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á Osiris, había tenido con este una especie de contacto de ultratumba, del cual nació jun hijo antes del término, hijo que por la precocidad de su nacimiento fu raquítico y deforme. Se le dió el nombre de Harpócrates.

Typhon vencido huyó en un asno á sepultarse en los escondrijos de la Syria. Segun otra version, Horos acabó por destruirlo ó por arruinar á su partido; por cuyo motivo Horos es representado en los templos, matando la gran serpiente Apap.

Todos estos son indudablemente personages reales tomados de la primitiva historia legendaria del Egypto; haciéndose con algunos adiciones fabulosas, un muytho de ellos, mytho con muchas variantes, suponiendo unos que Osiris representa el Nilo é Isis el suelo del Egypto que el Nilo fecunda; otro que Osiris es el sol de la tarde, Isis la luna y Horos el sol matinal. Typhon es el desierto ó el mar. Pero la verdad es que en esta leyenda lo mismo que en todos los acontecimientos humanos del mundo real, el bien se mezcla al mal y hay una lucha constante entre ellos. A Osiris, como á todos los personages de la historia se le puede pues aplicar haciendo la interpretacion mística de las reales vicisitudes de su existencia, la lucha confluyente de la influencia del bien y del mal, de la luz y las tinieblas, del órden y del desórden, de la virtud y del vicio. Partiendo de esta base, la imaginacion religiosa ha hecho lo demás, entreverando á las circunstancias reales, mil hechos fabulosos, mal interpretados ó falsos, tales como las ideas de un dios encarnado, de un dios que sufre, de un dios que muere y resucita; ideas que desde la mas remota antigüedad se vienen repitiendo por el interés que los sufrimientos inmerecidos inspiran.

A Osiris se le representa, ó bien en forma de monumento para marcar su presidencia en el juicio de los muertos, ó bien de pié con las vestidu: as régias, teniendo en sus manos el uas ó cetro y el ankh 6 cruz antingua. Isis es representada como una bella muger despeinada y de una belleza especial, populari

zada en los templos Egypcios, empuñando en sus manos la cruz pesada ó signo de la vida y el cetro femenino en forma de una flor de loto. Los Horos son tres, el viejo ó mayor, Harpócrates ó el niño Horos, el segundo, y el tercero, el viejo Horos ó Harmachies, el hijo de Nephtys y de Osiris.

El niño Harpócrates es representado en las faldas de su madre Isis, tomando el pecho. De los otros dos, el viejo Horos representado con cabeza de águila, el aukh ó cruz ausata, símbolo de la vida y el cetro en las manos.

El último tiene tambien el aukh, mas el dedɔ en la boca señala su juventud. Osiris en su calidad de juez en las almas, era llamado el rey de los dioses, señor de la vida, señor de la eternidad, el gefe eterno y el señor del mundo. Isis es llamada la diosa madre, la señora de los mundos y la reina del cielo. Horos es llamado señor de Verdad, señor del cielo, rey de los mundos y supremo rey de los hombres y de los dioses.

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JUAN LLERENA.

LOS POETAS MEXICANOS ©

Es indudable que lo mas difícil para la crítica, es señalar con determinacion exacta la influencia concreta que ha venido á imprimir en la literatura de una nacion el sello de su fisonomía y de su carácter, es decir, la fuerza impulsiva, merced á la cual se verifica el movimiento progresivo de las aspiraciones de un pueblo hacia un ideal absoluto.

Pero esto es aún mas dificultoso, cuando se trata de naciones cuyo orígen ha venido á romperse por accidentes históricos.

En todos los grandes períodos de la vida de un país, se observan estas trascendentales modificaciones. Cambios que alteran notablemente la naturaleza y la índole de un pensamiento comun. Circunstancias que llevan á la existencia del espíritu otras tendencias, otras inclinaciones, diversos propósitos y aspiraciones. muy diferentes. Y no es estraño, que así como en los períodos de la historia política de las naciones, cuando la invasion de extranjeras razas tiene lugar, y con ellas su triunfo, advierte el hombre pensador, como y casi insensiblemente se van implantando en los territorios de las conquistas nuevas costumbres, nuevos ideales y hasta nuevas creencias, contemple tambien el curioso que acude

(1) Véase la Nueva Revista t. V p. 189-220, t. VI p. 201-210, 547-568, 672-679; t. VIII p. 550-579; t. IX p. 124-144; 448-471; 198-618.

á examinar las fuentes de una nueva nacionalidad, como esta trasciende á la esfera del arte, modificándose en las diversas evoluciones del carácter nuevo, y mas cuando el idioma de los conquistadores va á ser completamente distinto en su organismo, en su eufonía y en su fundamento.

Por esto, y al fijarnos en determinadas regiones, nos encontramos, por ejemplo, merced á influencias políticas, cambiado el ritmo de la poesía polaca en lábios del anti-tradicionalista Goszczynski. China envuelve su poesía, altamente dogmática, en las afirmaciones del retórico Chon-King, para desprenderse de ellas en el individualismo de Tonog-Fang, Chon y el emperador KienLong, y España misma recibe con anhelo el gran tesoro del romancero morisco, como la mas noble conquista de un arte naciente.

De aquí que, al tratarse de una literatura que ha sido informada por el clasicismo latino y griego, como hija que es de la literatura española, mejor dicho, como literatura española que tambien es, aparezca el deslinde sencillo en un todo. Pero no, ciertamente. Tratamos de América; de la region mas privilegiada en aquel territorio; de México, en fin, patria de los mas ilustres poetas; cuna de esclarecidos oradores. La religion ha purificado los lábios de sus hijos; el «Teocalli», destinado á «Quetzalcoalt», se ha trocado en altar del Crucificado. Las conquistas de las razas aztecas, han sido traducidas mejor que nadie, por ellos mismos, al lenguaje del progreso. Y hé aquí por qué conquistada su nacionalidad, han conquistado su emancipacion, han hecho el arte necesario á su educado espíritu, representándole en el concepto mas elevado, en la mas noble palabra, en esa sintesis admirable que se saluda con el nombre augusto de «Poesía».

Pero los poetas mexicanos han brillado tambien en un gran período del clasicismo. Carpio es uno de los perfectos modelos de esta escuela; Sor Juana Inés de la Cruz maneja el soneto con igual maestría que pudiera hacerlo nuestro Lope de Vega. Sin

embargo, donde la poesía mexicana se presenta con toda la esplendidez de sus altes vuelos, es en la época actual, cuando el hombre ha podido definir las pasiones; cuando la filosofía ha engendrado la reforma, y con la reforma el pensamiento. Entonces se ha traducido á la vida de las ideas el secreto antes temido de nuestro espíritu, aquello que se reserva, aquello que vive excusado por el miedo; es decir, el problema, la afirmacion inesperada, cuanto ha robado al hombre la libertad de accion en la esfera del conocimiento.

Resulta que con este precedente, y ante la contemplacion de una naturaleza exuberante que embalsama el aroma de los jardines; en el concierto de aquellas aves, que como el «zenzontle> y el «pica-flor» parece que cantan la eterna alegría del pasado al abrigo del sol ardiente de América que abrasa el alma del poeta, elevándole á los esfuerzos del entusiasmo; frente á la impenetrable espesura de las selvas, y junto á las melancólicas armonías de los mares, no es estraño encontrar esa gran pléyade de artistas, todos inspirados, algunos mas que otros, y muy pocos desprovistos de mérito para figurar en el gran templo del arte.

Poetas eminentes naturalistas, son tambien descriptivos. El poema épico-heróico, parece extraño, no tiene allí grande asiento, siendo, como son los mexicanos, valientes y reñidores en grado sumo. La poesía erótica está tan dignamente representada, como que todo el que mira al cielo de América se ve regenerado por el amor.

La dramática se desenvuelve en el gran talento del doctor Peon y Contreras.

Y el poema filosófico, soplo del Norte, hielo del alma en el invierno del desengaño y de la duda, es bastante débil para no derretirse en el fuego de aquel sol que necesita de grandes y nobles ideas, si ha de brillar con todos sus esplendores.

Muchos poetas, pues, podríamos citar que respondiesen á nuestras precedentes afirmaciones. Nos lo impide el estrecho

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