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linton la siguiente proclama á todos los soldados del mundo.

Proclama de lord Welinton despues de la accion del 31 de agosto de 1813.

"Guerreros del mundo civilizado, aprended á serlo de los individuos del quarto exército español que tengo la dicha de mandar. ... Cada soldado de él merece con mas justo motivo que yo el baston que empuño: el terror, la arrogans cia, la serenidad y la muerte misma; de todo disponen á su arbitrio.

Dos divisiones inglesas fueron testigos de este original y singula rísimo combate, sin ayudarles en cosa alguna por disposicion mia, para que llevasen éllos solos una gloria, que no tiene compañera en los anales de la historia.

Españoles, dedicaos todos á premiar á los infatigables gallegos: distinguidos sean hasta el fin de los siglos, por haber llevado su denuedo y bizarría adonde nadie llegó hasta ahora, adonde con dificultad podrán llegar ótros, y adonde solos ellos mismos se podrán exceder, si acaso es posible.

Nacion española, la sangre vertida de tantos Cides victoriosos, 189 enemigos con una numerosa artillería desaparecieron como el humo, para que no nos ofendan jamás.

Franceses, huid pues,

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que os dictemos leyes, porque el quarto exército va detras de vosotros y de vuestros caudillos á enseñarles á ser soldados."

Con este desahogo y justa alabanza de tan famosa victoria é

ilustre general, vuelvo al punto de mi historia diciendo, que sabedor Welinton de tan arriesgada y sangrienta batalla, y conociendo que los enemigos podian repetir la tentativa de socorrer á S. Sebastian, aceleró la toma de esta ciudad. La defensa singularmente del castillo fue obstinada en extremo, y á su virtud se obstinaron tambien en tomarlo los ingleses. Por esto padeció infinito la ciudad; y la mayor parte fue incendiada. Sus habitantes sufrieron á mas tales vexaciones y violencias, que si copiáramos la pintura y relacion que de éllas se hizo despues, se conmoveria el mas empedernido. Con este motivò los émulos de los ingleses acriminaron su conducta; y éstos dieron luego un manifiesto excusán

dose y vindicándose en lo posible. Como quiera, estrechada mas y mas Pamplona; bien guarnecidas sus avenidas desde Francia; tomada S. Sebastian con su castillo; y bien defendidos los pasos de Irun y del Vidasoa, todo todo presentaba la esperanza mas fundada de que ya los franceses no harian mas proezas contra la España. Porque desocupadas ó tomadas que fueron Valencia, Zaragoza, Tarragona y otras plazas, el famoso mariscal Suchez se replegó á Cataluña, y apenas quedaron franceses de esta parte del Ebro mas que en Tortosa, Murviedro, Pancorbo, Santoña y alguna otra plaza ó castillo de menor entidad.

Así en Madrid se respiraba la mayor alegría y satisfaccion, y solo quedaba el escozor y rezelo de

los sucesos mas ó menos prósperos de Napoleon en el Norte, Al principio se dudó mucho del armisticio en Madrid, y de que, aun siendo cierto, los rusos y prusianos entrasen en negociaciones de paz. Pero cotejadas las noticias que daban los mismos ingleses, ya no quedó duda de que con efecto eran ciertoselarmisticio y tratos de paz. De consiguiente el que menos hacia este argumento. Si Napoleon logra hacer las paces con la Rusia y Prusia, tiene luego libertad para dirigir todas sus fuerzas contra la España, y entonces esta infeliz nacion con su querido y legítimo Rey y todos sus fieles habitantes podrán verse en el mayor apuro y conflicto. Es menester confesar que la reflexion y temores no podian ser mas fundados. Pero Dios, resuelto

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