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Fernando é Isabel comenzaron el movimiento de absorcion; Cárlos I personificó el Estado en sí mismo; se dió el título de rey de España sin esperar á que las Córtes se le confirieran; reunió las de Castilla en Galicia para obtener de ellas, por todos los medios, inclusos los reprobados, subsidios impopulares, dando lugar á que Murcia, Leon, Extremadura y Castilla se subleváran, formando momentáneamente una federacion, deshecha pronto por antagonismo de intereses entre el clero, la nobleza y la clase media. Los errores y desengaños subieron á su colmo, y el espíritu pòpular hizo un heroico esfuerzo para restaurar sus antiguas tradiciones. Revestia la hermandad la genuina forma del sentimiento de la personalidad española, y de esta federacion, ó sea de las Comunidades de Castilla, surgió la protesta armada contra la usurpacion del primer rey de la casa de Austria. Sobrado conocida es la historia de aquellos sucesos para que, aunque aquí tuviéramos espacio, nos ocupáramos de ella; ni áun de la histora de las ideas que produjeron aquel levantamiento hacen falta explicaciones, porque son harto notorias todas las que agitaban á España cuando llegó la insolente turba de flamencos venidos con Cárlos I, «no á servir á su rey, sino á llenar las manos como pudiesen (1).» Ultrajada la dignidad castellana, subastados sin pudor los empleos, expoliado el dinero y alhajas, despreciadas las costumbres, atropellados los fueros, inútiles las peticiones á las Córtes, cada vez más menguadas en sus facultades y falseadas por medios corruptores; agobiados los pueblos por los impuestos, envilecidos los tribunales, imperando la Inquisicion, y desbordándose, en fin, sobre España un aluvion de males insoportables, ámpliamente detallados en los fastos de las Córtes, alzáronse las Comunidades de Castilla para librarse de tantos agravios y tomar

en el gobierno; á Mendoza, arzobispo de Toledo, conocido por el gran Cardenal de España, á Chacon, el contador mayor de Castilla, y á Montero el confesor:

"Cardenas el cardenal
y

Y Chacon y Fray Montero
Traen la corte al retortero".

(1) Rizo, Historia de Cuenca.

leccion de tantos desengaños (1). No se limitaban á protestar contra la violacion de las franquicias populares, cuyo verdadero temple. democrático con tanta claridad y precision estaba escrito en la legislacion vigente; tomando lecciones de lo pasado, inspirándose en un sentimiento de justa desconfianza, que es el sello de las Constituciones modernas (porque el pueblo no puede estar siempre alerta en guardia de sus derechos, mientras que el plan y el trabajo de la opresion es contínuo), sin desatender el remedio á los males del momento, quiso la Junta de las Comunidades fundar las reformas sobre cimientos sólidos; y como la política es la raíz del órden, á la reforma política dirigió su cuidado preferente, queriendo resolver el problema, ilusorio aún, de erigir una monarquía contenida con instituciones democráticas. Compárense las proposiciones de la Junta con las Constituciones de más desconfianza que de entónces acá se han hecho, y se verá que nada se ha adelantado en punto á imaginar garantías. Pero ¡de qué servía ese trabajo á las Comunidades para libertarse de la tiranía, cuando tan resuelto á ejercerla venía Cárlos V! A tal punto era conocido su propósito, que el presidente de la Chancillería de Valladolid no vacilaba en decir al obispo Acuña, hablando de las Comunidades: «que cuando el rey les concediese más libertades de las que querian, al fin habian de vivir con él, y cuando viese la suya, habia de echarles el yugo y la carga cuando quisiera.» «Así es, que, los gobernadores tenian facultad del rey para prometer mucho, pero no comision para cumplir lo que prometian,» como dijo el mismo obispo al intrigante padre Guevara.

(1) Si las leyes fundamentaies de España fueron y son aún por lo adelantadas admiracion de Europa, los documentos que emanaron de las Comunidades, desde la circular de Toledo hasta la carta de Padilla, son monumentos tan incomparables de amor á la libertad, de prevision política y de sublime heroismo, que ninguna nacion los ofrece semejantes en aquella época. "Si en lo que está por venir, escribia Toledo en 1520, todos los negocios nos sucediesen al revés de nuestro pensamiento... que peligrasen nuestras persona", derrocasen nuestras casas, nos tomasen nuestras haciendas, y al fin, perdiésemos todos las vidas, en tal caso decimos: que el disfavor es favor, el peligro es seguridad, el robo es riqueza, el destierro es gloria, el perder es ganar, la persecucion es corona, el morir es vivir, porque no hay muerte tan gloriosa como morir el hombre en defensa de su república."

El carácter de este famoso levantamiento se comprende fijando la atencion en la clase de personas que le dieron impulso y forma (1): el elemento dominante en el gobierno de las Comunidades fué el literario y científico, así eclesiástico como civil; clérigos regulares y seculares y letrados, hé aquí los pensadores de la reforma política, los que imprimieron á sus proyectos el sello de saber práctico y de profundo alcance que los engrandece.» Una porcion del clero, notable por su número y actividad, y la gente de letras, enamorada por razon de sus estudios del respeto á las leyes y de la igualdad ante ellas, fueron los que, con el auxilio de la pequeña nobleza y de los industriales, dieron el color político democrático que distingue á aquella revolucion, procurando, más bien favorecer los derechos de éstos que los privilegios de aquéllos» (2).

Por desgracia, aunque á las diferentes regiones de España estaban llamadas por la naturaleza á constituir poderosa unidad política, la separacion moral era profunda, decisiva y persistente: con instituciones republicanas en unos, aristocráticas sin dejar de ser populares y progresivas en otros, se formaron como hemos dicho, esos reinos y provincias, unidos con tan débiles lazos que en realidad ni siquiera llegaron á confederarse: por eso vieron impasibles que Castilla perdia sus libertades, sufriendo luégo la triste expiacion de que perecieran las suyas bajo la presion del absolutismo. La jornada de Villalar fué, pues, el primer eslabon de una larga cadena de calamidades; la derrota de los comuneros, debida en gran parte á la traicion, cerró la política que habia ido elaborándose en el corazon de los pueblos de Castilla á través de los siglos más azarosos; la sangre vertida en aquel dia, fué la señal del divorcio en

(1) En el famoso perdon concedido por Cárlos V en 28 de Octubre de 1522, consta que 293 fueron los excluidos del indulto; entre ellos 8 bachilleres, 17 licenciados, 8 doctores, 1 obispo, 2 deanes, 2 abades, 2 priores, I guardian, 2 arcedianos, 2 maestre-escuelas, y unos cuantos frailes. Esa participacion de las órdenes religiosas recuerda lo que decia Lerminier hablando de Savonarola. Los frailes son excelentes tribunos"; en contra de esas fuerzas jóvenes se levantaron los restos espirantes de la feudalidad y el absolutismo, marcado desde la cuna por el egoismo y el error.

(2) GIL SANZ, Politica castellana.

tre el poder y la libertad, que se fué extendiendo y extremando sucesivamente.

La Reforma abrió la era de las naciones, pero sólo en teoría, por decirlo así; en realidad representaban á los pueblos los reyes, órganos infieles á su mandato, mejor dicho, mandatarios que se creian amos y se conducian como tales; el egoismo vició todo lo que hacian, hasta el punto de que su política, basada en el interés, no era más que el reinado de la fuerza. Cárlos V, que encontró á España en el delirio de los descubrimientos, soñó con la restauracion del derecho imperial de la antigüedad, y tomó para alcanzarla el papel de campeon del catolicismo contra la reforma (1). No faltó quien para alimento de su ideal cesarista lan

(1) Para probar la humildad católica del que protegía la Inquisicion, á fin de que quemára en sus hogueras al que no hablára con todo respeto del Papa, bueno es recordar, que las tropas del rey católico entraron una vez en Roma con su general D. Hugo de Moncada y saquearon las reliquias del palacio del pontífice, haciendo desaparecer hasta la tiara y el báculo, y obligándole á encerrarse en el castillo de Santo Angelo; que firmada una tregua de cuatro meses con Clemente VII, Carlos V faltó á ella; que el duque de Borbon asaltó á Roma para que en ella se cobráran los soldados lo que el emperador les estaba debiendo; que entraron por las calles gritando: "¡Carne! ¡carne! ¡cierra! ¡cierra!" Que toda la ciudad fué puesta á saco, las religiosas expulsadas de los templos, las vírgenes forzadas; que los mismos soldados, á manera de escarnio, vestidos como obispos y sacerdotes, andaban por Roma holgándose y tomando placer, como si estuvieran en sus casas de reposo; que desenterraron el cuerpo de Julio II porque supieron que tenía un anillo riquísimo en un dedo; que al pié de las ventanas de Santo Angelo cantaban al Papa una glosa del Padre nuestro que comenzaba:

"Padre nuestro, en cuanto Papa, Sois clemente sin que os cuadre, Mas reniego yo del padre

Que al hijo quita la capa.”

Que á más de esta cancion ofensiva, se componian otras peores aún; que al fin el Papa tuvo que entregar el castillo y su persona al general de Cárlos V: S. M. I. dijo que sentía mucho lo sucedido, pero al mismo tiempo manifestó su sentimiento disponiendo exequias por el alma del duque de Borbon, que habia dirigido el asalto y muerto en él; lamentó las ofensas al Papa, pero conservó en su puesto á Hugo de Moncada y escuchó la opinion de D. Diego Hurtado de Mendoza y otros que le aconsejaban quitar "al Papa el poder temporal, llave de abrir y cerrar las guerras.»

Mientras Roma era presa de españoles y alemanes que saqueaban la ciudad, incendiaban algunas iglesias, menospreciaban las reliquias, hacían burla de los eclesiásticos y escarnio de las vestiduras sacerdotales; mientras introducian los caballos en la Basílica de San Pedro, manchada con la sangre de treinta y tantos romanos, llenando de admiracion y escándalo á toda Europa, Cárlos V protegía las hogueras de la Inquisicion, donde se quemaba al que proferia una palabra de dudoso sentido con relacion al Papa.

zára la profecía que prometía al emperador la derrota de los franceses y los turcos, y la conquista de Palestina (1), decidiéndole á sostener en Alemania, en Italia y los Países-Bajos, provincias lejanas é inútiles para España, guerras estériles que nos arruinaban con sus reveses y con sus victorias, que hicieron insuficientes los tesoros que venian de las Indias, que ocasionaron estorsiones de toda especie, empezando por impuestos exorbitantes, y que alistaron en ejércitos, tan numerosos como inútiles, que contribuyeron á disminuir la poblacion, los brazos de que necesitaban la industria y la agricultura. La creencia religiosa tenía la misma intensidad que en España, en Italia y en Francia; la consanguinidad de los pueblos latinos era evidente, hasta en el pavoroso terror al fin del mundo, propagado por las leyendas de la Edad Media; la consistencia del poder monárquico y el egoismo de las casas reinantes, fué estableciendo rivalidades entre hermanos carnales, hasta que los reyes consumaron la obra, separaron al gran pueblo del Mediodía, establecieron barreras, efectivas ó imaginarias, convirtieron á los hermanos en extranjeros y violaron la naturaleza en provecho de sus dinastías. Cárlos V, que no queria mirar más que á lo pasado, se propuso sofocar la Reforma; el derecho civil y la Reforma que miraban al porvenir, fueron afirmando sus caractéres y realizando su obra civilizadora.

La monarquía llegó á su paroxismo con Felipe II, que realizó el programa de la tiranía segun la fórmula del derecho divino, sosteniendo que el cielo le habia enviado á la tierra para obligarla á la obediencia, ó más bien á la adoracion de su persona. La naturaleza le habia modelado en efecto para el despotismo, forma de gobierno que consiste en la organizacion política de todos los vicios: para combinarlos en cuerpo de Estado, se necesitaba cierto talento mecánico, y ese tuvo por intuicion Feli

(1) El emperador cree que quitar la libertad a todos, tanto á los amigos como á los enemigos, es reinar sólo en medio de la disolucion universal.» Carta de Francisco I á Paulo III.

"El Papa y toda la córte romana sospechan mucho que el emperador aspire á la monarquía," Carta del embajador de Francia en 1539.

pe II, sin olvidar el movimiento de la más insignificante rueda; no es esto decir que su sistema brotase de una idea preconcebida en su cerebro, sino que pieza á pieza y sólo con el génio de los detalles es como realizó su sistema. Se constituyó en papa temporal, de quien emanaba toda autoridad y á quien iba á parar toda la vida de la nacion; Córtes, municipios, hermandades, todo lo que significára la existencia, el movimiento, el pensamiento, la palabra, todo lo ahogó aquel hombre, que con un paso en su cámara conventual dirigia por sí mismo, caprichosa y silenciosamente, el vasto imperio de dos mundos (1). Déspota perfecto, no estaba en su temperamento admitir la intervencion popular, y despues de usurpar las atribuciones de los municipios (2), despreció las reclamaciones de las Córtes (3).

(1) Imágen de su carácter parece el sitio que eligió para eternizar su memoria, con un promontorio de piedra, de tan adusto aspecto como su figura. "En este triste Escorial, ni se da vino ni se coge pan, dice un autor contemporáneo. Las plantas no medran, los árboles no crecen, las flores se hyelan, los fructos se apedrean, y lo que venados. Las aguas son crudas, los vientos penetrantes, de la niebla y hyelo y granizo escapa, es comido de los el frio insufrible, el calor intolerable, las carnes flacas, talluda, las flores sin olor, las mujeres sin color, sin los pescados podridos, las fructas desabridas, la verdura gracia é sin donaire, los hombres, desaliñados, groseros y rústicos... Allí, entre contínua ambicion y tracas, vive la perpétua desórden y desconcierto... Los monjes, cuya prophesion hes vevir solitarios, andan maullando como gatos en desvanes, oyendo las tiernas voces de las damas, y teniendo la córte en las espaldas del dormitorio." A. MOREL-FATIO. Manuscrito existente en la Biblioteca Nacional de París; publicado en l' Espagne au XVIme et au XVIIme siecle.

(2) A tal punto llegó la corrupcion de los municipios, introducida por los Reyes Católicos como recurso político, que se convirtió luego en arbitrio fiscal, explotando la enajenacion de los oficios concejiles, como ingreso abundante para el fisco; pero pródigo en graves daños políticos y morales. Las Cortes de 1646 se lamentaron de que sólo en seis años se habian enajenado 62.000 oficios.

(3) Las Córtes de Madrid de 1579 le dijeron: "Por tanto suplicamos... sea servido de mandar, que de aquí adelante, estando el reino junto, no se haga ley, ni pragmática, sin darle primero parte de ella junto, y antes que se publique:" las de 1607 repitieron la súplica ñadiendo: "y hasta ahora no se ha proveido y por ser de tanta importancia, vuelve el reino á suplicarle." "Vuestra casa de Borgoña, le decian, es de tan excesivos gastos, que con ellos bastaria para conquistar y ganar un reino, consumiéndose en ella la mayor parte de las rentas y patrimonio real; siendo lo peor que en ello recibe el reino daño é injuria, olvidándose los usos y modos de Castilla; tan debilitadas, exhaustas y consumidas tiene el pueblo español sus antiguas fuerzas, que no puede servir á V. M. sino solas las entrañas, como el pelícano." ¡Qué le importaba á Fellipe II esos clamores! A los 42 años de reinado, lo habia consumido y agotado todo;

La religiosidad y la ambicion de Felipe, le dejaban tiempo para entregarse á pasiones no poco violentas: un amor ilegítimo fué causa de celos que le hicieron dirigir un puñal al corazon de Escobedo, y perseguir á muerte despues á Antonio Perez, que logró acogerse al amparo del Justicia de Aragon. Error harto comun es atribuir á este hecho la destruccion de los fueros de aquel país, como indicando que se hubieran conservado á no haber ocurrido. Los registros de la ciudad de Zaragoza y del reino de Aragon, juntamente con los procesos formados á consecuencia de los sucesos de 1541, prueban que lo que se ha mirado como causa, no fué más que el efecto de un plan formado para concluir con las libertades aragonesas. Si durante los Reyes Católicos no recibieron ataques tan graves y directos, se debió al antagónismo que existia entre los consortes cuando se trataba de sus respectivos reinos. Un historiador muy respetable de la Reina Católica, refiere un dicho suyo que prueba hasta qué punto ponia empeño en acabar con los fueros, cuando «deseaba que aquel país se sublevase, para tener un motivo ó un pretexto de destruirlos» (1). En las mismas Córtes en que el príncipe D. Felipe juró los fueros, debió tambien jurar sin duda que aquéllas serian las últimas en que se dejá ran ver la dignidad y la independencia que distinguieron siempre á las de Aragon; ya en las que á nombre de su padre abrió en Monzon en 1547, no consintió que se tratase de nada, sin votar primero un servicio ordinario y extraordinario, y despues de muy duras palabras, «como los aragoneses jamás habian oido de sus reyes» les amenazó con «mudar y hacer lo que conviniese á la gobernacion de los reinos.>>

Por desgracia de España, coincidieron en aquella época de transicion social y política, sucesos y principios que se volvieron en su daño: los antiguos reinos de España se dejaron seducir por la gloria que sirvió de cimiento

habia empeñado el tesoro y él hecho dos bancarrotas; habia elevado la deuda de 35 millones de ducados á más de cien mil, empeñando, además, las rentas para muchos años; habia expulsado una parte de la poblacion; habia entronizado la miseria y dado ocasion al refran, de que la alondra que queria atravesar á Castilla, necesitaba llevar el grano en el pico.

(1) Registros del reino de Aragon. Academia de la Historia, volúmen 47, sellado con la letra K.

á la absorcion del poder real, y por los descubrimientos que tantas ilusiones despertaban; no vieron el cambio que á todos amenazaba, por la fuerza que daba á la monarquía la unidad, ni comprendieron que en la unidad debian tambien buscar la resistencia, que los hubiera salvado: si los pueblos se hubiesen unido como se unieron las coronas, si no hubieran visto con indiferencia cómo iban absorbiendo unas tras de otras las antiguas franquicias y libertades, todas se habrian conservado; pero Aragon, que tantos motivos tenía para temer por las suyas, léjos de aprovechar la ocasion de conservarlas que le ofrecian las Germanías de Valencia, impidió la entrada de sus parciales, y contribuyó á su destruccion; casi al mismo tiempo ocurrió el levantamiento de las Comunidades de Castilla, y no sólo no las dió ningun auxilio, sino que se mostró propicio al emperador, que sabedor en Flandes de que podia contar con los aragoneses, no dudó de su triunfo; vencidos los castellanos, fueron despues, en el reinado de Felipe II, á arrancar á los aragoneses la libertad que ellos habian perdido; pidieron entónces auxilio á Cataluña, y no consiguieron más que estériles promesas; más tarde, Felipe V, el primer Borbon, envió á los castellanos y á los aragoneses á sujetar á los catalanes; dolorosa leccion es esta de cómo perdió sucesivamente España su libertad, de cómo pueblos de un mismo orígen, de instituciones semejantes y de intereses comunes, contribuyeron recíprocamente á su esclavitud y comun desgracia. Tampoco hemos de entrar aquí en detalles del trágico desenlace de esta revolucion en defensa de las antiguas leyes fundamentales del país, vencida como la de las Comunidades de Castilla, con auxilio y no pequeño de los traidores; sus motivos tuvo Felipe II para mandar que no se diera licencia para imprimir nada que tocase á la historia de aquellos sucesos, y se recogiesen «todos los papeles que tengan noticia que toque á esto». Así se pretendió borrar el Privilegio de la Union, dirigido señaladamente contra los reyes, puesto que legalizaba la insurreccion en el caso de irritantes contrafueros ó abusos del poder; así concluyó aquella organizacion que hizo humillar á los reyes de Aragon y robus

teció el sistema entónces más que en ninguna | pa con su ropilla de jesuita y sus ejércitos de parte avanzado de sus libertades.

Felipe II quiso tambien recoger la hoja mitológica de laurel, porque, como todos los tiranos, creia en el prestigio de la gloria militar, y áun mandó algunas veces los ejércitos en persona, es decir, entrando en campaña á larga distancia, cómodamente recostado en su litera; propúsose tener ocupada la imaginacion popular, distrayéndola con una nube de humo flotante al otro lado de las fronteras, acariciando el oido de los españoles con el estampido del cañon, para que no oyeran el eco de su miseria; él convirtió la guerra en una escuela de ferocidad, mandando, sin provocacion, sin excusa, friamente, desde el fondo de su cámara, ó entre un salmo cantado por los jerónimos y una sonrisa de la princesa de Éboli, asesinar hombres, mujeres, ancianos y niños, incendiar ciudades y villas, y, rivalizando con el poder de los terremotos, hacer que pueblos enteros desaparecieran de la superficie de la tierra. Nuestras banderas ondearon gloriosas en San Quintin y en varias plazas de la Picardía; nuestros bajeles alcanzaron un triunfo en Lepanto; pero las sugestiones del Papa devolvieron á los franceses las plazas conquistadas con la sangre de nuestros soldados; y la jornada naval contra los turcos, en que fuimos instrumento de la astucia de los venecianos, dió por resultado perder las ciudades marítimas que habíamos ganado, recibiendo al fin nuestra potencia en los mares un golpe mortal con la desaparicion de la armada Invencible. Felipe II se propuso destruir el poder marítimo de la Inglaterra, conquistándola si podia, y la vió más preponderante que nunca, ondeando su bandera en los muros de Cádiz; prodigó los tesoros y la sangre de España auxiliando la Liga para enflaquecer á Francia, cuando no para dominarla, y vió deshecha la parcialidad que habia patrocinado; quiso ser conquistador, y los pueblos se le sublevaron contra la dominacion española; se propuso extirpar la herejía, y contribuyó á echar los cimientos al sistema de independencia y tolerancia, á que con tanta tenacidad se habia opuesto (1); imaginó gobernar á Euro

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sacristanes, y en vez de dejar próspera la nacion, que aún habia recibido grande, la dejó extenuada, y, lo que es peor, rebajada en el carácter heróico é independiente de sus habitantes, que aún no han sacudido del todo el peso de aquella funesta influencia, y todavía esperan el dia de recobrar el puesto que les está reservado en el gran concierto de la Europa culta (1).

Como si no bastára para aniquilar á España tan larga série de errores, Felipe III (cuya conciencia transigió nueve años, mediante una gran suma de dinero, con la estancia de los judíos refugiados en Portugal, que al fin fueron expulsados), arrojó tambien de la Península, en el término de tres dias, cerca de un millon de moriscos, la parte más industrial y trabajadora de sus habitantes. Trasformóse la nacion en páramo desierto, cesó el bullicio de las poblacio

Iglesia, se hunde, ha dicho Le Monde, periódico ultramontano. El cisma y la herejía triunfan en vasta escala, Francia y Austria se sienten impulsadas en esta decadencia del elemento católico." Esa decadencia de los países católicos es en efecto uno de los hechos más visibles y más significativos de nuestro tiempo: Irlanda se revuelve en la miseria, sufriendo además los estragos de las guerras civiles; Portugal es una nacion enferma, anulada por una lenta agonía; España se destroza en convulsiones incesantes estériles; Polonia ha sido desmembrada dos y veces, y á pesar de su heroismo está casi borrada del mapa; Austria se ha visto reducida á la última extremidad en 1848, 59 y 66 y trabajosamente se esfuerza en reparar sus desastres. De todos los países antiguamente católicos, sólo Francia prospera, gracias al espíritu del siglo XVIII desarrollado en el xix, é Italia, que sacudiendo el yugo de su clero ha pasado de tierra de muertos, de expresion geográfica á nacion positiva, que se afirma y aspira á la influencia debida á su riqueza territorial.

Tales han sido los resultados que ha dado en el mundo la política predilecta de aquel rey parricida, á quien llaman prudente, que por un lado decia: "Muy bien es que la sangre noble si está manchada se purifique en el fuego, y si la mia propia se manchase en mi hijo, yo sería el primero que le arrojase á él;" y por otra parte ordenó en 1556 entrar á sangre y fuego en las tierras pontificias, al duque de Alba que, dirigiéndose al Papa, le decia: "En no dándome respuesta categóricamente en los ocho dias, sera para mí cierto aviso de que quiere ser padrastro y no padre, lobo y no pastor, y pensaré tratarle como á lo primero y no como á lo segundo."

(1) La guerra religiosa que sostuvimos con Alemania y la marítima con Inglaterra, que causó la ruina de España, acreció la deuda, aumentó la miseria y agravó los males. La Inquisicion aumentó su rigor en el reinado de Felipe, haciéndose instrumento de su política. Segun Llorente, las víctimas sacrificadas y perdidas desde principios del siglo XVI á 1778, fueron 328.522; datos que explican la notable baja en la poblacion de España.

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