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que me han inspirado la presente publicacion, y francamente he vacilado un poco antes de emprenderla, porque la pluma se resiste algo á trazar un conjunto de letras en que se lea el nombre de NARVAEZ despues de haber escrito otras en que se espresa el de ESPARTERO.

Por esta razon y para satisfaccion del caudillo progresista y en obsequio de la justicia y en descargo de mi conciencia, puse en el prospecto y quiero reproducir aquí, los siguientes versos.

Bien vemos que Espartero se sentirá humillado
con don Ramon Narvaez al verse en parangon,
que aunque el diamante sea carbon cristalizado,
una cosa es diamante y otra cosa es carbon.

Mas no esperamos pena pues culpa no nos toca :
la culpa es de Narvaez; la pena ha de sufrir,
ya que ciego de envidia, pasion liviana y loca,
llevando alas de cera quiso hasta el sol subir.

Y en tanto que la envidia, pasion loca y liviana,
del mérito enemiga se muestra pertinaz,
los triunfos cantaremos del héroe de Luchana,
intrépido en la guerra, magnánimo en la paz.

Al paso que imparciales, sin ódio ni malicia,
y á la verdad atentos y de la historia en pos,
á don Ramon Narvaez vamos á hacer justicia,
ó á darle una peluca para que tenga dos.

Y aunque su grey se pique y aunque como él se corra,

un bosquejo ofrecemos, breve, sencillo y fiel,

de aquel que no hace mucho llamaba el Tio Camorra
guerrero sin batallas, soldado de papel.

Yo espero, amados lectores, aunque en la ocasion presente no creo necesaria esta advertencia, que no echareis en saco roto estas cosas y otras muchas que pienso deciros, y lo digo porque nunca he tenido aficion á predicar en desierto, como me ha sucedido con algunos que despues de aplaudir la crítica que el año pasado hice de un insulso comedion ó dramon titulado: Isabel la Católica; despues de convenir conmigo en que el susodicho dramon comedion ó saineton era una obra pobre en el plan, impropia en el lenguaje, prosáica en la versificacion, recargada y aun caricaturesca en las figuras, ridícula en el diálogo, baturrillo

en la historia y madeja devanada por gatos en las ciencias físicomatemáticas, despues de convenir en todo esto, repito, han ido este año á aplaudir esa deplorable muestra de nuestra postracion literaria. Yo creia que despues de leer una crítica tan razonada no habria hombre tan insensato, por no decir imbécil, que fuese este año á dar una nueva y mayor prueba de ignorancia palmoteando una obra tan sin piés ni cabeza, pero me engañé y desgraciadamente he visto que aun hay animales parecidos al hombre y que solo les falta para ser hombres una facultad del alma conocida con el nombre de raciocinio.

Y cuidado que á las razones hacinadas en la mencionada crítica por las cuales era de esperar que Isabel la Católica en las recientes representaciones, fuese recibida con el desden que merecen sus innumerables defectos, habia que agregar este año la de haber sido ejecutado el drama de un modo deplorable, calamitoso, bajo todos conceptos, y mas calamitoso y mas deplorable para el que recuerde la ejecucion que tuvo en la época de su estreno. El señor Valero cuyo mérito en otras ocasiones hemos sido los primeros en reconocer y aplaudir, ha hecho un Gonzalo de Córdoba tan poco heróico y tan grotesco que nada ha dejado que desear á los amantes de la paródia. Los que no conozcan á este apreciable actor y no supiesen el género de papel que ha interpretado tan desacertadamente, le habrán tomado á veces por un labriego, un Bertoldo, un ama de cria; todo lo que se quiera y que menos puntos de similitud tenga con el gran capitan. No hablo de los demas actores porque tendria que embadurnar mucho papel con cosas poco agradables, y basta decir que solo el señor Osorio ha dicho con espresion y dignidad los peores versos que tal vez haya recitado en su vida.

Pero dejemos este asunto que en sentir de muchos no ha venido al caso y que yo he traido á colacion precisamente porque no viene al caso. En la crítica de Isabel la Católica (que escribí en compañía de mi estimado amigo don Antonio Ribot) hicimos, sin venir al caso, la pintura de los santones progresistas. ¿Qué cosa mas consecuente, aunque no venga al caso, que tratando hoy de un Paralelo militar haga yo una nueva crítica de Isabel la Católica? Otro dia si estoy de humor y tengo gana y puedo escribir, haré una historia del pontificado ó una oda á las minas de Almaden, y consagraré algunas páginas á hablar del Paralelo militar de ESPARTERO Y NARVAEZ. Esto parecerá una estravagancia,

pero no es falta esclusiva de mi carácter sino de los tiempos que atravesamos. Vivimos en una época de inconexion, de verdadero desquiciamiento, y dice el refrán, que al que anda entre la miel algo se le pega.

Sin embargo, y hablando ahora con un poco de formalidad no ha sido puramente por gana de divagar el tratar aquí del mérito de Isabel la Católica. He querido con esto enseñar á muchos el uso que deben hacer, ó por mejor decir, el fruto que deben sacar de la lectura, lo que en honor de la verdad no habla con los suscritores á esta obra los cuales tienen ya seguramente formada su opinion con respecto á los personajes de que voy á ocuparme; saben demasiado la distancia que media entre ESPARTERO Y NARVAEZ; conocen los hechos gloriosos del primero y los del que sin saber por que y solo por un capricho incalificable se empeñó en ser su rival y competidor, y todo lo que se ha dicho ó pueda decirse en lo sucesivo, solamente les podrá servir para corroborar la idea de que don BALDOMERO ESPATERO es el héroe de Luchana, el soldado de Ramales, el caudillo de Peñacerrada, el vencedor de Morella, el pacificador de España, y otras muchas cosas que se dirán á su tiempo, al paso que don Ramon Maria Narvaez es.... DON RAMON MARIA NARVAEZ.

Bajo este concepto, nuestra historia ó nuestro parangon á nadie debe ser tan útil como al mismo Narvaez, quien podrá despertar de su letargo y conocerse, ya que hasta la presente ha vivido en el error de creerse á la altura en que le habian colocado viles é interesados aduladores, merced á la posicion que alcanzó por una multitud de circunstancias que forman un racimo de casualidades. Y á la verdad que el bueno de don Ramon bien podia haberme ahorrado este trabajo, porque hay hechos que hablan al alma y sobre los cuales nada habria que predicar sino hubiera en el mundo esos séres bienaventurados que la doctrina cristiana llama pobres de espíritu. ¿Qué podré yo decir que no se desprenda naturalmente de la historia? ¿Diré que la vida militar de don Ramon Maria Narvaez carece de interés, que no ofrece ninguno de esos hechos que pueden envanecer á un general? Eso nadie lo sabe mejor que el mismo don Ramon Maria Narvaez. Y sin embargo, cuando este hombre se hallaba en el poder y le comparaban con los grandes capitanes, daba las gracias y se tragaba la píldora; cuando le regalaban la espada de Napoleon, se tragaba la píldora y daba las gracias; cuando........ ¿ pero á qué proseguir?

Harto sabido es que don Ramon Maria Narvaez es el hombre que ha dado mas gracias y tragado mas píldoras en el mundo. No espere sin embargo que yo vaya á manifestar parcialidad hasta el punto de desconocer ó negar los hechos honoríficos que cuente en su hoja de servicios. Si como oficial de filas se ha portado bien alguna vez, le haré la justicia de consignarlo; y desde luego creo que en muchas ocasiones haya dado pruebas de valor en su carrera. Lo que yo quiero y voy å demostrar es que jamás se ha singularizado como militar; que portándose bien como oficial en campaña, no ha hecho mas que lo que hacen millares de soldados cuyos nombres no pasan nunca á la posteridad, y que desde que obtuvo el grado de coronel, y acaso antes, no ha contraido mérito alguno que legitime sus ascensos. Tal es, amados lectores, el cuadro de don Ramon Maria Narvaez aislada y rigorosamente dibujado en su Paralelo con el general Espartero naturalmente ha de salir menos airoso por aquello que os dije antes comparando el agua del mar á la de la fuente Cibeles.

Respecto al lenguaje que emplearé en toda mi publicacion, ahí teneis una muestra en el presente prólogo. No estoy por la monotonia del estilo florido y rimbonbante. Creo que las cosas deben decirse por escrito como se dicen hablando.

Que siempre fuí campechano;
quiero las cosas precisas
y solo en decir me afano
verdades llanas y lisas
en estilo liso y llano.

Antes de concluir este prólogo debo haceros una advertencia y es, que aunque he anunciado cuatro entregas al mes, habeis de entender, caros lectores, que os daré cuatro entregas por lo menos y que si puedo daros mensualmente cinco, seis ó mas entregas lo haré con mucho gusto, pues ya conocereis que una obra como esta debe publicarse en el menor tiempo posible, antes que las cosas se enturbien y volvamos á los tiempos de la mordaza para los escritores independientes. Y aunque digo esto no es por que lo tema, pues creo que hay séres de tan estraña organizacion física que una vez en tierra ya no pueden levantarse, como le su cede al elefante. Amen.

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