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dos, paresciéndole que si así fuese su reputacion no sería mucha, sin lo cual Alonso de Toro no queria tenerse por su inferior; en fin, miradas otras cosas y fines suyos, determinó de salir de Lima con toda brevedad, llevando toda la más gente que pudiese. Perucho de Aguirre y otros algunos andaban escondidos por los carrizales y breñas de los valles, por miedo que tenian de ser muertos por mano de Francisco de Caravajal, el cual como lo supo les envió seguro para que viniesen antél, prometiéndoles todo favor porque se quisiesen tener por sus soldados é seguillo en aquella guerra que iba hacer. Antonio Alvarez, que en aquel tiempo estaba en la cibdad, despues de haber andado muchos dias por las montañas y espesura de los valles, habia venido con un seguro que le envió Lorenzo de Aldana, al cual mandó que fuese con él, teniendo primero intencion de le matar, y aun dicen que si no lo hizo fué por ruego del mismo Aldana, y Anton Alvarez, aunque contra su voluntad, hobo de seguirle por no perder la vida. Perucho de Aguirre y los que con él estaban vinieron á la cibdad y fueron bien recebidos de Caravajal, el cual daba priesa en que todos se adereszasen para salir della con brevedad. En este tiempo gobernaba Lorenzo de Aldana la cibdad, como atrás hemos dicho, y no osaba en cosa alguna hacer más de lo que Caravajal queria, y algunos culparon de muy remiso á Lorenzo de Aldana, diciendo que pudiera quedar por único capitan del reino hasta quel emperador y rey nuestro señor proveyera quien en su nombre gobernara las provincias, matando á Francisco de Caravajal y alzando bandera por el rey; y aun dicen que como en este tiempo estuviese alzado Diego Centeno en Las Charcas, si hiciera lo mismo Aldana, que Gonzalo Pizarro recibiera tan gran temor, que depusiera el cargo de gobernador y se fuera á meter en las manos del visorrey, 6 que ya questo no hiciera, diera la vuelta á Los Reyes con su campo, por lo cual el visorrey lo pudiera seguir y con las ayudas y favores de arriba, Pizarro fácilmente fuera deshecho y él restituido en su tribunal; cosas son que se pratican; los subcesos Dios es el que lo sabe; tambien dicen otros que Aldana no tenia caballos, y aun que si se pusiera en arma y en alzar bandera, que los soldados destruyeran la cibdad y la pusieran á saco, que fuera mayor daño; sin lo cual, Centeno estaba tan lejos que habia más de trecientas leguas; dejemos esto, que yo concluyo con que si Lorenzo de Aldana alzara bandera por el rey, fuera Pizarro totalmente destruido; mas

tambien afirman que le faltó aparejos y no tener caballos para subirse á la sierra si despues de haber alzado bandera se viera en algun trabajo.

CAPÍTULO CLXXI

Cómo el capitan Francisco de Caravajal salió de la cibdad de Los Reyes con su gente la vuelta de Goamanga.

Por la manera que habemos contado allegó Francisco de Caravajal á la cibdad de Los Reyes, adonde era muy servido de don Antonio de Ribera y del tesorero Alonso Riquelme y de otros que no poco deseaban el honor y servicio de Pizarro, y como él tuviese gran gana de salir de aquella cibdad, dió priesa que todos los que con él habian de ir se aderezasen para salir della, y nombró por su alferez general á Martin de Almendras, que despues fué capitan, y por sargento mayor á Castañeda, y despues de haber robado todo lo que pudo á los mercaderes, vecinos y oficiales de Lima, salió con toda su gente con determinacion de ir al Cuzco y estar poco en él, para ir á Las Charcas á desbaratar á Diego Centeno, y caminando por sus jornadas llegó al valle de Jauja, adonde siendo proveido por los señores dél abastadamente de las cosas nescesarias, se partió para Goamanga y anduvo tanto que llegó á un rio que cerca está de Goamanga, que ha por nombre Vinaca, adonde ya que era tarde le alcanzaron ciertas cartas que venian de Lima, que unas eran del Cabildo y otras del mañoso tesorero Alonso Riquelme, en las cuales dicen que se contenia que guardase su persona de traicion, porque en su campo iban Perucho de Aguirre, Zambrana y Pineda conjurados con otros para le matar; pues como viese estas cartas, sin dar á entender nada de lo que en ellas le escrebian, mandó luego por la mañana que marchasen para entrar en la cibdad; algunos hobo que quisieron decir quel mismo Caravajal fingió aquellas cartas, porqu' el Cabildo por la que le escrebian le enviaba á llamar que volviese á Los Reyes, y questo que lo hizo de industria por no pasar adelante, porque allí tuvo nueva de que Centeno estaba metido en la provincia de Casavindo, y que Alonso de Toro le habia dado grandes alcances y desbaratádole, y que viturioso se habia vuelto á la cibdad del Cuzco. Como Caravajal le tuviese por su enemigo por las cosas que pasaron al tiempo que Gonzalo Pizarro salió del Cuzco para ir á Los Reyes á la suplica

cion, que siendo su maese de campo Alonso de Toro le quitó el cargo y lo dió á Caravajal, de lo cual Alonso de Toro tenia algun sentimiento, aunque á la verdad, como en tanta manera desease el honor de Gonzalo Pizarro, no paraba en aquellos pundonores, ni miraba en más que serville; mas como Caravajal fuese tan cauteloso, parecióle que Alonso de Toro le daria poca ayuda para pasar adelante, y aun temíase no intentase de le deshacer la gente que llevaba, por lo cual, con estos pensamientos entró en la cibdad de Goamanga sin dar parte á ninguna persona de lo que le habian escrito de la cibdad de Los Reyes; despues de entrado mandó aposentar toda la gente que llevaba, y que los vecinos les proveyesen de lo nescesario, lo cual se hacia como él lo mandaba, no osando hacer otra cosa, y como tuviese el aviso que hemos dicho, enviado, segun se dijo, por el tesorero y por don Antonio de Ribera y por otras personas, determinó de mandar matar á Perucho de Aguirre y á los otros, y ansí lo mandó luego poner por obra.

CAPÍTULO CLXXII

Cómo en la cibdad de Goamanga fueron muertos, por mandado del maese de campo Francisco de Caravajal, Perucho de Aguirre, y Pineda, y Zambrana, y de su salida de aquella cibdad.

Al tiempo qu' el maese de campo Francisco de Caravajal salió de la cibdad de Los Reyes, trataron, entre Perucho de Aguirre, Pineda, Zambrana, é Dionisio de Bobadilla y otros algunos, de le matar cuando para ello el tiempo lugar les diese, y luego juntarse con Diego Centeno si anduviese viturioso, 6 despues hacer algun hecho que fuese tenido por famoso; y como entrestos soldados se tratase, pudo ser sabido en Los Reyes por alguno que lo descubriria, por donde se fundaron á enviar el aviso, y algunos afirman tambien que estas muertes fueron hechas con industria de Caravajal, pareciéndole que, muertos, podria volverse á Los Reyes, adonde publicaria que descubierta la conjuracion que llevaban hecha, los mató, y que podria rehacerse de más gente, con la cual ternia su campo más potencia y volveria con gran celeridad á buscar á Diego Centeno, sin temor de que Toro fuese parte á le hacer ningun enojo; y esto hace creer algo dello saber que Perucho de Aguirre y los otros no pensaban efetuarlo por entonces, por haber entendido que Centeno andaba

huyendo y no estaba poderoso. Volvamos á nuestro cuento y digamos lo que pasaba, y es quel maese de campo mandó llamar á Martin de Almendras y á otros de sus amigos, á los cuales dijo que trujesen delante su presencia á Perucho de Aguirre y á Zambrana y á Pineda, los cuales luego entendieron que el fin de su vida era llegado y que con su muerte el tirano querria ser satisfecho de las palabras que habian hablado sobre darle á él la muerte, teniendo por cierto que habia tenido aviso dello; mas no tuvieron los tristes remedio para ser librados de las manos del sanguinario, porque llevados delante dél, despues de haber dicho muchos donaires, con gran crueldad mandó que fuesen ahorcados, y vista la sentencia tan rigurosa, pedian con grande humildad que por dichos inciertos no los matasen, sino que hiciesen informacion de su delito, é si el crimen fuese de muerte, que ellos con paciencia la recibirian; mas poco aprovechó sus suplicaciones, porque la sentencia se esecutó; desta manera fenecieron estos tres mozos, sin culpa ni causa que hobiese para que su muerte se tuviese por justa; mas ¿qué hablo yo, como si la guerra cruel tuviese justificaciones, sino violencias, robos y crueldades no pequeñas? y estando comiendo el traidor, mandó á Dionisio de Bobadilla que en presencia de ciertos vecinos moradores de aquella cibdad que allí estaban, leyese las cartas que de Lima le habian escrito, mirando que cuando llegase al capítulo en que se nombraban los traidores que le querian matar, que diciendo el nombre de los tres, viese el otro quién era y se lo callase para sí; y vista la carta, Bobadilla se turbó porque se vió nombrar á sí propio; mas Caravajal, conociendo su pena, lo aseguró, diciendo que no temiese, con tanto que conocido aquel beneficio que le hacia de le dar la vida, de allí adelante fuesen mejores amigos; por donde se colige que en la carta venia entre los otros nombrado Bobadilla. Pasado esto, sin querer Caravajal saber si habia más autores, ni participantes en la conjuracion, asosegó su gente, diciendo que no temiesen. Pasado esto vino un mensajero con cartas de la cibdad de Los Reyes, del Cabildo y de otros sus amigos, en las cuales le decian que no tuviese por cosa cierta lo que se le habia escrito de que Perucho y los otros le querian matar, y que supiese que Melchor Verdugo se habia alzado en la cibdad de Trujillo en deservicio de Gonzalo Pizarro, del cual desman estaban temerosos no quisiese venir á Lima; por tanto, que debria de revolver á ella, para excusar no hobiese algun movimiento. Como es

tas cartas vió Caravajal, se holgó grandemente y mandó á toda la gente que consigo habian venido que se aparejasen para dar la vuelta á la cibdad de Los Reyes, y ansí se apercibieron todos para hacer lo que les era mandado, pidiendo Caravajal, antes que saliese, algunos caballos y dineros á los vecinos de aquella cibdad, lo cual se le dió más de temor que no de gana. Luego que se hobo despachado salió de Goamanga y anduvo por sus jornadas hasta que llegó á la cibdad de Los Reyes, adonde fué bien recibido de los moradores della. Lorenzo de Aldana no hacia más de lo que por él le era mandado, y quieren algunos decir que Caravajal pensó en este tiempo de matar á Lorenzo de Aldana, teniéndolo por sospechoso y que no deseaba el servicio de Gonzalo Pizarro, y que praticándolo con algunas personas se lo estorbaron; y estando en esta cibdad supo lo de Verdugo enteramente como habia pasado. Dende á pocos dias vino nueva de que Diego Centeno y Lope de Mendoza y los otros que con él estaban retraidos en Casavindo habian salido y venian hacia la provincia de Collao, y sabida por Caravajal esta nueva se aderezaba para ir á encontrarse con ellos; mas primero que contemos su salida segunda vez de Los Reyes, diremos lo que sucedió en Trujillo y fué hecho por el capitan Melchor Verdugo.

CAPÍTULO CLXXIII

Cómo Melchor Verdugo vino á Trujillo, y lo que en ella hizo, y de cómo se salió por la

mar en un navio.

Agora hemos de contar la venida que hizo de la provincia de Caxamalca Melchor Verdugo á la cibdad de Trujillo, y de cómo salió della por la mar; y bien se acordará el lector cómo en lo de atrás hecimos mincion quel maese de campo Francisco de Caravajal allegó á la cibdad de Trujillo, y lo que en ella hizo, y de cómo envió al capitan Juan Perez de Guevara para que hablase á Melchor Verdugo se viniese á juntar con él para ir contra Diego Centeno, que se habia alzado en Las Charcas, y cómo Verdugo no solamente tuvo en poco el mensaje del tirano, mas procuró con Pedro de Vegara que diesen la muerte á Caravajal. Pasado todo lo demás que nuestro proceso ha relatado, teniendo Verdugo aviso de su salida de Trujillo, acompañado de solamente seis soldados y criados suyos se partió de la provincia de Caxamalca para Trujillo, donde fingiendo

mala dispusicion, y con voluntad de procurar de hacer alguna gente para procurar de juntarse con el capitan Diego Centeno, ó si no recoger el más dinero que pudiese y con ello irse á la provincia de Nicaragua 6 Guatimala á hacer gente para volver en socorro del visorrey; y llegado, pues, que fué á Trujillo, Pero Gonzalez, alcalde ordinario, estaba en el valle de Pacasmayo; y como Verdugo llegase, pensó con industria de prender á los vecinos y más gente que estaba en aquella cibdad, y ansí, tomando consigo los que habia traido, armados con arcabuces, se estuvo en su casa, á los cuales mandó que á los que enviase á llamar y estuviesen dentro de las casas, que mirasen no se saliesen, porque los queria detener, y ansí con un paje envió á llamar uno á uno á todos los vecinos que había en Trujillo, y ellos, creyendo que les queria otra cosa, iban sin recelo de ser detenidos; mas como entraban dentro, no les daban lugar á que saliesen, y habiendo Verdugo juntado ansí algunos soldados de los que habian seguido al visorrey, dió priesa en enviar á llamar toda la más gente que habia en la cibdad, y cuentan que entraron en sus casas pasados de ciento y cincuenta españoles, y que despues que á todos los vido juntos, les dijo que mirasen en el trabajo y fatiga que estaba el reino y cuán calamitoso tiempo por él habia venido, y cuán poco se tenía el servicio del rey; por lo cual, que pues habian oido que Diego Centeno habia alzado bandera en servicio del rey y que algunos afirmaban que los del Cuzco se habian juntado con él, que ellos debrian de hacer lo mismo con ánimos prontos y leales al servicio del rey nuestro señor, é irse por la sierra camino del Cuzco ó de Quito, á juntarse con el visorrey, y qu'él por soldado 6 por capitan, ó como ellos ordenasen, les ternia compañía, afirmándoles que si lo hacian como él se lo aconsejaba, se les siguiria gran provecho y Su Majestad lo ternia por gran servicio. Dichas estas palabras y otras, los vecinos se excusaban de salir, poniendo grandes inconvinientes, y pasaron sobrello grandes práticas. Pues como en la cibdad se supo que Verdugo habia preso á los vecinos que habia metido en su casa, se pusieron en arma un hermano del capitan Diego de Mora, llamado Marcos d' Escobar, con otros, hasta veinte, y como Melchor Verdugo lo supo salió á la plaza y les quitó las armas, volviendo luego adonde tenía á los demás detenidos, y con mucha priesa fué la nueva al valle de Pacasmayo, adonde como hemos dicho estaba el alcalde Pero Gonzalez, el cual, no embargante que era muy servidor del rey y

que deseaba que las violencias y tiranías se acabasen y el visorrey fuese restituido en su tribunal, acordó de hacer la más junta de gente que pudiese para revolver á la cibdad y para poner en libertad á los vecinos, teniendo por cosa muy dificultosa que de aquella suerte los hobiese Verdugo preso y quisiese hacer con ellos su negocio, y escribió á todas partes á los que estaban por los valles para que se viniesen á juntar con él, y lo mismo hizo á la cibdad de San Miguel, adonde en aquel tiempo estaba el capitan Juan Perez de Guevara haciendo gente por mandado de Gonzalo Pizarro, á quien todos llamaban gobernador, para entrar á poblar la provincia de Moyobamba; el cual, como supo la nueva, con toda la más gente que pudo se venía á juntar con el alcalde Pero Gonzalez para ir contra Verdugo, que como supo destos movimientos, viendo tan poca voluntad en los que estaban en Trujillo, acordó de salir en una nave que en el puerto estaba y llevar todo el más dinero que pudiese, suyo y de los vecinos; lo cual unos dicen que lo dieron de grado, y otros que lo tomó por fuerza. Pues como avivase la nueva de la venida contra él de Pero Gonzalez, envió á la mar la plata y oro que pudo, mandándolo recoger y que fuese metido todo en la nave, y él, después de haber puesto en libertad á los que tenía presos, desamparó la cibdad de Trujillo, dejando gran parte de su hacienda y la rica provincia de Xamalca, donde se le perdieron grandes ganados y perdió mucho por hacer este servicio á Su Majestad, tan notable, aunque no le salió bien; mas la culpa no la tiene él, pues como buen servidor y leal vasallo se mostró, teniendo en poco lo mucho que tenia, lo cual pudiera sustentar si quisiera seguir la tirania, como hacian los más que en aquellos tiempos vivian. en Perú. Determinada su partida salió de Trujillo con propósito de ir á las provincias de Nicaragua á hacer gente para revolver sobrel Perú y dar favor al visorrey; como los vecinos lo vieron fuera de su cibdad estaban tan sentidos de que los hobiese preso con tan gran cautela y endustria, que salieron algunos con don Juan de Sandoval para lo prender ó matar; mas Verdugo se dió tanta priesa, que en breve tiempo allegó á la marétima costa, y metido en la nave fueron alzadas las áncoras y dieron velas llevando consigo treinta y tres hombres de guerra y ciertos presos que sacó de la cibdad, los cuales eran dos frailes de la Orden de Nuestra Señora de la Merced, llamado el uno fray Gonzalo y el otro fray Pedro, los cuales en gran manera eran aficionados á las cosas de Piza

rro y que muchas veces habian hablado sueltamente contra el servicio del rey, y á otros dos, llamado el uno Angulo, á quien él tenía por hombre escandaloso, y ansí fué caminando la vuelta de Nicaragua. Los vecinos de Trujillo publicaban grandes quejas contra él y escribieron sus cartas á Gonzalo Pizarro y á Lorenzo de Aldana, dándoles cuenta de lo que habia pasado, y como Pero Gonzalez supiese Verdugo ya estar fuera de la cibdad, deshizo la gente, y el capitan Juan Perez de Guevara se volvió á San Miguel; y dejaremos agora de tratar de Verdugo, porque conviene que nuestra obra dé noticia al lector de las cosas que fueron hechas por el capitan Alonso de Toro hasta que volvió á entrar en la cibdad del Cuzco.

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Nescesidad tengo siempre que deje d' escrebir una materia, dar noticia al lector de lo que pasó en la otra, y de lo que tengo d'escrebir en la que va prosiguiendo; y hago á Dios testigo de lo que en ello yo trabajo, y cierto muchas veces determiné de dejar esta escritura, porque ya casi ha quitado todo el sér de mi persona trabajar tanto en ella y ser por ello de algunos no poco murmurado; mas como en esta tierra las reliquias de la virtud sean menospreciadas y no pretenda más de que Su Majestad sea informado de las cosas que han pasado en estos sus reinos, y que la patria mia y todas las otras naciones que debajo del cielo son lo vean y entiendan, pasaré adelante, poniendo siempre mi honor en las manos del lector; el cual ya se acordará cómo en los capítulos pasados hecimos mincion que despues de haber dejado Alonso de Toro por capitan de la villa de Plata y del rico y muy precioso collado de Potosí á Alonso de Mendoza, con toda su gente se volvió hácia el Cuzco, y llegando al puerto de Viacha, adonde ya contamos que ahorcó á un Juan Nuñez, le vinieron cartas de Tomas Vazquez, en las cuales le hacia saber cómo habia venido nueva al Cuzco quel maese de campo Francisco de Caravajal venia, por mandado de Gonzalo Pizarro, á juntarse con él para hacer la guerra á Diego Centeno y á los demás que con él se habian levantado. Pues

como Alonso de Toro entendió esta nueva, mandó al alferez general Juan Jullio de Ojeda que quedándose con la gente se partiese por sus jornadas en su seguimiento, no consintiendo hacer daño á los bárbaros ni que fuesen molestados demasiadamente. Despues que esto hobo proveido, se partió acompañado de algunas lanzas y anduvo ligeramente hasta ser llegado á la gran cibdad del Cuzco, donde á cabo de pocos dias entró Juan Jullio, y no tardó que no vino la nueva al Cuzco de cómo allegado Francisco de Caravajal á Goamanga, ahorcó á Perucho de Aguirre y á los otros, contando la vuelta que habia dado á la cibdad de Los Reyes; tambien se supo la ida de Melchor Verdugo, de Trujillo. Pues como oyese estas nuevas Alonso de Toro, se estaba en el Cuzco á ver lo que más se decia; en este tiempo venian nuevas de la gran cantidad de plata que sacaban los vecinos en Potosí, que cierto ha sido más que, sacando el incendio que cuentan de los montes Pireneos, que ha habido en ninguna parte del mundo, aunque Juan de Viterbo y su Beroso hacen mincion de ricas minas que hobo en la provincia de Turtedetana, llamada agora Andalucía por los vándalos que la señorearon; y en mi primer libro de las fundaciones y nuevas poblaciones d' españoles hago gran mincion deste cerro y pongo dél cosas maravillosas de las guairas y otros instrumentos con que afinan el metal, que es una singular é hermosa historia que digo; y el capitan Alonso de Mendoza ponia gran diligencia en que los vecinos sacasen el metal, y los tenia en gran justicia, estándose en el asiento que luego se empezó á hacer á las faldas del gran cerro, y en la villa, desde donde tenian nueva de lo que pasaba; y diremos agora la salida que hizo del valle de Casavindo el capitan Diego Centeno.

CAPÍTULO CLXXV

Cómo despues de haber enviado el capitan Diego Centeno á Diego Lopez de Zuñiga á tratar los medios, fué caminando hasta Casavindo, y de cómo pasó alguna nescesidad de bastimento.

En lo pasado tratamos cómo el capitan Diego Centeno, con parecer de los varones que tenia consigo, volvió á enviar á Diego Lopez de Zuñiga para que tratase con Alonso de Toro algunos medios, más para quel tiempo se pudiese alargar para poder tener lugar de meterse en lo interior de las regiones que adelante de los Chichas estan, que

no por gana que tenian de concierto con los que seguian la opinion de Pizarro; y agora lo que tenemos que decir es que Diego Centeno mandó á Juan de Villanueva, vecino de la villa de Plata, que fuese por adalid y llevase el campo por la parte más dispuesta que ser pudiese. Villanueva lealmente lo hizo; por fuera de los reales caminos caminaban, y el señor ó cacique de los Chichas habia mandado alzar el bastimento, de manera que tuvieron algunos hambre, por lo cual les fué forzado aprovecharse de lo que por naturaleza la tierra produce, y ansí debajo della sacaban unas raices amargas, que yo creo tienen por nombre arracaches, porque si no me engaño no pocas dellas he comido; su sabor declina un poco á zanahorias; destas y de otras yerbas comian los que con Centeno andaban, el cual, como viese esta nescesidad, salió por su mandado alguna gente por los lados de aquel despoblado á buscar bastimento, y trajeron algun ganado y maíz que comieron; mas como ya fuesen pasados más de treinta dias, en los cuales no tuviesen nueva de lo que habia hecho Alonso de Toro, Centeno mandó al capitan Luis de Ribera que acompañado de Martin de Arbieto, Juan de Santa Cruz y Francisco de Santisteban y de otros algunos, fuese por el camino más allegado á la villa y tomase lengua de lo que habia hecho Alonso de Toro, y si se habia vuelto al Cuzco ó si se andaba por alli. Luis de Ribera y los otros, con toda diligencia se partieron para hacerlo, y andando algunas jornadas tuvieron nuevas cómo Alonso de Toro habia llegado á la provincia de los Chichas y al puerto de la Totora, pasadas de cincuenta leguas de la villa de Plata, desde donde, sabiendo con la presteza que Diego Centeno iba huyendo por no afrontarse con él, acordó de dar la vuelta á la villa, y hallaron una carta del mismo Toro que lo afirmaba. Como el capitan Luis de Ribera y sus compañeros entendieron esta nueva, volvieron adonde quedaba Diego Centeno, y sabida por él, con parecer de los que con él estaban determinó de salir de Casavindo para revolver á la villa; y ansí, sacado el estandarte con noventa y cinco escuderos y arcabuceros que con él habia, salieron y anduvo hasta que llegó al puerto de Calahoyo, desde donde se metió en el valle que Ilaman de Picoya y Ticonoya, en el cual, por ir los caballos desherrados y muy despeados, les fué forzado reparar algunos dias, y ansí, como mejor pudieron, fué hecha una fragua, adonde se hicieron algunos clavos y se aderezaron las armas que tenian. Como los bárbaros naturales de aquellos valles es

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