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espada como si todo su valor y esfuerzo bastara contra tantos; pero fué herido de muchas lanzas, y allí espiró el triste. Apoderados de la cristiana cortaron la cabeza al desangrado cuerpo de Otman. Cuando Gedhi presentó la cautiva y la cabeza á Abderahman, dijo el amir : ¡Gualá, que tan preciosa caza no se hizo nunca en estos montes! y mandó cuidar con mucho esmero aquella doncella, para enviarla á Dam.sco.

CAPITULO XXV.

Expedicion de Abderahman á las Galias.

En este mismo tiempo conquistó Muslema, hermano del califa, algunas tierras de los turcos; y sus dos hijos Moavia ben Hixêm y Suleiman ben Hixêm dieron batalla al rey de los griegos Costantin, y lo vencieron y tomaron prisionero en la fuga dicen que fué esto año 113 (731). Los de Afranc en las fronteras de España luego supieron la desgracia de Otman, y el gran poder de los muslimes que venia contra ellos. Preveníanse para defender su tierra, y escribieron sus cartas á muchas provincias pidiendo que viniesen á socorrerlos. El conde de aquella frontera allegó sus gentes y salió contra los muslimes, y peleaban con varia fortuna; pero siempre Abderahman los arredraba, y ocupaba sus pueblos envanecidos con las continuas ventajas, y llenos de confianza en el valor y práctica militar del amir, no deseaban sino batallas, y las daban cada dia muy sangrientas atropellando á sus enemigos. Pasaron el rio Garunay talaron sus campos, y quemaron los pueblos, y hacian innumerables cautivos. Por todas partes iba este ejército como una tempestad desoladora. La prosperidad en los sucesos de las armas hace insaciables á los guerreros. Al paso del rio venció Abderahman el ejército del conde de aquella comarca, y se retiró á su ciudad; luego la cercaron y combatieron los muslimes, y la entraron por fuerza, que todo cedia á sus espadas robadoras de vidas. En la defensa murió el conde, y le cortaron la cabeza, y salieron cargados de despojos, que tocó á cada uno oro, topacios, jacintos y esmeraldas. Todos los pueblos de Afrane temblaron de este terrible ejército : recurrieron á su rey Caldus 1 dándole noticia de los estragos de estas algaras muslimicas, que ocupaban y corrian libremente toda tierra de Narbona, Tolosa y Bordhal, y le refirieron la muerte de su conde. Consoló el rey de Afranc á estos pueblos ofreciéndoles su auxilio. En el año 114 (732) montó á caballo, y sacó innumerable gentio contra los muslimes. Llegaban estos à Medina Towrs, y la querian entrar por fuerza, cuando supo Abderahman la poderosa hueste que contra ellos venia. Veia Abderahman y otros prudentes caudillos el desórden de las tropas mus

1 Asi está desfigurado el nombre de Carlos Martel : es indecible la depravacion de los nombres propios que se halla en los libros arábigos, en siendo de lengua extraña para ellos : en Mesaudi casi todos los reyes de Francia se llaman Colorio y Lodorio: casi todos los de España Lodron u Odron; pero no están con mas correccion los nombres árabes en nuestros cronicones.

limes que estaban cargadas de despojos y riquezas; pero por no descontentarlas no quiso mandar que todo se abandonase, para atender solo á las armas y caballos de batalla; y así confiado en su constante fortuna, y en el valor de su gente, despreció la multitud de los enemigos y llenó de vana confianza á los demas caudillos; pero este descuido y falta de disciplina siempre fué fatal á los ejércitos. Con la codicia de los despojos apretaron tanto el cerco y combates de la ciudad, que la entraron por fuerza casi en presencia del ejército enemigo. El furor de los muslimes aquel dia fué de tigres rabiosos, y así hicieron horrible matanza en los moradores de la ciudad; por eso parece que Dios los castigó, y la fortuna les volvió las espaldas.

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En las riberas del rio 1 Owar se avistaron las dos enemigas huestes de muslimes y de cristianos de diferentes lenguas temiéronse unos á otros Abderahman confiado en su fortuna acometió el primero con horroroso impetu de su caballería mantuvose la pelea con igual esfuerzo por los cristianos, y se mantuvo sangrienta todo el dia, y la noche se interpuso entre las dos enemigas huestes. Venido el dia siguiente, á la hora del alba se acometieron con furor : los caudillos muslimes, sedientos de sangre y de venganza, penetraron en los espesos escuadrones enemigos; pero en lo mas ardiente de la pelea, viendo Abderahman que gran parte de su caballería salia corriendo de la batalla á defender su campo, y que este movimiento ponia en desórden y confusion su gente, corrió á todas partes, pero no le fué posible contenerlos; y peleando con los mas esforzados, cayó con su caballo pasado de infinitas lanzas. Fué cediendo el campo todo con harta confusion, y á favor de las tinieblas de la noche se retiraron del horrible campo de batalla. Los cristianos siguieron su victoria y los persiguieron algunos dias, peleando á veces y caminando entre continuos horrores hasta llegar á Narbona. Fué esta funesta batalla y la muerte del inclito caudillo el año 115 (733). El rey de Afranc puso cerco á Medina Narbona; pero los muslimes la defendieron con tanto valor, que le fué forzoso levantar el cerco y retirarse á sus tierras con mucha pérdida de sus gentes.

CAPITULO XXVI.

De la eleccion de Abdelmelic ben Cotan para amir de España, y su venida á ella.

Cuando se supo en España la desgraciada batalla y muerte de Abderahman, se pusieron en movimiento todas las tropas muslimes de las fronteras para acudir à donde fuese necesario. Se pidieron socorros de Africa, y vino nombrado por amir de España Abdelmelic ben Cotan el Fehri: enviole Obeida el Kisi, gobernador de Africa, con mucha diligencia y con un buen cuerpo de tropas de á pié y de á caballo. Escribió al califa esta desgracia, y le dió tambien noticia del nombramiento pro

1 Fué en los campos de Poitiers, y sobre los rios que van al Loira.

visional de amir que habia hecho; y el califa lo confirmó y escribió á Abdelmelic ben Cotan exhortándole à vengar la sangre derramada de sus muslimes. Luego que entró en España, pasó con mucha diligencia á las fronteras de Afranc, y le siguieron á marchas forzadas las tropas que se juntaron de las provincias. Halló Abdelmelic ben Cotan muy intimidados á los muslimes, los procuró esforzar y recordarles que sus mejores dias habian sido los de las batallas y sangrientos combates de la santa guerra; que esta era la escala del paraiso, que el enviado de Dios se preciaba de ser hijo de la espada, que reposaba á la sombra de las banderas y en los campos de batalla; que las victorias y la muerte y las derrotas están en la mano de Dios, que las da como quiere, y hoy persigue y triunfa el que ayer fué vencido. A pesar del valor y pericia militar de este amir, la guerra fué poco favorable á las armas muslimes en Afranc, y los cristianos recobraron algunas ciudades, y fué cada dia mas dificil la empresa de mantener la conquista de aquella tierra, que en vano se cansa quien trabaja contra los eternos decretos.

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Estaba en este tiempo en Egipto el wali ben Alhegåg Aseluli el Caisi, y de orden del califa pasó á Africa en Rebie postrera del año 116 (734), y dejó en ella á sus hijos, á Alcasim en Barca y á Ismail en Sûs, y nombró para amir de España á Ocba ben Alhegåg su hermano, que se detuvo en Africa dos años y medio por las grandes revueltas que alli se suscitaron. Amer ben Abdala el Muradi, gobernador de Tanja, causaba grandes vejaciones á los de la ciudad y su comarca: los berberies se rebelaron y se apoderaron de la ciudad acaudillados de Museir, caudillo de mucho valor. Los muslimes mandados por Ocba Alhegåg les dieron batalla y los derrotaron se acogieron á la ciudad; y furiosos contra su caudillo los bárbaros lo despedazaron, atribuyendo á falta suya su derrota. Eligieron en su lugar para que los mandase à Chalid el Zaneti, que todavia quiso encargarse de acaudillarlos un hombre de valor. Salió este con sus berberies, y acometieron á los muslimes y los rompieron y desbarataron, y se esparcieron por los campos. Los mas nobles árabes murieron en esta batalla. Por esta ocasion no fué posible ayudar al amir de España Abdelmelic ben Cotan como convenia. Los caudillos que habia en España no estaban bien avenidos entre si los que pasaban de Africa eran mas codiciosos de riquezas que ambiciosos de honra, y las tropas participaban de estos mismos vicios; y se habian hecho crueles enemigos de los pueblos.

Con todo eso pasó los montes de Albortât el amir Abdelmelic, y entró en tierra de Afranc el año 118 (736), y peleó con muy buena suerte; pero siendo muy adelantada la estacion de las lluvias volvió á España, y en los pasos y'asperezas de aquellos montes padeció el ejército muslim una derrota impensada y sangrienta. Las repetidas desgracias del ejército se atribuyeron al amir Abdelmelic ben Cotan, y como si en mal punto fuese nacido, todos sus intentos se miraban como infaustos. Así lo representó al califa Hixem el wali de Africa, y mandó que fuese á España el amir Ocba ben Alhegåg.

En este año 118 murió el gobernador de Egipto Aben Rafie, y puso

el califa en su lugar á Abderahman ben Chalid ben Tabit el Fahêmi, y en el mismo año lo depuso, y dió el gobierno á Hantala ben Sefuân el Kelbi.

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CAPITULO XXVII.

Gobierno de Ocba ben Alhegåg.

Temblaron todos los gobernadores de España á la venida de Ocba ben Alhegåg á ella la fama de su severidad y de su justicia llenaba toda la tierra, y no bien entró en Andalucia cuando se sintieron los buenos efectos de su influjo quitó de sus alcaidias á los caudillos acusados de crueles ó de avaros, oia con benignidad á los desvalidos, y hallaban en él amparo y proteccion cuantos la merecian. Era igual su celo por la religion y por la justicia: llenó las cárceles de malversadores de las rentas públicas, y de injustos exactores de fardas y tributos arbitrarics : cra para Ocba el delito mas grave en los encargados del gobierno, cuando por su interes particular y por su codicia afligian á los pueblos y hacian detestable la autoridad que regentaban. Estableció cadies ó jueces en todas las ciudades principales de cada provincia, y otros en las poblaciones mayores de cada comarca, para que oyesen y conciliasen las quejas y desavenencias que se ofrecen entre los hombres, y con su autoridad y discrecion se conservase la quietud de las familias y la paz pública. Ordenó que los walies de provincia enviasen sus kaxiefes para perseguir á los ladrones que anduviesen en ellas, y evitar las violencias y maldades que se cometian por los bárbaros en los campos y despoblados. Puso escuelas en los pueblos para enseñar las letras, y las dotó con asignaciones competentes sobre las rentas públicas. Mandó construir mezquitas principales y menores para la oracion, y ordenó que hubiese en ellas lectores y predicadores que enseñasen la religion al pueblo. Empadronó todos los vecinos de todas las poblaciones de España, igualando los tributos en toda ella sin distinciones odiosas por su origen ó causa, y con la sucesion del tiempo injustas : envió en cadenas á Africa á muchos culpados. Era Ocba en su conducta irreprensible, y por consiguiente amado de todos los buenos, y temido de todos los malos. Examinó la conducta del depuesto amir Abdelmelic ben Cotan, y no hallándole delincuente le mandó pasar á las fronteras con cargo de wali de caballeria, para que sirviese como antes. Para cumplir las órdenes del califa y sus propios deseos, partió á las fronteras de Afranc con ánimo de hacer alli entrada de conquista cuando llegó á Zaragoza recibió cartas del amir de Africa Abdala, en que le comunicaba el estado de la guerra y rebelion de los berberies, que á causa de algunas ventajas que habian logrado estaban muy inquietos, y le mandaba que sin tardanza volviese para terminar aquella guerra. Ocba

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1 Kaxiefes eran como indica el nombre descubridores, gente armada que buscaba y descubria los malhechores, como los cuadrilleros de la Santa Hermandad.

sin detenerse un instante volvió con precipitadas marchas á Córdoba, * llevando un escogido cuerpo de caballería que puso en barcas, bajó por el rio, y se pasó á Africa. Fué la partida de Ocba el año 120 (737) de la Hegira.

Cuando llegó á Tanja se reunió á los caudillos muslimes, y habido su consejo salió contra los berberies, y derrotó varias taifas de ellos, y los dispersó en los desiertos; de suerte que antes que llegaran los socorros de Cairvan y de Barca, ya estaban destruidas las numerosas tropas de los rebeldes. En España quedaron las provincias encargadas à sus walies, porque el amir Ocba pensaba que seria muy en breve su vuelta. Este año 120 dió el califa el gobierno de la Iraca á Jusuf ben Omar el Tzakifi, cuya estupidez y arrogancia era proverbial entre los orientales: y el año 121 (738) fué wali de Cufa y Basra; año en que apareció Zeid, hijo de Husein, nieto de Aly el califa, y suscitó en Cufa rebelion, y los de la ciudad le juraron obediencia : acudió con tropas Jusuf ben Omar, gobernador de Iraca, y los venció, y murió Zeid peleando, que el populacho y los rebeldes resistieron poco. Tomó Jusuf el cuerpo de Zeid, y lo puso en un palo, y lo quemó, y esparció sus cenizas al aire y al mar, y la cabeza la envió al califa Hixêm, que la mandó clavar á una puerta de Damasco.

En España los walies procedian sin union, y no hacian cosa de importancia para dilatar las fronteras, antes bien con su descuido y parcialidades dieron ocasion á que se rebelasen algunos pueblos de los montes del Guf de España. Abdelmelic ben Cotan acreditó su celo y buena conducta en esta ocasion, y por su parte evitó cuanto fué posible los males de la discordia: con su gente rompió y deshizo algunas partidas de rebeldes cristianos, que no tuvieron otro asilo que ocultarse y desaparecer en las guajaras y desfiladeros de sus montañas: anduvo á caza de estas fieras, y el escarmiento de unos intimidó á otros, y se allanaron y quedaron sometidos.

Lo mismo sucedió en Africa por la inteligencia y actividad de Ocba; y como hubiesen llegado muchas tropas de Siria y Egipto, por ocupar útilmente estas gentes, las envió Oveidala ben Alhegag á conquistar la isla de Sicilia, y encargó el mando de esta expedicion à Habib ben Abi Obeida ben Ocba ben Nafe el Fehri. Desembarcó con gran ventura en ella, y la sujetó y allanó; y tornó á Africa en la luna de Giumada primera, año 123 (740). ¡Cuán incierta es la suerte de los hombres! Este caudillo Habib, que salió venturosamente de tantas batallas en España, que volvió á Siria con no poco riesgo de perder la cabeza por amigo de Muza y de sus hijos, que tornó á mandar peligrosas expediciones en Africa y en Sicilia, murió el año 123 en batalla contra los berberies : nadie huye del tiro del destino. En este año dejó Oveidala el gobierno de Africa, y se partió á Egipto : era este amir mas dado á las letras que á las armas y cuidados politicos, y fue muy elegante escritor de las conquistas de los árabes, y en Tunez edificó la aljama y una darsena para construir y reparar las naves. El año anterior 122 murió Muslema ben Abdelmelic ben Meruan, el inclito héroe de los Beni Omeyas; fué gran

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