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Diadema y adornos de oro, hallados en Jávea (Alicante)

MUSEO ARQUEOLÓGICO NACIONAL

FOTOTIPIA DE HAUSER Y MENET.-MADRID

finísimo que tanto ha dado que hacer á los arqueólogos al estudiar las más antiguas muestras de la joyería en el suelo italo.

El Sr. Mélida presume, al compararla con las diademas y colgantes de las célebres figuras de Yecla, que, sin duda, son contemporáneas, y que el artista que esculpió las figuras copió aquellas similares colocadas sobre la frente de alguna bella alicantina de su tiempo; esto ocurría en el siglo vi antes de J. C., época sobre la que parece existe total acuerdo en incluirla.

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Del estudio de su técnica se deduce, á nuestro entender, un procedimiento que requiere maestría suprema para practicarlo: según parece deducirse del detenido estudio de las piezas que constituyen el verdadero aderezo, debieron haber sido enlazadas sus filigranas y granulado por una capa de oro fusible aplicado por su reverso, liquidado por efecto del soplete, y después haberse cubierto los espacios libres con pequeñas películas de oro, un tanto repujadas, tan sutilmente soldadas que algunas han desaparecido, dándole á la pieza un aspecto de transparencia que primitivamente no debió tener; en las charnelas, en cambio, se observa que la filigrana se aplicó sobre placas de una sola pieza. El granulado es de una finura extraordinaria. Sabido es lo que preocupó á los MM. Castellani el averiguar cómo hubiera sido ejecutado en las joyas etruscas; pero bien puede

I Véase L'Art Etrusque, por Jules Martha.

3. ÉPOCA.-TOMO XVIII

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asegurarse que el de nuestra diadema no cede en finura al de las preseas italianas. Las descripciones ya hechas por los dichos señores y el examen de la lámina nos eximen de hacer de estas piezas una descripción detallada. Con tan hermoso ejemplar puede, pues, hoy inaugurarse el estudio de la orfebrería española.

No ha debido de ser esta, sin duda, la única joya que de aquel arte y tiempo haya aparecido, ni debemos de desesperar que surjan de nuevo, pero la codicia de los que realizan estos hallazgos es de tal especie, que en su ceguedad los destruyen para dejarlos reducidos á su valor intrinseco, quitándoles así el que más los hace apreciables.

De la industria propiamente indígena, más sólida y pesada en su materia, á la par que más ruda en su trabajo, existen abundantes y característicos ejemplares, que han ido apareciendo en los distintos ámbitos de la península, presentando todos muy similares caracteres.

Quizá el que los afirma de mayor antigüedad sea el gran anillo de oro, de peso de 1.800 gramos, que fué encontrado en Panella (Extremadura), y cuya labor en líneas formando ziszás, tanto se asimila á la de los vasos negros incrustados de blanco de Ciempozuelos y otros lugares de la península, que constituyen hoy una serie especial de nuestra cerámica.

También se asimila á este estilo el gran brazalete de oro, de 1.262 gramos, encontrado en Cintra y estudiado por el Sr. Leito de Vasconcellos, á los que pudiéramos añadir otras joyas semejantes pero de menos importancia del Museo Arqueológico Nacional.

En el Museo de Saint-Germain, colección Moreau, se ven asimismo otros ejemplares de procedencia española del mismo tipo.

La región gallega y leonesa ha sido quizá la más rica en esta clase de tesoros, y sus ejemplares constituyen una serie perfectamente caracterizada. Han sido muy frecuentes, desde remotos tiempos, los hallazgos de estas preseas, especialmente en los castros y túmulos, ó mamoos, como allí los llaman, desde tiempos remotos, habiendo pasado al crisol cientos de ejemplares preciosos; pero desde mediados del siglo pasado fueron adquiridas por el Estado y algunos particulares, bastantes de aquellas piezas que iban apareciendo. En 1867 se adquirió para la Academia de la Historia un hermoso collar ó torques de oro, hallado en el campo de Matanza (núm. 67 del Inventario), provincia de La Coruña, y en 1872 ingresaba en el Museo Arqueológico el más valioso de los varios que posee, procedente de un lugar cercano á León. Tanto éstos como otros encontrados en Galicia fue

ron estudiados por el Sr. D. José Villa-amil y Castro, en varios artículos del Museo Español de Antigüedades (tomos III, pág. 545; iv, pág. 5o, y vii, página 145); pero desde aquella época se han ido enriqueciendo las colecciones de varios aficionados en tal cantidad que, en muy reciente fecha, el mismo Sr. Villa-amil ha hecho de todos ellos nuevos estudios, publicados en el Boletín de la Comisión provincial de Monumentos históricos y artísticos de Orense (año de 1905, pág. 81, y en el de 1907, págs. 97, 124 y 145). Sus recientes artículos sobre los Productos de la metalurgia gallega en remotos tiempos compendian cuanto sobre este particular se ha dicho y averiguado hasta el día, añadiendo por su parte apreciaciones propias que lo amplían y aclaran en alto grado.

Sospecha que los llamados torques de oro gallegos no responden á la idea que de los tales debemos tener, ni por su etimología (de torcuatus, retorcidos), ni por su difícil aplicación de collares que pudieran tener. Realmente, los verdaderos torques son otra cosa, como veremos, apuntando la idea de si no serían objetos votivos de cierta significación simbólica, ó, en último caso, piezas de valor declarado, que pudieran emplearse en el cambio y compraventa de objetos de importancia, aunque su originaria labor no responda á las condiciones propias del metal amonedado.

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Los otros objetos hallados con ellos, como pendientes, brazaletes y gunas placas ó dijes ornamentales, ofrecen igual carácter de primitiva industria, aunque en ellas ya se ve la aplicación de la filigrana sobrepuesta como motivo ornamental y los brazaletes de varios anillos soldados á unas placas en sus extremos los asimilan al valioso que también se conserva de

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