en Santa Fe, indicando que no pasó un día completo en la capital aragonesa.

Tal precipitación por marchar á Valencia se explica por las noticias de Sicilia, en donde se notaba fuerte espíritu separatista, y por el estado 'de Córcega y Cerdeña, sólo nominalmente sujetas al dominio de Aragón; era preciso armar naves, y de aquí su prisa por llegar al mar. Con todo, se detuvo seis días en la Almunia, pasó el 24 por el Fresno y llegó el 25 á Cala

I per dur los negocis que tractam ab lo parlament a bona conclusio... havem (lo) prorrogat fins a dimarts. E... lo dimecres o dijous entenem partir.» (2665-86.)

2 Por ver si averiguaba la causa de esta predilección de Alfonso por estos dos lugares, visité el Archivo de la Curia episcopal y el de la mensa (Fuentes había pertenecido á los Arzobispos de Zaragoza), y obtenida amplísima autorización para registrarlos del Excmo. Sr. Arzobispo de esta diócesis D. Juan Soldevila, no hallé nada que me aclarara el punto; con el mismo fin me trasladé á Santa Fe, y allí el cultísimo y amable D. Jorge Jordana, propietario de los alrededores, me trazó la historia del Monasterio desde 1835, demostrándome la imposibilidad de hallar dato alguno.

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