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El año diez y seis fué postergado ; no tuvo mas fortuna el diez y siete, llegando á presumir el desdichado que venia á este mundo condenado á llevar los cordones de cadete.

Por fin salió un decreto

que el ascenso de alferez prometia al cadete discreto

que pruebas diera de su ciencia un dia. Al ver esto NARVAEZ, á porfía

quiso el grado alcancar de subteniente y una gran prueba dió..... de tontería, creyendo en los decretos, inocente, del que jamás cumplió lo que ofrecia. Lo cierto es que NARVAEZ, era un pasmo; por la ciencia tomó tal entusiasmo que para de una vez decirlo todo

restaba, al año y medio, de este modo:
«Si de seis quito tres quedan en nueve;
me parece que en esto no delinco;
quien debe tres y paga nada debe;

de cuatro á seis van ocho, y llevo cinco .»-
Con esto, como veis, ya no era estraño
si á ascender aspiraba;

y tanto se aplicaba

que al fin de otro medio año

supo multiplicar... como restaba ;

y en el año siguiente

siempre marchando en progresion creciente, hizo una operacion que aunque no fuera lo que se llama exacta

á la cátedra entera

dejó por un momento estupefacta
viéndole dividir de esta manera:

< Seis partido por tres, tocan á siete,
6 no salgo yo nunca de cadete.
Cinco entre dos á dos, de gozo brinco;

nueve entre seis á cuatro, esto no falla,
pongo cero al cociente y sobran cinco. »>—
Mas á pesar de todas sus porfías
el que sin ver un campo de batalla
quiso ser general en quince dias

no logró aquel ascenso que indiscreto
confiado esperaba del decreto.

Infeliz se juzgaba sin segundo

mas justo es ya que la razon le espete;

y es que aun siendo tan bravo y tan profundo..... su sino, su mision en este mundo

no era ser general, sino cadete.

Llegó el año de veinte y desde luego las cosas se cambiaron

por la firmeza del invicto Riego.
Los torpes palaciegos se irritaron;
se irritaron los frailes asimismo;
pero el pueblo entregado á la alegría
bendijo en todas partes aquel dia
en que el yugo rompió del despotismo.
Dióse á los servilones inhumanos
música de zambomba y de cencerro,
gritando por do quier los ciudadanos
¡No mas cadenas! ¡mueran los tiranos!
¡Viva la libertad! ¡ Trágala perro!

Dícese que NARVAEZ, cosa estraña, quiso tambien lo que anhelaba España y á la Constitucion mostróse adicto. Confeso pudo ser mas no convicto, pues no comprendo bien por vida mia que quien por libre entonces se tenia, años despues, á la nacion fatales, mostrase tanto apego á los serviles como encono á los pobres liberales.

Esto es lo que yo digo y lo que pienso. Como quiera que fuese, y vuelvo al tema, lo cierto es que en el cambio de sistema, no logró D. Ramon ningun ascenso.

¡ Asi nunca lo hubiera conseguido ! Quizá el mismo viviendo en el olvido saliera ventajoso,

que aunque no hubiera sido

tan ministro, tan duque y poderoso de una oscura provincia en el retrete, yo sé bien que el tal duque de Valencia tuviera mas tranquila la conciencia si no hubiera pasado de cadete.

CAPITULO V.

PROSIGUE NARVAEZ de cadete.-OBTIENE EL grado de alfeREZ.-NO HACE NADA. SE ARREPIENTE LA PRIMERA VEZ Que hizo algo.-Vuelve al

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ESTADO DE CADETE.

Ya han visto mis lectores los progresos que hizo NARVAEZ en su carrera y en sus estudios. El asunto del capítulo anterior me pareció tan poético, que juzgué oportuno tratarlo en verso, asi como tambien escribiré en verso muchas de las hazañas que han dado mas celebridad á Narvaez, como por ejemplo, la jornada de Ardoz, que merece un canto épico-burlesco por ser una caricatura del sitio de Troya, y probablemente recitaré en seguidillas los temores supersticiosos del duque de Valencia, y sus denuncias á las autoridades, cuando se vió retado por don José María Orense, don Jorge Diaz Martinez y otros ciudadanos que tienen mas corazon sin haberlo cacareado tanto.

El presente capítulo ya es menos poético, por lo cual pienso escribirlo en prosa y verso, para que vea don Ramon que hasta en la forma voy á ser un historiador equitativo de su vida y milagros.

Dicen los amigos de NARVAEZ que el cuerpo de Guardias fué uno de los que mas contribuyeron al alzamiento del pueblo de Madrid en 1820, y que NARVAEZ no fué de los que contribuyeron menos á restablecer el Código de 1812. Dejo á la consideracion de mis lectores el peso que pudiera tener en la balanza de la opinion pública un cadete. Decir que NARVAEZ cooperó eficazmente á la revolucion entonces, es cuanto hay que decir, y no me sorprenderé de que el dia menos pensado se nos pruebe que no fué Palafox el defensor de Zaragoza en la guerra de la Inde

pendencia sino NARVAEZ. Todo está en poder ó no convencer al público de que el elixir de la vida se descubrió en los primeros tiempos del mundo, y que ha sido patrimonio del duque de Valen. cia. Si esto se consigue tampoco desconfio de ver una nueva publicacion de Historia Universal en que se diga:

Que cuando juez imparcial,

y harto de ver tantos males,
mandó Dios á los mortales
el diluvio universal,

el hombre de ardiente fé

que hizo el Arca, aunque os asombre,

fué NARVAEZ bajo el nombre

de el patriarca Noé.

Sí, señores, hemos de ver esto y hemos de ver que NARVAEZ derrotó á Dario y conquistó un grande imperio, bajo el nombre de Alejandro Magno; y no se dirá que es el mismo Anibal por los anacronismos en que incurre cuando habla de la batalla de Cannas, ni que derrotó á Pompeyo llevando el nombre de César, porque consta que el célebre emperador romano murió delante de muchos testigos y no ha resucitado despues. Pero se dirán cosas no menos estrañas y prodigiosas de NARVAEZ, desde que este sér privilegiado hizo sobrevivir una parejita de cada especie al chaparron de los cuarenta dias con cuarenta noches, hasta hacer jurar á Fernando VII el Código en 1820.

Por ahora, lo único que sus amigos aseguran, es que NARVAEZ contribuyó al buen éxito que tuvo el pronunciamento de Riego, y aunque esto no pasa de ser uno de esos piropos ridículos que solo pueden lisongear la vanidad de las almas vulgares, haré la concesion, no de que NARVAEZ contribuyó, porque no es creible que un cadete contribuyese á un alzamiento nacional, sino de que se adhirió á la revolucion política de 1820, sobre lo cual tengo que decir dos palabras.

¿Es posible que un NARVAEZ,

un militar tan severo,

que con tanto horror mas tarde..
miró los pronunciamientos,

faltando á la disciplina,

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