Imágenes de páginas
PDF
EPUB

en armas. Los del cabildo se juntaron para determinar lo que debrian de hacer, hablando á los vecinos de su cibdad que no se alborotasen ni mostrasen grave sintimiento con la venida del visorrey, hasta que entrado en la cibdad se viese si todavía queria ejecutar las leyes; las cuales, como á todos fuesen tan aborrecibles, dicen que en las juntas y congregaciones que tenian hablaban sobre el no obedecellas aunque el visorrey quisiese cumplirlas. Y aun el arzobispo de Los Reyes me dijo á mi que el alcalde Alonso Palomino y el tesorero Alonso Riquelme y el veedor García de Saucedo le fueron á hablar para que saliese con ellos á recibir al visorrey y á requerille no ejecutase las Ordenanzas; á lo cual dicen que respondió que á recibille que sí saldría, pero que no le requiriria nada; que ellos viesen en aquel caso lo que más les conviniese. Y aun tambien afirman que hablaron al arzobispo sobre que querian á campana repicada hacer llamamiento para tratar lo tocante al recibimiento, y afirman que el arzobispo lo afeó, diciendo que más paresceria campana de aldea que otra cosa. Y aun tambien dicen que los del regimiento pensaron de prender en el cabildo al visorrey, y aun otros cuentan que en la posada del obispo de Los Reyes se trató entre Vaca de Castro y otros de dar hierbas al visorrey para matarlo; lo cual me contó á mí el padre Baltasar de Loaysa, que lo supo de cierto. Tratando yo esto no ha muchos dias con el reverendo fray Domingo, de la órden de Santo Domingo, varon de gran dotrina y santidad, me juró que nunca de tal cosa fué avisado el arzobispo en aquel tiempo ni fué participante en ello. Y aun el mismo arzobispo me ha dicho esto propio, diciendo que bien podria ser en su casa praticarse entre los que estaban en ella, pero quél no supo nada. Soy largo en esto porque anda derramado por el vulgo, é lo cierto es que se praticó entre algunos, más con ánimos airados y que el nombre de visorrey les era aborrecible, que por tener deseo de deservir al rey; mas no se puede averiguar quel obispo ni Vaca de Castro lo entendiesen.

Pasados estos furores y tomultos fué elegido y nombrado por procurador el licenciado Rodrigo Niño, y ordenaron tres requirimientos para requirirle que suspendiese de presente las nuevas leyes hasta que S. M. otra cosa mandase y fuese informado del agravio notable que se hacia al reino si se hobiesen de cumplir. Por el un requirimiento se lo pedian con grande humildad; por el segundo le daban á entender los grandes daños que se siguirian si se ejecutasen y cumpliesen, porque todo el reino estaba

alborotado, y los vecinos de la cibdad del Cuzco se habian salido de Los Reyes sin le querer aguardar en ella; que era público Gonzalo Pizarro haber recibido cartas de muchos llenas de alteraciones y otras cosas, para persuadille se nombrase procurador y defensor de todos. El tercero era para le protestar los daños y muertes que se rescreciesen. El capitan Diego de Agüero se habia levantado por mandado del visorrey, y llegado á donde el cabildo se hacia, dijo á los regidores que recibiesen al visorrey con toda voluntad, y que no tenian necesidad de ningun requirimiento: y ansí, por el dicho de Diego de Agüero se alegraron algo y dieron órden para el recibimiento.

En este tiempo, don Jerónimo de Loaysa, obispo de Los Reyes, que tambien lo habia sido de Cartagena, y el licenciado Vaca de Castro y el fator Illan Xuarez y el capitan Juan de Saavedra, Pablo de Meneses y el fator Juan de Salas y otros caballeros vecinos, sabido quel visorrey ya estaria cerca de la cibdad salieron á le recibir y anduvieron hasta que se encontraron con él, y se rescibieron muy bien, mostrando holgarse el visorrey de ver al obispo, y pasaron entrel visorrey y el obispo ciertas práticas sobre lo de Vaca de Castro, al cual el visorrey mostró gran voluntad. Y pasadas otras de buena crianza, el obispo le dijo que pluguiera á Dios hubiera llegado con más brevedad á la cibdad de Los Reyes, porque con su presencia hubiera cesado la ida de los vecinos que se fueron al Cuzco; y que le parescia seria cosa provechosa y de buena cristiandad suspender las leyes y avisar á S. M. del alboroto y escándalo que habia causado el sonido dellas; y que supiese que para todo lo que conviniese al servicio del rey estaba muy aparejado. A lo cual respondió el visorrey, que tal confianza tenia S. M. de su señoría y no ménos él, y que pensaba con su favor cobrar ánimo para cumplir lo que por el rey le había sido mandado; y en cuanto á las Ordenanzas, que se vería lo mejor y más acertado, que eso se haria. Y en esto allegó el fator Illan Xuarez de Carvajal diciendo: déme vuestra señoría las manos. El visorrey se holgó con él y le abrazó, porque le conocia de la corte de España, y le respondió, segun dicen: No me pesa sino que no os puedo hacer bien ninguno. El fator se demudó, en oir tal palabra. Y vueltos con el visorrey llegaron á donde dicen el Xagüey, donde el obispo y Vaca de Castro y el fator y los demás caballeros le suplicaron que aquella noche allí durmiese, que aunque fuese temprano no era inconveniente, que

por la mañana se partiria á la cibdad de Los Reyes. El visorrey alegremente respondió que era contento.

Muchos vecinos y caballeros salieron luego á ver al visorrey y á le besar las manos, el cual los rescibia á todos muy bien; y dijo al arzobispo, apartados, que ninguno lo pudo oir, que estando él en España sin cuidado de venir á estas partes, ni conocer el Perú, ni tratar con la gente dél, le habia mandado S. M. que viniese por su visorrey y á ejecutar las nuevas leyes; y que harto le pesaba á él venir á quitar lo que otros habian dado, aunque tenia por cierto S. M. seria servido de revocar las leyes y hacer más mercedes á los conquistadores; y que le suplicaba le avisase de lo que habia pasado, porque le habian informado que ciertos vecinos del Cuzco iban alborotando la tierra. A lo cual le respondió el obispo cómo muchos dias habia que se tenia nueva de las Ordenanzas, las cuales habian causado grande alboroto en todo el reino, y que debía prudentemente haberse en la ejecucion dellas, y otras cosas de las que habian pasado. Estas pláticas pasaron aquella noche el visorrey y el obispo, habiendo tambien hablado otras personas con Vaca de Castro y con los más caballeros que allí estaban.

Lorenzo Estopiñan habia salido á recibir al visorrey, y viendo en él voluntad para no ejecutar las leyes hasta que los Oidores viniesen, adelantóse á les dar la nueva, y lo mismo hicieron otros; mas, aunque lo afirmaban, no dejaba de haber gran tristeza en los ánimos de todos, adevinando que habia de causar grandes males la entrada en Perú del visorrey, y la guerra se habia de encender de nuevo y habia de ser peor y más larga que la pasada, porque se levantaba por causa más importante y pesada que las otras.

CAPÍTULO XXI

Cómo el visorrey Blasco Nuñez Vela entró en la cibdad de Los Reyes.

Los del cabildo de la cibdad, como con la venida del visorrey no se holgasen, ni les diese ningun contento lo que traia, no habian entendido en aderezar el recibimiento que se le debia al cargo tan preminente que por mandado del rey traia; y como Estopiñan llegó y les dijo el visorrey no venir con voluntad de ejecutar las leyes hasta quel Audiencia fuese asentada, trujeron del templo el palio con que dél es sacado el Santísimo Sacramento cuerpo de Nuestro Dios, cuando va á visitar algun enfermo, y se juntaron los alcaldes Niculás de Ribera y Alonso Palomi

no y el capitan Diego de Agüero, y Francisco de Ampuero, y el veedor García de Saucedo y el fator Illan Xuarez de Carvajal, y Niculás de Ribera el Mozo y Juan de Leon, regidores, y el procurador Rodrigo Niño. El tesorero, con su gota no salió. Toda la cibdad estaba triste, llorosa, con saber cuán en breve las leyes habian de ser ejecutadas. Los regidores estaban vestidos de ropas rozagantes y tenian en un palio puesto el paño que decimos, que era de carmesí, porque como les pesaba de su venida ningun recibimiento le tenian ordenado, sino era los tres requerimientos que no le presentaron por consejo de Diego de Agüero. Los regidores y alcaldes llevaban las varas del palio; acompañados de mucha gente allegaron hasta el rio, mostrando en lo público todo regocijo con su venida.

El visorrey, luego por la mañana se partió de allí donde durmió, y en breve espacio llegó á donde le estaban aguardando; habló á los del cabildo con mucho amor, y ellos á él lo mismo, y fué metido debajo del palio, yendo en un caballo morcillo con la estradiota de terciopelo negro con clavazon dorada. El fator Illan Xuarez de Carvajal dijo con voz alta: Vuestra señoría como visorrey, pues entra en esta cibdad, le suplicamos con toda humildad á la cibdad confirme sus previllejos y libertades como es justo. El visorrey miró al pecho, y no viendo la cruz de la encomienda respondió: Por el hábito de Santiago prometo de guardar é complir los previllejos que piden conforme al servicio de Su Majestad. Lleváronle á la iglesia adonde estaban dos estrados quel obispo habia mandado poner; en el uno estuvo el visorrey y en el otro el obispo y Vaca de Castro; y díjose misa, y acabada le llevaron á las casas del marqués don Francisco Pizarro, Los bárbaros, visto quel visorrey entraba con palio, honor quellos no veian á ningun capitan ni español se hacia, sinó era cuando el Santísimo Sacramento salia de la iglesia, decian unos á otros, y lo preguntaron á algunos cristianos, si era hijo de Dios aquel á quien tanta honra hacian. Avisáronles lo que era, y ellos se mostraban muy alegres con su venida. Entrando en el aposento, le habian puesto unas letras por cima de la puerta de la cámara donde habia de dormir, que decian: SPIRITUS SANTISSIMUS SUPERVENIAT IN TE; y en la puerta de la sala decian otras: VELOCITER ME EXAUDI DOMINE, QUIA DEFECIT SPIRITUS MEUS. Dejándole en su aposento fueron los alcaldes y regidores á hacer su cabildo para tratar en él lo que habian de hacer.

El visorrey, como el secretario Pero Lopez fuese bien quisto en el reino, habíale man

dado en el camino que se aparejase para ir con las provisiones reales á la cibdad del Cuzco, para notificallas al cabildo y vecinos della.

CAPÍTULO XXII

Cómo los del cabildo de la cibdad de Los Reyes trataron de inviar mensajeros á la cibdad del Cuzco para que en ella no hobiese ningun alboroto, y de cómo viniendo Pedro de Hinojosa y Diego Centeno y Lope Martin á Los Reyes se volvió Hinojosa del camino, y de lo que pasó con el visorrey el tesorero Alonso Riquelme.

Quedando aposentado, como hemos dicho, el visorrey Blasco Nuñez Vela, los regidores y alcaldes acordaron entrar en su cabildo, adonde trataron en su ayuntamiento y congregacion que seria cosa decente que pues el tesorero Alonso Riquelme era tan docto, que en nombre de todos hablase al visorrey para que, sabida su voluntad, hiciesen mensajero á la cibdad de Cuzco; y ansí, venido el tesorero en una silla, que por la enfermedad de la gota que tenia no podia andar, le dijeron su intencion, y él fué á hacerlo con gran voluntad. Y llegado á donde estaba el visorrey se holgó mucho de vello y lo abrazó, y el tesorero le dijo: Muy ilustre señor, vuestra señoría sea muy bien venido como aquel que viene por mandado de nuestro rey y señor natural; pluguiera á Dios que vuestra señoría hobiese venido con más brevedad, pues el cabildo con sus cartas le avisó del daño que resultaba de su detenida y del provecho que rescrecia venir aquí. Ninguno que á ninguna provincia va á negocios nuevos conviene tratallos con los arrabales, sino derecho venirse á las cibdades principales, pues al fin las fuentes y rios pequeños se consumen en los mayores. Vuestra señoría se ha fatigado en gran manera; descanse y huelgue algunos dias; tiempo tendrá despues para hacer lo que fuere servido, que nosotros lealmente le serviremos, é yo en nombre del cabildo é vecinos desta cibdad ansí lo prometo. El visorrey alegremente respondió que no audaba en la lealtad que debian á su rey tantos caballeros como en aquella cibdad estaban; que fuese en buen hora á reposar, pues su mala disposicion lo permitia, quél aguardaria á los Oidores y se fundaria el Audiencia y se daria órden en lo que más al servicio de S. M. conviniese y al bien y paz de las provincias. El tesorero se partió muy alegre con la buena respuesta, y dió cuenta á los del cabildo, y todos se holgaron y praticaron que seria bien inviar á la cibdad del Cuzco para que

no hobiese algun alboroto, y hacer saber las buenas nuevas del visorrey, del deseo que mostraba de hacer por todos.

El alcalde Diego Centeno é Pedro de Hinojosa, regidor de la villa de Plata, que es en el riñon de Los Charcas, venian acercándose á la cibdad de Los Reyes para dar órden en hacer lo que les habia sido mandado de parte de su villa. Con ellos venia Lope Martin, vecino de la cibdad del Cuzco; y como hobiesen salido de Los Reyes Gaspar Rodriguez de Camporredondo, y Bachicao y los demás que hemos receptado, y contasen del visorrey cosas que, por cierto, no era justo decirse en un tal varon, contando que las Ordenanzas las ejecutaba y cumplia y quitaba por donde quiera que venia los indios á los que habian sido tenientes; pues como aquello fuese oido por Pedro de Hinojosa y Diego Centeno, como ya se hobiesen visto con el capitan Gonzalo Pizarro é supiesen que habia de venir al Cuzco, acuerdan de que Pedro de Hinojosa se volviese y le diese aviso de todo, y Diego Centeno que prosiguiese su camino á la cibdad de Los Reyes, yendo tambien Lope Martin, y ansí se hizo. E allegado Diego Centeno á la cibdad de Los Reyes fué muy bien recibido del visorrey y le mostró grande amor.

Los del cabildo de la cibdad de Los Reyes, estando en su ayuntamiento les paresció que seria cosa decente que luego hiciesen mensajeros á la cibdad del Cuzco para que no se moviesen fácilmente con la ida de Gaspar Rodriguez é los demás, é que no diesen lugar á movimientos, ni que hobiese ningun alboroto, pues vian la gran dificultad que venia si se hiciese; y hablaron al tesorero Alonso Riquelme y al veedor García de Saucedo para que de parte de todos ellos rogasen á Lorenzo de Estopiñan que fuese con la carta de creencia para este efeto. Estopiñan se ofreció á hacer aquello que le decian, é ya que se queria apercibir entraron en su cabildo y consulta, adonde acordaron de nuevo de que los negocios se guiarian mejor con que Diego Centeno, pues habia de volver á su villa, los llevase é hiciese entender á los del Cuzco la voluntad que tenia el visorrey de hacer por el reino; y ansí, dieron parte dello á Diego Centeno, el cual habia ya pedido licencia al visorrey para se volver á Los Charcas. El cual fué luego á donde estaba y le dijo cómo él habia venido á aquella cibdad como procurador de la villa de Plata, de lo cual él estaba muy alegre por le haber visto y conocido, porque entendía que á todos en nombre del rey haria mercedes, y que los del cabildo de aquella cibdad le habian

hablado sobre que llevase ciertos despachos al Cuzco; que su señoría viese lo que mandaba y seria dello servido. A lo cual respondió el visorrey que no tenia menos confianza de su persona, pues era hijodalgo, y que se holgaba que llevase las cartas que los del cabildo le diesen, sin las cuales él le daria el trasunto de las provisiones reales que de S. M. traia, para que por virtud dellas le recibiesen por visorrey en la cibdad de Goamanga y en el Cuzco; diciéndole más, que le rogaba hablase á todos los vecinos de aquellas cibdades no entendiesen en ningun mudamiento, ni su venida, pues era en nombre del rey, fuese parte para los alborotar. Diego Centeno prometió de lo hacer ansí, el cual, despues de haber praticado otras cosas con el visorrey se despidió dél y le fueron dados los despachos y provisiones.

E porque en lo de adelante hemos de hacer gran mincion de este Diego Centeno, por las cosas altas que emprendió, aunque las más acabó infelicemente y con desgracia, por algun secreto juicio de Dios, diremos aquí en esta parte su naturaleza y padres quiénes eran. Y ansí, digo que Diego Centeno era natural de Cibdad Rodrigo; su padre se llamó Hernando Carveo, su madre Marina de Vera; hijodalgo, no de muy alto cuerpo, blanco, el rostro alegre, la barba rubia, nobles condiciones; no le tuvieron por liberal de su hacienda, y de la del rey que gastó muy largo, notándole de algunos vicios generales que los hombres de Indias con el vicio y soltura dellas tienen; y tambien le podrian agraviar algunos afectos naturales, aunque los malos y envidiosos nunca dejan de hallar que notar de los buenos y virtuosos. Pasó á estas partes de las Indias de edad de veinte años; tuvo grande afinidad con el capitan Peranzules y con otros caballeros deste reino.

Tomadas las provisiones y despachos se partió para la cibdad del Cuzco; Lope Martin, lo mismo. Llegado á Goamanga fueron las provisiones del virrey obedecidas como S. M. lo mandaba. Y diremos agora de cómo fué rescibido en el Cuzco Gonzalo Pizarro por justicia mayor y procurador.

CAPÍTULO XXIII

De cómo estando Gonzalo Pizarro muy triste porque los del Cuzco no le acudian como él creyó, vino Mezcua, que habia ido por espía, y trujo cartas de algunos, y lo que más pasó.

En lo de atrás ha hecho la historia mincion cómo allegado á la cibdad del Cuzco el

capitan Gonzalo Pizarro, no embargante que le visitaban Alonso de Toro, Villacastin y Tomás Vazquez con otros algunos, los cuales le mostraban gran voluntad, diciendo ser sus amigos fieles, habia en todos una rimision grande para no cumplir lo que él deseaba; la causa era saber cómo era público el visorrey estaba ya en Los Reyes é no les parecia que seria cordura oponerse contra el mandado real. Y como Pizarro aquello viese, muy triste y algo enojado decia quél habia sido necio y falto de conocimiento en moverse por cartas ni palabras de comunidad, y mandó que luego fuesen venidos indios para salir del Cuzco; y ansí cuentan que todo su fardaje salió. Y estando ya su persona para hacer lo mismo allegó Gomez de Mezcua, que es el que dijimos que por su mandado habia salido del Cuzco á ser informado de lo que habia en la cibdad de Los Reyes; el cual, yendo á hacer lo que le fué mandado encontró en Goamanga con Gaspar Rodriguez de Camporredondo, y con Bachicao y con los otros que venian abrasando la tierra y echando de sí palabras feísimas contra el visorrey y sus Ordenanzas; los cuales, como de Mezcua supieron estar el capitan Gonzalo Pizarro en la cibdad del Cuzco, grandísimo fué el placer que rescibieron, diciéndole que luego se volviese y le avisase de su ida, dándole cartas que le traian de algunos vecinos de Los Reyes, que por ellas daban á entender el odio que tenian con el visorrey, y que con todas sus fuerzas habian de procurar por le echar del reino si no quisiese suspender las Ordenanzas hasta que S. M. del rey nuestro señor fuese informado del agravio grande que se les hacia. Mezcua, con mucha presteza, por llevar tan alegres nuevas, anduvo hasta que llegó al Cuzco á tiempo que, como decimos, Gonzalo Pizarro se queria salir dél.

Pues como fué entendido en la cibdad la venida de los vecinos y las cosas que se decian del visorrey, alteráronse en gran manera, diciendo que no habian de sufrir tan gran mal; é Pizarro, llamando á Alonso de Toro é Villacastin y á los otros amigos suyos, les mostró las cartas que de la cibdad de Los Reyes le escribian, y ansímismo mandó á Mezcua que dijese lo que habia oido á Gaspar Rodriguez y á los demás; por las cuales nuevas, cesando ya su querer ir á Los Charcas, incitaba los ánimos de los vecinos para que le eligiesen por procurador general para defender que las leyes no se cumpliesen y suplicar para ante S. M.

Por aquí puede ver el lector este mundo cuán frágil y deleznable es, pues tantos movimientos hay en cada hora que en él vivi

mos, pues estando Gonzalo Pizarro con voluntad de se volver é los del Cuzco sin ninguna de le rescibir por procurador ni dalle otro ningun cargo, hubieron de venir los vecinos que de Lima salieron para alterar su cibdad, é quel otro con la cobdicia del mandar desease se ver metido en tal mando que pudiese como superior de todos ir á la cibdad de Los Reyes á echar al visorrey della, y despues. por virtud de la cláusola del testamento del marqués su hermano, hacerse rescibir por gobernador. El gran Pompeyo, pasado Julio César el Rubicon, fué recibido por capitan general contra él, y estando en la Grecia, por parecer del cónsul Lentulio le fué dada comision para poder hacer gente y nombrar capitanes y despachar flotas contra aquel que ya tenian por enemigo y se habia nombrado contra su cibdad. Los simples y gentes de todas naciones, como vieron el mandamiento del senado romano y quel gran Pompeyo era nombrado por defensor de la república y capitan general, fácilmente se movian á seguir aquella opinion, creyendo que Pompeyo solamente peleaba por el bien comun, lo cual sabe Dios, si como fué vencido venciera, ques lo que hiciera.

Y ansí, en el reino del Perú, extendida la fama de que los del cabildo y más vecinos habian nombrado á Gonzalo Pizarro por procurador, creyendo quél no quisiera más de mostrarse por todos, alegráronse y acudian los que le acudieron, y teniendo más tiempo que tuvo Pompeyo para aclarar la intencion que en el tiránico pecho tenia, lo mostró. ¡Dichosos aquellos que estaban en el reino y pudieron con industria dejar de seguir las banderas deste tirano! Mas, ¿qué hablo yo, pues estando metidos en los espesos cañaverales de Quimbayá hubo este furor de extenderse hasta allá y darnos á entender las guerras civiles cuán crueles son?

CAPÍTULO XXIV

De cómo allegaron á la cibdad del Cuzco Gaspar Rodriguez y los otros vecinos, y de cómo Gonzalo Pizarro fué rescibido por capitan contra el Inga.

Ya es tiempo, cibdad del Cuzco, que contemos los movimientos que en ti se levantaron, que de no pocos lloros y clamoreos fueste causa; pero no te alabarás dello, pues las obsequias de los cibdadanos se hicieron con grande derramamiento de sangre, pues la guerra que tú emprencipiaste consumió á todos los más de tus confines, como la triste

batalla de Guarina dará dello testimonio. Encendidos en grande ira los vecinos de Cuzco en haber oido lo que decian del visorrey, allegó Gaspar Rodriguez y Hernando Bachicao con los demás, los cuales, como Gonzalo Pizarro estaba allí, muy alegres fueron á le ver luego, dándole cuenta de lo que pasaba en la cibdad de Los Reyes, y de cómo el visorrey habia quitado los indios á Diego de Mora y Alonso Holguin y Diego Palomino y á otras personas, y que lo mismo decia habia de hacer en todas partes y cumplir las leyes sin que ninguna quedase; de lo cual todos entendian el grande agravio que á todos se hacia. Y como aquello fué oido, claramente acuerdan de tomar á Gonzalo Pizarro por su defensor, é juntamente con él irá suplicar las nuevas leyes no fuesen en todo cumplidas. Gaspar Rodriguez, Hernando Bachicao afirmaban que los de Lima habian de prender al visorrey si todavia quisiese ejecutar las nuevas leyes. Con aquestas cosas que se praticaban y altercaban habia gran rumor en el Cuzco, mostrando los vecinos que de oillas rescibian pena gravísima, y entre todos andaba una variedad de pensamientos, teniendo los más los ánimos airados y aparejados para cometer cualquiera hecho sobre el no obedescer las leyes.

Pasado, pues, el tomulto que rescreció con la venida destos, acordaron de buscar manera para que Gonzalo Pizarro pudiese en nombre de todos ir á responder por ellos, aunque no les parescia que seria cosa acertada estando ya Blasco Nuñez dentro en la cibdad de Los Reyes y en ella recibido por visorrey, de dar poder á Gonzalo Pizarro. Por otra parie, dejar de dárselo decian que era locura y que les vendría gran daño; y como no dejasen de venir de Los Reyes cartas y lo mismo de la provincia de Andaguáilas, de Pedro de los Rios y de Diego Maldonado, entreviniendo en ello Francisco Maldonado é Hernando Bachicao y Juan Velez de Guevara y otros, segun dicen, conciertan con el pueblo é con los de su cabildo que nombren á Gonzalo Pizarro por capitan contra el Inga, que segun entonces hobo nueva se decia tener voluntad de venir contra la cibdad. Y como la abtoridad destos fuese mucha y Gonzalo Pizarro de sí diese grande esperanza, fácilmente se pudo aquello acabar con los vecinos de la cibdad, y por todos ellos acordado, juntos en su cabildo lo nombraron y elijeron por capitan contra Mango Inga si viniese á les dar guerra; y para que pudiese hacer gente y buscar armas le dieron poder cumplido en nombre de su cibdad, lo cual fué debajo de industria, para que con

« AnteriorContinuar »