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las controversias entre las cortes de Roma y España (1).

Satisfecha la ambicion de Alberoni, asegurada plenamente su autoridad en la corte de Madrid. con el favor de los reyes, y puesto al frente del gobierno, aceleró los armamentos marítimos que se estaban preparando socolor de auxiliar á los venecianos contra los turcos, pero en realidad para hacer una invasion en Italia (2). Habia entonces un pretesto plausible, porque el emperador de Austria habia hecho prender en los estados de Milan á D. José Molinés que habia tenido ultimamente á su cargo los negocios de España en Roma, y volvia á Madrid con el destino de inquisidor general, que habia renunciado Giudice.

Para activar el armamento marítimo en Barcelona, envió allá Alberoni al diestro y diligentísimo D. José Patiño, intendente general de marina, con cuya actividad no tardó en hallarse pronta una armada de 12 naves de guerra y 100 de

(1) Comentarios de la guerra de España, tom. II, página 153.

(2) El Sr. Muriel justifica á Alberoni en una nota al tomo II de la historia de Mr. Coxe, pág. 335, haciendo ver con fuertes razones y testimonios que no fue el autor sino el ejecutor de los designios hostiles de Felipe y su esposa para ocupar cuanto pudiesen en Italia.

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transporte con 80 infantes y 600 caballos á bor do. Despues de haber partido esta escuadra de Barcelona, el marques de Grimaldo, ministro de Estado, dió aviso á todos los ministros que servian en las cortes extrangeras, de las razones que tenia Felipe para continuar la guerra contra la casa de Austria, cuando esta se hallaba sobradamente ocupada con la del turco (1).

Apoderáronse los españoles en poco tiempo de la isla de Cerdeña; despues de lo cual se hicieron inmensos preparativos para otra expedicion de mayor importancia, cual era la conquista del reino de Sicilia. Nunca se vieron en España, dice el marques de S. Felipe (2), preparativos tan grandes: ni Fernando el Católico que tantas expediciones ultramarinas hizo, ni Cárlos V, ni, Felipe II que costearon muchas, prepararon una igual á la presente. La Europa veia con asombro que un reino fatigado y exhausto con la anterior guerra de sucesion, fuese capaz de hacer gastos tan inmensos; en lo cual se dieron á conocer los grandes recursos de esta nacion cuando la gobernaban sugetos inteligentes. Patiño era el alma de todo; para él no

(1) Comentarios de la guerra de España tom. II, página 157.

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(2) Comentarios tom. II, pág. 167.

habia obstáculos, y nada se ocultaba á su pene

tracion....

Constaba la armada destinada para tan grande empresa de 22 navíos de línea, 3 mercantes armados en guerra, 4 galeras, una galeota ma-llorquina, y 340 buques de transporte con 300 hombres de desembarco entre infantería y caballería, gente veterana y escogida (1).

Desembarcadas felizmente las tropas, se empezó la conquista de la Sicilia con buenos auspi-. cios, aunque no sin grande resistencia en muchos fuertes de la isla. Entretanto la Inglaterra recelosa de aquella invasion, envió una escuadra al Mediterráneo de 20 navios de linea al mando del almirante Bing, y poco despues se firmó un tratado de alianza entre aquella nacion, el Austria y la Francia, al que accedió mas tarde la Holanda para contrarestar los designios de Alberoni, que habia querido encender una guerra general en Eu-. La escuadra inglesa atacó á la española en ropa. el golfo de Araich, y esta inferior en la calidad de los buques, en buena oficialidad y en las maniobras, sufrió un combate sin línea ni disposicion

(1) Comentarios tom. II, pág. 180.

militar, atacando las naves inglesas á las españolas á su arbitrio, porque estaban divididas. En suma, de la escuadra española solo quedaron 15 naves, habiéndose perdido las restantes con 5390 hombres de tripulacion y 728 cañones. Los espa→ ñoles sin embargo pelearon con mas bizarria que los ingleses, y nunca se atrevieron estos á abordar, por mas que á ello eran provocados.

A pesar de este descalabro las tropas españolas continuaban adelantando en la conquista de la Sicilia, no obstante la tenaz oposicion que hacian las tropas del emperador auxiliadas por los ingleses. Por su parte el regente de Francia irritado con el cardenal Alberoni, envió contra España un ejército al mando del duque de Berwick quien se apoderó de Fuenterrabía y S. Sebastian sin haber podido impedirlo Felipe, que salió ya tarde de Madrid á ponerse al frente de 150 hombres. La provincia de Guipuzcoa se sometió á los franceses, que ocuparon tambien á Santoña de se habian embarcado en buques ingleses; y por instigacion de estos incendiaron tres navios españoles construidos alli, y los materiales preparados para construir otros siete. Desde Guipuzcoa pasó Berwick al Rosellon con objeto de hacer la guerra en Cataluña empezando por el sitio de Rosas.

para

don

Estos reveses, los malogrados planes del car

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denal Alberoni que habia intentado vanamente interesar en su causa á las potencias del Norte, como tambien la mala

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los

nueva de que alemanes sitiaban á Mecina sin haber podido impedirlo los españoles; fueron otros tantos motivos. de que se valieron los émulos de Alberoni para indisponerle con la reina Isabel, que interiormente le despreciaba por la humildad de su origen (1). Ultimamente instigado el duque de Parma por el regente de Francia para que procurase echar de España al cardenal, envió á Madrid al marques de Scotti. Tuvo este una larga y secreta conferencia con los reyes, en que les presentó las cartas del duque su señor y varios documentos del regente de Francia, haciéndoles ver la ruina amenazaba á su reino, y la imposibilidad de hacer la paz si no echaban de su lado á Alberoni. Convencido el rey expidió un decreto mandando salir á este de Madrid en término de ocho dias, y de los reinos de España en el de tres semanas, con prohibicion de mezclarse en cosa alguna del gobierno ni parecer en la corte (2).

que

(1) Era hijo de un jardinero, y en sus primeros años habia trabajado con su padre en aquel oficio.

(2) Comentarios de la guerra de España tom. III, página 244.

Tomo IV.

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