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CAPITULO XII.

ACCIONES DE CEBERIO Y SANTA CRUZ DE VIRCARQUIZ.-SORPRESA DE URIGoiti.—EncuenTRO DE ELORRIO.—FORTIFICACION DE BERMEo.—Sorpresa de BAQUIO.-ACCION Del Puerto de ARTAZA.- DEstruccion de LA FÁBRICA DE pólvora de EREÑO.-SORPRESA DE IPARTER.-APREHENSION Y FUSILAMIENTO DEL CURA GARAY.—Socorro de BERMEO.-ACCION EN LAS ALTURAS DE ARRIETA.-FORTIFICACION DE PLENCIA.-COMBATE EN LAS ALTURAS INMEDIATAS.—PERSECUCION DE SOPELANA, Ibarrola, CASTOR, ETC.-ACCION DE OROZCO.-ID. DE LA PEÑA VIEJA DE ORDUÑA. -ID. DE LA PEÑA DE GORBEA.-APREHENSION Y FUSILAMIENTO DEL CURA DE DURANGO.

A falta de dotes literarias para escribir un libro de seductor estilo, tengo, como pueden juzgar mis lectores un bonito asunto en esta obra para hacer una historia variada. Me he propuesto presentar tales como son los hechos que han dado á ESPARTERO una justa celebridad, y los favores que han elevado á NARVAEZ á una alta posicion, y al desarrollar este paralelo en que sin que me quepa el menor remordimiento de conciencia, pues en nada falto á la verdad histórica, consigo aniquilar la usurpada reputa cion militar del DUQUE DE VALENCIA justificando la del de la VICTORIA, resulta un cierto romántico desórden que me permite, aunque atropellando alguna vez las unidades de accion, lugar y tiempo ofrecer á la parte escénica la amenidad de los contrastes. Asi logramos despertar el interés alternando ó haciendo alternar lo grave con lo ridículo, lo agradable con lo desagradable, la verdad con la farsa. Porque no se me podrá negar que hasta en las obras mas hábilmente escritas, el interés decae cuando

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la monotonia de los hechos ó del estilo, producen el cansancio que es consiguiente en los lectores. Aqui, v. gr., tenemos siempre un capítulo consagrado á narrar hechos brillantes, seguido de otro dedicado á poner en relieve la parte chocarrera de nuestra historia contemporánea; y aunque por razones á que yo no puedo hacerme superior, mi obra carezca de aquel jugo que tanto hace saborear las de los grandes publicistas, creo que no llegará muchas veces el caso de que mis lectores se sientan abrumados por el peso de un tono amazacotado; pues à continuacion de un capítulo donde solo campea el elogio, llega otro rebosando la crítica por los poros, ó vice-versa, evitándose asi el fastidio que el uno ú el otro hubieran podido producir.

En el capítulo anterior, por ejemplo, he dicho de qué manera don RAMON MARIA NARVAEZ en su incalificable avidez de grados y empleos se condujo para saltar sin merecimientos los primeros escalones de la gerarquia militar. Esto naturalmente es desagradable, porque la corrupcion de las costumbres no ha cundido aún lo bastante para que podamos mirar con agrado las injusticias. No se crea tampoco que yo esperimento un placer en mortificar al prójimo, y si empleo alguna vez la aspereza de la sátira, es porque no puedo pasar por otro punto. Por honor de la patria á que pertenezco, quisiera que todo en ella fuese digno de elogio, y tendria una satisfaccion en hallar en la vida de NARVAEZ hazañas heróicas capaces de hacernos olvidar las calamidades de su época posterior. Si examinando los hechos militares del que tantos males ha causado no tengo la fortuna de encontrar un héroe, un digno sucesor de los Cides y de los Gonzalos ¿tengo yo la culpa? No por cierto, y harto doloroso es para mí, considerar no solamente los males que en estos últimos años hemos llorado, sino la poca importancia del que nos ha hecho llorar tantos males; porque, aunque el valor personal de un tirano no es razon para que los pueblos humillen servilmente la cerviz, parece que el yugo de la tiranía es menos pesado cuando lleva para su disculpa el prestigio de la gloria. El despotismo de un César ó un Napoleon, era una carga pesada para el pueblo, el de NARVAEZ era una carga afrentosa.

Voy, pues, á dejar por un rato descansado á este hombre tristemente memorable, pues ya es hora de decir de qué modo ESPARTERO Supo dar realce à la faja que tan justa y dignamente habia adquirido. No necesito repetir mis protestas de imparcia

lidad, pues en todo lo que puede favorecer al gefe de los progresistas cómo en lo que puede herir al sultan de los moderados, mis lectores me verán argüir constantemente con la irresistible lógica de los hechos. No digo mas y entro en materia.

Continuaba ESPARTERO de comandante general de Vizcaya, y continuaba persiguiendo á la faccion con el ardor infatigable que habia manifestado desde el principio de la guerra; porque llevándole al combate la voluntad tanto como el deber, puede decirse que no tenia momento de descanso. Poco tiempo despues de alcanzar la faja de mariscal de campo, consiguió para mas honrarla, dos triunfos en los puntos de Ceberio y Santa Cruz de Vircarquiz, mostrando siempre su serenidad característica y el acierto de un gefe entendido. Estos triunfos en cuyos detalles no entro por evitar proligidad fueron muy importantes para las armas de Isabel; pero lo mas notable entonces, fué la sorpresa de Urigoiti sobre la cual me temo la licencia de detenerme un instante. Sabiendo ESPARTERO que la titulada junta de Castilla, el rebelde Ibarrola con su batallon y algunos otros, que venian á componer la fuerza de 700 hombres, pensaban pernoctar en Urigoiti, no quiso desperdiciar la ocasion de darles un golpe de mano para lo cual emprendió á las doce de la noche su movimiento á la cabeza de 500 hombres, dejando apostado el resto de sus fuerzas, mandado por el brigadier Benedicto en las inmediaciones de Llodio y alturas de Orozco. Al amanecer se encontraba ya sobre Urigoiti, circunvalándolo por las compañías de granaderos y cazadores, al mando del capitan don Felix Sarasa, las cuales, hasta que los enemigos no abandonasen la poblacion, debian permanecer ocultas. Puesto ESPARTERO entonces á la cabeza de sus soldados y seguido de sus ayudantes, cargó á la faccion que se hallaba esparcida por las calles y casas del pueblo, la cual huyó en el mayor desórden, abandonando armas, caballos y equipajes, y encontrándose en la fuga con el fuego de las compañías que permanecian ocultas en las afueras. El resultado de esta feliz sorpresa, fué dejar la faccion mas de 100 cadáveres tendidos en el pueblo y sus inmediaciones, habiéndose hallado entre los muertos el presidente de la titulada junta de Castilla don Francisco José de Eceiza, canónigo que fué de Burgos, otro cura, un titulado coronel, dos tenientes coroneles, dos capitanes, varios oficiales, un abogado y otros sugetos de categoría, dejando ademas once prisioneros, entre ellos el ex-teniente coronel retirado y co

ronel faccioso don Manuel Almarza, mas de trescientos fusiles, municiones, cananas, veinte y cinco caballos, dos mulas de montar, seis cajas de guerra, todos los equipajes y sus papeles. Adviértase que si antes he llamado feliz á esta sorpresa, es relativamente á los soldados de la reina, pues lo que es para los facciosos no tuvo nada de feliz. Una de las cosas que me han chocado mas al ver el resúmen de esta victoria, es la muerte del abogado de que se hace mencion. ¿Qué tendria que hacer allí este desventurado? Si hubiera estado haciendo pedimentos ó consultas no le hubiera probado tan mal, lo que puede servir de útil aviso á los legistas, para que no se metan en honduras como el difunto de Urigoiti.

He dicho el fruto que produjo en el momento la espresada sorpresa, pero debo añadir que no fué menor el que dió en lo sucesivo, pues obligada la faccion por el terror y desaliento á dividirse en pequeñas partidas, sufrió varios otros descalabros, siendo uno de ellos la derrota de Castor por el comandante de armas de Portugalete. Pocos dias despues ESPARTERO batió completamente en las alturas de Santa Cruz de Vircazquiz á cuatro bataHones mandados por Zabala, los cuales se dirijieron sobre Morgal en completa dispersion.

No tardó mucho Zabala en reponerse, pues se vió luego reunido con las facciones de Luqui, Torre y Basilio, componiendo entre todos una fuerza de 4500 hombres. ESPARTERO continuó sobre ellos con los batallones del Príncipe, Almansa, Gerona, doscientos cazadores de Isabel II, y treinta caballos; logró alcanzarlos en las llanuras de Ezmua y los atacó vigorosamente. El fuego duró dos horas y media, hasta el momento en que desalojados los enemigos de sus posiciones, se pusieron en precipitada fuga, dejando mas de 80 muertos y muchos heridos. Volvieron á dividirse los cabecillas, y ESPARTERO, que no podia marchar en todas direcciones, se dedicó á perseguir á Zabala, á quien volvió á dar alcance, cogiendo en esta ocasion mas de 40,000 balas de fusil, varias armas, é inutilizando la fábrica de pólvora que los enemigos tenian en Ereño.

Tan activa era la persecucion que sufrian las facciones de Vizcaya que en dos dias no se detuvieron á descansar, porque siempre la columna de ESPARTERO les iba picando la retaguardia, por lo que se decidieron á irse á Guipúzcoa, lo que consiguieron pasando por Berriatua, dejando en el camino algunos

hombres ahogados por el calor y entre ellos un capitan.

Libre ya casi Vizcaya de facciosos gracias á la activa, enérgica y acertada persecucion que les hacia ESPARTERO, procedió éste á subdividir sus fuerzas en las guarniciones de Eibar, Lequeitio, Marquina y otras para continuar el desarme del pais. Noticioso el 1. de julio de que la brigada rebelde acaudillada por Arana se hallaba en Berriz, se dirijió á dicho punto desde el cual pasó á Elorrio, adonde habia avanzado el enemigo. Allí alcanzó á los facciosos, desalojándoles de las alturas de que se habian posesionado, les puso en completa dispersion, y les persiguió hasta muy entrada la noche cogiéndoles 2000 cartuchos, varias armas y otros efectos.

Por este tiempo fué el general Rodil encargado del mando en gefe del ejército del Norte, lo que pareció indicar de parte del gobierno de Madrid el designio y firme propósito de prolongar la guerra civil que tantos estragos causaba. ¿Qué razones podia haber para perpetuar tan grave mal en España? No es difícil esplicarlo. Encomendada la corona de Isabel II å la defensa del partido liberal, habia sido necesario transigir de algun modo con las exijencias de este partido dándole alguna garantía de libertad, ya que no satisfaciendo plenamente sus deseos. Para esto el poeta granadino, el señor Martinez de la Rosa, que bien pudiera llamarse por sus hechos Martinez de la Espina, forjó y dió á luz su raquítico y malaventurado Estatuto Real, especie de carta ó cartapacio, con lo cual no podian conformarse los que combatiendo el despotismo con las armas en la mano, deseaban asegurar la libertad y no esponerse á los engaños y supercherias de los dignos sucesores de Cea Bermudez. Porque el pueblo decia con razon los enemigos á quienes el poder combate son los que mataron la Constitucion de 1812 en 1823. Los que apoyan al gobierno son los que en el aciago año de 1823 tuvieron que emigrar por adictos á la Constitucion de 1812. Puesto que han vuelto al poder los mismos hombres ¿por qué no han de volver las mismas cosas de entonces? ¿No se ha reconocido ya que la razon estaba de parte de los constitucionales? ¿Pues por qué no ha de proclamarse aquella Constitucion de tan gratos recuerdos ? Pero era el caso que Martinez de la Rosa que habia estado en presidio por afecto á la Constitucion, se habia hecho enemigo mortal de ella para no volver á presidio, pensando no sin fundamento, que si los liberales tienen la insensatez de perdonar siempre, los ab

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