y más, determinó de se partir para la gran CAPÍTULO XV Cómo Gonzalo Pizarro envió una espía En gran manera deseaba saber el capitan En esto, Gonzalo Pizarro llegaba al lago de Prosiguiendo su camino iban praticando partes se dijese que el capitan Gonzalo Piza- Pues yendo caminando Gonzalo Pizarro de Cuzco, que salió para ir á ciertas minas su- Gonzalo Pizarro, viendo que las obras y Yendo más adelante encontró á Francisco CAPÍTULO XVI De cómo el capitan Gonzalo Pizarro entró En el tiempo que estas cosas pasaban era García de Montalvo, el cual juntamente con Primero que hiciéramos narracion de la CAPÍTULO XVII Cómo algunos vecinos de la cibdad del Cuzco Todavía era grande el alboroto que habia que el visorrey entrase en ellas, y que era mal aconsejado en entrar en el reino con tanta reguridad. Y los vecinos del Cuzco, Hernando Bachicao y Gaspar Rodriguez, con los más que habia, tambien hablaban lo mismo, mostrando tener voluntad de irse de Los Reyes sin aguardar al visorrey. Y como practicasen estas cosas en muchas partes, Santillana, mayordomo del visorrey, tuvo aviso dello, el cual á gran priesa le hizo un mensajero, avisándole cuánto convenia que con brevedad viniese á ella, y no estar en Trujillo entendiendo en cosas livianas y muy menudas, y que no convenia á su abtoridad y gravedad de su persona; en fin, le dió cuenta de lo que pasaba y del gran tomulto que habia en la cibdad y en otras partes. Y ansí, un Mendieta, criado tambien del visorrey, tomó la carta y con mucha presteza salió de Los Reyes y en pocos dias allegó á la cibdad de Trujillo, adonde ya el visorrey habia sido informado por Diego de Agüero de algunas cosas de las que habian pasado. Y á Los Reyes fué nueva que el visorrey le tenia preso, lo cual no era cierto ni él jamás pensó de lo prender. Llegado, pues, Mendieta, alguna turbacion mostró rescibir el visorrey, no ostante quél no creia quel reino abiertamente se levantaria contra él; é decia que si en su compañía toviera cincuenta avileses, que con ellos bastara á la pacificacion de todo el Perú aunque quisieran tirar coces contra las Ordenanzas. Y luego dió órden en su venida á la cibdad de Los Reyes, no embargante estar Vela Nuñez su hermano enfermo, y con él salieron de Trujillo el capitan Diego Alvarez de Cueto, su cuñado, y el mismo Vela Nuñez y los demás caballeros con algunos vecinos de Trujillo y de Piura. Pasadas en la cibdad de Los Reyes las cosas que hemos dicho, visto por los vecinos del Cuzco que en ella estaban cómo no hobo efeto lo que se trataba entrel licenciado Vaca de Castro y el cabildo, y quel visorrey seria salido ya de Trujillo, paresciéndoles ya que era gran dificultad para ellos el cumplimiento de las leyes y que fácilmente les seria oponerse contra el visorrey y constreñirle á salir del reino y volver á colocar en el gobierno dél al licenciado Vaca de Castro, con quien todos tenian grande amistad y le eran muy amigos, especialmente Gaspar Rodriguez de Camporredondo, con el cual quieren decir y afirman por verdad quel licenciado Vaca de Castro habló en gran secreto que fuese á la cibdad del Cuzco, y si hobiese El ms, dice Santillan. á ella venido el capitan Gonzalo Pizarro, se conformase con él, y si no, que se hiciese rescibir por teniente de gobernador, pues el visorrey en ella no estaba rescibido; y que hobo cierta trama entre Vaca de Castro y los vecinos para que mostrándose abtor Gonzalo Pizarro se opusiese contra el visorrey, creyendo que despues fácil cosa les seria el facer volver á su casa á Gonzalo Pizarro y que se desistiese de lo comenzado, tornando á rescibir de nuevo todos los cabildos á Vaca de Castro por gobernador. Estas cosas y otras muchas cuentan que pasaron entre unos y otros, que yo holgara de saber para las escrebir, no embargante que me dieron la razon dello varones de autoridad y que no saldrian de la verdad por cosa ninguna. Ansí que praticado entre unos y otros lo que decimos, Gaspar Rodriguez de Camporredondo salió á la plaza y mirando á los que en ella estaban conosció á Santillana, criado del visorrey, y á grandes voces le dijo como él se iba á la cibdad del Cuzco á defender su hacienda, y lo mismo harian todos, pues el visorrey tan cruelmente se queria haber con ellos; y como esto dijo, despidiéndose de Vaca de Castro salió él y Hernando de Bachicao y Beltran del Conde para se ir á la cibdad del Cuzco. Diego Maldonado y Pedro de los Rios hicieron lo mismo, tomando el camino marétimo de Los Llanos con voluntad de se ir á meter en la provincia de Andaguáilas y no hallarse en los movimientos que creian que se habian de levantar, pues ya los nublados estaban tan congelados que por via ninguna podia dejar de venir en el reino gran trabajo y calamidad. Allegados á la provincia de Guadocheri Gaspar Rodriguez y Bachicao y los demás que con ellos iban, quemaron las picas que alli habia dejado Vaca de Castro, y los arcabuces y tiros de campo pequeños llevaron á la ciudad del Cuzco, encomendándolos al padre Loaysa, que con toda priesa los fuese siguiendo. Despues de idos estos vecinos salió de la cibdad el licenciado de la Gama, yendo con él un soldado llamado Olea. CAPÍTULO XVIII De cómo Gonzalo Pizarro envió por espía á Méxcua á la cibdad de Los Reyes, y de cómo no hallando el aparejo que él pensó en la cibdad, se quería della salir. Aposentado el capitan Gonzalo Pizarro en la cibdad del Cuzco, como en los capítulos de atrás contamos, viniéronle á visitar algunos de los vecinos, y no todos tenian el pensamiento de seguir á Pizarro en su deseo; el cual, por ganar la gracia de ellos les decia que habia de poner todas sus fuerzas por el bien comun, como por sus propios hermanos y compañeros, sin decir palabras que diesen á entender su mala intencion y tiránico pensamiento, que era de haber el reino como él pudiese. Los vecinos, como ya tuviesen nuevas el visorrey venir de Trujillo para la cibdad de Los Reyes, adonde ya le habrian recebido, pues lo mismo habian hecho en todas las más de las cibdades y villas del reino, mirando cuerdamente que en lo foturo no les recreciese algun daño el levantamiento de Gonzalo Pizarro, no solamente acuerdan de no le dar favor, mas pocas veces le visitaban; y él, conociendo cuán frios estaban los ánimos de aquellos que le habian inviado á llamar, entristecióse, diciendo que cosa de comunidad no podia ser menos que aquello, y quél se queria volver á Los Charcas; y llamando á Mézcua, criado suyo, le mandó que con toda diligencia fuese á la cibdad de Los Reyes y supiese lo que habia, y si el visorrey entraria en ella presto. Mézcua lo hizo ansí, y Gonzalo Pizarro quiso aguardar á ver su respuesta é si entretanto los vecinos del Cuzco le quisiesen rescibir por su defensor y dalle nombre de procurador general. En este tiempo allegó al Cuzco el licenciado Benito Xuarez de Carvajal, tratando mal de las cosas del visorrey, y cómo se mostraba riguroso en la ejecucion de las nuevas leyes, y con su venida se alegró en gran manera Gonzalo Pizarro. El licenciado de La Gama venia caminando la vuelta del Cuzco, muy alegre por haber salido de aquella cibdad antes quel visorrey en ella entrase, viniendo muy enojado por las cosas que dél decian, hablando á todos los que encontraba que se volviesen á la cibdad del Cuzco y dejasen de ir á Los Reyes, porque la crueldad del visorrey era grande. El licenciado Leon, sabido quel visorrey venia cerca de Los Reyes, se salió de aquella cibdad por el camino marítimo de Los Llanos hácia la cibdad de Arequipa, dejando escrita una carta al visorrey, diciendo en ella quél no iba á hallarse en ninguna alteracion, ni en deservicio del rey nuestro señor ni de su señoría, sino á sus pueblos de repartimientos; que por aquella escrita de su mano afirmaba nunca se juntaria con ninguno que no fuese servidor del rey. Mas no lo cumplió ni guardó más tiempo de cuanto tardó en escribir la carta, porque luego se fué al Cuzco, adonde mostró holgarse de la estada en aquella cibdad de Gonzalo Pizarro; y no so lamente le siguió, pero afirmaba y decia que por leyes y derechos podia Gonzalo Pizarro con título de procurador general ir á suplicar las Ordenanzas, aunque fuese con mano armada, para defender á sí y á los que con él fuesen, si el visorrey los quisiese prender ó hacer algun mal; y con los dichos deste letrado y de otros que no faltaron á afirmar lo quél decia, muchos simples siguieron á Pizarro y no les costó despues más de las vidas y haciendas y quedar por traidores. Una cosa quiero afirmar, que los vecinos ansí del Cuzco como de Los Reyes no deseaban, ni era su voluntad otra, más que Su Majestad el rey nuestro señor suspendiese las nuevas leyes, porque decian que les venia mucho daño con ellas; y si como escojeron á Pizarro para procurador nombraran á tres ó cuatro conquistadores cuerdos, para que con su abtoridad fueran al visorrey á la suplicacion, y la pidieran con grande humildad, nunca pararan en lo que pararon; mas siendo ellos las ovejas, escojeron al lobo para ser su guardia. Los que de tiranos se han procurado hacer reyes, no ha sido sino por repúblicas necias fiarse dellos: los de la isla de Calis, que con sus desafueros movieron guerra á los andaluces turdetanos, y constreñidos por necesidad enviaron á Cartago por ayuda y les vino, no solamente quedaron despues por su loco juicio vasallos de sus fingidos amigos, mas toda su república perdida. Y dejando de hablar en cosas muy antiguas, que no hobiera pocos enjemplos en ellas ansí en los tiranos de Cecilia como de Grecia, todas las cibdades de Italia que en poder de señorío estaban, libres y exentas eran; y si agora sirven y tienen señores, ellas y sus regi mientos fueron cabsa de perder su libertad; cómo y por qué, los que son curiosos lo saben y claro pueden ver. En son de libertad peleaba Pompeyo; César decia lo mismo, y Octaviano y Marco Antonio; y quedaron ellos señores, y quien les dió favor, los unos muertos y los otros vasallos. Si los de Cartago no dieran á Asdrúbal é Annibal su cuñado mando y poder sobre su cibdad, aun sus cosas iban adelante. Y querian los del Cuzco y Lima que Pizarro fuese su procurador y que habia de aventurar él la vida y honra por su libertad dellos, no se acordando de su abtoridad y que era hermano de Hernando Pizarro, el otro movedor de las guerras pasadas, y que era público que despues que salió de la Ĉanela muchos le oyeron decir el rey nuestro señor lo miraba mal con él por no le haber dado el gobierno de la provincia por la muer te del Marqués, y otras muchas veces dijo que habia de gobernar aunque pesase á todo el mundo. Y desque Gonzalo Pizarro supo la entrada del visorrey, y que le escribian cartas que tomase la empresa, desde entónces se tuvo por gobernador aunque industriosamente lo disimulaba, diciendo él no desear más que el bien comun de todos é su descanso, que para sí harto tenía con que poder vivir. CAPÍTULO XIX De cómo el visorrey Blasco Nuñez Vela venia acercándose á la cibdad de Los Reyes, y de cómo don Alonso de Montemayor se fué á encontrar con él, y lo mismo hizo el secretario Pero Lopez y otros algunos. Salido, pues, de la cibdad de Trujillo el visorrey Blasco Nuñez Vela, se venia acercando á la cibdad de Los Reyes con gran deseo de verse en ella, teniendo por cierto que con su presencia se amansarian los bollicios que por todas partes habia. De la cibdad de Los Reyes salieron, sabida la venida del visorrey, dos hombres bien cautelosos, llamado el uno Anton de Leon y el otro Juan de Leon, que estaban agraviados de Vaca de Castro, y por ganar el favor del visorrey salian al camino para le dar cuenta de lo que pasaba. Caminando, pues, el visorrey, allegó al pueblo que nombran de La Barranca, adonde se encontró con el secretario Pero Lopez, que de la provincia de Xauxa se habia adelantado y dió cuenta al visorrey de lo quel licenciado Vaca de Castro le mandó; y dicen quel visorey oia no muy bien las cosas de Vaca de Castro, notándolo de hombre de mucha cobdicia. Don Alonso de Montemayor habia venido. de la cibdad del Cuzco con el licenciado Vaca de Castro, y como supiese quel visorrey llegaba cerca de Los Reyes, le salió al camino; y el visorrey, por ser don Alonso caballero tan principal, se holgó que hobiese venido á verse con él y le rescibió muy bien, y supo de la salida que habian hecho de Los Reyes los vecinos del Cuzco, y áun de lo que habia hablado en la plaza Gaspar Rodriguez de Camporredondo, y sintiólo grandemente, pesándole por que tan fácilmente se hobiesen movido á aclararse contra lo que S. M. daba, temiendo no fuesen parte de causar algun alboroto 6 escándalo, de manera que haya dificultad para lo amansar; y esto, porque él ya tenia aviso de las cartas que le habian escrito de todas partes al capitan Gonzalo Pizarro. E yendo acercándose á la man 3 8 2 cibdad de Los Reyes salieron della otros caballeros á le rescibir, y por algunos fué aconsejado no debia ejecutar las nuevas leyes, porque gran daño venia al reino dello y S. M. seria deservido. El respondia quél no habia de dejar de complir lo que por su le habia sido mandado. Si él quirey siera, desde que entró en el Perú é vido las provincias alborotadas, é que quitando á las mujeres viudas sus indios de repartimiento tuvieran trabajo (y la honra con necesidad mal se sustenta), otorgar la suplicacion para 3 el emperador, como hizo 3 don Antonio de Mendoza y otros gobernadores ", tuviérase por servido y estuviera este reino sin pasar por tan grande miseria y calamidad 7. Mas, ¿qué digo? quel proveimiento del emperador 9 y venida del visorrey no era sino lo que muchas veces he dicho, azote que Dios inviaba á castigar la soberbia desta tierra y otras cosas demasiadas. Sinó, díganlo los vecinos del Quito, cuánta fué su prosperidad en aquel tiempo, pues en los banquetes y fiestas, alguno 10 dellos ponia en sus tablas saleros llenos de oro molido, en lugar de sal, y todos tenian á treinta mill y cuarenta mill pesos, y otros menos y otros más, los cuales en breve tiempo habian sacado de las minas. Ellos mismos fueron por el visorrey y le trajeron á su cibdad, adonde en los campos de Añaquito fué su muerte y de muchos dellos. No eche nadie la culpa, no, de las cosas que en el Perú pasaron i á la venida del visorrey, sino á los grandes pecados que cometian las gentes que en él estaban, pues yo conocí algunos vecinos que en sus mancebas 12 tenian pasados de quince hijos, y muchos dejan á sus mujeres en España quince y veinte años y se están amancebados con una india, haciendo la cumbleza de su natural mujer. Y ansí como los cristianos é indios pecaban grandemente, ansí el castigo y fortuna fué general. |