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Gonzalez Bulnes, quien la había ganado por oposicion. Entre tanto, la revolucion le envolvió en sus redes, y emigró á fines de 1840.

El Dr. Emiliano García, que es su primo, podría dar mayores informes sobre sus méritos y servicios.

Abandonada así su clase, le fué concedida al Dr. D. Alejo Cármen Guzman, excelente catedrático, á quien estimaban sus discípulos por la seriedad de su carácter, la ejemplar moralidad de su conducta y la firmeza prudente pero inalterable de sus convicciones. Ei Dr. Guzman desempeñó esta cátedra hasta 1852, en que, vencido D. Manuel Lopez (quebracho), fué electo gobernador y despues diputado al Congreso. Hoy es Rector de la Universidad.

Continuaré esponiendo el órden de los cursos universitarios. Los otros dos años del curso de filosofía, comprendían matemáticas y física elemental.

Las matemáticas se estudiaban con detenimiento, desde la aritmética hasta trigonometría, sirviendo de texto la obra de García.

La física elemental y elementos de astronomía, se estudiaba por Altieri, texto en latin que se obligaba á aprender de memoria. Fué catedrático el Licenciado en derecho D. Ramon Roldan, y segun me han asegurado, era eximio matemático y muy adelantado en las ciencias físicas, relativamente á su tiempo y á aquel escenario modestísimo. Obtuvo la cátedra por oposicion, pero postrado por las enfermedades, no pudo continuar personalmente la enseñanza. Entonces el gobernador D. Manuel Lopez, autoritativamente y violando los usos del cláustro universitario para la formacion del cuerpo docente, nombró motu-propio, como catedrático al Dr. D. José Severo de Olmos, quien la regenteó durante muchos años, hasta que fué nombrado Rector de la Universidad y despues Ministro de Justicia, Culto é Instruccion Pública, durante la efímera presidencia del Dr. D. Santiago Derqui.

Concluído el curso de filosofía, que coronaba los estudios pre

paratorios, se entraba á estudiar derecho ó teología. Este estudio lo hacían conjuntamente con el de derecho, menos aquellos que querían seguir la carrera eclesiástica y ser meros frailes de misa y olla, como se decía, buscando el pan seguro de que hablaba Jaramillo. Los que deseaban ser clérigos ilustrados, aspiraban á ser doctores en ambos derechos.

El curso de derecho duraba cuatro años y los textos eran: Vinio para el derecho romano, el Salas y despues el Alvarez, para el derecho español comparado. El Devoti y Meiner para la enseñanza de derecho canónico.

En el primer año se aprendía el primer libro de Vinio, desde la primera hasta la última página de memoria; el primer libro del Devoti ó del Meiner.

La memoria era la facultad que se ejercitaba de preferencia. Los catedráticos daban sus lecciones mas o menos profundas, pero que servían para comprender el texto. Era obligacion repetir palabra por palabra lo que decía el texto.

En el tercer año se estudiaba el primer libro de Salas ó de Alvarez, las 83 leyes de Toro, con las glosas de Antonio Gomez; el tercer libro de Devoti 6 Meiner y la historia de los Concilios.

Las materias del curso del 4o año, eran las siguientes: el segundo libro de Salas 6 de Alvarez, toda la obra de Wattel de memoria, y el tratado de derecho público que acababa de publicar el Dr. Velez.

Era obligatorio que los estudiantes leyesen las leyes de todos los códigos españoles, como las Siete Partidas, la Nueva Recopilacion Castellana, el Tesoro Real, el Fuero Juzgo, las Leyes del Estilo, y probablemente la Recopilacion de Indias, debiendo verificar todas las citas del texto.

Además se estudiaba el Corpus Juris y el Concilio de Trento. De aquí resultaba que muchos se aprendieran de memoria los índices de los códigos y que se encontraran muy versados para citar la partida, título y ley, segun la materia. Estudiaban la

Instituta. Esto constituía el estudio mas sério, mas concienzudo y mas pesado. Decollaron los memoristas y salieron estudiantes famosos.

Terminados los cuatro años de los cursos de derecho, los que querían y aspiraban á ser abogados, entraban en la Academia. por tres años. Pero estaban ya habilitados para recibir el grado de doctor, prévias las pruebas exigidas para comprobar la idoneidad.

El Dr. D. Roque Funes era entonces catedrático de derecho civil, en cuya enseñanza le precedió el celebérrimo abogadomaestro, como él mismo se llamaba, el grave Dr. D. Dámaso Gigena.

La cátedra de derecho canónico la desempeñaba el Dr. D. Eduardo Ramirez de Arellano, y la de teología el Dr. D. Eduardo García.

El cuerpo docente de la Universidad mayor de San Carlos, se componía de:

Un catedrático de latinidad.

Uno de primero y segundo año de filosofía.

Uno de tercero y cuarto año de la misma materia.

Uno de derechɔ romano y civil, el que dictaba los cuatro años.

Uno de derecho canónico.

Uno de teología.

Seis fueron, pues, los catedráticos de las materias que formaban los estudios preparatorios y superiores de la Universidad de esta ciudad.

¿Cuáles fueron los emolumentos de que disfrutaron?

La Universidad era entonces autonómica, vivía de sus propios recursos, con sus ventas debía cubrir los gastos. El erario provincial nada tenía que ver con su sosten, y las propiedades que conservó como persona jurídica, eran la base sólida de la institucion, que proveía á la renovacion del cuerpo docente por concur

so, formando el claustro universitario el cuerpo deliberativo para toda resolucion importante. El Rector era al mismo tiempo administrador de las rentas, aunque tal administracion se hiciera por empleados subalternos, como era natural.

Las rentas eran las siguientes: 1° el derecho de la colacion de grados, cuyo arancel se dividía en esta forma:-40 pesos metálicos por el de maestro, 60 pesos por el de Bachiller, 8o pesos por el de Licenciado, y 225 pesos por el de Doctor.

ocho personas, y puede ca renta, considerando que, deseadan obtener el grado

Cada año se graduarían de dos á cularse ya cuán escasa er la apesar de que todos los estudiantes de doctor, muchas veces acontecía que carecían de medios para abonar el derecho universitario, y se conformaban con el de licenciado y á veces con el de bachiller.

La renta normal, segura, puede decirse ordinaria, era lo que se llamaba de matrícula y prueba de! curso; por la que se pagi ba un peso boliviano al abrirse cada clase, y otro por e' certifcado de aprobacion.

De manera que los estudiantes de la Universidad pagaban anualmente dos pesos bolivianos.

Ahora bien, calcúlese que el número de estudiantes oscilaría entre ochenta y doscientos, y con las módicas rentas que acabo de especificar era necesario atender á los gastos de conservacion del edificio, pagar portero, b deles y bibliotecario y servicio. Acontecía en algunos años que cubiertos con la mayor economía esos gistos ordinarios, quedaba un pequeño escedente que se dividía á prorata entre el Rector, Vice y Catedráticos. A veces alcanzó á veinticinco pesos á cada uno. Dos pesos por mes !

De mɔdo que teniendɔ en cuenta estos antecedentes, se puede apreciar cuál fué el nobilis mɔ proceder y la abnegacion de los profesores, incluso el mismo tuerto Diaz, á pesar de sus pa!metazos y azotes. El país le debe gratitud á su memoria, por

que ellos educaron é ilustraron á la juventud, prestando á la patria este servicio sin gloria, oscuro, modesto pero profundamente útil y civilizador: ilustrar á sus compatriotas.

Esos discípulos se encuentran, aunque viejos, en los altos puestos de la República y de las provincias, y no olvidaron jamás el ejemplo de aquellos varones, que merecen la gratitud del país.

Sin ese sacrificio ¿cómo se habría educado la juventud desde 1838 á 1852-¿Dónde hubiera ocurrido? En Buenos Aires la Universidad se hallaba en peor estado, sus clases eran menos numerosas, pero sus maestros tambien las servían con la misma abnegacion que aquí: sin emolumentos.

Nadie ha conmemorado estos servicios positivos, que impidieron que el país se barbarizase durante la larga dictadura de Rosas y sus tenientes, porque lo fueron, desde que contra el influjo del Encargado de las Relaciones Exteriores de la República, no hubieran podido conservarse en el poder. De esos centros, de esas dos Universidades han salido los hombres que dictaron la Constitucion de 1853, que han figurado en los Congresos, en la magistratura y en la administracion, sirviendo de base al progreso actual de la Nacion, á su sorprendente prosperidad.

Un condiscípulo con quien recordaba nuestros tiempos de estudiantes, me decía profundamente conmovido:-«Te aseguro que me es querida hasta la memoria del tuerto Diaz, á pesar de que me aplicó frecuentes palmetazos.>>

Y en efecto, si tales castigos eran afrentosos y mas de una vez crueles, estaban en las costumbres y en la tradicion, y aquel maestro se sometía irreflexivamente á mantener la disciplina en la clase, por los mismos medios que recordara lo hicieron en su niñez. Pero el hecho grandioso, moral, patriótico, es la asiduidad de esos catedráticos para enseñar gratuitamente

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