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aquel tiempo, fué la accion de Orozco, donde á la cabeza de cuatro batallones atacó á la faccion compuesta de cinco batallones vizcainos y uno guipuzcoano, cargándoles à la bayoneta á la voz de viva Isabel II. «Allí, dice un historiador contemporáneo, logró arrollar á los enemigos y ponerlos en precipitada fuga, dejando el campo lleno de cadáveres, terminando la noche tan desigual lucha, en la que solo pudieron darle la victoria su serenidad y decision y la ciega confianza que en él tenian sus soldados. »

Pocos dias despues de esta accion y despues de haber condu. cido á Bilbao los heridos de Iriarte, consiguió otra victoria en la vieja Peña de Orduña, donde si por las ventajosas posiciones del enemigo y la proximidad de la noche no alcanzó todo el resultado que apetecia, dió pruebas de ese valor que tiene tantos puntos de contacto con la temeridad y que es lo único en que el hijo de Loja no ha creido conveniente imitar al de Granátula; porque repito lo que dije en el prospecto; NARVAEZ envidioso de la posicion que llegó á ocupar ESPARTERO, creyó de buena fé que bastaba imitarle ó sobrepujarle en los títulos, honores y condecoraciones, para imitarle ó sobrepujarle en los merecimientos, y movido por esta idea, viendo que ESPARTERO era capitan general, NARVAEZ se hizo capitan general; viendo que ESPARTERO era duque, NARVAEZ se hizo duque; viendo que ESPARTERO habia sido rejente del reino, NARVAEZ quiso ser mas que rejente del reino, pero se guardó muy bien toda su vida de esponerse á perder el pellejo en los combates, aunque sabia que ESPARTERO se habia espuesto muchas veces y esto consiste en que no es el valor guerrero la prenda que encuentra mas imitadores. Y á propósito del ducado de Valencia, recordaré aquí tambien lo que sobre este particular deciamos el Jesuita y el Tio Camorra en los Políticos en Camisa.

«¡ Cosa singular! en estos tiempos de demagojia en que los títulos aristocráticos se confieren por muy poca cosa por lo mismo que valen tan poco; en estos tiempos democráticos en que cada dia se crea un nuevo aristocrata, no sabemos si para destruir la democrácia ó la aristocrácia, pues es muy posible que se consiga acabar con esta queriendo acabar con aquella; en estos tiempos en que una jugada de bolsa puede valer un título, y otro título una escaramuza, y otro título el..... ninguno se ha conferido, ni de baron siquiera, por la batalla de Ardoz. A Prim, que se encerró en Reus con los suyos, sin poder sostenerse en aquella villa sobre la cual no hizo mas que provocar las calamidades

consecuentes arun bombardeo, viéndose obligado á abandonarla hostilizado por Zurbano, á cuya generosidad debió su salvacion y la de su gente; sin mas que esto, que mas bien le hacia acree dor á una reconvencion que à un premio de parte de los mismos coligados, se le confirió el titulo de conde de Reus. Los servicios de Carrasco, moderado neófito, le grangearon el título de conde de Santa Olalla. A Roncali le hicieron conde de Alcoy, ciudad famosa por el papel de fumar que en ella se fabrica. Conde de Reus, conde de Santa Olalla, conde de Alcoy... y nadie es conde de Ardoz; hé aquí lo que mas llama la atención, hé aquí lo que prue va'que, no fueron muy gloriosos los sucesos á que nos referimos, puesto que si lo hubiesen sido, NARVAEZ que á ellos debió su elevacion y su omnipotencia, les hubiera pedido el titulo que ambi cionaba en lugar de pedirselo á la ciudad de Valencia, donde no hizo mas que entrar pacíficamente despues de haber desembar cado en el Grao. Pidió un título a la ciudad del Cid queiniol mismo Cid obtuvo Bien es verdad que el Cid no contrajo méritos para tanto. Del Cid no se dice que hubiese desembarcado en el Gráo: cóntentóse el muy menguado con ponerse á la cabeza de un puñado de cobardes como él y arrojar á los moros de la ciudad. Vaya una hazaña!»

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Volviendo á nuestra interrumpida historia deciamos que Es? PARTERO habia alcanzado una victoria y poleado como un valiente en la accion de la Peña vieja de Orduña, y diremos ahora que no tardó en conseguir un nuevo triunfo dando iguales pruebas de valor en la Peña de Gorbea. Colocados los facciosos en este punto se creian invencibles, tanto por lo fuerte de sus posiciones como por su superioridad numérica respecto de ESPARTERO; pero éste, que nunca contaba el número de los enemigos, se resolvió atacar á los rebeldes disponiendo lo verificase por Urigoiti una columna compuesta de la segunda compañía de cazadores de Almansa y del primer batallon del Príncipe, mandada por el coronel comandante don José Garcia Jove, marchando él sobre el pueblo y alturas de Saloa, desde donde los facciosos rompieron el fuego á que se les contestó con unos cuantos disparos de piezas de montaña, mientras se desplegaba en batalla la columna de vanguardia compuesta del batallon de Gerona y un piquete de cazadores de Isabel II, todo á las órdenes del valiente coronel Olivares, uno de los gefes mas intrépidos y decididos de la causa de la libertad. El arrojo con que ESPARTERO asi como los demas ge

fes y soldados se condujeron en este dia, es superior á toda ponderacion, pues ganando palmo á palmo el terreno defendido por los rebeldes, llegaron á coronar la Peña de Gorbea desde donde los facciosos emprendieron su fuga. El resultado de esta accion fué sumamente glorioso para nuestras armas, en atencion á que luchando contra fuerzas muy superiores por su número y por las posiciones que ocupaban, se les causaron pérdidas de la mayor consideracion, siendo tambien bastante sensible la que nuestras tropas esperimentaron; pues aunque no fué grande el número de los muertos en aquella célebre jornada, contábase entre ellos al valiente coronel don Julian Olivares, cuya espada, dice un escritor, habia sido el terror de los rebeldes y uno de los mas decididos apoyos de la causa nacional.

Voy á referir, por último, otro hecho con el cual cerró EsPARTERO dignamente su campaña de 1834, preparándose á adquirir en el siguiente nuevos laureles fundados en otras tantas victorias. Entre los cabecillas mas temibles de la faccion se contaba don Pedro María de Obrebuche, cura beneficiado de Durango, que en las cercanías de dicho pueblo se habia dedicado á incendiar los edificios pertenecientes á todos aquellos que habian dado pruebas de adhesion á la causa de la libertad. Este bendito cura fué aprehendido en el monte de Oiz, y fusilado en el pueblo de Marquina á los doce horas de su captura, en espiacion de sus innumerables crímenes.

CAPITULO XIII.

ACCIONES DE ORMAISTEGUI Y VILLARREAL DE ZUMARRAGA.—ID. DE VILLARO. SOCORRO DE GUERNICA.-DEFENSA DE LOS BRAVOS ENCERRADOS EN EL CONVENTO DE LAS MONJAS DE Renteria.-Retirada de Descarga Á VERGARA. SITIO DE BILBAO.-AGCION DEL PUENTE DE CASTREJANA.

Voy á consagrar otro capítulo á los hechos del general ESPARTERO, no solo porque la historia lo exije, sino porque tengo en ello un gusto especial. Esto le viene de perilla y aun de bigote al general NARVAEZ, pues en tanto que hablo de su antagonista le dejo á él descansado. Sin embargo, es necesario conocer un poco al héroe de Ardoz para resolver esta cuestión y saber cual es la parte de mi obra que mas puede ofender su vanidad. El general NARVAEZ tiene demasiado amor propio, y por lo tanto estoy seguro de que bufará cuando sepa, vea ú oiga la crítica que estoy haciendo de su conducta y se cargará con tanto mas motivo cuanto que reconocerá la justicia de mis ataques; pero estoy seguro de que por mu cho que estos ataques le mortifiquen, por mucho trabajo que le cueste sobrellevar la idea de la destruccion de su pedestal de gloria, por mucho que le atormente el pensamiento de que los que esta obra lean mirarán al hombre que acumuló tanto poderio con el profundo desden con que la zorra miraba al busto sin seso; todo esto me lo perdonaria si yo no hubiera tenido la ocurrencia de levantar junto á sus ruinas un monumento, tanto mas envidiable cuanto es mas justo, al general ESPARTERO. Pero reconocer en el héroe de Luchana esas grandes cualidades que tanto

realce dan al talento del general y al corazon del soldado; justificar la idea con el auxilio de los hechos; sancionar con la lógica de la razon el sentimiento popular que vé íntimamente unido el emblema del valor guerrero al que ha llegado á ser el emblema de su fé política. ¡Oh! Este contraste colma la medida de todos los sufrimientos porque es el resúmen de todas las humillaciones.

Y no digo esto precisamente por las antipatías políticas y personales que desde hace mucho tiempo han existido entre los dos personajes de que me voy ocupando; no se necesita apelar á esto para que NARVAEZ se sienta igualmente lastimado por los elogios que tributo á su contrario que por la severa censura que de sus antecedentes voy haciendo, no: aunque NARVAEZ fuese íntimo amigo, hermano, padre ó hijo de ESPARTERO, la impresion de jas alabanzas tributadas à este hombre no le seria menos desagradable, menos incómoda, menos desoladora ; porque la naturaleza, que fatalmente ha concentrado en NARVAEZ todas las pasiones perturbadoras de su apacible y tranquila existencia, le dotó en alto grado de una que es el origen y la fuerza motriz á cuyo impulso obedecen las demas como á una atraccion irresistible: hablo de la pasion de la envidia. Dominado por la mágia de esta pasion, no puede sufrir con paciencia los elogios tributados á otras personas, aun cuando por su profesion, por la distancia de los tiempos ó por otras causas, no tenga con ellas ningun punto de contacto. Asi, quizá miraria con indiferencia los hechos que tuvieron lugar en el sitio y destruccion de Troya; pero maldecirá la hora en que apareció un Homero para inmortalizar las hazañas de Aquiles; le importaria muy poco que los sábios esplicasen las leyes que gobiernan el universo por este ó por el otro sistema, pero agradecerá á Montemayor que haya intentado desho jar la corona que la ciencia moderna ha colocado en las venerables sienes de Newton; y por esta misma razon hasta borraria el recuerdo de la guerra civil de nuestra historia contemporánea, porque persuadido de los hechos gloriosos de ESPARTERÓ no puede, sin embargo, tolerar que estos hechos deban merecer un lugar de preferencia en la historia inflamar la imaginacion del poeta ó escitar la inspiracion del artista. Juzguese, pues, cuanto padecerá no digo yo el espíritu sino hasta la materia de NARVAEZ, cuando á las razones manifestadas une la antipatía politica y personal á ESPARTERO, y cuando para destruir el efecto que la simple narracion de los hechos ha de producir en apoyo de la bien

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