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presa." Aseguro a V. M., escribia al rei, que mi espíritu no sosiega un punto hasta ver en quietud este reino, que tanto importa su conservacion, i hasta conseguir el poner el orgullo de estos bárbaros a los piés de V. M. i obediencia de la iglesia, que con mil hombres que V. M. envie de España por el puerto de Buenos Aires, como otra vez se ha hecho, i los que hoi tiene este ejército para hacer las antiguas poblaciones, se conseguirá. I advierto a V. M. que no ha de costar tanto su conduccion desde España aquí por Buenos Aires como si viniesen del Perú donde tiene de costo cada soldado con sus armas sobre trescientos pesos, i son de tan mala calidad que no valen nada para la guerra, por ser mestizos i criados en las delicias del Perú, flojos i de ningun provecho para el trabajo. I si acaso por el presente se halla V. M. sin medio para enviar esta jente por la guerra del Portugal, sírvase V. M. de socorrer este ejército con cien españoles que sean sarjentos, alféreces i capitanes reformados para que aquí se puedan crear cabos, que está este ejército tan falto de hombres de importancia para los puestos, que los ocupan hombres de pocas obligaciones, i no se pueden escojer hoi cuatro para los puestos mayores, cosa digna de reparo en la atencion de V. M." I en otra carta anterior en que pedia ese mismo refuerzo de tropas, Peredo indicaba ademas la necesidad de "que vengan con armas de fuego todos arcabuces vizcainos i algunos mosquetes, porque los que se hacen en el Perú cuesta cada una cuarenta i dos pesos i no son de ningun provecho." Para llevar a término esta proyectada pacificacion, Peredo aconsejaba ademas que se hiciera efectiva la incorporacion de la provincia de Valdivia al gobierno de Chile para dar uniformidad a la accion militar i administrativa.

Terminados los trabajos que lo ocuparon todo ese verano en la fundacion de aquellos fuertes, el gobernador Peredo se trasladó a Santiago a entradas del invierno de 1663 para atender a los asuntos administrativos. Desde aquí dispuso la repoblacion de la ciudad de Chillan, cuyos vecinos vivian desde ocho años atras en las estancias españolas de la ribera norte del Maule. Un destacamento de doscientos soldados del ejército de Concepcion, bajo el mando de los capitanes don Pedro Saldías i don José Basilio de Rojas i Fuentes, fué encargado de escoltar aquella jente i de dirijir la repoblacion de la ciudad. Todo esto se hizo en el mes de setiembre de 1663 sin resistencias ni dificultades. Poco mas tarde, cuando Peredo regresaba de Santiago, se detuvo algunos dias en Chillan para acelerar los trabajos, i dispensó a sus vecinos los socorros de que le era posible disponer, haciéndoles pequeños préstamos de dinero de la caja militar, para que restableciesen sus es

tancias. La paz i la seguridad parecian definitivamente asentadas en toda la estension de los territorios comprendidos entre los rios Biobio i Maule de donde habian sido arrojados los españoles por el alzamiento jeneral de 1655

La real audiencia, que habia sido tan severa para juzgar a Porter Casanate, se mostraba satisfecha de este estado de cosas, e informaba al rei en términos mui favorables acerca de la administracion de Peredo. El enemigo, con el ajuste de paces, le decia, va entregando todos los cautivos españoles i yanaconas que tenia en sus tierras, i todos los que se habian alzado de los domésticos que se entregan a sus dueños para el cultivo de las tierras. Así por esto, como por lo principal de las poblaciones, se ve el reino al presente mas pacífico i quieto que antes, i esperamos se ha de continuar por el celo i cuidado con que en esta parte obra el gobernador don Ánjel de Peredo" (8). Esos informes parecian destinados a obtener que se conservase a éste en el gobierno de Chile.

Este resultado no era la obra esclusiva del gobernador Peredo, como éste parecia creerlo i como él mismo lo comunicaba al rei. Habia comenzado a prepararlo su antecesor Porter Casanate; i aunque combatido por todo órden de contrariedades, aun por las que no podian entrar en ninguna prevision, habia adelantado considerablemente la pacificacion del pais. Peredo, como hemos visto, consiguió llevar a cabo las nuevas poblaciones sin empeñar un solo combate i sin disparar un tiro; pero de todas maneras habia desplegado en el gobierno tanta actividad como prudencia i conquistádose el afecto de sus gobernados. Sus contemporáneos elojiaban la suavidad de su carácter i su desprendimiento, pero admiraban, sobre todo, su reconocida piedad, acerca de la cual contaban "que diariamente tenia siete horas de oracion mental i vocal, sin que descuidase las obligaciones de su cargo" (9). Estos hábitos de devocion habrian bastado para que Peredo

(8) Carta de la real audiencia de Santiago al rei, de 20 de marzo de 1663. Se halla publicada por Gay en el II tomo de Documentos, pájs. 454–55. (9) Córdoba de Figueroa, lib. VI, cap. 3.

Aunque los documentos contemporáneos i los cronistas elojian la honradez de Peredo, su sucesor lo acusaba mas tarde de haber negociado con la venta de empleos i de encomiendas, acusaciones que nos parecen mui exajeradas. Por lo demas, estos mismos cargos se formulaban contra todos los gobernadores, aun contra los que gozaron de mayor reputacion. Un antiguo cronista que hace la apolojía constante de Peredo, exalta su probidad sobre la de sus antecesores i echa sobre éstos las mas feas manchas. Dice así: ¿De qué le importó a don Francisco Laso de

gozase en la colonia del respeto i de la estimacion de sus gobernados, i para que tomando pié en el nombre de bautismo de ese funcionario,

lo hayan designado algunos cronistas con el apodo de "ánjel."

4. El jeneral don Francisco Meneses

nombrado gober

4. Pero el gobierno de Peredo no podia ser de larga duracion. Desde meses atras se sabia en Chile nador de Chile: su que habiendo renunciado el cargo de gobernador el viaje i su entrada al gobierno. maestre de campo don Jerónimo de Benavente i Quiñones, el rei lo habia confiado a fines de 1661 a otro militar de igual graduacion llamado don Juan de Balboa Mogrovejo, hombre anciano i achacoso pero esperimentado en la guerra (10). Como éste tardara en salir de España, i como el rei estuviera resuelto a separar del mando al gobernador interino Porter Casanate, a quien se acusaba de dirijir mal las operaciones de la guerra, determinó confiarlo provisoriamente a otra persona. Nada pinta mejor el desconcierto i la inhabilidad con que era dirijida la administracion pública de España en aquella época de decadencia. Cuando se queria poner al frente del gobierno de Chile a un hombre que reparase los desastres de la guerra, Felipe IV, por cédula de 9 de abril de 1662, lo encomendaba a don frai Dionisio Cimbron, el anciano obispo de Concepcion, con en

la Vega lo glorioso de sus victorias, si acabó la vida con el gobierno i la hacienda adquirida se volvió humo? Al marques de Baides le vimos perecer ahogado a la vista de Cádiz i con él toda su hacienda. Don Martin de Mujica, gobernador, se cayó muerto, i su hacienda adquirida en la guerra, como si fuera de duendes se convirtió en carbon. Don Alonso de Figueroa que le sucedió en interin, que afirman que junto cien mil pesos en un año, apénas se le halló una sábana que le sirviera de mortaja. ¿En qué paró don Antonio de Acuña i Cabrera sino en perder el crédito i la hacienda, i a mejor librar la vida que escapó milagrosamente? Por Pedro Porter Casanate, que murió gobernando con mucha hacienda, un criado suyo se quedó con ella, sin que haya habido quien le pida cuenta. Pregunto yo ahora: ¿alguno de los gobernadores dejó fundada capellanía por su alma, instituyó algún vínculo o mayorazgo? No, por cierto; pues ¿para qué nos cansamos? Alabemos, pues, solo el ejemplar de don Ánjel de Peredo, que no consintió en su gobierno malocas, ni que a los indios se les hiciese el mas leve agravio, ni en su casa permitió jamas servirse de indio de Chile." Frai Juan de Jesus María, Memorias del reino de Chile, en el tomo XI de la Coleccion de historiadores, páj. 53.

Estas palabras, tan desdorosas para los gobernadores nombrados, dejan ver la creencia jeneral que la codicia de algunos funcionarios habian hecho concebir de que todos se enriquecian en el mando, si bien las fortunas acumuladas desaparecian rápidamente.

(10) En carta de 15 de setiembre de 1662, Peredo dice al rei que en Chile se queda esperando el arribo de don Juan de Balboa, pero que la mucha edad i achaques de éste lo hacen inadecuado para la guerra.

cargo de formar una junta de guerra para la direccion de los negocios militares (11). El soberano esperaba, sin duda, que las medidas de induljencia respecto de los indios que por entonces mandaba adoptar, i sobre todo el poder espiritual del obispo, los induciria a deponer las armas. Pero la muerte de este prelado, ocurrida el año anterior, dejó sin efecto ese nombramiento, i permitió que Peredo siguiera gobernando el reino

Otro incidente inesperado estuvo a punto de prolongar por algun tiempo mas aquella situacion. El maestre de campo Balboa Mogrovejo falleció a fines de 1662 cuando se ponia en viaje para Chile. A poco de saberse esta noticia en la corte, el rei, empeñado en enviar cuanto ántes un gobernador propietario, espedia por cédula de 4 de febrero de 1663 un nuevo nombramiento a favor de un caballero de los mas estraños ancedentes, i cuya eleccion no podia dejar de ser la obra del favor i del desconcierto que dominaban entónces en casi todas las decisiones de la corte.

Era éste don Francisco Meneses (12). Orijinario del reino de Portugal, i vástago de una noble familia, servia desde mas de veinticinco años atras en el ejército español. Mas que a la milicia misma, era inclinado a los perros i caballos, i habia adquirido gran reputacion por su destreza de jinete i por su maestría en las lidias de toros. Como militar de caballería habia servido en Milan, en Flandes, en Portugal i en Cataluña, hallándose en numerosas batallas; pero en cada espedicion i en cada campamento habia cometido actos de desobediencia a sus superiores, o habia' tenido querellas, riñas i duelos con muchos de sus camaradas. Ajado por algunos de éstos, sometido en otras ocasiones a proceso por el delito de insubordinacion, se habia sustraido al castigo, i al fin habia hallado protectores que lo amparasen contra la accion de la justicia militar. Este jenio inquieto i turbu lento, su inclinacion a las discordias i pendencias, i la irregularidad de su conducta, le granjearon desde jóven el sobrenombre de Barrabas, con que se le designaba comunmente (13). A pesar de estos anteceden

(11) Los documentos relativos al nombramiento del obispo Cimbron para ocupar el cargo de gobernador de Chile han sido publicados por don Miguel L. Amunátegui, en la Cuestion de límites, tomo III, pájs. 33--38.

(12) Ordinariamente se le llama don Francisco de Meneses. En los numerosos. documentos salidos de su mano que he tenido a la vista, su firma aparece sin de.

(13) El padre Pedro Lozano, Historia de la conquista del Paraguai, lib. III,. cap. 16, refiere mui sumariamente los desacatos que a su paso por Buenos Aires co

tes, Meneses tuvo valimiento en la corte para que en febrero de 1663 se le confiara el gobierno de Chile i para que a la vez se le diera el grado de jeneral de artillería, a fin de que pudiese presentarse en este pais con un título prestijioso. Parece que el mas eficaz de sus protectores era don Juan de Austria, el hijo natural de Felipe IV i el jeneral mas acreditado de España, bajo cuyas órdenes habia militado Meneses. Pero esto mismo demuestra junto con el desgobierno de la metrópoli, el poco caso que se hacia de algunas de las colonias de América, hasta llegar a ponerlas bajo la direccion de un hombre cuyo desequilibrio de facultades lo hacia absolutamente inhábil para rejirlas con mediano discernimiento.

El rei habia mostrado el mas vivo interes en que Meneses partiera prontamente a hacerse cargo del gobierno de Chile. Las alarmantes noticias que de este pais llegaban a la corte desde algunos años atras,

metió don Francisco Meneses, i dice de éste que "despues fué famoso en el Perú con el nombre de Barrabas." El dean don Gregorio Fúnes ha reproducido casi testualmente la relacion de esos acontecimientos en su Ensayo de la historia civil del Paraguai, Buenos Aires i Tucuman, lib. III, cap. 7, repitiendo tambien que Meneses fué "mui conocido en el Perú por el nombre de Barrabas. Sin embargo, en la coleccion de Cartas de algunos padres de la Compañía de Jesus (1634—1648), que hemos citado en otras ocasiones, se habla algunas veces de Meneses, para referir que en 1641 habia llegado a Madrid huyendo de Portugal con "otros locos, lunares de sí mismos," o para contar que habia tomado parte en una corrida de toros, i se le nombra Barrabas. Don Pascual de Gayangos que ha completado esta edicion con un índice alfabético colocado al fin del 7.° tomo, pone allí: "Barrabas, véase Meneses."

En la segunda parte de las memorias de Matías Novoa, publicada, como hemos dicho, con el título de Historia de Felipe IV, leemos que Meneses servia como teniente en el Piamonte en junio de 1638, i que tomó parte en un movimiento fustrado contra la plaza de Vercelli. "Sintió el marques (de Leganes, jeneral español) el suceso, añade, i cargóse la culpa a algunos alemanes (que siempre por esta puerta entra ya la mengua, la disculpa del desmayo en los ejércitos), i a las compañías de caballos, que habiendo embestido sus capitanes, parte siguieron i parte se quedaron, no moviéndose los alféreces que llevaban los estandartes. Hizo averiguar el marques la falta, i enterado, mandó degollar al alférez de don Francisco de Meneses, i al de frai Vicencio Lamarra, i privóse al teniente don Francisco de todos los honores militares; i con éstos i otros castigos estableció el aliento i el valor en el ejército para lo venidero. Coleccion de documentos inditos para la historia de España, tomo LXXVII, páj. 432.

En cambio, en julio de 1657 se distinguió Meneses en la defensa de la plaza de Valenciennes, en Flandes, sitiada por Turena; i don Juan de Austria, que socorrió esa plaza dispersando al enemigo, elojiaba mucho la conducta del futuro gobernador de Chile.

TOMO V

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