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que, desengañesen los tales, si quizá hobieren leido la historia de Tobilla, y en ella esta nefanda falsedad, y por leella creian quedar seguros en sus consciencias robando y oprimiendo sus prójimos desconsolados, aunque los opresores muy más malaventurados.

CAPITULO CVIII.

Como Pedrárias supo que estaba ya nombrado Lope de Sosa por Gobernador de aquella tierra firme, y á él se lo quitaban, y que por consiguiente le habian de tomar residencia, y él habia hecho tales obras que no podia ganar por ella nada, ántes, si justicia hobiera, debiera ser hecho tajadas, temiendo lo que le podia venir, siempre tuvo fin á salir de la tierra con la mejor color que pudiese, porque Lope de Sosa en ella no le hallase. Por lo cual, desque hobo asentado la villa ó pueblo de Panamá, propuso á todos los que allí estaban que sería cosa conveniente á todos enviar procuradodores á Castilla, para dar noticia al Rey de los servicios que en aquella tierra firme le habian hecho, y cómo se la tenian sojuzgada, y pedirle las mercedes que á tales y á tantas obras fuesen proporcionadas. Y veis aquí de la manera que los tiranos que han destruido estas Indias han tenido á los Reyes de Castilla encantados, vendiéndoles por servicios ofensas, y pérdidas, y daños, nunca por súbditos á sus Reyes cometidas, despues que el mundo fué criado, tales ni tan execrables. Así que, tractando de quién nombrarian por procuradores, (y lo que se presumió, que Pedrarias deberia de haber negociado), al cabo se concluyó por todos que Pedrárias fuese por procurador. Alcanzado lo que deseaba, porque de una manera ó de otra siempre se hace lo que quieren los que mandan, mayormente siendo tiranos, acordó de se ir al Darien para disponer su viaje; mandó al licenciado Espinosa que con la mitad de la gente que allí estaba fuese descubriendo y robando la tierra, por el Poniente abajo; púsoles condicion que, de todo el oro y cosas de valor que robasen, y esclavos que á vida tomasen, partiesen con los vecinos que quedaban en Panamá y con 30

hombres que iban con él á acompañalle. Llegado al Darien, luégo escribió al Rey que le diese licencia para pasar la ciudad del Darien á Panamá y la iglesia catedral, diciendo que aquel lugar y sitio del Darien era muy mal sano, y que moria y enfermaba mucha gente, y que los niños no se criaban, como si fuera mejor y no tan malo el sitio de Panamá. Descubrió Pedrárias su eleccion de procurador para Castilla al pueblo y á los oficiales del Rey, diciendo que toda la villa de Panamá y gente de guerra que con él andaba le habian nombrado que fuese por procurador de todo aquel reino á Castilla, para que informase al Rey de sus grandes servicios y trabajos, y que él, por aprovechallos y hacerles todo bien, lo habia de buena voluntad aceptado. Pidieron tiempo para hablar entre sí y respondelle: platicaron entre sí algunos dias y volvieron, alcaldes y regidores, y los oficiales del Rey, é los principales del pueblo, y un Martin Astete, que habia dejado por su teniente, respondiendo por todos díjole: «Que él y todos los presentes, y todo aquel pueblo, le besaban las manos y tenian en gran merced en querer acometer tan grandes trabajos y peligros, como eran los que se ofrecian en la ida de Castilla por ellos; pero que habiendo pensado y conferido entre sí cerca de su camino, hallaban muchos inconvenientes que se recrecerian por su absencia, y uno era la falta que haria en la conquista y subyecion, que ellos llamaban y llaman hoy pacificacion, de los indios de aquellas tierras: otro era no ménos principal, conviene á saber, que probablemente ido él se seguirian disensiones y pendencias en ellos, mayormente quedando el licenciado Espinosa, como quedaba, en la mar del Sur con mucha guerra, de quien se presumia que querria mandallos á todos con mayor imperio y austeridad que solía, y que aquello no lo habian de sufrir, y, por consiguiente, habian de seguirse los daños que por semejantes causas se solian en todas partes suceder, y que ya via cuántos deservicios se hacian á Sus Altezas. Respondióles Pedrárias «que todas eran buenas consideraciones, como de personas prudentes, pero que él dejaria en ello tan buena órden,

que con el ayuda de Dios no sucediesen inconvenientes, de aquella manera, algunos, y por tanto que tuviesen por bien su partida, porque, segun lo que entendia serles á ellos y á todo aquel reino provechosa, por ninguna cosa la dejaria.» Ellos le replicaron, que le suplicaban no se pusiese en querer salir de la tierra, porque le hacian saber que por creer y áun tener por cierto, que en su determinacion deservia al Rey en dejar la tierra en tanto peligro, que por ningun caso no se lo consentirian. Tornando á afirmar que convenia é que así lo habia de hacer, cada uno de los del pueblo, como eran muchos, decia su decidero con libertad, entre los cuales un Regidor de la ciudad le dijo, más libremente que él quizá quisiera: «Que aunque él era el menor de los de aquel pueblo, que él bastaba sólo para si porfiase á irse detenello con echalle unos grillos, pues el Rey lo habia enviado allí para que los gobernase, y en su nombre aquella tierra tuviese y defendiese.» Pedrárias, desque vido que cuasi todos se le atrevian, disimuló con su intento y al cabo díjoles: «Que pues no consentian en su ida, que por provecho suyo y de la tierra hacerla proponia, que á su culpa imputasen lo que por no le dejar ir perderian;» y así cesó por entonces el ansia que de salir de la tierra cuando viniese Lope de Sosa tenia. Antes què desta hecha Pedrárias viniese al Darien, de Panamá, los oficiales del Rey dieron licencia á Diego Albitez para que fuese á hacer un pueblo con ciertos españoles á la tierra de Veragua, ó porque debian tener poder del Rey, ó quizá que los padres Hierónimos se lo habian dado cuando á Pedrárias se lo limitaron, como arriba desto se dijo algo; sabido por Pedrárias cuando llegó, rescibió grande alteracion, y quisiera luégo ir á castigar al Diego Albitez, sino que como era muy sagaz y viejo experimentado, sufrióse y disimuló por entónces por no impedirle la ida de Castilla, que él tanto deseaba. Salió, pues, Diego Albitez y su compañía del puerto del Darien 'con un bergantin y una carabela, y llegó á la isla de los Bastimentos, que muchas veces los indios della habian á los españoles hartado la hambre, salió luego el Cacique y señor della, Томо LXV.

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con su gente á rescibillos, mostrándoles haber placer con su venida, puesto que más de creer es que no quisieran más vellos que ver al diablo: Habidos los bastimentos que allí pudo dalles, partiéronse para Veragua, y saltando en tierra, de noche, fueron á dar, sin ser sentidos, sobre el pueblo de un Cacique y señor, llamado Quezbore, que dormia seguro con su gente, descuidado, sin tal pensamiento; sintiendo los enemigos, salió con los suyos que pudieron tomar sus armas, ántes que fuesen desbarrigados de las espadas ó heridos, y comenzaron á pelear, segun pudieron, los cuales, al cabo, fueron, como suelen, fácilmente desbaratados, y el Cacique, con muchos de los suyos y mujeres y hijos, captivos. Viéndose el señor preso y todos los que bien queria, entendiendo que todo el fin último de los españoles era robar oro y tener en más lo más fino, dijo al Diego Albitez que los soltase á él y á los suyos, y los dejase en su tierra, pues no le habian ofendido, y dalle hia todo cuanto oro tenia; oidas estas nuevas, sabrosas para Diego Albitez y á los que con él venian, comenzóleá predicar el Evangelio que predicar solia, y díjole: «Sabé, señor y hermano Cacique, que sobre el sol y la luna está el gran Dios que nos hizo á todos y da la vida, el cual á los reyes de España, que son los señores de los cristianos que acá venimos, ha dado todos estos reinos y tierras vuestras, y para que os digamos que scais sus vasallos y os sometais á su Real dominio acá nos envian.» Oido el sonido destas palabras, el Cacique, porque ni entendia qué queria decir Dios, ni Rey, ni cristianos, más que todo se resolvia entender que pedia oro, dióle 3.000 pesos de oro y 30 indios por esclavos, porque tambien sabia que aquel, eso mismo, era su fin y su granjería, y como hasta llegar á ésto duraba su predicacion, dejó al Cacique y á los suyos algo contentos, auque no bien pagados, y tornó á embarcarse y fuése la costa abajo, y entró en el puerto que Diego de Nicuesa puso puerto del Nombre de Dios, donde lo hallaron los del Darien, cuando lo fueron á buscar y llamar para que los gobernase, como á la larga en el libro II, cap. 66 dejamos escrito, alli hallaron que el na

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