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que, de lo que tengo que informarme con exactitud, por ser materia de tanto interes; así como de los pueblos de nuestro tránsito, Pombel y Lei ria, en donde creo que hace estragos el cólera morbo; lo que me consta de positivo es, que en la actualidad está en toda su fuerza y vigor en Lisboa, Belen, Cascaes y San Julian. ¿Cómo quieres que me dirija á ninguno de estos cuatro puntos? Todo el mundo me graduaria en este caso de temerario, á pesar de ser harto notorios mis buenos deseos de cumplir tas órdenes sin embargo, yo por mí solo me espondria á cualquier sacrificio por no disgustarte; pero no lo puedo hacer en conciencia, tratándodose de mi familia toda, que sufra la misma suerte que yo; pero no por eso creas que dejaré de aprovechar cualquier ocasion de poder ejecutar lo que se me prescriba, y que no ofrezca tantas dificultades y nos esponga á tantos peligros.-Me alegro mucho estés tan bueno, y Cristina y niñas: nosotros lo estamos igualmente, gracias a Dios, y te renovamos nuestros afectos, y cree que te ama de corazon tu amante hermano.-M. CARLOS.»

El rey insistió en que su hermano se diese á la vela sin tardanza, porque aproximábase el dia de la jura y temíanse turbaciones y revueltas en aquella parte del reino. Pero donde los carlistas minaban el terreno para el dia de la esplosion, donde mas elementos de rebeldía aglomeraban, era en las provincias Vascongadas y Navarra, donde el silencio y misterio eran tantos, que el gobierno dormia tranquilo y confiado en su lealtad: Fernando escribió á su hermano :

« Madrid 11 de junio de 1833. Mi muy querido hermano de mi corazon, Carlos mio de mi vida: He recibido tu carta de Coimbra de 3 del corriente, y me alegro infinito que estés bueno, como tambien toda tu familia; nosotros lo estamos igualmente gracias á Dios.-Siento las incomodidades que has sufrido en tu viaje, las cuales por mi espresa voluntad se hubieran evitado. Ya este movimiento ha producido inconvenientes para los intereses mismos de Portugal.-Estraño que escribiéndome desde Coimbra el 3, nada me anuncies de tu regreso á Mafra, donde me habias dicho que determinabas pasar el dia de Corpus, y adonde debias volver sin tardanza para la prontitud de tu embarque, que te habia significado en mis anteriores. Supongo, sin embargo, que regresarás desde luego, y que donde quiera que te hallase mi carta del 2, habrás dado las órdenes para embarcarte con tu familia. Si al recibo de esta, que por el deseo de contestarte envio con recelo de que no te alcance, aun no te hubieses embarcado, no dudo de que lo verificarás inmediatamente, segun mi terminante voluntad. No es cierto, como te han dicho, que la frágata Lealtad estuviese cerca de Belen: ha fondeado á mucha distancia cerca de la escuadra in

glesa.-Adios, querido hermano mio; memorias de nosotros para María Francisca, y persuadete que te amará siempre de corazon tu afectísimo hermano.-FERNANDO.»

Mientras así se espresaba el monarca, nuestro ministro plenipotenciario se presentaba á D. Carlos exigiendo su embarque en nombre de su augusto hermano, y el infante contestó: «Obedeceré al rey en lo que pueda veremos. Disgustado S. M. con tantas dificultades y demoras, que no se averian con las protestas de sumision de D. Carlos volvió á escribir en tono menos amoroso:

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«Madrid 15 de junio de 1833.-Mi muy querido hermano Carlos: He recibido tu carta del 8 del corriente, y voy á contestarte.-Bien pudieras haberme libertado del disgusto de tu viaje á Coimbra, cumpliendo mi espresa determinacion. No hallé inconveniente á nuestra despedida en que vieses á Miguel, en la inteligencia de que os encontraríais en Lisboa; pero teniendo que buscarle á distancia, y habiéndose despues complicado mas las circunstancias respecto de este reino, te manifesté por medio de Córdova mi firme resolucion de que no hicieras ese viaje, y los graves inconvenientes que para tí mismo y para Miguel ofrecerian tus movimientos en Portugal. ¿Cómo puedes decir ahora que no creias desagradarme, y citar mi primera condescendencia, habiéndote lecho saber posteriormente mi opinion?-Ya va cumplido un mes desde que me dijiste que sin embargo de tus dificultades, estabas resuelto á hacer mi voluntad, y mientras yo mas claramente te la manifiesto, mas tropiezos hallas, y menos disposiciones para ejecutarla. Tú mismo provocas los embarazos y das lugar á que nazcan otros nuevos con tus demoras: todos se hubieran evitado si desde luego hubieses cumplido mis órdenes. Me espusiste como un motivo de corta dilacion, tu deseo de santificar el dia de Corpus en Mafra; y al dia siguiente, olvidando á Mafra, me anuncias el viaje á Coimbra, que debia detenerte mas tiempo. No reparaste entonces á que Leiria y otros pueblos del tránsito estaban ya infestados del cólera, y ahora no puedes pasar por temor de contagiarte en ellos. Y lo que nadie imaginara, en la misma propagacion del mal, que fuera para todos un estímulo de ausentarse del pais, tú hallas la razon de permanecer, y dejas tranquilamente que te vaya cercando de todas partes el azote.--No es necesario para volver á Mafra que toques en los pueblos epidemiados; puedes rodearlos y evitar su comunicacion. El puerto de Cascaes es seguro; la estacion la mas serena y constante, y Guruceta no ha de embarcarte con una tempestad el estado sanitario de la fragata, de que segun dices tienes que informarte, y pudieras estar informado ya, es tan escelente como el de la escuadra inglesa, junto à la cual ha fondeado. Todo el mundo crees que

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te graduaria de temerario en tu embarque, pero mas bien es de creer que califique tu conducta y las dificultades, como medios de entretener ó de frustrar el cumplimiento de mi voluntad. -Quiero absolutamente que te embarques sin mas tardanza. Por medio de Córdova podrás adquirir del comandante de la fragata cuantas noticias necesites sobre la sanidad y seguridad del buque y del embarcadero que elija, segun dictaren las circunstancias. Demasiado hemos hablado ya sobre el asunto; y no quisiera que se amargase mas esta prolija correspondencia, si tu conducta sucesiva conviniese tan poco con tus repetidas protestas de sumision.-Mucho celebro que goces con tu familia de la buena salud que gozamos nosotros. Recibe nuestros afectos, y el cariño que te profesa siempre tu amantísimo hermano.-FERNANDO.»

No por eso cedió el infante, que esclavo de los dobleces de su confesor, siguió alargando el plazo.

« Coimbra 19 de junio de 1833.-Mi muy querido hermano mio de mi corazon, Fernando mio de mi vida: Hace tres dias que recibí tu carta del 11 no te he respondido al instante, porque esperaba tu contestacion de la que te escribí el 8, creyéndola tener de un momento á otro; á ella me refiero, satisfaciendo á la tuya, añadiendo que tienes mucha razon en hacerme el cargo de cómo no he pasado el dia de Corpus en Mafra, como te lo habia escrito ese era mi pensamiento, pero cuando llegamos á las Caldas nos encontramos con que hacia ya dos dias que se presentaban síntomas del cólera, y que ya habia once casos. Echamos á correr al dia siguiente muy temprano, y desde que estamos aquí ha cundido por el camino hasta Codeixa, que está á dos leguas de aquí: no me puedo figurar que tú quieras que me esponga y á toda mi familia al peligro de perecer; á lo menos juzgando por mí, no lo creo, porque si tú estuvieses en mi caso, y yo en el tuyo, no lo querria de ningun modo; y cómo sé tu corazon para conmigo, me confirmo mas. Si la fragata Lealtad no está cerca de Belen, lo ha estado, y ahora creo que está á la otra orilla del Tajo en los lugares por donde empezó la epidemia.-Me alegro infinito que estés tan bueno, y Cristina y niñas; nosotros lo estamos igualmente, gracias a Dios: darás memorias de nuestra parte á Cristina, y tú recíbelas de María Francisca, y cree que te ama siempre de todo corazon este tu mas amante y verdadero hermano.-M. CARLOS. P. D. Acabo de recibir tu cariñosa y espresiva carta del 7, con el gusto de ver que todos continuabais buenos: María Francisca, Carlitos, Juanito y Fernandito agradecen tu memoria nominal.»

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Del mismo modo coloró de allí á tres dias su desobediencia en otra carta.

TOMO II.

21

"Coimbra 22 de junio de 1833. Mi muy querido hermano de mi vida, Fernando mio de mi corazon: He recibido tu carta del 15, y no puedo menos de decirte que á todo tengo respondido en mis anteriores, y como no tengo nada que añadir, es inútil repetirlo: solo tengo que responder que seria muy estraño que yo me mantuviese en Portugal si todo el reino sufriose el contagio, pero no es así. Yo tengo aur medios de evitarlo, trasladándome á cualquier punto que no esté infestado, pero precisamente se ha desenvuelto con mas furia en los caminos por donde pudiera dirigirme à Cascaes, que es el punto designado para el embarque, é igual mente contagiado como Lisboa, Belen y San Julian. Dices que yo mismo buseo las dificultades: no es así, porque no está en mi mano que el contagio me persiga, pero sí lo está usar de los medios que dicta la prudencia para evitarle. Se trata de lo que hay mas precioso de toda una familia, que pudiera muy bien perecer toda ella por culpa mia, mayormente privándonos del consuelo de que nos asista el médico en que hemos depositado nuestra confianza, habiendo recibido una real órden espresa de no embarcarse para Italia. Es decir, que cuando los peligros se amontonan, se nos cierran los caminos para evitarlos ¿cómo encontraremos facultativo alguno que quiera seguirnos en nuestra actual situacion? Y si lo hubiere, seria ó no hábil, y aunque lo fnese, no conoceria nuestras naturalezas, y lo que es mas preciso, no gozaria de nuestra confianza.-Ademas te dije en mi anterior del 6 de mayo, que necesitaba dos millones, sin los cuales no puedo emprender mi marcha, sin dejarlo todo pagado aquí, y satisfechos a todos los que nos han obsequiado y servido con tanta voluntad. Mi suma delicadeza no me habia permitido tocar otra vez este asunto, pero te lo espongo, porque es de absoluta necesidad en medio de los innumerables apuros que me rodean. ¿Y habrá persona que desapruebe mi conducta, examinando con imparcialidad mis razones? Creo que si el público las entendiese, nadie me graduaria de desobediente.-Repito, pues, que no provoco los embarazos, ellos me buscan; no te negaré que el embarcarme no es de mi mayor gusto; mas te añado, que en las actuales cirpero cunstancias lo miro como tú y yo mirábamos á Valenzay y Cádiz, tengo entera confianza en Dios que no me ha de desamparar. — Me alegro que esteis tan buenos; nosotros lo estamos, gracias á Dios, y cree que te ama de corazon tu mas amante hermano. - M. CARLOS.»

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D. Cárlos habia preferido el Portugal como punto de residencia, pues el gobierno absoluto de D. Miguel y su proximidad á España le ponian en disposicion de sublevar con facilidad y prontitud el reino así que falleciera el monarea.

De Portugal venian, pues, los hilos de aquella trama inmensa, que iba envolviendo el vacilante trono de la recien jurada princesa.

Por todas partes se sucedian las conspiraciones en diversos sentidos..

La guardia real se зublevaba en el mismo palacio, puesto bajo su custodia, y la milicia realista abandonaba las ciudades y enarbolaba en los montes de Aragon y de Toledo, en las campiñas de Valencia y en las llanuras de Castilla el negro estandarte de la rebelion.

Los liberales, por su parte, se armaban en secreto, y restableciendo sus sociedades masónicas, fraguaban sin cesar proyec tos de dominacion y de venganza.

El volcan de la revolucion ardia oculto en el seno de la sociedad, próximo á desbordarse y á inundar con su hirviente laba los campos y las ciudades.

La muerte de Fernando VII hizo que el cráter reventara, conmoviendo con su violenta sacudida los mas bondos cimientos de la nacion.

A una botella de cerveza, dicen que comparaba Fernando VII la España, siendo él el tapon que contenia su fermentado líquido. Tan prosáica comparacion era exacta por nuestra desgracia. Éolo de la política española, soltó al morir los vientos de la tempestad que, rugiendo furiosa por el horizonte de la península, la destruyó con sus rayos anegándola en una lluvia de sangre.

Murió Fernando VII el 29 de setiembre de 1833, llorado de pocos, reconciliado con muchos, temido de todos.

Su reinado fué una serie continua de peripecias para la mo narquía pura. Eslabon en la cadena de los tiempos; transicion entre la sociedad, antigua y la moderna; ruinas de un siglo que se desmorona y cimiento de otro que se alza lleno de juventud y de vida, el reinado de Fernando VII debió resentirse de los violentos choques entre la civilizacion del mundo moderno y la rudeza de la edad pasada; de la lucha de la filosofía con el fanatismo; de los combates de la reforma con la reaccion.

Con mas pasion que talento; débil de carácter, suspicaz, desconfiado, pudo dominar á los hombres, pero no vencer á las circunstancias.

Monarca de derecho divino, prefirió el reinar al gobernar;

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