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y como estos se hallaban en continua lucha con los filósofos, trageron aquellas controversias, mezclándolas intempestivamente con las verdades evangélicas, sin advertir cuanto podian turbar aquellas dudas y discusiones la antigua creencia española tan bien arraigada.

Otro de los males que produjo esta servil imitacion de los sermonarios franceses, fué la corrupcion del idioma castellano, tan reprensible como la gerigonza gongorina de los antiguos predicadores; pues que en estas y otras modernas traducciones empezaron á alterarse la sintaxis castellana, la índole, y hasta la nomenclatura de nuestra magestuosa, rica y sonora lengua.

Los Origenes de la poesía española de Velazquez aunque no desempeñaban cumplidamente el objeto, contribuian sin embargo á inspirar aficion al estudio de nuestra antigua poesia, que iba decayendo, á proporcion que prevalecia el gusto frances, y la ciega adhesion á los principios de su teatro. D. Agustin Montiano escribia sus dos tragedias con toda la severidad del arte, con perfecta observancia de las unidades, pero sin vida, sin movimiento y calor poético; de manera que en esta parte adelantaba muy poco la reforma.

A los progresos de la civilizacion contribuyó no poco en este reinado don Juan de Iriarte, individuo de la biblioteca real, muy versado en la

historia literaria, en la crítica y en la bibliografía. A su laboriosidad se debió el catálogo de los manuscritos griegos de aquella biblioteca, muchos de los cuales copió de su propia mano. Tambien trabajó en la misma el catálogo de obras sobre geografía, cronologia y matemáticas; y contribuyó á las correcciones y adiciones de la biblioteca hispana de don Nicolas Antonio. Las demas obras latinas que escribió corrieron simpre con crédito entre los literatos.

CAPÍTULO XVI.

Del estado de la enseñanza pública, y de los progresos científicos en los reinados de Carlos III y Carlos IV.

La dificultad de reducir á un breve compendio la relacion de los progresos intelectuales hechos en España, se va aumentando á proporcion que los ingenios trabajan en mas dilatado campo, y que la accion del gobierno multiplica los establecimientos de enseñanza. Los abundantes materiales que ofrecen los dos reinados de Carlos III y Carlos IV, no me dejan otro recurso que el de escoger los que mas conduzcan á mi propósito de dar una idea general de las verdaderas mejoras hechas

en los diferentes ramos de la instruccion pública. Refiriendo brevemente las principales providencias del gobierno, encaminadas al fomento de la ilustracion, emplearé la misma concision en el exámen crítico de las obras castellanas originales, que mas contribuyeron á promoverla. De intento digo obras originales, porque no pienso comprender en esta reseña ni las traducciones, ni las que reducidas á una mera compilacion de doctrinas ó materiales publicados antes en paises estrangeros, no aumentaron nuestra riqueza literaria, ni dieron nuevo lustre á la civilizacion española.

La enseñanza primaria, base fundamental de nuestros conocimientos, y la educacion popular de las clases trabajadoras, tan atrasada en la primera mitad del siglo XVIII, recibieron un fomento vital en el reinado de Carlos III, merced á su ilustrado gobierno, á las tareas del señor Campomanes que tanto trabajó en este punto, y al celo de las sociedades patrióticas. Afanáronse estas en aumentar y mejorar la enseñanza primaria, en promover la educacion é industria de las gentes pobres, y en fomentar la agricultura, las artes y oficios, estableciendo ademas escuelas de dibujo, de aritmética y geometría, y de otras enseñanzas útiles para aquellos fines.

En todos los barrios de Madrid se establecie. ron escuelas para las niñas pobres ó abandona

das, en las cuales ademas de enseñarles la lectura, escritura, doctrina cristiana, y los principios de la moral, se les instruia en las labores propias de su sexo, como tambien en otros ramos de industria, que despues se aumentaron considerablemente, llegando á ser utilísimos establecimientos. Las diputaciones de la Trinidad y de san Isidro establecieron telares de cintas semejantes á los de Francia: en los barrios de la Comadre de Mira el rio, ademas de las labores de aguja, se les enseñó el arte de bordar con seda, hilo de oro y plata, y el de hacer flores artificiales.

y

En estas escuelas se educaban centenares de niñas pobres; se vestia á las mas necesitadas; şe distribuian premios á las que mas se distinguian en los exámenes; y se dotaba á las que pasaban al estado del matrimonio. Para atender á tan considerables gastos, se suministraban ausilios estraordinarios á las diputaciones, sacándolos de los fondos de caridad establecidos de orden del benéfico Carlos III. Igual educacion se daba á los niños pobres o abandonados, enseñándoles el oficio que se creia mas conveniente á su propio interés. De estos beneficios gozaron algunos millares de muchachos, segun resulta de los estados impresos y publicados en aquella época.

El ejemplo de la capital, ya para el establecimiento de asociaciones de beneficencia, ya para la

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