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goza, donde gobernaba Hanâx ben Abdala ben Amru ben Hantala ben Fehid ben Kenan ben Thalbe ben Abdala ben Thamir Asafei el Senani, conquistador de Egipto, de Africa, Almagreb y de España, en donde hizo grandes proezas, compañero de Muza ben Noscir; habia construido una gran mezquita en Zaragoza: alli murió en este tiempo, y fué enterrado con mucha honra, y su sepulcro y el de Muza ben Aly ben Rebah están en un mismo sitio, á la puerta Alquibla ó del Mediodia, saliendo de la ciudad cerca del muro, y á lado de los sepulcros de ambos está el de Abu Amer Ahmed ben Muhamad ben Derag. Mandó Ayub reparar las ruinas de una antigua ciudad, y construyó en ella un fuerte que se llamó de su nombre Calat-Ayûb. Pasó á las ciudades del extremo de Afranc, y en esta expedicion aseguró aquellas fronteras de los montes de España oriental.

Cuando los comisionados que llevaban la cabeza de Abdelaziz á Siria la presentaron al califa Suleiman canforada y en una preciosa caja, tuvo la crueldad de manifestarla á Muza ben Noscir, que con otros caudillos habian entrado á visitarle; y descubriéndola delante de todos ellos le dijo: O Muza, ¿conoces esta cabeza? y respondió Muza sinceramente y con indignacion, apartando su cara: Si, bien la conozco, la maldicion de Dios sea sobre quien asesinó á quien era mejor que él y sin decir otra cosa se salió del palacio lleno de dolor, y luego se partió á Merat Dheran, ó á Wadilcora, y allí falleció de gran melancolía en aquel año de las muertes de sus hijos. Otros dicen que este suceso y su muerte acaeció habiendo salido á la peregrinacion de Mecca con el califa, el cual falleció tambien pcoo despues, ya entrado el año 99 (716), y Muza ben Noseir al fin del año 98.

Poco antes de la muerte de este califa se acabó la obra de la grande aljama de Damasco, y se gastaron en su fábrica cuarenta cestas de á calorce mil doblas de oro cada una : se pusieron en ella seiscientas lámparas, pendientes de cadenas de oro, y era tanto el resplandor de sus luces à las horas que se encendian, que no se podia orar con el humo se oscurecieron, y el califa Omar las mandó quitar en su tiempo, y puso otras de menos valor, llevando las cadenas de oro al tesoro del estado. Suleiman habia declarado futuro sucesor del imperio á su hijo Ayub; pero este mancebo falleció poco despues, y declaró para futuro sucesor á Omar ben Abdelaziz ben Meruân. Era el califa Suleiman muy hermoso; y como cierto dia se mirase á un espejo, diciendo á sus esclavas Yo soy el rey de la juventud, una doncella le dijo estos versos :

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Despues estuvo melancólico algunos dias, y à poco tiempo falleció Suleiman en 21 de Safar año 99 (717), en Merg-Dabic de tierra de Kinsarina imperó dos años y ocho meses.

CAPITULO XX.

Del imperio del califa Omar ben Abdelaziz, y gobierno de Alhaur en España.

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Sucedió á Suleiman en el imperio su primo Omar ben Abdelaziz : la madre que le parió se llamaba Om-asima, hija del gran califa Omar I : se apellido Abu-Hafas: el primer dia de su mando prohibió la costumbre de maldecir á Aly en los púlpitos de las mezquitas al fin de la oracion pública esta mala práctica habia desde el tiempo de Moavia ben Abisofian, primer califa de los Omeyas, que lo mandó en el fervor de sus rivalidades y guerra civil; pero este Omar la prohibió diciendo: Dios manda la justicia y la beneficencia. Sabiendo el califa Omar las crueles exacciones del wali de Egipto Asama, envió por gobernador á Ayúb ben Sarhabil, con órden de enviar preso y encadenado á Asama; y así lo hizo echándole una pesada argolla de hierro al cuello, y murió en el camino de pura fatiga. Mandó Omar que se dejase á los cristianos en pacífica posçsion de sus templos, conforme à las estipulaciones que hubiesen intervenido, sin que ningun muslim los inquietase con ningun pretexto; y así se observó en todas las provincias. Confirmó en el gobierno de Africa á Jezid ben Abi Muslema, y era parte de su amelia ó gobernacion la España, que encargaba á walies de su confianza: este fué el encargado por Suleiman para deponer de sus gobiernos de Africa á los hijos de Muza ben Noseir, y lo mismo de España, como ya hemos referido; y cuando supo que Ayub era tambien de la familia de Muza escribió para que dejase el mando, y lo encargó en su lugar á Alhaur ben Abderraman el Caisi, caudillo muy acreditado en ella. Estas ordenes, y las comunicaciones que se ofrecian entre España y Africa, las conducia el wali de las naves de España Ayax ben Xerahil el Homiari. Fué pues Ayub amir de España siete meses, y procedió con mucha prudencia en todas las cosas, y como irreprensible no halló en su conducta donde morder el venenoso diente de la malignidad.

El amir Alhaur codicioso de gloria y de riquezas partió a las fronteras de España oriental, y con buena hueste penetró en la Galia Narbonense, que es tierra de Afranc. Conquistó la ciudad de Narbona, y corrió y sojuzgó todas sus comarcas, sacando de ellas muchos tesoros y cautivos, niños y mugeres. Era este amir duro, inflexible, y tan cruel para los enemigos como para los muslimes. La mas leve licencia castigaba con pena de la vida, y todos temblaban en su presencia. En tanto que él esparcia el terror de sus algaras en las tierras que riega el rio Garuna al otro lado de los montes de Albortàt1, llegó á España la triste nueva de la muerte del virtuoso califa Omar ben Abdelaziz, que falleció en Hasira dia 25 de Regeb año 101 (719) : imperó dos años y cinco meses. Parece fatalidad que persigue à las cosas humanas, que por lo comun

1 Llamaron Gibal-Albortât, montes de las Puertas, à los Pirineos, arabizando el nombre latino bárbaro portas : asi nosotros llamamos puertos á las angosturas de los montes y pasos por ellos de unas regiones à otras, como las celebres Termopilas, las puertas Caspias, Cilicias y Armenias.

los buenos principes duran poco tiempo. Fué llorado aun de los enemigos de su familia, y decia Xarif el Musawi: «O hijo de Abdelaziz, si > humanos ojos debiesen llorar por alguno de los Omeyas, los mios te » hubieran plañido á tí tú nos libraste de la infamia de la maldicion, y ⚫ si posible fuera à ti te libraria de ella. »

CAPITULO XXI.

Del imperio del califa Jezid ben Abdelmelic, y gobierno de Alsama.

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Sucedióle en el imperio Jezid, hijo de Abdelmelic y de Atica, hija de Jezid ben Moavia, no por disposicion de su primo el califa Omar, sino porque asi lo habia mandado Suleiman su hermano fué proclamado el dia que murió el virtuoso califa Omar, á seis de la luna de Regeb del año 101 (719). Este mismo año se rebeló en Basra el gobernador Jezid ben Mahlab ben Abi Sofra, se le allegó mucha gente y entró en Cufa; pero el califa Jezid envió contra él á su hermano Muslema y á su sobrino Abas ben Walid con la gente de Siria se encontraron ambas huestes, y huyeron derrotados los rebeldes, y el caudillo Jezid cayó en manos de Muslema y le cortó la cabeza, que envió al califa. Moavia, hijo del rebelde, entró por sorpresa en Wasit y mató al gobernador Adi y á treinta y dos de sus guardias: luego pasó á Basra, y se embarcó y pasó á Candabil en Sindia: Muslema envió contra él á Helal ben Achor el Mazani, que persiguió al rebelde y sus parciales; y habiendo caido en sus manos, los envió al califa, que los mandó matar con ignominia. Dió Jezid el gobierno de la Iraca y del Corasan á su hermano Muslema. En este año depuso el califa Jezid del gobierno de Egipto á Ayub ben Sarhabil, y puso en su lugar à Baxar ben Sefuan el Kelbi: habiendo este pasado poco despues á Africa, dió el gobierno de Egipto al hermano de este, Hantala ben Sefuan.

En España el amir de ella Alhaûr continuaba sus excursiones, sacando á los pueblos cuanto tenian: en vez de hacer justicia para remediar la opresion y los robos, la hacia para ser solo el cruel exactor : á todos oprimia, á los cristianos, á los que habian abrazado el Islam, y á los mas antiguos caudillos muslimes, que osaban advertirle del disgusto y escándalo que daba á todos los buenos con su conducta. Encarceló á muchos alcaides y caudillos walies de provincias, con pretexto de que ocultaban los tesoros y productos de las rentas de sus pueblos. Por esta causa muchos se retiraban de los ejércitos de frontera, y abandonaban la propagacion del Islam. Todas estas cosas fueron representadas con mucha claridad y energía al gobernador de Africa, y este lo comunicó al califa, y le envió las cartas que sobre esto le habian escrito el caudillo Ambisa ben Sohim el Kelbi, Naaman ben Abdala el Hadrami, y otros ilustres muslimes. El califa mandó que Alhaur saliese de España, y se encargase del mando de aquella conquista el wali Alsama ben Melic el Chulani, que acaudillaba parte de aquel ejército: por este medio logra

ron los pueblos de España verse libres de las vejaciones de tan avaro y cruel amir. Fué la deposicion y salida de España de Alhaûr ben Abderahman el Caisi, año 103 (721) de lá Hegira 1.

Sin tardanza partió el amir Alsama à la frontera de la tierra de Afranc, acompañado de todos los principales caudillos muslimes de España oriental, y con numerosa hueste corrió la comarca de Narbona, Carcaxona y Tolosa, y puso cerco á esta ciudad, la combatió con porfiado empeño, y la tenia ya en grande apuro: las tropas muslimes se preparaban para entrarla por fuerza, cuando llegó aviso al campo de que venia en socorro de los cercados el señor de Afranc con innumerable gentio. No se atemorizó Alsama con esta nueva : ordenó su batalla y animó sus tropas. La multitud de los enemigos era tanta, que el polvo que levantaban sus piés oscurecia el cielo con densas nubes. Salióles al encuentro el ejército muslime, y los enemigos hicieron igual movimiento: esforzó Alsama á sus caballeros, y les dijo: No temais la multitud que viene, que si Dios está con nosotros ¿quién será contra nosotros? Los dos ejércitos se acometieron con el impetu que los torrentes que bajan de las cumbres, y se trabaron con igual ánimo sosteniéndose los unos y los otros como montes: la pelea y matanza fué atroz, y estuvo dudosa la batalla largo tiempo por ambas partes. Corria Alsama á todas partes como bravo leon, y animaba a los suyos en lo mas arduo y sangriento de la matanza: si no se oian sus palabras, se veian sus obras, hazañas increibles: sus brazos destilaban enemiga sangre que fluia al levantar su espada; pero una enemiga lanza le atravesó por un costado hallándose bien adelante entre sus enemigos, y cayó muerto de su caballo. Este fatal acaecimiento desmayó á la caballería árabe, y todo el ejército cedió el campo á los enemigos, dejándolo cubierto de cadáveres y bañado en sangre fué esta crucl batalla dia Attarviya2 de Dylhagia, luna última del año 103 (721): murieron en esta batalla muchos principales caudillos del ejército, entre ellos Naaman ben Abdala el Hadrami, que fué de los primeros conquistadores de España. Tambien murió este dia peleando como bueno Naim ben Abderahman ben Moavia el Tegibi, y otros muy nobles caballeros. El ejército muslime se retiró á Narbona : allí los caudillos de la frontera oriental dieron el mando de las tropas á Adberahman ben Abdala el Gafeki, por su valor muy acreditado entre los soldados, así por sus hazañas en diferentes ocasiones, como en especial en esta última batalla, y en la retirada de Tolosa, en que hizo prodigios de valor : tenia ademas una prenda muy de soldado, que era una extremada liberalidad y generoso desprendimiento, que le daba gran opinion entre las tropas, y asi todos le amaban, y aplaudieron su eleccion.

Luego que se supo en España este desman, se pusieron en movi

1 El Edobi dice que fué depuesto el año 106, si no es error de copia, que asi me parece. 2 Es el dia nueve de esta luna, y por otro nombre se Hama dia de Mina, porque en el los peregrinos en la Mecca visitan con varias ceremonias y vanas observancias el valle de Mina, y es dia de ayuno y de gran mérito para los muslimes, segun su calendario, como si diesen mil caballos para la santa guerra,

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miento las tropas muslimes de todas las provincias por orden de Ambisa ben Sohim, que habia quedado encargado del mando por disposicion del amir Alsama al tiempo de su partida á la frontera. Cuando llegó la nueva al gobernador de Africa aprobó la eleccion de amir, que habian hecho las tropas de España en el inclito caudillo Abderahman ben Abdala el Gafeki y en este mismo año 104 (722) dió el califa el gobierno de Egipto à su propio hermano Muhamad ben Abdelmelic, que permaneció en él hasta que murió el califa Jezid en Harran á veinte y cinco de la luna Xaban del año 105 (723), habiendo imperado cuatro años y un mes. Fué Jezid muy hermoso y muy dado á sus pasiones, juegos y espectáculos gastaba mucho con sus esclavas, y tenia dos llamadas Hebaba y Selima, á las que amaba mas que á sí mismo. Habiendo muerto Hebaba, la conservó sin enterrar hasta que ya no pudo sufrir el cadáver reprendiale su hermano esta debilidad, y le respondió: Todos me lo dicen; pero no hay mas remedio en mi pena que la muerte, y por esta yo iré tambien de hoy á mañana á la mansion eterna. Dicen que despues de enterrada, impaciente la sacó del sepulcro, y mirandola lleno de tristeza y como estúpido, murió pocos dias despues, siendo de veinte y nueve años: otros dicen que de treinta y

tres.

En España el amir Abderahman ben Abdala no solo contuvo á los cristianos de la Galia Narbonense, sino que tambien allanó y sojuzgó á los cristianos de los montes de Afranc, que se habian rebelado por las ventajas de los de Narbona; y á unos y otros obligó á pagar sus tributos, y hubo de ellos muchos tesoros y preciosidades en oro, jacintos y esmeraldas; y reservado el quinto para el califa, todo lo demas repartia entre sus soldados: esta liberalidad hacia que sus tropas le amasen, y para ellas lo mismo eran cuestas que llanos, y en nada hallaban dificultad por.servirle.

CAPITULO XXII.

Del imperio del califa Hixêm, y gobierno de Abderahman y de Ambisa en España.

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Sucedió à Jezid en el imperio su hermano Hixêm ben Abdelmelic, su madre fué Fátima, hija de Hixem el Mahrumi se apellido Abulwalid; fué proclamado el dia veinte y cinco de Xaban del año 105 (723), el mismo dia de la muerte de su hermano. Estaba en Rusafa entonces, y al instante se vino á Damasco. Depuso del gobierno de Egipto à su hermano Muhamad, y puso en su lugar á su primo Hasan ben Jusuf ben Yabye.

En España envidiaban algunos caudillos la gloriosa fama y popularidad que en ella tenia el amir Abderahman ben Abdala, y en especial Obeida escribió contra él al gobernador de Africa: no negaba su valor y excelentes prendas militares; pero acusaba su administracion descuidada y su indiscreta liberalidad, que viciaba las costumbres frugales y sencillas de los muslimes. El mismo aseguraba que no estaba en su

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