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Isla: un terror pánico cundió en la cámara real, que fué creciendo á medida que eran conocidos los alzamientos de la Coruña, el Ferrol, Vigo, Zaragoza, Pamplona y Tarragona. «Contó el rey (dice Galiano) con la ayuda del conde de Labisbal, no ignorando sus pasados hechos y tal vez coligiendo del último y más señalado, que se habia hecho irreconciliable con los constitucionales, sus cómplices, y despues sus víctimas. Hizo Fernando este negocio como personal suyo; y áun segun es fama, sabiendo estar el conde necesitado, le socorrió con algun dinero. Tomóle el general, salióse de Madrid, fuése á la Mancha, donde estaba su regimiento mandado por un hermano suyo, y al frente de estas tropas proclamó la Constitucion, á corta distancia de la córte» (1).

(1) Obra citada, tomo VII.

Fernando firmó el dia 3 un decreto en que, por primera vez despues de seis años, se acordaba de «la opinion pública y manifestaba que las urgencias del ejército, el desconcierto de la hacienda, los abusos introducidos en la administracion, las dilaciones de la justicia, la decadencia de la agricultura y las trabas del comercio y de la industria » habian llamado al fin su atencion; contentábase con ofrecer que se pondría remedio á tantos males, pero sin ofrecer garantías; con fecha 6 firmó otro decreto, ofreciendo tomar las providencias oportunas para que se reuniesen las antiguas Córtes de España, conforme á lo prometido en 1814 (1). Era ya tarde: la revolucion podia más que Fernando.

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III

Segundo alzamiento y segunda tentativa de constitucionalismo con Fernando VII.

El sistema del silencio.-Pronunciamiento de Labisbal.-Tentativas de resistencia de Fernando.-La opinion pública.-Diálogo al aire libre entre el pueblo y el rey.-Eleccion de Ayuntamiento por aclamacion.-El último dia de la Inquisicion.-Los mensajeros de la revolucion.-La primera generacion revolucionaria.-La juventud. -El liberalismo en moda.-Marchemos todos y yo el primero."-Lo que decia un infante.-Lo que decian los generales y los obispos.-Lo que cobraban los empleados.-Lo que decia la opinion.-Fe, abnegacion y entusiasmo.-Progreso en las ideas.-Declaracion de Argüelles.-La conducta de los vencedores.-Las maquinaciones de los vencidos.-Division del partido liberal.-Conspiraciones.-Italia y España.-Morelli.-Pepé.-Un pueblo que, señalando un reloj, concede dos horas al rey para cambiar de instituciones.-La Constitucion de 1812 en Nápoles, Turin y Lisboa.-Conferencias de los reyes absolutistas en Troppau y Baybach.-La alianza que llamaron Santa.-Conspiracion irresponsable en España.-La constipacion de Fernando.-Sus equivocaciones de siempre.-Adicion al discurso de la Corona.-Instrucciones de Fernando sobre el modo de apedrearle al salir de palacio.- Desconfianza que deben inspirar las exageraciones de liberalismo.- La Fontana.-Lorencini.—La Cruz de Malta.-La masonería.-Los comuneros.-Los Anilleros.-El Angel exteminador.-La prensa.-Las bandas de la fe.-Dónde estaba el daño.—Una bacanal de escaleras abajo en palacio.-Dos aclamaciones que se hacen eternamente enemigas.-"Las tropas de vuestra majestad han sido vencidas."-Lo que sucedió el de Julio lo que hubiera sucedido en otro país.-Lo que decian los diputados.-Lo que decia el Ayuntamiento de Madrid.-La Regencia de Urgel.-El Trapense.-Maese Anton.-El padre Puñales.-"¡Viva la Religion y mueran la Patria y la Nacion!"-¡Viva el rey absoluto y mueran las leyes!"-Impotencia de la conspiracion.-El cordon sanitario.-El congreso de Verona.-Los modificadores.-Las Córtes.-El rey sancionando con una mano los decretos de las Córtes y con otra los decretos de la Regencia de Urgel.-Axioma de Thiers.

7

Cuidadosamente envuelto en la oscuridad, recurso á que apelan siempre los gobiernos tiránicos, se tuvo el alzamiento de las Cabezas de San Juan durante los meses de Enero y Febrero, callando obstinadamente la Gaceta (sistema ménos malo, en verdad, que mentir), agitada la opinion por encontrados rumores, una vez daba por sublevadas á Andalucía, Galicia y Aragon, y otra suponia derrotadas las tropas que habian tomado parte en el alzamiento, y presos sus caudillos. Desde la sublevacion de Labisbal en Ocaña, comenzó á sonar en Madrid ese rumor sordo, que sirve casi siempre de anuncio á las revoluciones. «No quedaba á la nacion española,-dice Quintana (1),—más apelacion que á sí misma, partido sobremanera violento y peligroso, pero ya necesario y sin duda alguna justo. Yo bien sé que no convendrán en esto los nuevos políticos, ó más bien

(1) Obra citada,

| misioneros, que con argúcias pagadas ó con
ilusiones pueriles, tratan de convertir la ciencia
de las sociedades en una teología incomprensi-
ble. Ellos por ventura nos dirian que tuviéra-
mos paciencia; que la resignacion es la virtud
del que padece; que los infortunios de los pue-
blos no se remedian por un camino tan áspero,
y que en todo caso, debíamos ponernos con
entera confianza en manos de la Providencia,
que siempre dispone las cosas para lo mejor.
Mas si esto á la sazon no era una amarga rechi-
fla, era por lo menos una maravillosa necedad.
La voz de la equidad natural habla más alto
que estos sofistas impíos; ella enseña á los pue-
blos que en los negocios de su propia conser-
vacion, la naturaleza les ha dado los mismos.
derechos que á los individuos. Ella les dice que
nadie está obligado á hacer el sacrificio de su
bienestar ni de su existencia en aras del capri-
cho y
de la perversidad ajena. Negar estas ver-
dades es negarse á la evidencia de la razon; ne-

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