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campo de un breve artículo. Verdad es que el personalismo hiere el legítimo amor propio de los que se dedican á un mismo arte. Pero, admitida como sincera nuestra manifestacion anterior, nadie podrá extrañar que nos fijemos en varios poetas notables, sin que dejemos de conocer por esto igual mérito en los demás.

La tierra, la naturaleza, el gran elemento «cósmico»; pero la tierra americana, con su divino cielo, con su dorada mies, con sus argentados rios, hé aquí lo que mejor describe Altamirano, el gran orador politico, el hombre de fuego de la América Septenrional. Sus dos composiciones Flor del alba y La salida del sol rivalizan en verdad y en riqueza de detalles, en exuberancia de imaginacion y en galas de fantasía. Dice así en su brillante poesía descriptiva, titulada «Los Naranjos», y dirigiéndose á su amada:

«En los verdes tamarindos

Enmudecen las palomas,

En los nardos no hay aromas
Para los ambientes ya.
Tú languideces; tus ojos
Ha cerrado la fatiga,

Y tu seno, dulce amiga,

Extremeciéndose está».

El mar es, seguramente, el mas grande de todos los argumentos que pueden arrebatar al poeta sus concepciones y es tambien el asunto mas difícil que puede tratarse. Las pasiones humanas, como el mar, se agitan en revueltas y espantosas tempestades. No hay ningun poeta mexicano que cante el mar con la gran maestría del doctor Hijar y Haro. El distinguido historiador se halla siempre triste. Acaso ve en la vida de ultratumba la gran regeneracion de nuestro espíritu. Así exclama ante la inmensidad del Océano:

« Hiende el rayo la atmósfera sombría Y en piélago sin fin se va á perder....

Envuelto estoy del orbe en la agonía

Y voy con cuanto existe á perecer».

Con verdadero entusiasmo hemos recibido la obra intitulada Ensayos literarios de Manuel E. Rincon, conjunto bellísimo de inspiradas producciones líricas y dramáticas; es este libro, como todos los de su autor, verdadera joya literaria.

Forma elegante, estilo desenvuelto, poesías algunas de gracia. incomparable á lo Quevedo; impregnadas otras de ternura á lo Monroy; de tal suerte pueden calificarse las concepciones de Manuel E. Rincon, entre las cuales aparecen sonetos de tanto mérito como el siguiente:

« EN EL BAÑO

Del escondido bosque en la espesura
Que cubre á trechos el azul dei cielo,
Do canta el ave con amante anhelo
Y el aura tibia de placer murmura;
Blanca, gentil, radiante de hermosura
Cubierta apenas con ligero velo,
El pié desnudo, destrenzado el pelo,
A Ledia ví junto á la fuente pura.
Yo ví copiados en la linfa clara
Aquellos sus contornos soberanos,
Que de Milo la Vénus envidiara:
Yo ví d'e tu belleza los arcanos,
Y un suspiro lancé; volvió la cara

Y al blanco seno se llevó las manos».

Para dar término á este rapidísimo estudio, deberíamos citar las composiciones de nuestros principales poetas, entre los que descuellan con sin par bril'o Prieto, Cuenca, Sierra, Alfaro y Peza y por lo menos, trascribir los trozos mas escogidos de tan eminentes escritores, pues que son los que forman las páginas de oro de nuestra naciente literatura nacional. Pero, si esto hiciéra

mos, los límites de este artículo pasarían en mucho las páginas de que podemos disponer en la NUEVA REVISTA DE BUENOS AIRES.

Manuel Flores es la primera figura en el desenvolvimiento de la poesía erótica. No es posible ascender á la sublimidad del amor, como lo hace este vate insigne.

Dice así en su poesía El beso.

<< Bésame con el beso de tu boca

Cariñosa mitad del alma mia ;

Un solo beso el corazon invoca,

Que la dicha de dos.... me mataría ».

Antes de terminar nuestro humilde trabajo debemos dirigir un adios á la tumba y un aplauso á un muerto

Manuel Acuña, oculto para siempre á las glorias de su país y á la regeneracion de su literatura.

Jóven, muy jóven aún, renunció á la vida, arrancándosela por si propio, cuando ya la había analizado en el anfiteatro anatómico, porque era médico.

Un dia invistióse con la toga profesional, tomó el escalpelo, se inclinó sobre la plancha y produjo su inmortal poesía: ¡Ante un cadáver!

« ¡Pero en esa mansion á cuya puerta

Se extingue nuestro aliento, hay otro aliento
Que de nuevo á la vida nos despierta! »

¡Oh, sublime declaracion para el alma herida por el acero del

infortunio!

A. HIDALGO DE MOBELLAN.

LA ESCLAVITUD DE LOS INDIOS

En el Rio de la Plata (

Había sospechado el Almirante don Cristóbal Colon que al través del Nuevo Continente existía un paso estrecho para ir de un mar á otro. Llevado el rey Católico de esta idea y deseando que sus naves llegasen por el camino mas corto á las islas Molucas ó de la Especia, envió en 1512 á Vicente Yaañez Pinzon y al Piloto don Juan Diaz de Solis, que navegasen la vuelta del sur del nuevo continente para ver si se encontraba el estrecho que se buscaba; y entónces fué cuando por primera vez se descubrió por los 35 y 36 grados de latitud la boca de un gran rio que los indígenas llamaban Paraná guazú, que significa Paraná grande (2). Aunque Herrera refiere ese viaje al año de 1513, cree, sin embargo, que no se hizo sino en 1515; pero como su opinion es contraria á la de otros historiadores comtemporáneos, y no la funda en razones ni documentos, yo no la seguiré.

Entre los papeles del finado escritor don José Antonio Saco, se han encontrado meditas las páginas que siguen, y que publica la Rivista de Cuba en uno de sus últimos números. Como tienen interés especial para la República Argentina, la Nueva Revista cre hacer un servizio á la historia patria dán falas á conocer.

2

N. de la D.

Francisco Lopez de Gomara, Historia general de las Indias, cap. 89.--Oviedo, H.toria General de las Indias, libro 21, cap. 20, y lib. 23, cap. 19.--Herr., Dec. 1, lib. 9, capítulo 13.

Si respecto al año de ese viaje caben dudas, no hay ninguna acerca del que despues emprendió el mismo Solis. En virtud de las noticias que dió el rey de su descubrimiento, mandó este que aquel experto mareante continuase la obra comenzada. Partió Solis de Lope con dos naves el 8 de octubre de 1515, y despues de haber recorrido la costa oriental del continente, llegó por fin al mencionado rio, que en español se llamó Solis, como su descubridor, y mas adelante Rio de la Plata, cuyo nombre le vino de que Diego García recibió allí, en 1527, cierta cantidad de ese metal que le dieran los indígenas, procedente de lo que los indios Guaranís llevaban en planchas y otras piezas grandes de las provincias del Perú. Como esa fué la primera plata que del nuevo mundo se introdujo en España, llamóse por eso Rio de la Plata al descubierto por So'is (1). Este tuvo en sus márgenes una triste refriega que le costó la vida, lo mismo que á los españoles que con él desembarcaron. No pudiendo ya las dos naves continuar su viaje, volvieron al cabo de San Agustin, donde ántes habían tocado, y cargindo allí de palo del Brasil, tornaron á Castilla (2).

Herrera en el pasaje citado, Lopez Gomara en su Historia Gneral de las Indias, cap. 89, el Jesuita Lɔzanɔ en su Historia manuscrita del Paraguay, lib. 2, cap. 1, y Antonio Leon Pinelo en una representacion que hizo en 1623 al Consejo de Indias, dicen que Solis y los españoles que con él desembarcaron en el Rio de la Plata, no solo fueron asesinados, sino asados y comidos. por los indios; pero Oviedo no menciona esta última atrocidad, aunque asegura que Solis y sus compañeros murieron, y que barca en que saltaron en tierra, fué cogida, quebrada y quemada por los indios (3). Esta desgracia fué ocasionada por los indios

1 Herr., Dec. 4, lib. 1, cap. 1.

la

2 Oviedo, Historia General de las Indras, lib 23, cap. 1 Heir., Dec. 2, libro 1, 2pitulo 7.

Oviedo, en el pasaje citado.

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