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Volvió la

conocerlas. Volvió la proa al rumbo que habia corrido, y en su retorno rindieron la vida á manos de los trabajos y necesidades los más de los que la habian librado de la furia de los elementos. Avistaron las Islas Canarias despues de un dilatado y observado viaje y arribaron á la de la Madera, besando su tierra tres ó cuatro con su Maestre Sanchez.

IV. Habitaba en ella Cristobal Colon, de noble linage, piloto de profesion y de nacion genoves (1) aunque de patria incierta, porque unos le hacian natural de Cagurco, Cucurreo ó Cuccaro, otros de Sabona, otros de Nervi y otros de Plasencia, (2) propension que desde Homero siguió á el gran Trajano (3) y á los mayores héroes, haciendo cuestionables sus cunas, por apetecibles. Tambien lo es su vecindario; porque aunque la comun, tiene que Colon era casado en Portugal, y solo residente en dichas islas: (4) el docto Consejero D. Fernando Pizarro á quien sigue el Marqués de la Regalía (5) le hace singularmente vecino de ellas. Más todos convienen en que teniendo casa en la de Madera, recibió y hospedó en ésta á Alonso Sanchez. Disfrutó pocos dias el hospedaje: por que, ó bien por reservada la continuacion de tanta obra al espíritu de Colon, ó bien por la postracion á que le habian traido los trabajos, acabó Sanchez dentro de ellos con su vida, dejando en manos de su bienhechor por premio de su servicio, los diarios y cartas de esta navegacion.

(1) Llámase propiamente Colombo sincopándose el Colon por de más fácil pronunciacion. Antonio Herrera en su Historia general de Indias, década 1a, lib. 1o, cap. 7o y Ribadeneira ubi supra, éste nota A.

(2) Herrera y Ribadeneira ubi supra este nota C.

(3) Pondéralo Zeballos en su Arte Real, en el Compendio de las vir

tudes de Trajano, al principio.

(4) Herrera y Ribadeneira, ubi supra.

(5) Abreu sobre Vacantes de Indias, art. 1o, parte 1a, núm. 8, letra 3.

TOMO II.

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V. El feliz heredero reconoció sus líneas, penetrando por su profesion, la entintativa fuerza de su verdad. Habia alcanzado por su estudio que todas las cinco zonas eran habitables, y que naturalmente se habia de hallar tierra, navegando á Occidente; porque la mayor parte de la esfera estaba navegada, sin que faltase por descubrir otra, que el espacio de nueve horas de sol, que corre de las partes más Orientales de la India hasta volver por Occidente á las islas de las Azores. Se hallaba tambien varias noticias, que en comprobación de su juicio le habian dado Martin de Bohemia, Martin Vicente, Antonio Lema y otros cosmográfos y navegantes (1) y recayendo sobre todas la de Alonso Sanchez, echó la clase al concepto, afirmando el dictámen su existencia. Sobre él reflexiono cuan importante sería su descubrimiento, y volando su espíritu al deseo de emprenderlo, no se dejó avasallar de las dificultades, porque los ánimos grandes crecen más á vista de la magnitud de lo que intentan. Pero excediendo lo árduo de la empresa de un poder particular, corrió á Génova, su pátria, pasó á Portugal, su vecindario, y propuestas á su República y Soberano las deliberaciones de ésta, fué reputada y menospreciada como coincidente á la reprobada filosofía que dá existencia á otros mundos. Trasladó su pretension á Inglaterra y no mejor despachado por Enrique VII, ocurrió á Francia, donde Cárlos VIII, y despues de él los Duques de Medina-Celi y MedinaSidonia rehusaron aceptarla; con las que llegó últimamente á nuestra España (2) á fines del año de 1491.

VI. Estaba tambien su Córte poseida de aquel

(1) Herrera Decada 1a, Lib. 7o, refiere latamente estas causas y noticias.

(2) Ribadeneira y Herrera en dicho año. Abren ubi supra y Moreri en su Diccionario, véase Colon Cristobal.

P

error antiguo, con que las columnas de Hércules clausularon en Cádiz el término de la Tierra, y teniendo por absurdo dar á la ejecucion aquel vuelo que fatigó la magnanimidad del Macedonio Alejandro, sobre la conquista de otros mundos, posibles en la filosofía de Anaxarco, despreció algun tiempo como fabulosa la pretension de Colon (1). Más como esta feliz nacion era la prevista ab-eterno, para que grabando en las columnas de sus armas el plus ultra que tanto ilustra nuestro doctísimo Solorzano (2) introdujese el Evangelio en el nuevo Mundo, á fin de que se cumpliese este decreto infalible sin violencia del libre albedrío, obtuvo Colon para con ella, y á influjo de amigos, el don divino de la perseverancia que le faltó hácia las otras, y á sus Reyes Católicos, se dió aquella soberana, que aún en sueños solió revelarse á los de Egipto y Babilonia. Y con éstas y otras muchas congruencias, que persuaden su inspiracion al descubrimiento, y recomendó con mejor pluma el doctísimo Marqués de la Regalía (3) resolvieron sus Magestades Católicas, contra el prudente y fundado dictámen de sus Estadistas, acceder á la solicitud de Colon.

VII. Hallábase exhausta la España de caudales, por las funestas sediciones que habia sufrido, y continuadas guerras, costosamente expensadas, pero obró tan eficazmente la divina luz en el ánimo de la Catolica Reina Da Isabel, que tomando prestados sobre sus joyas, de Luis Sant Angel, Escribano de raciones, diez y seis mil ducados, los destinó á su habilitacion. Gas

(1) Los citados Herrera, Decada 1a, lib. 1o, cap. 7 y 8 y Ribadeneira ibidem. El Padre Mariana, Historia de España, tom. 2o, lib. 26, cap. 3, Solorzano lib. 1o de Jure Indiarum, cap. 4o, núm. 44.

tes.

toda.

Solorzano libro 1o, de Jure Indiarum, cap. 4°,

núm. 43 y siguien

(3) El citado Abreu sobre vacantes de Indias, art. 1o, parte 1 por

táronse en armar dos carabelas nombradas la Niña y la Pinta (humilde en sus nombres, pequeñas en sus buques, pero gloriosas en sus hechos) á las que agregó Colon por capitana otro pequeño navichuelo, llamándole Santa María, nombre dulcísimo que analogado en el purísimo bajel en que navegó el Verbo divino desde el Cielo á la Tierra, para el establecimiento de la ley evangélica, debia de justicia capitanear su tránsito al nuevo Mundo. Celebráronse las capitulaciones (1) entre los Reyes D. Fernando Da Isabel y Colon, sobre las condiciones del descubrimiento, y firmadas en el Real de Santa Fé, á vista de Granada, en 17 de Abril de 1492, por ante el Secretario, D. Juan de Coloma quedó el impetrante con los títulos de Almirante, y Virey de las Tierras que descubriese (2).

VIII. Con estos honores y facultades, y con el número de noventa hombres segun Herrera (3) ó de ciento y veinte conforme otros (4) y víveres para un año, se hizo á la vela en dichas embarcaciones el 3 de Agosto. Salieron de la Barra de Saltes ó rio de Palos del Moguer en la Estremadura en que se hallaban fondeados: y surcando el mar Atlántico llegaron á las Islas Canarias. Desde estas dirigieron la proa al Sudoeste, (5) engolfándose en alta mar, y habiendo navegado setecientas leguas, en que se tocaba la intemperie de la tórrida Zona, comenzó á tenerse por desatinada la empresa. Amotinada la tripulacion clama repetidamente contra el Almirante por la vuelta, y llegando

(1) Véase al final del capítulo la nota A.

(2) Que importa, este título de Almirante, enseña Solorzano, lib. 1o, de jur. Ind. cap. 5o, núm. 23.

(3) Herrera. Década 1, lib. 1, cap. 9.

(4) Ribadeneyra en su pasatiempo, año de 1592, nota C. y Solorzano lib. 1 de Jure Indiarum, cap. 5, no 19 y siguientes.

de Colon.

Véase al final del capítulo, la nota B. Diario de la navegacion

á mezclar razones con amenazas, le obligan á ofrecerla sino descubre tierra dentro de tres dias.

IX. Premió Dios la confianza de Colon, y precediendo en ellos indicios vehementes de su cercanía, se descubrió á la media noche del término del plazo, una luz que anunciando la del Evangelio, colmó el regocijo, culpó la desconfianza, llenó de esperanzas á la codicia, y de parabienes al Almirante; pero temiendo el peligro se mantuvieron á poca vela sobre su observacion. A los rayos de la aurora descubrieron tierra de la Isla de Guanajani (que llamaron San Salvador) y despues la Española (?) y fondeados los bajeles en sus playas saltó el Almirante en tierra, y tomó con cuerpo y ánimo posesion de ella, á nombre de sus Magestades Católicas; regándola con lágrimas de júbilo, cual dolorida parturienta, á quien regocija tanto la presente vista del fruto de sus dolores, cuanto la aflijieron éstos en la borrasca de su parto.

X. Acaeció este memorable descubrimiento á los 12 de Octubre de 1492; y en él y los siguientes practicó el Almirante algunos rescates con los naturales, que en canoas ocurrieron en paz á los navíos, solicitando por entonces más la atraccion de sus voluntades, que el lucro de las permutas. No era verosímil que aquella tierra permaneciese sola en medio de tan dilatados mares, lo que aún que no con claridad, se comprendió así por los naturales; y como no descansa el deseo hasta la completa posesion de lo que apetece, siguió el Almirante reconociendo sus costas, bojeó las de aquella Isla, gratificando siempre á los naturales que ocurrian á los navios, y despedidos de ellos, vuelta del Norte, reconoció unas isletas que nombró Concepcion, Fernandina é Isabela, situadas en los Cayos, y poco distantes de la Española.

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