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solo ser cuna de Don Pedro Rodriguez Campomanes, un nombre que le era negado á su corta poblacion, y menos importancia en el órden político '.

Una educacion esmerada sembró en aquel tierno corazon, desde su infancia, las semillas de la virtud y del saber, que dieron tan abundante fruto en las ilustres acciones que admiramos en su larga vida. Las bellas letras adornaron desde luego su espíritu, y le formaron el gusto para los estudios posteriores; la geografía le hizo conocer el globo que pisaba, y las espaciosas moradas de los planetas y de los astros: y estos principios le hicieron formar su razon contra la vana loquacidad del peripato que pudo contagiarle aun antes de llegar á la adolescencia 3. La instruccion de sus compatricios ocupó los primeros momentos de esta edad 4, dando así desde luego un admirable rasgo del patriotismo que abrasó su corazon en todo el resto de sus dias; y viendo que para dar ensanche á esta encendida pasion era preciso conocer á los hombres, los intereses, las relaciones que los unen entre sí y con estas grandes masas de las sociedades civiles, hizo su profesion en la sublime ciencia de las leyes, fuente única y perenne de la felicidad ó de la ruina de los imperios.

Su ventura le traxo á los 19 años de su edad al lado del mayor de los profesores de su tiempo 5, y á muy poco se halló en estado de aliviar sus tareas, de hacerse conocer en el foro, de admirar á los magistrados, y de merecerles notables confianzas. Acércate, juventud briosa, lozana primavera de la vida, tú que fácil al error y al engaño por falta de experiencia, peligras tanto y tantas veces naufragas en los freqüentes escollos de la corrupcion de las grandes capitales; acércate y aprende en Campomanes el modo de salvar en tan dificiles mares la nave quebradiza de tu probidad y de tu patriotismo. Porque si el tiempo que te arrebata el bullicio de los concursos, el juego ó los placeres, dedicas, como lo dedicó Campomanes, al estudio, á la meditacion, al trato con solo los sabios, tú serás, como él fué, las delicias de los buenos patricios desde esa misma edad en que te encuentras, tú te formarás para emularlos quando llegues á la virilidad, tú te prepararás satisfacciones y consuelos indecibles para quando te agoTom. V. N. 1.

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vie la vejez. Si veneras á los Amayas que te guien en la ciencia sostenedora de los estados, si buscas los Casiris y Carboneles 6 que te hagan conocer otros hombres y otros paises por medio de otros idiomas, si no te arredra la menos dulzura de los Sarmientos que te indiquen los inmensos espacios por donde corre la variedad de los talentos humanos; entonces es seguro que no darás lugar á la ociosidad cuyos momentos está espiando el seductor para corromperte: entonces verás lo insipido de todos los comunes placeres al lado del de la estimacion universal de los buenos: entonces experimentarás que los atractivos de las otras pasiones desaparecen á la vista de la sublimidad del amor á la patria.

Así sucedió á Campomanes en vuestra edad: con esa aplicacion y ese estudio aun de ciencias que parecian apartadas de la puramente legal, adquirió aquella disposicion necesaria para desempeñar con acierto el glorioso oficio de defensor de la inocencia y de la justicia, en el qual no huelga ninguno de los conocimientos humanos. Este buen desempeño le grangeó la estimacion de los tribunales, la celebridad de todo el pueblo, atraxo la concurrencia á su casa de los primeros personages, el aprecio constante de los Ensenadas, de los Wall, de los Arosteguis, é hizo volar su fama hasta la corte de Nápoles, hasta los oidos del monarca que habia de coger el mejor fruto de este merito incomparable 7. Aun en la edad en que las leyes no hallan bastante formado el juicio de los hombres para la direccion de sus negocios y personas, ya dirigía Campomanes con el mayor acierto muchas fortunas de las mas ilustres, y ya gozaba el público de obras sazonadas de su vasta erudicion y discernimiento 8.

Once años brilló en el foro con el mayor aplauso, oprimido de encargos y negocios, sin dexar por eso de la mano el estudio de las lenguas sabias y de nuestras antigüedades é historia. El público gozó desde entonces de alguna de sus versiones del árabe 9; la academia de la Historia, que se apresuró á adoptar por suyo aquel sobresaliente ingenio, ya vió tambien sus trabajos la extension de sus conocimientos 10; y la marina española, ya que no consiguió ver escrita por entero la noticia de sus antiguas glorias y de todas sus vicisitudes, admiró lo que seria el des

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empeño de esta empresa viendo dado á luz pública uno solo de los grandes trabajos con que á ella se preparaba 1. Pero la patria llamaba á Campomanes con vivas instancias á velar sobre sus intereses; y habia al frente de su gobierno quien oyese su voz y obedeciese sus insinuaciones 12.

La administracion de correos, este ramo tan importante al comercio y á los fines del gobierno superior, necesitaba una organizacion mas sencilla, y una distribucion mas cómoda de comunicaciones, para que pudiese ser la correspondencia mas freqüente, mas puntual y menos expuesta á extravios. Lo advierte el nuevo asesor Campomanes, y al punto echa mano de los conocimientos geográficos que tenia de toda la península, y con ellos todo lo arregla y lo mejora todo; escribe y publica sus observaciones sobre caminos y postas de dentro y fuera del reyno, reyno, añadiendo la explicacion de las diferentes monedas, y otras mil curiosidades de grande utilidad para el viajante y para el que trafica 13; forma una apreciabilísima ordenanza para el gobierno de la renta 14; y extiende sus ideas de un modo inesperado al mas económico, mas fácil y ventajoso arreglo de comunicacion con nuestras colonias de ultramar 15.

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Pero aun no era este campo bastante para el exercicio de sus extraordinarios talentos. Cárlos III necesita en el primer Consejo de su nacion un defensor fuerte de sus regalías y derechos acometidos por la ignorancia y la preocupacion necesita un mediador entre su trono y el vasallo desvalido, para proporcionar el socorro de quien lo merezca en sus desgracias; necesita un genio investigador del orígen de los males de su monarquía, y creador de los remedios que deben sanarla; necesita una alma que vivifique este cuerpo político, que ponga en movimiento todos los resortes de su constitucion, que despierte á los aletargados, que agite y encienda á los desmayados ó perezosos; necesita en fin del saber, de la actividad, de la valentía, de la infatigabilidad, del amor á los españoles, que devora el corazon de Campoma nes. Así lo nombra inmediatamente su fiscal sin aguardar á que lo pretendiera 16; y he aquí á nuestro insigne varon reiterando desde aquel momento con mayor fervor en el altar de la justi

cia y de la patria el holocausto de todos los instantes de su vida, el juramento de no abandonar los intereses comunes por ningun temor, respeto ni esperanza que diga relacion con los de

su persona.

Al punto en las salas augustas del Consejo se empezó á oir el lenguage de la verdad anunciado con aquella maestría que le daba su anterior meditacion, su experiencia y sus estudios, con aquella vehemencia que habia hecho siempre irresistible su persuasion. El espíritu de órden á que la práctica de los negocios le habia acostumbrado, daba claridad y fuerza á sus discursos; la viveza de su ingenio, la fertilidad de su erudicion, la facilidad en el decir, los llenaba de amenidad y de atractivos. Los magistrados le escuchaban para persuadirse de lo justo o de lo útil al reyno; los interesados en los negocios para excusarse de otro defensor de su justicia, ó para convencerse de que erraban en sus pretensiones; y la multitud que ocupaba la sala y puertas atraida de la fama del orador, para enmudecer y pasmarse 17.

El no habia estudiado las leyes como el comun de los letrados, para saber precisamente su letra y contenido: habia leido atentamente su historia, analizado sus fines, y notado como se sostenian en unas, y como se habian descuidado en otras los principios de la jurisprudencia universal, las miras de bien comun, que debe ser el norte de los legisladores. Ocupado especialmente, como debia, de la legislacion nacional, habia buscado y buscaba siempre quantas obras, quantos documentos llegaban á su noticia, hasta juntar copiosas colecciones impresas y manuscritas, así de nuestro derecho civil y eclesiástico, como de las demas antigüedades y sucesos de la península 18. Todas las manejaba dia y noche; y la combinacion de las leyes con los otros hechos históricos le daba á conocer como estos habian influido en la ordenacion de aquellas, ó como aquellas habian sido la causa necesaria de tales resultados. Habia nacido para legislador: por eso se habia preparado con tan exquisitas investigaciones; por eso habia estudiado las pasiones de los hombres en el manejo de los negocios de su interes privado, y comparado con las observaciones de su práctica las meditaciones de los filósofos; por eso habia

procurado indagar con la luz de la historia, con el juicio de la severa crítica, la razon porque un mismo pais, baxo diferentes leyes, ha producido alternativamente la heroicidad y el abatimiento, la probidad y la perfidia, las virtudes y el desenfreno. Así, y solo así, pudo llegar Campomanes á cumplir las obligaciones de su oficio, las ideas que al elegirle se propuso su soberano, los deseos que debe tener todo hombre quando se halla en disposicion de influir en el bien de su patria y de sus semejantes.

¿Ni cómo, si así no fuese, si no viniera ya formado Campomanes con un tal lleno de luces y saber, como se le hubiera oido en aquella ilustre asamblea discurrir de repente con el mayor tino sobre los mas delicados negocios de la monarquía? ¿Cómo se le hubiera visto llevar de un dia para otro extendidos sabios reglamentos y proyectos de leyes que admirasen á los magistrados? ¿Cómo hubiera hecho para no tener jamas detenido un expediente ordinario de administracion de justicia privada, y para dictar casi en el tiempo preciso para escribirlos materialmente, largos y luminosos informes sobre materias sumamente complicadas y dificiles? ¿Y cómo, en fin, hubiera promovido tantas y tan ventajosas empresas en todos los ramos de interes comun?

En efecto la fiscalía de Don Pedro Rodriguez Campomanes fué el tiempo de la concordia del sacerdocio, y del imperio en España, lo fué de la vivificacion de la agricultura, industria y comercio, lo fué de la regeneracion de los estudios públicos, y lo fué últimamente del consuelo de los hombres desdichados sin culpa suya. Ah! Quando se contempla la inmensa extension de objetos sobre que puso mano este varon singular, se cae la pluma desanimada de poder ni aun siquiera numerarlos. Como su experiencia le habia hecho conocer quales eran las leyes defectuosas, apenas entre los negocios de particulares ocurria uno cuya duda pendiese de aquel defecto, al punto pensaba en la reforma de la ley, proponiendo en tanto la resolucion interina que podria tomarse de menos fatales conseqüencias. Pero como habia experimentado igualmente, que de dictar una ley por solo las circunstancias del momento y por el impulso de las primeras impresiones que suele hacer algun extraño caso en el ánimo del legislador,

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