Imágenes de páginas
PDF
EPUB

priesa que más pudiese para llegar á Santiago, la ciudad donde él estaba, y hiciese saber á toda la gente que con él venia, que los que quisiesen allí, en la Habana, esperar, para tornar á poblar á la dicha tierra é Isla Rica de Yucatán, y la demas tornasen, porque él aparejaba para enviar gente á poblallo; mandando que á los tales se les diese todo lo que hobiesen menester, en una hacienda como granjería, que él por allí tenia, que llamaban Estancia.

CAPITULO CXIV.

Grijalva se dió la mayor priesa que pudo darse para llegar á la ciudad de Santiago, donde Diego Velazquez estaba entendiendo en aparejar muchos navíos y gente, para enviar á poblar la tierra que Francisco Hernandez y Grijalva descubierto habian, que llamaban la Isla Rica, por Yucatán y aquella costa abajo, hasta Tabasco, que es el rio que dijeron de Grijalva; llegado Grijalva á la ciudad, y pareciendo ante Diego Velazquez, dióle pocas gracias por lo que habia trabajado, y oro que con Alvarado le habia enviado y por lo que tambien él le traia, ántes riñó mucho con él, afrentándolo de palabra, porque así era su condicion, porque no habia quebrantado su instruccion y mandamiento en poblar en la tierra, pues toda la gente que llevaba se lo pedia, reprension harto digna de otra mayor, reñir á un criado, pariente fiel y tan obediente, que no quiso quebrantar un punto de lo que llevaba mandado, especialmente que á él le fuera muy provechoso más que á nadie, así en riquezas y estado, como en excusar la indignacion que toda la gente que llevó contra él tuvo por no haber poblado. Todo ésto me refirió á mí el mismo Grijalva en la ciudad de Sancto Domingo el año de 1523, viniendo perdido y con harta necesidad, y partido de mí en aquella ciudad, se fué para tierra firme, donde gobernaba, ó mejor diré, desgobernaba Pedrárias, al cual envió á la provincia de Nicaragua, y estando en el valle de Ulanche, sojuzgando y guerreando á los indios de aquel valle, lo mataron los mismos indios á él y á otros ciertos españoles; donde pagó Grijalva los males que allí hacia y el servicio que debia á los indios de la isla de Cuba, y si algunos hizo en aquel descubrimiento, puesto que siempre le

cognoscí para con los indios piadoso y moderado. Y como por la venida de Alvarado, y nuevas de la riqueza de la tierra y gran muestra de oro que envió Grijalva, Diego Velazquez comenzase otra armada, llegado Grijalva, é informado de todo el viaje, y descubrimiento, y gente, y tierras, y abundancia dellas, Diego Velazquez dióse mucha más priesa en despacharla y llegó, á lo que yo tuve entendido, nueve piezas de navíos, con bergantines y naves; y para llevar su poblacion y armada más y mejor fundada, envió á esta isla Española á un hidalgo llamado Juan de Saucedo, para que pidiese licencia, que enviase á poblar aquella tierra y hacer lo á ésto necesario, á los padres de Sant Hierónimo, que á la sazon aquí estaban, creyendo que tenian poder de gobernadores; pero no vinieron á gobernar, sino á poner las Indias en libertad, como arriba se hizo mencion. Envió luégo Diego Velazquez, con las nuevas del descubrimiento y riquezas de la tierra, con ciertas piezas ricas de oro de las que habia traido Alvarado, á un clérigo llamado Benito Martin, á la corte, que áun estaba en Barcelona el rey D. Cárlos; el cual pidió que le hiciesen merced del abadía de aquella tierra que parecia adelante, y no era ménos que toda la Nueva España, como se dirá. Tornemos al armada ó flota que comenzó á hacer Diego Velazquez, donde gastó, de los muchos millares de pesos de oro que tenia mal ganados, habidos de los sudores y angustias de los indios, gran parte; y porque habia de proveer de Capitan, pensó de nombrar un hidalgo llamado Baltasar Bermudez, que, segun yo creo, era de su misma tierra, Cuéllar, y así le encargó que lo aceptase, lo cual hacia por honralle, porque lo queria bien, y ésto yo lo sé porque lo ví muchas veces, mucho, muy bien tratalle. El Baltasar Bermudez tenia los pensamientos altos, y parecia tener de si demasiada confianza; representándole el cargo de Capitan, por Diego Velazquez, díjose que le habia pedido tales condiciones, que á Diego Velazquez desagradaron, y como era muy libre y sacudido, enojóse con él y echóle de sí, quizá como solia con desmandadas palabras. Discurriendo despues por las personas que

habia que pudiese nombrar por Capitan, puso sus ojos, y segun se creyó inducido, como luego se dirá, en Hernando Cortés, que habia sido su criado y secretario, y habia tenido para lo ahorcar, como arriba se dijo, cap. 27, porque conocia dél ser hábil é entendido, y como le habia dado muchos indios y habia hecho Alcalde de la misma ciudad de Santiago, y lo favorecia mucho, confiando que le obedeceria, siéndole agradecido, y guardaria toda fidelidad. Estaba por Contador del Rey de aquella isla, á la sazon, un burgalés llamado Amador de Lares, hombre astutísimo, y que habia gastado, yo le oí, veintidos años en Italia, y llegó á ser Maestresala del Gran Capitan, que es argumento de no ser de entendimiento tardo, pues el Gran Capitan se servia dél de Maestresala, siendo aún de cuerpo harto bajo, y sin saber leer ni escribir, pero la prudencia y astucia suya suplia las otras faltas. Solia yo decir á Diego Velazquez, por sentir lo que de Amador de Lares yo sentia: «Señor, guardaos de veintidos años de Italia.» Con éste trabajó Hernando Cortés tener grande amistad, que no era ménos astuto que él muchos quilates, y díjose, y áun creyóse, que se habian confederado ambos en tanto grado, que partirian la hacienda y riquezas que Cortés adquiriese y robase yendo aquel viaje; y como Diego Velaz– quez comunicaba con Amador de Lares, como Contador y oficial del Rey, las cosas del armada, y las demas que á la gobernacion de la isla tocaban, creyóse que le indució que constituyese al Cortés por Capitan de aquella demanda. Diego Velazquez, siempre, como le conocia, vivia con el Cortés recatado; pero guardeos Dios cuando los que aconsejan tienen crédito ante los aconsejados, y con ésto pretenden interese propio, porque una vez que otra han de guiar la resolucion de los negocios al fin que les toca, como la saeta se dirige al blanco. Finalmente, Diego Velazquez nombró á Hernando Cortés por Capitan de su armada, y nombrado, como era orgulloso y alegre, y sabia tratar á todos, á cada uno segun le cognoscia inclinado, para lo cual ser Alcalde no le desayudaba, súpose dar maña á contentar la gente que para el viaje y

poblacion se allegaba, la cual era toda voluntaria por la cudicia del mucho oro que haber esperaban; y de 2.000 castellanos que le habian sacado los indios que le habia dado Diego Velazquez, de las minas, con inmensos sudores, hambres y duros trabajos, comenzó á adornarse y gastar largo en se proveer de lo necesario para el viaje, tractándose como Capitan de 500 hombres que se allegaron y que iban donde todos esperaban henchir las manos. Cerca desta ida de Cortés por Capitan deste viaje, dice el clérigo Gomara, en su Historia, muchas y grandes falsedades, como hombre que ni vido ni oyó cosa della, mas de lo que el mismo Hernando Cortés le dijo y dió por escripto siendo su capellan y criado despues de Marqués, cuando volvió la postrera vez á España; el cual dice que Diego Velazquez habló á Cortés para que armasen ambos á medias, porque tenia 2.000 castellanos de oro en compañía de Andres de Duero, mercader, y que le rogó que fuese con la flota, y que Cortés aceptó la compañía, etc. ¡Mirad qué hacian 2.000 castellanos á quien gastaba 20.000 y más en el despacho della! No era Diego Velazquez tan humilde ni tan gracioso, que rogase á Cortés que fuese por Capitan de su flota, habiendo muchos en la isla á quien mandallo pudiera, y que lo rescibieran por muy gran merced y mucha honra, é ya que algunos le prestaran dineros no se abatiera á hacer compañía con alguno, como fuese señor de todo, y estuviese en su mano, como Gobernador, hacer lo uno ó lo otro. Y dice más Gomara, que desque llegó Grijalva hubo mudanza en Diego Velazquez y que no quiso gastar más en la flota que armaba Cortés, ni quisiera que la acabara de armar, por se querer Diego Velazquez quedar con ella y enviar á solas. Todo ésto es salido de las mañas de Cortés, su amo, y manifiestas falsedades. Mirad quién le podia impedir á Diego Velazquez que no hiciera lo que de la flota quisiera, y de enviar ó estorbar que no fuera en ella el que le pluguiera, y en especial Cortés, que no osaba boquear ante él, y que no sabia, al ménos en lo exterior, qué placer y servicio hacelle; y del mismo jaez de falsedad, por lo dicho, parece lo que más

« AnteriorContinuar »