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tiendan vuestras mercedes y todos los demás caballeros, no embargante que les hayan informado al contrario, y porque conviene mucho para la honra de todo el reino y de mi señor el gobernador, y sosiego de Su Majestad, conviene que vuestras mercedes se junten y me prendan á Zurbano, porque vino de alterar aquel reino y trujo hurtado un navio é dos mill pesos de Su Majestad é siete negros, é á Juan de Guzman, porque ha sido uno de los alborotadores de todo aquel reino y trujo grandes maldades para enviar á Su Majestad en contrario á todu verdad, y á Vaca de Castro ansimismo prendan, porque hurtó un navio é más de cinco mill pesos de oro que he á cargo de Su Majestad, é ha de rolver á dar cuenta á la misma tierra; y ansimismo á Cueto, porque va á alterar á Su Majestad con relaciones falsas é contra todos estos reinos, porque ayudando vuestras mercedes á prendellos, hacen gran servicio á Su Majestad é les excusan grandes alteraciones, y ansimismo al reino del Perú, porque la Audiencia Real que Su Majestad tiene en la cibdad de Los Reyes y el gobernador mi señor envian á informar á Su Majestad de todo lo acaescido en aquellos reinos, y para ello ra aquí en esta armada el doctor Tejada, Oidor de Su Majestad, y ansimismo Francisco Maldonado, regidor del Cuzco; y vuestras mercedes lo comuniquen con esos señores principales, porque yo he sabido que todas vuestras mercedes le han favorescido 2 dado ? sus armas, y le han consentido hacer gente sin ser informados de mi señor el gobernador é todo el reino, y si persereran todavia en ello y desasosegar esta tierra y á Su Majestad y alteralle los reinos d' España, digo que les haré la guerra cruelmente como á hombres deservidos de Su Majestad, porque ansi conviene para excusar mayores daños y gastos que con colores falsos han gastado de las cajas reales de Su Majestad los que á estos reinos ha enviado, que fueron Blasco Nuñez Vela con su mal juicio é Vaca de Castro con su falsa cobdicia, haciendo otras cosas de las que Su Majestad no les mandó; hágoles saber á vuestras mercedes porque lo comuniquen con todos esos señores, porque despues no pretendan inorancia. Nuestro Señor las muy magníficas personas de vuestras mercedes guarde con aquella prosperidad que desean. De la isla de las Perlas, catorce leguas de Panamá, quince dias de Enero de mill é quinientos é cuarenta é cinco años. Ahi envio á ruestras mercedes una provision de Su Majestad é otra carta del gobernador mi señor. Besa las muy magníficas manos de vuestras mercedes, HERNANDO BACHICAO.

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Leidas las cartas tornaron á decir que seria bien hacer cuerpo de gente é defender la entrada á Bachicao, y otros deseaban, sin mostrarlo, verlo ya en su cibdad, y no creian que trujese tan poca gente como se habia dicho, y tornóse á mandar al capitan Juan Vendrel, natural de Barcelona, que tuviese cargo de hacer gente.

CAPÍTULO XCVI

Que trata [de] la entrada en Panamá de Bachicao, é de cómo con industria allegó á si los estaban en las naves, para hacer que cuerpo de gente porque los de Panamá creyesen que venia bien acompañado.

Paréceme que cuando esta mi escritura sea leida en las Españas, que algunas cosas della darán que reir, lo cual digo por parescerles que siendo Gonzalo Pizarro hombre nacido de bastardía é tan humilde, y lo mismo Bachicao é otros de sus capitanes, que diran que fué gran simpleza y falta de juicio querer ser mandados por ellos; mas si esto pensaren, contemplen en las Comunidades y debates que en tiempo de nuestros padres rescrecieron en Castilla, é veran cuántos é magníficos seguian á los boneteros é cuchilleros é otros hombres harto más viles, é que la guerra cevil es una confusion d' estados, é que no se mira linaje ni antigüedad, ni otra cosa quel deseo de verse vengados; pues sabido por el facineroso capitan Bachicao que en la cibdad de Panamá se hacia ayuntamiento de gente, no mostró recebir ninguna turbacion, acordándose de que salió del puerto de Lima con dos barcos é quince hombres, é que el visorrey, con tener docientos no lo osó aguardar en Túmbez, é que ya llevaba navios é buena copia de gente con que podia sin dificultad ni temor acometer á las naves qu' estuviesen en el puerto de Panamá, é animando á los que con él iban dió priesa á que navegasen, é andando por entre aquellas islas vido estar un navio surto é un bergantin, é yendo para allá los tomó é robó él é sus soldados todo lo que terian, de manera que ya el cosario tenia cuatro naves é tres bergantines, é allegando á vista de Panamá vido hacer á la vela un navio qu' estaba en el puerto, y Bachicao dijo á sus navios que le siguiesen, é yendo en pos del navio, aunque hizo harto por escapar de no ser tomado, Bachicao lo alcanzó habiendo primero tirado unos tiros y muerto un español qu' estaba en la gavia, é habido la nao en su poder, como ya no temiesen á Dios ni al rey,

mandó Bachicao que al piloto ó señor della, porque no quiso amainar las velas fuese colgado del entena, é sin bastar ruegos de sus soldados fué ahorcado, é volvió hasta el puerto, adonde viendo los maestres é pilotos de los navios al hombre que venia colgado de la entena, recibieron grande espanto, é Bachicao les mandó que todos quitasen las velas é timones ó gobernalles de los navios é los trujesen adonde él estaba, é le obedescieron creyendo que traía gran potencia de gente de guerra, é que si no le obedesciesen que haria dellos lo que hizo al que traía colgado. Pues como en la cibdad de Panamá viesen las velas é que ya habian tomado tierra é su puerto, tornaron algunos á hablar á Pedro de Casaos que no recibiesen á Bachicao sin primero ver por qué, porque no era cordura fiarse de tiranos. En esta sazon estaba en aquella cibdad don Pedro de Cabrera é su yerno Hernan Mejia, que habian sido desterrados de Los Reyes por mandado del visorrey, é cuando allegaron allí el contador Juan de Guzman é Juan de Illanes, trataron ellos y el capitan Cristóbal de Peña de ir con la gente en socorro del visorrey, é por querer Juan de Illanes hacerlo todo por su autoridad é Juan de Guzman gastar poco, no salieron con la gente antes qne en la cibdad entrase Bachicao, é como algunos de los principales de la cibdad deseasen la entrada en ella de Bachicao, é los demás creyesen que traía cuatrocientos hombres, temian de oponerse contra él; Pedro de Casaos é Andrés de Ariza é otros fueron á los navios á ver á Bachicao y le hicieron grandes ofrescimientos, y él lo mismo á ellos, y les habló que le inviasen nueve tiros de artilleria de los que trujo Vaca de Castro en el navio, y vueltos á la cibdad los enviaron, y Bachicao habló á todos los maestres é marineros qu' estaban en todos los navios que habia en aquel puerto, para que dende á dos dias se juntasen con él y le fuesen acompañando hasta que entrase en la cibdad, y tanto temor le tenian que sin prudencia, ni mirar que con ellos queria hacer muestra para engañar á los otros, que á la hora quél mandó estaban todos juntos, que eran más de ciento y veinte, é con ochenta quél podria traer caminó para la cibdad, y bien habia dentro más de setecientos españoles, y llegados á la costa saltó en tierra y puso la gente en órden é fué á la cibdad, é como los que en ella estaban viesen el engaño é que no habia traido casi gente, y que con la qu' estaban en sus navios habia hecho muestra para los engañar, estaban muy pe

1 Ms., oporne.

santes de haber mostrádose tan flojos en no querer haber hecho lo que debian, pues era afrenta muy grande que un tirano cosario desacompañado entrase adonde habia tanta gente; mas ya no tenian remedio sus pensamientos aunque más considerados fuesen, y Bachicao, dada una vuelta con sus marineros y gente tan suez por la cibdad, se fué aposentar á las casas de Andrés de Ariza, donde todos no entendieron sino en servirlo, y él en acometer maldades, insultos y robos muy grandes.

CAPÍTULO XCVII

De cómo los capitanes Hernando de Alvarado, Gonzalo Diaz de Pineda У Jerónimo de Villegas salieron de Los Reyes, é lo que hicieron.

Cosa de gran admiracion es ver la mudanza que en tan breve tiempo hobo en el Perú, en mostrarse todos por tan fieles amigos de Gonzalo Pizarro, y aun lo que más se ha de notar era que en mil leguas de tierra no entendiesen sino en servillo todos los más; verdad es que algunos conoscian la atrocidad é tiranía en que andaba, y dejaron de le seguir y aun se fueron á los montes, y otros, constreñidos de nescesidad hacian lo que por él les era mandado; al fin, universalmente era obesdecido; y luego que hobo hecho el nombramiento de sus tenientes, se partió Pedro de Fuentes á la cibdad de Arequipa, y Hernando de Alvarado, y Gonzalo Diaz de Pineda, y Jerónimo de Villegas salieron á hacer lo mismo, diciéndoles Gonzalo Pizarro que pues sabian quel visorrey iba desacompañado y sin gente, que le procurasen de dar algun alcance para lo prender ó matar, é como saliesen de la cibdad é supiesen quel visorrey se habia retirado al Quito, paresciéndoles que desde allí podria allegar alguna gente é venir contra la cibdad de San Miguel, é como por todos ellos era tan desamado y aborrescido, acuerdan de se ir acercando hácia San Miguel, sacando de Trujillo la más gente que pudieron. El visorrey, habiéndose retirado de Túmbez, como dejimos atrás, y encontrádose con el capitan don Alonso, é allegado á la cibdad de el Quito, no embargante que mostraron los vecinos holgarse con su venida, á muchos hobo que les pesó tanto que no lo podian encobrir. El visorrey disimulaba con todos y procuraba de los atraer á sí, y á los soldados que habian venido desde Túmbez dió socorro de dinero é favorescia en todo lo qu' él podia. Francisco Hernan

dez, vecino que era de la villa de Pasto, hombre determinado y muy acorrido y que fué uno de los que más se señalaron en el servicio del rey desde este tiempo hasta la entrada del mariscal Robledo, porqu' él fué parte para que le matasen, pues por su consejo Belalcazar inconsideradamente le quitó la vida, acudió al visorrey y llegado al Quito fué por él muy bien recibido, holgándose de su venida, y despues de haber estado el visorrey en la cibdad algunos dias acordó de hacer copia de la gente de guerra que en ella habia, y se hallaron por todos docientos y sesenta españoles de pie y de caballo, y llegaron á Quito tres soldados llamados Iñigo Castro y Pero Anton y Alonso Vellon y Rosa, los cuales con gran riesgo se huyeron y salieron de la cibdad de Los Reyes en un barco de pescadores, é pasado mucho trabajo, ansí por la mar como por la tierra, habian allegado allí, y dijeron al visorrey cómo Gonzalo Pizarro quedaba rescibido por gobernador, deshecha el Audiencia, y aun que se hacian grandes fiestas por le servir, y del nombramiento que habia hecho de capitanes y tenientes para todas las cibdades, y de cómo todos habian salido á hacer lo que por él les habia sido mandado. Pues como el visorrey supiese quel capitan Juan Cabrera, lugarteniente de capitan general que habia sido en la gobernacion de Popayan por el adelantado Belalcazar, tenia alguna copia de gente para ir á descubrir las provincias del Dorado, que por fama decian los bárbaros grandes maravillas de riquezas que en ella habia, como atrás hemos contado en nuestro proceso, acordó de le escrebir para que viniese á se juntar con él, pues en ello á Su Majestad haria tan gran servicio, y ansí despachó á Suer de Cangas con la embajada, escribiendo de nuevo al adelantado Belalcazar sobre lo mismo, el cual estaba en la provincia de Carrapa haciendo la guerra á los naturales della, porqu' el principal señor, llamado Irrua, con todo su tesoro é gente se habia retirado á unas montañas bravas é muy espesas. Yo me hallé en esta guerra con el Adelantado; no pasaron cosas notables ni que podamos escrebir, mas de que en la mayor parte de aquella provincia se destruyó los mantenimientos é casas, para los atraer á la paz, mas siempre estuvieron rebeldes é que no quisieron ofrescerla. El Adelantado no mostraba pesarle en saber los subcesos del Perú, mas no embargante esto proveyó por entonces de mandar que todos los que quisiesen ir á servir al visorrey lo pudiesen hacer, é que si fuesen vecinos les serian los repartimientos sustentados, sin se los quitar,

y mandado esto, á pesar de todos los moradores de la cibdad de Antiocha determinó de inviar al bachiller Madroñero por su teniente é capitan della; y porque fueron varios los subcesos de aquella cibdad los quise poner en suma, porque no me quiero alargar á los recontar por entero, y para lo hacer será nescesario que dejemos por un poco al visorrey y á los otros que andaban tan envueltos en sus guerras y locuras.

CAPÍTULO XCVIII

De las cosas que subcedieron en la cibdad de Antiocha desde su fundacion hasta que esta vez fué á ella el capitan Madroñero.

Bien quisiera yo no hallarme tan cansado y fatigado como con escrebir la narracion desta obra estoy, pues ya deseo velle el fin y voy por ella corriendo, por ser tan gran proceso como el lector habrá visto, é para claridad de los subcesos de Antiocha, que cierto fueron may varios, habré de contar una breve suma de lo más sustancial, porque vinieron á ella capitanes de la provincia de Cartagena, y es fuera de nuestro propósito tratar dellos; y entenderá el lector que la gobernacion de Cartagena está entremedia de la de Sancta Marta y Tierra Firme, llamada por otro nombre Castilla del Oro, de donde siendo gobernador Pedro Arias de Avila y residiendo en la cibdad qu' estuvo poblada junto al rio del Darien, envió algunos capitanes á que entrasen por aquella provincia, y en el pueblo de Turbaco mataron á un capitan con más de docientos hombres, é yendo otro que por nombre habia Becerra, por el rio del Cenú, allegó aquellas llanadas y campos tan espaciosos donde habia aquella riqueza de los enterramientos, y lo mataron á él y á los suyos; y por traer el discurso de la obra lugar, contaré de la arte que era aquél Cenú, pues me hallé en él en tiempo que estaba más próspero. Sesenta leguas de la mar estaban unos campos rasos y muy espaciosos, cercados por todas partes de grandes y ásperas sierras montañosas, y en aquel llano estaba una casa que tenia docientos pies de largo y no muy ancha, con una puerta al Oriente y otra al Ocidente, y en mitad della dos ídolos 6 figuras del demonio, tan grandes como dos crecidos hombres, bien entallados y hechos. Delante destos hacian sus supersticiones y hechicerías, y el demonio dicen que visiblemente se les parescia, y estaba en aquella casa ó templo gran cantidad de oro de muchas maneras y joyas, y tenian por cierto todos los naturales

de aquellas provincias que enterrados sus cuerpos en triángulo de una legua á la redonda, de que sus ánimas iban á parte alegre, y ansí habia unas sepulturas llanas, pero muy hondas, y otras hechas á manera de pequeños cerros, y ansí como un señor era muerto, era traido por sus vasallos á aquel campo qu' ellos tenian por sancto como nosotros los cristianos tenemos al de Jerusalen, y llegado allí hacian una sepultura en cuadra, ancha y muy honda, y á una parte ponian el cuerpo y á la redonda dél sus armas é tesoro. Juncto á aquella sepultura hacian otras siete 6 ocho, adonde metian más de ochenta indias muy hermosas y mochachos vivos, é ansí lo dejaban, é yo no sé de dónde vino tan pernicioso é detestable uso que un muerto quisiese llevar en su compañía cient vivos; costumbre es que se usa en toda la más parte destas Indias, pero no tanto como allí; el demonio les hacia entender que todos juntos habian de salir á otros Campos Elíseos, como les hacia entender á los gentiles, é por esta mala costumbre é porque al tiempo que mataron á los cristianos, queriendo henchir sus vientres de la carne española, les sobrevino enfermedad de cámaras que toda la mayor parte murieron de los que habian á la ribera del rio del Cenú, y como por aquellos llanos; y como Pedro Arias viese el mal subceso, no envió más capitanes, sino fué á Francisco Pizarro, gobernador que despues fué del Perú, que lo envió por su teniente adonde agora es Urabá, y tenian sus contrataciones con los indios de aquella costa y por rescates se habia mucha suma de oro; y habiendo subcedido la muerte de Palomino, gobernador de Santa Marta, fué á negocios de un Vadillo, Pedro de Heredia, qu' es agora gobernador de Cartagena, é por cosas varias que pasaron, el Vadillo y una gran bocta ó pipa de oro que llevaba fué anegado en el puerto de Sanlucar de Barrameda; y Pedro de Heredia pidió que le ficiesen gobernador de la provincia de Cartagena, que se extiende en el ámbito que hobiere entre los dos famosos rios de Santa Marta y el Darien, y como fuese tan antiguo en estas Indias se le dió el cargo y vino á Cartagena é fundó la principal cibdad que hay en aquella gobernacion, que ha por nombre Cartagena, en un pueblo de indios llamado Calamar. No puedo dejar de contar algo de Cartagena, aunque breve, para que se entiendan los subcesos de Antiocha, y es que Pedro de Heredia y sus capitanes, entrando por las provincias tovieron grandes recuentros y batallas con los naturales, y como fuese el gobernador Heredia excelente capitan para las conquistas, en breve

tiempo los superó á todos los más, y hecha amistad con ellos se partió á descubrir, é yendo caminando él y su gente dieron en aquella grandeza del Cenú, adonde supieron la riqueza que habia, y pasados adelante allegaron á las montañas que llaman de Abreba, las cuales por ser tan ásperas no las pudieron pasar y dieron la vuelta al Cenú, y por el mal gobierno de Heredia y por su demasiada cobdicia no fueron todos ricos, pretendiendo él solo haber lo que allí habia. Envió pasados algunos dias con el capitan. Alonso de Cáceres copia de más de setecientos españoles á descubrir y murieron de hambre más de los quinientos. En el Cenú se pobló un pueblo de cristianos y se sacó de aquellas sepulturas más de dos millones de ducados sin lo que los indios escondieron, porque sacaron, pasados los españoles adelante, más de cient sepulturas, y es de creer que no serian las más pobres, pues por dichos de sus padres conoscian cuáles eran las más ricas. De aquí salió Heredia á descubrir otra riqueza é esta semejable, que llaman el Dabaybe, y por quejas que dél fueron á la cibdad de Sancto Domingo, el Audiencia que allí residia nombró por juez al licenciado Vadillo, y éste vino á Cartagena y fué tan cobdicioso como Heredia, y pasados trances é acaescimientos en aquella gobernacion, habiendo descubierto un capitan que se llamaba Francisco Cesar la provincia del Guaca, é sacado de una sepultura treinta mill pesos de oro, Vadillo, sacando de Cartagena buena copia de' españoles fué á descubrir en nombre del rey aquellas provincias y descubrió lo que yo atrás tengo contado, é por haber sido descubiertas por capitanes de Cartagena pretendieron que la cibdad de Antiocha caía en sus términos é límites.

CAPÍTULO XCIX

En que se concluye el pasado hasta que Madroñero entró en Antiocha.

Pues como el capitan Jorge Robledo fundase la cibdad de Antiocha en aquellas provincias que descubrimos el licenciado Juan de Vadillo y los que veniamos con él, y tuviese el pensamiento en la ida d' España, despues de haber tomado posesion en nombre del rey se partió á ir á salir al mar Oceano con solamente dos españoles que íbamos con él. Llegados al puerto de Urabá estaba en él Alonso de Heredia, hermano del

En el ms., cuncluye.

adelantado don Pedro de Heredia, que estaba haciendo junta de gente para ir á poblar las provincias donde ya quedaba asentada la cibdad de Antiocha, y fué allí detenido Robledo y los que con él íbamos hasta que llegado el Adelantado lo prendió y envió á España preso, é yo por intercesion de Robledo me partí para la cibdad de Panamá á dar cuenta á los Oidores é Presidente del Andiencia Real que en aquel tiempo allí estaba, y luego pasé á la gobernación y hallé al adelantado Belalcazar en la cibdad de Cali, muy sentido por la ida del capitan Robledo á España, recelándose no viniese por gobernador de las cibdades que habia fundado en la provincia de Antiocha. Habia quedado por lugarteniente de Robledo el capitan Alvaro de Mendoza y procuraba las cosas nescesarias para el proveimiento de la nueva cibdad, y de hacer con todo rigor la guerra á los bárbaros que no querian dar la obidiencia y reconoscer por señor y rey natural al Emperador don Carlos nuestro señor. Ido, pues, Robledo preso á España, don Pedro de Heredia con la más gente que pudo salió del puerto de Urabá y allegado á la cibdad de Antiocha salió Antonio Pimentel, que en ella era alcalde por Su Majestad, é le requirió que por cuanto ellos estaban quietos y pacíficos y habian en nombre de Su Majestad fundado la cibdad de Antiocha y no tenian por gobernador si no era al adelantado Belalcazar, que le requerian se volviese á Cartagena, donde era su gobernacion. Pasadas otras práticas, procurando el gobernador Pedro de Heredia que por mañas que él tuvo le rescibiesen, despues de haber preso al alcalde Pimentel y á otros regidores, entró en la cibdad y en ella fué rescibido, y el capitan Alvaro de Mendoza no aprobando el rescibimiento, acompañado de algunos vecinos della salió y se encontró en el pueblo Llano, que es entre esta cibdad y la villa de Ancerma, con Juan Cabrera, que entonces era general en aquella provincia del adelantado Belalcazar y por su mandado iba á ver si por ventura pudiese haber á las manos al capitan Jorge Robledo, con quien tenian grande odio por la sospecha de que queria ir á España á pedir en gobernacion aquellas cibdades, y como Alvaro de Mendoza allegó á él é supo lo que pasaba en la cibdad nuevamente poblada de Antiocha, dió priesa en ir allá y allegó á tiempo quel adelantado don Pedro de Heredia habia enviado un capitan con parte de su gente á pacificar la provincia que junto á la cibdad estaba, é como supo la venida del capitan Juan Cabrera se puso en resistencia é hobo una manera de re

cuentro en que algunos fueron heridos y el Adelantado preso y restituido el gobernador Belalcazar en la posesion de la cibdad, y por parecerle al capitan Juan Cabrera que no estaba bien entre aquellas ásperas sierras donde le habíamos fundado, la pasó junto á un rio que pasaba por el valle de Nore, donde agora está, y dejando en ella por teniente de gobernador á un Esidro de Tapia dió la vuelta á la cibdad de Cali, de donde el adelantado Belalcazar habia salido é ido á la cibdad de Cartago, á donde por tener, segun dicen, odio con el capitan Melchor Suer de Nava, porque seguia el partido de Robledo, mandó que fuese á castigar un pueblo suyo de indios, llamado el Señor del Pindana, con achaque de que con brevedad no fué limpio un camino que él le mandó limpiar. Yo estaba en Cartago en este tiempo y vi que los españoles con los hambrientos canes fueron allá y mataron con las ballestas muchos indios, y los perros con sus crueles dientes hicieron lo mismo, y aun trujeron presas muchas indias y mochachos, que cierto era gran dolor de verlos, y Dios les dará el castigo é punicion que merece tan gran delito; y siendo allí teniente Miguel Muñoz, que es el que ya otras veces hemos nombrado, salió por mandado de Belalcazar á hacer un castigo, que para que entendais sobre qué era, porque los tristes no querian dar la cantidad de oro que se les pedia, habiendo habido gran desórden por ser allí capitan este cruel carnicero de Miguel Muñoz, el cual, como le fuese cometido hacer el castigo, de un árbol muy grande mandó colgar tantos indios é indias de todo sexo que los pobres y el árbol con las más ramas de él vinie. ron á tierra; y estando haciendo estos buenos hechos Belalcazar y sus capitanes, venia el capitan Juan Cabrera por las ricas provincias de Arma robando todo lo que podia, aunque los señores de los pueblos hobiesen ofrescido la paz á los españoles, é desenterrando los muertos por sacar el oro que en las sepulturas habia, haciendo crueldades no pequeñas en los indios, que no así ligeramente se podrian contar, el cual llegó á la cibdad de Cartago con el preso Adelantado. Hecha contra él su probanza lo enviaron por la mar del Sur á que se presentase ante el Audiencia Real, que en aquellos tiempos residia en la cibdad de Panamá, y por los males que el capitan Juan Cabrera cometió en la provincia de Arma fué allí preso por demandas que le pusieron, y visto por el adelantado Belalcazar que no pudian sojuz

1 bárbaros que.

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