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rey y señor natural, no embargante que no tenian nuevas ciertas del suceso del visorrey, hablaban entre ellos secretamente que no convenia á sus honras y pundonor ser mandados por Francisco de Almendras, por lo cual seria cosa muy acertada conjurar contra él y quitarle la vida, y platicaban esto con Diego Centeno, que era alcalde, y sabian desear el servicio del rey, no embargante que habia ido con Pizarro á la cibdad del Cuzco á la suplicacion. Y era Diego Centeno muy confin en amistad de Francisco de Almendras, y que siempre rescibió dél buenas. obras, y por tenerle este amor siempre Almendras le oia alegremente. Como fuese muerto don Gomez de Luna y entre los que estaban en la villa de Plata se tratase en sus secretas congregaciones sobre dar la muerte á Francisco de Almendras y apellidar el nombre real del rey nuestro señor, aguardaban á quel tiempo diese lugar á que lo pudiesen hacer. Lope de Mendoza habia ido desterrado, como hemos receptado, y estaba en la provincia de Chuquiabo cumpliendo su destierro, y al tiempo quel capitan Luis de Ribera, y Antonio Alvarez, Francisco de Retamoso, Lope de Mendieta, con los demás. por mí ya nombrados, salieron de la villa de Plata con su bandera para ir en busca del visorrey, temiendo el mal suceso acordaron d' esconder la mayor parte del tesoro quel rey en su caja tenia de los quintos pertenecientes á su corona, y ansí sacando las barras de plata que les paresció lo entérraron en parte secreta, dejando en la caja hasta cantidad de diez é ocho mil pesos de oro, poco más o menos; y como al tiempo que Gonzalo Pizarro saliese de la marétima cibdad de Los Reyes en seguimiento del visorrey, enviase despachos y escribiese cartas á todas las cibdades y villas del reino para que los que en su nombre las gobernaban inviasen dineros de las cajas y de los réditos de los repartimientos, para los gastos de la guerra, Francisco de Almendras, despues de haber habido los más dineros que pudo de los vecinos de la villa, acuerda de mandar descerrajar la caja de las tres llaves. Alonso Perez de Castillejo, alcalde, lo contradijo con gran prontitud, requiriendo al capitan Francisco de Almendras que no quisiese sacar el oro y la plata que en la caja habia; mas no bastó á que se dejase violentamente de hacer, y aun quiso sobrello Almendras maltratar al notario Luis de Soto, porque le dijese adonde estaba la otra moneda enterrada; el cual. despues que hobo recogido todo el más dinero que pudo, lo envió con Martin de Almendras á Gonzalo Pizarro.

CAPÍTULO CXXVIII

Cómo se conjuraba contra Francisco de Almendras, y de cómo salió Diego Centeno á la provincia de Paria y allí se acabó de determinar lo que se habia de hacer.

Pasadas las cosas que habemos contado en la villa de Plata, secretamente Diego Centeno, con algunos que deseaban el servicio del rey, platicaban la órden que ternian para dar la muerte á Francisco de Almendras y alzar bandera en su real nombre, aunque no embargante que esto se platicaba y Almendras tuviese sospecha de que no era bien quisto de los moradores de la villa, ningun recelo tenia de Diego Centeno, porque como hemos dicho le tenia por singular amigo, y ansí tenia por cierto y creia que en todo tiempo arriscara su vida por lo que á él tocase. Mas como él gobernase la villa en nombre de tirano, cosa ridiculosa es creer que Centeno habia de anteponer su amistad al servicio real, porque tocando á él ninguno ha de tener ley si no fuere con solo Dios, el cual en sus preceptos manda que obedescamos al rey, pues él lo eligió por su gobernador; y toco esto porque muchos culpan á Diego Centeno por haber conspirado contra Almendras; en lo que á mi ver tuvo culpa, adelante en nuestra narracion lo daré á entender. Y estando las cosas en este estado, vino nueva á la villa de Plata de cómo yendo el visorrey por la mar habia aportado al puerto de Túmbez, adonde le habia acudido la cibdad de Quito con su bandera y le venian de otras partes favores con los cuales entendia revolver por el camino de la Sierra y venir á ocupar la cibdad del Cuzco para en ella hacer llamamiento de gente y revolver en busca de Pizarro. Pues como esta nueva viniese, deseaban los que lo habian tratado que Francisco de Almendras fuese muerto, y subcedió que en este tiempo él queria salir á la provincia de Paria á hacer cierta almoneda de Pedro del Barco, ques el que mató el cruel sanguinario de Caravajal junto á la cibdad de Los Reyes, y Diego Centeno le dijo que se quedase en la villa, quél iria á lo hacer. Almendras respondió que era contento, y ansí el alcalde Diego Centeno salió de la villa con determinacion de ir á Paria; y ya que se queria partir rogó con toda instancia á Francisco de Almendras que diese licencia á Lope de Mendoza para que viniese á Paria á verse con él. Almendras, no solamente fué contento dello, mas dió facultad á Diego Centeno para que des

pues de haberse visto con él le señalase el Ingar quél quisiese para que en él cumpliese su destierro sin ser osado de venir á la villa, y ansí salió della Diego Centeno yendo con él Alonso Perez d' Esquivel, y Hernando de Aldana, Rivadeneira y otros algunos. Allegado á la provincia de Paria inquiria por todas vias saber el subceso del visorrey y de Gonzalo Pizarro, aclarándose con algunos de los que con él allí estaban que no sabian su voluntad, y escribiendo sus cartas á Lope de Mendoza, varon de gran ser y que es justo que la voladora fama no lo tenga en olvido, diciéndole en ellas que con toda brevedad viniese á juntarse con él, lo cual fué luego hecho por Lope de Mendoza, y venido á Paria se recibieron con grande alegría, adonde trataron Diego Centeno y Lope de Mendoza, y Camargo, y Alonso Perez de Esquivel, y Rivadeneira, de no aguardar á más tiempo, sino que con toda brevedad volviesen á la villa y diesen la muerte á Francisco de Almendras y juntar á sí toda la más gente que pudiesen para irse acercando á la cibdad del Cuzco para dar todo favor al visorrey, que según razon, por las nuevas que habian venido, no muy lejos estaria della. Y ha de entender el letor que la principal causa que hobo para moverse éstos á lo que querian hacer era creer quel visorrey estaba ya junto al Cuzco, porque por las nuevas que sabian, que hemos contado, lo tenian por cosa cierta; praticado entrellos este concierto delante el notario Luis de Soto, acordaron de se volver á la villa, inviando por un camino que a ella iba á salir algunos de los que con ellos estaban. Y Diego Centeno y el capitan Lope de Mendoza, acompañados de Rivadeneira y de Alonso Perez d' Esquivel y de otros, se fueron al valle que llaman de la Canela, repartimiento que era de Lope de Mendoza y de Diego Centeno, para desde allí revolver á la villa y efetuar lo que tenian pensado é frustar el cargo á Francisco de Almendras y alzar luego bandera por el rey.

CAPÍTULO CXXIX

Cómo Lope de Mendoza y Diego Centeno fueron [á] la villa de Plata, adonde Francisco de Almendras fué preso.

No podemos negar sino que Lope de Mendoza fué varon de gran ser y que jamás temor de la muerte ni pena de verse despojado de la encomienda que tenia de indios, y que no le acudian con los réditos de los tributos que ellos daban, fuese causa para

que aflojase, ni dejase de servir al rey nuestro señor, ni que quisiese allegarse á seguir la atrocidad en que andaban los que seguian al tirano; y bien se pareció su constancia al tiempo quel facineroso de Caravajal le dió la muerte en los pueblos de Pocona, pues su denuedo dió á entender tenerla en poco, pues jamás de su pecho lanzó palabra por donde se conociese que sus enemigos habian triunfado dél, segun que la narracion de nuestro proceso lo dirá adelante. Este caballero, pues, fué el que dió color bastante para que se concluyese con la vida de Almendras, y si él quisiera hacerse principal autor é general capitan, no habia ninguno que le osara contradecir. Mas por ser Diego Centeno varon noble y alcalde del rey y quitado de vicios, fué escogido por todos para ser capitan, y ciertamente con gran razon en toda mi escritura yo loaré la gran lealtad de la famosa villa de Plata, porque no embargante que por secretos juicios de Dios algunos capitanes que della salieron fueron desdichados y la fortuna se les mostró infelice, las reliquias de Guarina fueron harta parte para que la tiranía se acabase y Pizarro hobiesc fin. Francisco de Almendras tuvo nueva de la venida de Diego Centeno y de los demás que con él venian, aunque no de la conjuracion que contra él venia ordenada, y deseaba que Centeno fuese llegado á la villa, porque le tenia tan grande amor como otras veces hemos referido. Pues como Diego Centeno allegase á sus pueblos escribió una carta muy graciosa al capitan Francisco de Almendras, rogándole con toda instancia quisiese dar lugar para que Lope de Mendoza, su compañero, pudiese ir á la villa á holgarse algunos dias, y de ahí podria volver á complir su destierro adonde por él le fuese mandado. Vista por el capitan Francisco de Almendras la carta de Diego Centeno, le respondió que por el amor que le tenia era contento de dar lugar á que Lope de Mendoza viniese á la villa, lo cual Almendras escribió inorando la conspiracion que contra él se habia ordenado; y como por Diego Centeno y los demás conjurados fué vista la carta, recibieron mucha alegria, paresciéndoles que Dios guiaba aquel negocio, condoliéndose de la miseria y trabajo que padescian los que andaban desterrados por los montes, y holgaran de tener allí con ellos al capitan Luis de Ribera y al alcalde Antonio Alvarez y á Lope de Mendieta y á los demás que estaban metidos en cuevas y entre los bárbaros te. miendo el tiránico furor, y pensaron que en concluyendo el hazaña notable, luego les escribirian sus cartas para que se viniesen á

la villa á juntar con ellos; y así, con esta determinacion se partieron de aquel lugar yendo armados secretamente y llevando sus arcabuces de caza en las manos. Ya que llegaban cerca de la villa, sabido por Francisco de Almendras su venida salió á los rescibir un pequeño trecho, acompañado de todos los más que en ella estaban, y ya que llegaban unos á juntarse con otros y viese Lope de Mendoza y Diego Centeno y sus compañeros cuán acompañado venia Francisco de Almendras, temieron no le hobiese sido descubierto la conjuracion que contra él venía hecha, y que por los prender habia salido de aquella suerte, y tanta turbacion mostraron que si Almendras en ello entrara ó tuviera alguna sospecha, fácilmente entendiera lo que traian ordenado; mas como él estuviese inocente de que su cabeza habia de ser cortada en breve tiempo, no miró en más de rescibir con toda alegría y buenas palabras á todos los que allí venian, mostrando mucho contento con ellos, y habló graciosamente á Lope de Mendoza, rogándole quisiese perdonarle por haberle desterrado, pues habiéndolo mandado Gonzalo Pizarro no habia sido más en su mano. Lope de Mendoza le respondió atentadamente y todos juntos anduvieron hasta llegar á la villa, adonde fueron todos apeados en la casa de Francisco de Almendras, y despues de haber comido se regocijaron todo aquel dia; mas no todos tenian un pensamiento. Luego otro dia dieron parte algunos de los que estaban en la villa de lo que querian hacer, hablando á Luis de Leon, vecino de la cibdad de Arequipa y natural de Plasencia, hombre prudente y de muy afable conversacion y que en el ornato de sus palabras daba á entender lo que queria, y era oido de todos porque era varon bastante para proponer práticas y parlamentos y dar medios en lo que querian. Este es á quien Francisco de Caravajal quiso ahorcar junto á la marétima cibdad de Los Reyes, y dándole la vida Gonzalo Pizarro lo desterró despues de le haber quitado la encomienda de indios. Por ser Almendras de su patria se vino con él, adonde con sus palabras dulces y retóricas atrajo algunos á que siguiesen á Lope de Mendoza y á Diego Centeno en aquel hecho famoso que querian hacer; dicen que de la provincia de Chuquiabo, qu' es donde agora está situada la cibdad de Nuestra Señora de la Paz, escribieron á Francisco de Almendras un Alejo Rodriguez y otros, que mirase por su persona, no le subcediese algun desastre por haberse juntado Diego Centeno y Lope de Mendoza, y que tambien le escribió Pedro de Sória, de las

ricas minas de Porco, avisándole lo mismo; con las cuales cartas Francisco de Almendras se alteró algo, y aun que habló en secreto con Diego Centeno, el cual lo aseguró fingiendo no tener otro deseo, él y los que allí estaban, sino serville. Pues como Francisco de Almendras estuviese tan confiado de ia amistad de Diego Centeno, rehuyó de sí el favor y sospecha que tenia, si alguna era. Otro dia en la junta y congregacion que tenian, con ánimos prontos y aparejados para llevar adelante su propósito, platicaron para que aquella noche todos saliesen para ir á las casas de Francisco de Almendras, y si se defendiere, matarle. E ya quel dia era pasado y con él la primera vigilia de la noche y entraba la segunda, el determinado caballero Lope de Mendoza se levantó, y lo mismo Diego Centeno, y acuerdan que Diego Centeno fuese á las casas de Francisco de Almendras y que con achaques de decir que habia tenido nuevas de que Gonzalo Pizarro se habia afrontado con el visorrey y vencídole y muerto, podrian entrar los demás, adonde sin mucha dificultad le podian prender, porque queriéndolo hacer de otra manera se rescreceria gran tomulto en la villa, y venidos Camargo, y Alonso Perez d'Esquivel, y Rivadeneira, Francisco de Tapia, y Aldercte, Maza y los otros que ya lo sabian, fueron á hacer el hecho pensado, y ansi salieron yendo derechos á las casas de Francisco de Almendras.

CAPÍTULO CXXX

En que se concluye el pasado hasta ser preso el capitan Francisco de Almendras, y de la muerte que se le dió.

Por la manera que habemos contado se aparejaron Diego Centeno, Lope de Mendoza y los demas para ir á dar la muerte al que estando seguro en su lecho, debajo de la cobertura dél estaba durmiendo á todo sabor, y ansí con la cautela que Centeno dijo allegó á la puerta y luego le fué abierta, y yendo al aposento de Francisco de Almendras hallólo recordado, porque ya habia sabido de su venida, y como le vido, con alegre semblante le dijo: Hermano mio, ¿qué renida es esta á tal hora? ¿qué nuevas tenemos? En este tiempo ya habian entrado Alonso Perez de Castillejo y Lope de Mendoza y Alonso de Camargo y Francisco Negral, Rivadeneira, Alderete y otros. Diego Centeno habia respondido á Almendras que tenian buenas nuevas, y como ya Centeno

viese que estaban allí los que se habian de reunir, arremetió á Francisco de Almendras y con grandes voces le dijo: ¡Sed preso por el rey! Grande y no pequeño fué el temor y espanto que rescibió Francisco de Almendras en oir aquellas palabras, y más siendo dichas por hombre á quien él tanto queria, y no tuvo remedio para se poner en resistencia, por estar solo y desnudo, y habiendo ya entrado los demás conjurados le mandaron vestir, y él mirando contra Diego Centeno le dijo que ¿qué causa le había movido para prenderle y querer matar, pues jamas él deseó descomplacelle? Lope de Mendoza dijo: tocando al servicio del rey y por deshacer las tiranias, no ha de haber amistad. Almendras fué vestido y ansí lo llevaron á las casas de Diego Centeno, diciendo algunos por la villa á grandes voces: ¡Viva el rey! ¡mueran los tiranos! Con el cual apellido salieron á la plaza todos los más. Venido el dia, sabido lo que pasaba se holgaron, é si algunos dellos recibian pena no se tenian por bastantes para procurar la libertad de Almendras; y mandóse asimismo prender á un Diego Hernandez, criado que era de Gonzalo Pizarro, el cual luego otro dia fué ahorcado por haber inviado socorro de dinero para que pudiese sustentar su tirania, y por palabras desacatadas que habia dicho; y paresciendo á Lope de Mendoza y Alonso Perez de Castillejo, y á Esquivel y á Francisco Negral y á Rivadeneira y á los otros que allí estaban que convenia dar la muerte á Francisco de Almendras, pues sin justicia habia muerto á don Gomez de Luna y descerrajado la real caja del rey nuestro señor, y haber ido por el artillería á Goamanga y hechos otros delitos no pequeños, lo cual pensado y por ellos determinado mandaron que se confesase. Francisco de Almendras, como entendió estar tan vecino de la muerte y que no tenía lugar para hacer penitencia de sus pecados, con grandes suplicaciones imploraba el amistad que con Centeno habia tenido, diciendo que pues con su muerte era poca la venganza que se tomaba, que les rogaba que no mirando á él ni á sus peticiones, sino habiendo lástima de doce hijos que tenia en tierna edad, le diesen la vida, cortando de su persona cualquier miembro que quisiesen, y así lisiado le desterrasen ó le tuviesen consigo en prisiones si se recelaban que habia de intentar algun movimiento. Estas cosas y otras de mucha lástima decia Francisco de Almendras. mas como ya el fin de su vida se lle

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gase, poco aprovechaban sus suplicaciones, Ꭹ los que quieren, como en lo de atrás dije, culpar á Diego Centeno de cruel por dar lugar á que muriese, en ley de amistad yo conozco que fuera justo dar la vida á Francisco de Almendras; mas si fué justicia matarle, no tienen de qué condenarle, pues tenemos enjemplo de muchos de los antiguos que por no quebrar la justicia la ejecutaron en deudos muy propincos, como fué Torcato, que mandó matar á su hijo; é Bruto, cónsul primero que fué de Roma, mató á sus hijos y á los hermanos de su mujer porque supo que con otros mancebos de Roma querian meter en ella á Tarquino el Superbo à que volviese á tomar el gobierno de la cibdad de Roma. Y otros muchos mataron amigos suyos singulares; por donde si Francisco de Almendras merescia la muerte é se sustentaba con la vida en deservicio de Dios y de nucstro rey, retamente se le dió la sentencia, bien que pudiera Diego Centeno privalle de la vista corporal y cortarle la mano derecha, como le pedia, ó desterralle. Mas al fin, crean que Dios ejecuta su justicia y que en ninguna parte del mundo se ha visto como en estos reinos este castigo, como claramente verá el letor por lo que fuere leyendo. Viendo, pues, Francisco de Almendras que no tenia remedio, se confesó é hizo su testamento por ante el notario Luis de Soto, y se mandó fulminar proceso contra él, y visto los crímenes y delitos que habia cometido fué condenado á muerte, la cual se le dió en aquel mismo lugar quél la mandó dar á don Gomez de Luna, y sacado por la villa en medio del dia y con pregon alto que publicaba sus delitos, diciendo que por traidor se le daba la muerte. Lo cual pasó mártes, diez y seis dias del mes de Junio del año del Señor de mil y quinientos y cuarenta é cinco años.

CAPÍTULO CXXXI

De cómo se ayuntaron la justicia y regimiento de la villa de Plata determipara nar quién seria nombrado por capitan.

Con muy gran trabajo procuro siempre de buscar y envestiguir en los libros de los cabildos de las cibdades, y en otros procesos y testimonios, lo que pasaba. porque demás de ser relacion cierta y quel letor se satisfará de que pasó ansí, yo lo tengo por singular beneficio, y pues es costumbre mia poner en esta narracion provisiones y testimonios á la letra, sacados de los oreginales, decente cosa será que pongamos uno que pasó en la villa

de Plata luego que fué muerto Francisco de Almendras, el cual yo saqué de los registros de Luis de Soto el teniente, del cual es éste:

«IHS. En la villa de Plata, dentro de las casas de Diego Centeno, alcalde ordinario desta villa, en mártes, diez y seis dias del mes de Junio, año del Señor de mill y quinientos y cuarenta y cinco años, estando la justicia y regidores de la villa ayuntados en su cabildo é ayuntamiento, segun que lo han de uso é costumbre, dentro de las casas de Lope de Mendoza y Diego Centeno, conviene á saber: Alonso Perez de Castillejo y Diego Centeno, alcaldes del rey nuestro señor, y Alonso de Camargo y Francisco de Tapia é Luis Perdomo y Diego Lopez de Zúñiga, regidores, especial y expresamente ayuntados para hacer y ordenar lo que conviene al servicio de Dios Nuestro Señor y de Su Majestad, y al bien y pacificacion desta villa y sus provincias y de todos estos reinos del Perú, despues de haber tratado y platicado muchas cosas tocantes á ello, dijeron: que por cuanto esta villa de Plata ha sido siempre lealísima á Sn Majestad del emperador y rey nuestro señor, y ellos han visto las notorias alteraciones y escándalos que en estos reinos del Perú ha habido contra el ser vicio de Dios y del rey nuestro señor, especialmente que habiendo inviado á estos reinos al comendador Blasco Nuñez Vela por su visorrey, con número de Oidores que habian de residir en su Real Audiencia para tener en justicia las provincias. Y Gonzalo Pizarro, vecino desta villa, con mano armada fué con mucha copia de gente de pie y de á caballo y con artillería y banderas desplegadas á la cibdad de Los Reyes, donde el visorrey y Audiencia estaba, y tuvo formas y maneras con los Oidores, los cuales prendieron al visorrey y despues de preso, tiránicamente, contra la voluntad de Su Majestad, proveyeron por gobernador destos reinos á Gonzalo Pizarro, no lo pudiendo hacer, el cual se apoderó en las provincias del reino, haciendo en ellas muy grandes sinjusticias, mandando ahorcar y cortar muchas cabezas de caballeros y personas servidores del rey, y quitado las haciendas á otros, y no contento con esto, teniendo aviso cómo el visorrey se habia desembarcado en Túmbez tornó á juntar más número de gente y fué contra él para lo matar ó echar totalmente de la tierra, mandando echar grandes pechos y subsidios forciblemente á los vecinos de las más cibdades del reino, para pagar la gente que ansí llevaba. Y que Francisco de Almendras, vecino que fué desta villa, que envió por su teniente y capitan, ha hecho

muchas grandes sinjusticias y tiranias, quitando las haciendas y posesiones injustamente á los vecinos caballeros della, por haber servido á Su Majestad como leales y no haber querido seguir la tiranía de Gonzalo Pizarro, y por la misma causa ha desterrado á otros y muerto. Y visto que Francisco de Almendras llevaba término de acabar y de destruir á los vecinos desta villa, y publicaba que al que hallase que se mostraba deservidor de Gonzalo Pizarro, que lo mataria sin dar lugar á que se pudiese confesar. Y visto que los señores alcaldes y regidores, cabildo y consejo desta villa, han prendido á Francisco de Almendras, y por sus notorias culpas y traiciones y por haber sido principal movedor del alzamiento que Gonzalo Pizarro hizo, y haberse mostrado traidor y deservidor de Su Majestad, se ha hecho justicia dél y quitádole la cabeza de los hombros en la plaza pública y picota desta villa. Lo cual han hecho como buenos y leales jueces y caballeros celosos del servicio del rey. Y agora conviene al servicio de Dios Nuestro Señor y de Sus Majestades que este cabildo vuelva por la honra de su rey como son obligados, y visto que por estar el dicho visorrey opreso é retraido é perseguido de Gonzalo Pizarro y sus secaces, no hay pueblo ni cibdad que le acuda ni envic socorro, ni ose ir contra Gonzalo Pizarro y sus adherentes, sino esta villa, que con el celo que siempre ha tenido al servicio de Su Majestad, agora, que le ha parescido quel visorrey tiene nescesidad de socorro, se ha movido á poner las vidas y haciendas por le servir y hacer toda su posibilidad hasta último de potencia en ir á resistir tan gran desacato é tiranía como han cometido Gonzalo Pizarro y sus valedores y capitanes, y restituir al visorrey é Audiencia Real en su trcbunal, posesion, uso y ejercicio de sus reales cargos, para que libremente usen dellos y gobiernen las provincias como el rey nuestro señor lo manda, é oyan de justicia á todas las cibdades y villas que están situadas en las provincias dél, y para que informado Su Majestad, como católico cristianísimo príncipe provea el remedio nescesario para la buena gobernacion y conservacion destos reinos, para que en la tierra que los conquistadores vecinos dellas han ganado con tantos trabajos y fatigas é derramamientos de sangre y peligros, se puedan sustentar é se haga fruto en la conversion de los naturales, como Su Majestad lo manda; y para lo susodicho y para defender la juresdicion real y desarraigar la tiranía de Gonzalo Pizarro y sus secaces, y otras cualesquier personas ó tiranos que fue

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