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CAPITULO SEXTO.

SUMARIO.

Se interrumpe la paz en la República.-Conspiracion del fraile Arenas.-El general Mora aparenta entrar en la revolucion.-Prision de Arenas.-Ley sobre empleos ocupados por los españoles.-Son estos expulsados.-Esteva pasa de comisario á Veracruz.-Le niega la Legislatura la posesion del empleo.-Temores de un pronunciamiento.-Preponderancia que tenia en Veracruz el partido escoces.-Se propone contrariarla el coronel D. José Rincon.-Es arrestado éste.-Destruccion de una imprenta.-Se reune el ayuntamiento. -Sublévase D. José Rincon,-Plan que proclamó.-Armonia entre Santa-Anna y la Legislatura.—Fin de la sublevacion.-Llega Guerrero á Jalapa.- Conferencias.-Es admitido el comisario Esteva.-Se despide Guerrero de sus tropas.-Rasgos biográficos de este gefe.-Sus campañas hasta 1827.-El decreto número Ɛ0 dado por la Legislatura veracruzana,-Odio contra los españoles.-Mejoras que necesitaba Jalapa.-D. José Antonio Martinez es nombrado gefe político de esta villa.-El "Oriente.”—Periódicos notables que se han publicado en Jalapa y Veracruz.-Estado satisfactorio de la Hacienda municipal.-Clausura sus sesiones la Legislatura.-Sus labores en este año.

La paz que se gozó en el año anterior concluyó con él, pues al comenzar el de que tratamos, dos religiosos españoles intentaron restablecer el dominio de su rey ganando á algunos gefes principales del ejército mexicano.

La célebre conspiracion del P. Arenas fué inmediata causa de todos los males que sufrieron los españoles. El dieguino Fr. Joaquin de Arenas, unido á un religioso llamado Martinez y á otras varias personas, formaron una conjuracion que estaba ra

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mificada en Puebla y otros puntos, la que fué descubierta por el general D. Ignacio Mora.

Arenas, con una torpeza inaudita, se dirigió á este señor, que era comandante militar del Distrito federal, y despues de saludarlo, le expuso el triste estado que guardaba la religion católica y la eterna ruina que amenazaba á las creencias que tuvieron nuestros antepasados en la dulce dominacion española, le manifestó que un militar de honor y antiguo servidor del rey, debia tomar parte en el plan que se habia formado para restablecer el gobierno español, diciéndole que iba encargado por los individuos que manejaban "tan grave empresa, "á preguntarle si contaban con él. Mora pidió tiempo para resolver, y citó al dieguino para otra entrevista; ponién dose de acuerdo con el presidente y los ministros, á quienes dió cuenta de lo ocurrido, se acordó que Mora concurriese á la hora señalada y convenida con el P. Arenas, y que se colocasen tres testigos para que sin ser vistos oyesen todo lo que éste dijera.

Arenas no faltó á la cita, y en ella expuso que el plan esta ba hecho en Madrid, que el rey Fernando habia nombrado un comisario régio que se hallaba en el territorio mexicano con amplias facultades: que en la conspiracion se encontraban muchos oficiales, canónigos y comerciantes, y ofreció al general Mora que despues que se hubiera ligado por el juramento, le haria conocer la estension del plan y las probabilidades del éxito.

Despues de haberse estendido un poco mas en la conversacion, hizo Mora una señal convenida, y apareciendo los testigos aprehendieron á Arenas, quien no solamente reprodujo lo dicho, sino que amenazó á sus aprehensores con una próxima

venganza.

Siendo Arenas un hombre de malas costumbres, no se comprende cómo pudieron hacer confianza de él los directores de una conspiracion que tan vasta parecia, para cuyo desarrollo se requerian personas diestras y sagaces.

Pero el hecho es que habiendo seguido el proceso sus trámi- 1827 tes y convictos los reos, fueron condenados á muerte y fusilados los religiosos Arenas y Martinez, y el general D. Gregorio Arana.

Sobre la muerte de éste se dijo que habia sido injusta, pero en 1849, en una conversacion que tuvo el Sr. D. Manuel Gomez Pedraza, que era en el año de 827 ministro de la guerra, con el Sr. D. José María Lafragua, aseguró aquel bajo su palabra que la muerte de Arana habia sido consecuencia forzosa del proceso.

La cuestion sobre expulsion de españoles, fué discutida en las cámaras generales con mucho calor por los dos partidos dominantes: los escoceses, apoyándose en la justicia, la conveniencia Ꭹ la razon, sostenian que el congreso general no tenia facultad para dar una ley en que se imponia una pena tan grande como el destierro á una porcion de mexicanos, pues ya lo eran aquellos que estaban avecindados en el país despues de muchos años, con hijos, esposas y numerosos bienes adquiridos por su trabajo é industria.

Por su parte los yorkinos acusaban á los españoles de que no habian dejado de conspirar desde que pasado el primer momento de sorpresa, habian recobrado la esperanza de restablecer en México el gobierno de España; invocaban los manes de las víctimas muertas á manos de los expedicionarios, los sufrimientos de los independientes, y aun remontándose á la conquista recordaban las hecatombes consumadas por Cortes y sus capitanes.

Era seguro que estos triunfarian, pues halagaban las pasiones populares y hacian aparecer en peligro la independencia nacional; así el Congreso general dió el primer decreto de expulsion de españoles el 20 de Diciembre de este año, sin que valieran nada las exposiciones enérgicas y conmovedoras hechas por las familias de los expulsos.

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El partido escross neg? la existentia de la conspiracion llaHama la de Aronas patibay del suceso á un artificio de los yorKove. Las discretiones á que esto dil lagar, encendieron el fuego de las pasiones y desde entonces fueron considerados en todas partes los esportades como agentes secretos de la conspiracion, y reducidos í prislon le generales D. Peiro Celestino Negrete y D. José Elávarri, enviado el primero á Acapulco y el segundo á Perote, sin tener pruebas para proceder en contra de ellos, y tal vez solamente por considerarlos capaces de todo despues de las traiciones que hicieron á España y á Iturbide.

La total expulsion de los españoles y el despojo de los empleos que ocupaban, fueron ideas que se generalizaron, queriendo el partido yorkino persuadir que todos ellos tenian parte en la conspiracion.

Como consecuencia forzosa de la propaganda ejercida por la palabra, vinieron los hechos y apareció la revolucion armada capitaneada en Toluca por el capitan de caballería Guadarra ma, perteneciente al núm. 6. en la cual fueron asesinados el capitan Elguero y un oficial llamado García, ambos de orígen español.

La opinion se mostró tan contraria á los españoles, que el Congreso dió un decreto el 10 de Mayo por el que declaró que ningun español por nacimiento, podia ejercer cargo ni empleo eclesiástico, exceptuándose el episcopal, ni civil ó militar con nombramiento de los Poderes generales, hasta tanto que el rey de España reconociera la independencia de México, dejándoles el goce de sus sueldos.

Uno de los destituidos á consecuencia de esta ley fué D. Enlogio Villa Urrutia, á quien hemos visto combatir defendiendo á Veracruz contra los ataques de los españoles que permane cieron en Ulúa.

No se contentaron con eso los enemigos de los españoles, sino que excitando las pasiones populares, obtuvieron del Con

greso otra ley en 20 de Diciembre, por la que eran expulsados los españoles capitulados, los comprendidos en el art. 16 de los tratados de Córdova, los que hubieran entrado en el territorio mexicano despues del año de 1821, y los individuos del clero regular, quedando facultado el gobierno "para expulsar á todos los que creyera perjudiciales."

A los capitulados y religiosos se les mandó dar recursos para el viaje hasta el primer puerto español ó de los Estados Unidos. Los demas españoles debian prestar juramento de fidelidad, y á los que estuvieran establecidos en las costas podia internarlos el gobierno en caso de invasion extranjera; se concedió una amnistía á los que habian tomado parte en la revolucion para la expulsion de ellos.

En la noche del 11 de Diciembre el teniente coronel D. Manuel Gonzalez se pronunció á la cabeza de 2,000 hombres en el pueblo de Ajusco, á 6 leguas de México, y protestó no dejar las armas hasta que los españoles salieran de la república; siguieron este movimiento multitud de individuos á la cabeza de tropas armadas. El presidente Victoria y el ministro Pedraza nada hacian para contener la revolucion, Guerrero fomentaba la expulsion, y de aquí resultó el primer injusto decreto acerca de esto, á que arriba nos referimos, por el que quedaron proscritos los mexicanos hijos de españoles que habian venido al territorio protejidos por las leyes existentes, y que despues lo fueron por el plan de Iguala y tratados de Córdova.

Antes de que el Congreso general diera ese decreto, ya la legislatura veracruzana habia expedido uno separando á los españoles de los destinos públicos.

Por este tiempo apareció en el Estado de Veracruz la Sociedad de los Novenarios, que no eran mas que una fraccion del partido escoces que recibia una nueva organizacion, pues cada socio debia presentar nueve individuos catequizados, y cada uno TOMO II.-54

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