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JORNADA DEL RÍO MARAÑON

CON TODO LO ACAECIDO EN ELLA, Y OTRAS COSAS NOTABLES DIGNAS DE SER SABIDAS, ACAECIDAS EN LAS INDIAS OCCIDENTALES

COMPUESTA POR

TORIBIO DE ORTIGUERA

NATURAL MONTAÑÉS Y VECINO QUE FUE DE LA CIUDAD DE SAN FRANCISCO DE QUITO EN EL PIRÚ

DIRIGIDA AL FELICÍSIMO DON FELIPE III, PRÍNCIPE, NUESTRO SEÑOR

Esclarecido y dichosísimo Príncipe, señor y abrigo nuestro, fuerte muro y amparo de nuestra santa fé Católica. Cosa muy justa es que Vuestra Alteza sepa y entienda las cosas de su reino, y entre ellas las sucedidas en la jornada del rio Marañon, y otras que acaecieron en las Indias Occidentales subjetas á Vuestra Alteza, ansi para la conquista y descubrimiento dellas, como para que las personas que las vieren, entiendan y vean el castigo que se hizo con los culpados, y para que los presentes y venideros tomen ejemplo en cabezas ajenas, procurando los buenos y leales vasallos tomar ánimo á hacer cosas señaladas y servir á Vuestra Alteza con la lealtad y fidelidad que se le debe; y los no tales, si les viniere alguna ruin imaginacion, la repriman considerando el fin y paradero que tuvieron Lope de Aguirre y sus valedores, y Francisco de Santistéban, con los dos Rodrigos Mendez y sus secuaces, con los demás de quien ha de tratar esta historia; pues como yo me hallase en la ciudad del Nombre de Dios, del reino de Tierra Firme de las Indias del mar Océano, en servicio del invictíssimo rey Don Felipe mi señor y carísimo padre de Vuestra Alteza, en la guarda y custodia de aquella ciudad y reino, á mi costa y mincion, el año que pasó de 1561, contra la obstinada rebelion del tirano Lope de Aguirre y sus secuaces, y despues en el año siguiente en la ciudad de Panamá, del Nuevo Reino mesmo, contra la rebelion de los dos Rodrigos Mendez y Francisco de Santistéban, hasta que fueron desbaratados y muertos, en su real servicio, y castigados sus locos H. DE INDIAS.-11.-20

atrevimientos, aunque no con tanto rigor como sus graves delictos merescieron, siempre procuré permanecer en el Pirú, donde después pasé en el mesmo propósito y buen principio comenzado, acudiendo con munchas veras y con todas mis fuerzas á todas las cosas que en el servicio de Su Majestad se ofrecían, con mis armas y caballo, á mi costa y mincion, ansí en los oficios de república que administré, como sin ellos, sin haber deservido en cosa alguna en todo el tiempo que allá estuve, que fué hasta el año de ochenta y cinco pasado; en el discurso de lo cual gasté veinte y cuatro años de lo más florido y granado de mi edad, y paresciéndome ser cosa muy justa tomar un poco de más trabajo y comenzar á servir á Vuestra Alteza, determiné escrebir algunas de las cosas más notables que en mi tiempo sucedieron en aquellas partes, para que Vuestra Alteza las supiere y tenga noticia de la muncha y larga tierra que hoy tiene conquistada y poblada desde el rio de la Hacha á Tierra Firme, hasta el fin de la rica y belicosísima provincia de Chile, por espacio de más de mil y ducientas leguas de longitud Norte Sur, en que se incluyen gran multitud de indios naturales de aquellas tierras, entre los cuales hay pobladas munchas villas y ciudades de españoles sus conquistadores y fuertes domadores, y las inestimables riquezas de minas de plata y oro y de ricas esmeraldas, con grandes pesquerías de finísimas perlas, de que dan testimonio las muy grandes flotas que cada año vienen de este Nuevo Mundo con ellas y con otras muchas mer

cadurías que allá se crian; y ansímesmo la grandeza y munchedumbre de indios que hoy están por conquistar y pacificar, con la descripcion de su tierra y lo que de ella se ha podido alcanzar y saber en discurso de mil y ducientas leguas de largo, riberas del gran rio Marañon, que nace en la provincia del Pirú y se viene á encerrar en el mar del Norte, á la parte de la isla Margarita, en lo cual, con su muncha anchura de la una banda y otra deste poderosísimo rio, se podria poblar un largo y anchuroso reino de grandes minas de oro y plata y otros munchos aprovechamientos que el tiempo y ocasion. irán descubriendo, segun la opinion de todos los que la han visto, y aun seria muy necesario para que en ello se ocupasen munchas gentes que hay en el Pirú valdias; suplico á Vuestra Alteza con toda la humildad y acatamiento que puedo, reciba este pequeño don que le ofrezco, el cual hago con la mayor voluntad que me es posible, y si otra cosa tuviera mayor y de más precio y estima que dar, lo hiciera con la mesma voluntad. Plegue á Dios todopoderoso lo vea Vuestra Alteza pacífico y domesticado debajo de su patrimonio Real, con acrecentamiento de munchos más reinos y señorios, para que su santo nombre sea glorificado con la conversion de tantas ánimas como allí están perdidas en sus idólatras y vanos sacrificios, por falta de quien les predique y enseñe las cosas de nuestra santa fé Católica, que con sólo esto y haber yo dado noticia á Vuestra Alteza para que se haga, quedaré muy bien pagado de mi trabajo. En Sevilla.-Toribio de Ortiguera (3).

AL DISCRETO LETOR

A muncho se atreve el dia de hoy el que se pone á escrebir donde hay tantos, tan buenos, agudos y delicados juicios y entendimientos; pero como la materia sea cosa nueva y muy nueva y en tierras tan remotas y apartadas de nuestra España, por haber acaecido en estas partes de las Indias donde faltan escriptores y personas curiosas que quieran saber é inquirir semejantes cosas, y los que lo son, por ventura no han tenido el aparejo que yo en este particular, y ansí tomé la mano procurándome informar de mun

En el ms., discrepcion.- En el ms, enserrar. -3 Sigue una nota de D. Marcos Jimenez de la Espada, que dice: Escribíalo en 1581. vide cap 14. Pero más adelante da entender que despues de 1585.

chas personas que se hallaron presentes en la lamentable jornada del rio Marañon, de quien ha de tratar esta historia, con el gobernador Pedro de Orsúa, y en todo el discurso della y de su subjeto, desde que se embarcó con su real hasta que fué muerto y desbaratado el tirano Lope de Aguirre con sus valedores; que cierto que se me puede creer que he puesto en ello muy particular diligencia y procurado memoriales de otros que entendí se habian hallado en ello, por no los haber podido ver por vista de ojos; y lo propio por munchos que bajaron por este gran rio con el capitan Francisco de Orellana el tiempo que bajó perdido de la conquista que fué á hacer con Gonzalo Pizarro á las provincias de los Quijos, Zumaco y la Canela; y allegándome en todo á los que más se conformaron en el comun parescer y verdad de lo sucedido, determiné escrebirlo con la mayor certeza que me fué posible. En ella se verán crueldades, pasiones y casos de muncha lástima y compasion, y todo entre españoles, los unos contra los otros y contra el servicio del Rey nuestro señor natural, y cuán mal acabaron los inventores dellos, muriendo muertes crueles y desastradas por premision divina, de donde sacarán documento los buenos y leales vasallos de sus señores, y los no tales, cuán bien les está servirlos con todas las cosas que se ofrecieren, con toda lealtad, pues haciéndolo al contrario, se pierden las vidas, las honras y haciendas, y por la mayor parte las ánimas, con quien tanto cuidado habemos de tener para las ofrecer á Dios, cuyas son, pues tanto le costaron; y si mi torpe lengua y manera de proceder en esta pequeña obra no diere tanto sabor cuanto yo deseo, recíbase la voluntad como de quien la ha deseado guisar al gusto y paladar de todos, á quien encarescidamente encomiendo la reciban con esta buena voluntad, y si algunas faltas tuviere, las enmienden á honor y gloria de Dios nuestro señor y de su benditísima Virgen y madre, señora y abogada nuestra.

PROEMIO

Munchas y muy grandes cosas han sucedido en el Pirú y en otras partes de las Indias, así en el descubrimiento, conquista y pacificacion de munchas provincias dellas, como en grandes recuentros y guerras ceviles y rebeliones que se han ofrecido, ansi entre

nuestros españoles que las descubrieron, conquistaron y poblaron, los unos contra los otros, y lo mesmo con los naturales indios de la tierra, en munchas revueltas y alzamientos que han hecho contra nuestros españoles los propios indios, y todos ó los más dellos han quedado en perpétuo olvido y silencio, por falta de escriptores, aunque de suyo eran dignos de ser sabidos, ansí por las munchas y grandes hazañas y vitorias que Nuestro Señor Jesucristo ha sido servido de obrar por mano de tan pocos españoles entre tanta multitud de bárbaros, como para ensalzar los ánimos de los varones ilustres por cuyas manos fueron hechas, y animar y recordar á los que hoy son y adelante serán, para emprender cosas mayores en servicio de Dios y de Su Majestad del Rey nuestro señor, viendo cuán bien se les pagan semejantes obras con la perpétua honra y fama que de sus notables hechos queda; y porque una dellas ha sido la jornada del rio Marañon, donde, despues de las guerras generales del Pirú, en ninguna han sucedido tantas ni tan extrañas cosas, ni de que tanto se temiese toda la tierra, y porque ésta no quedase en olvido como las demás, procuré de escribirla por la mejor órden que supe, desde su principio hasta el glorioso fin que tuvo, con otras cosas de que entiendo se gustará, por ser de su calidad graves, de las cuales podrán tomar buen ejemplo en cabezas ajenas los que con buenos medios quisieren guardar las suyas, viendo el rigor, castigo y muertes que tuvieron todos ó los más de los causadores de los alterados y bulliciosos pensamientos, que en este tratado se dirá quiénes fueron y las muertes y castigos que se les hicieron, porque si algun dia se tratare de sus vanas locuras, se pueda saber el fin y paradero que tuvieron; y para que mejor se entienda esta obra y los fines y causas que movieron al marqués de Cañete, visorrey del Pirú que en aquella sazon era, á hacer esta jornada y darla á Pedro de Orsúa más que á otra persona, es de saber lo siguiente.

CAPÍTULO PRIMERO

Quién fué Pedro de Orsúa y por qué le dió el marqués de Cañete, visorrey del Pirú, á él más que á otro la gobernacion y conquista del Marañon.

Fué Pedro de Orsúa natural de la ciudad de Pamplona de Navarra, conoscido caballero hijodalgo de la casa y solar de Orsúa, que por su antigüedad es muy conoscida;

servidor de Su Majestad, muy de veras gran buen soldado en todas las cosas y casos que en su tiempo se ofrecieron; grande hombre de á caballo de entrambas sillas, muy general en todas las armas y cosas de virtud y disciplina militar, y en especial en conquistas y descubrimientos de indios; galan, gentil hombre y bien traido; de mediana estatura, bien proporcionado, aunque un poco adamado; lindo rostro; la barba taheña y bien puesta; de muy buena y afable conversacion; muy inclinado á cosas de misericordia y caridad, grande amigo de soldados y de conquistas y descubrimientos de indios; y así, luego como pasó á estas partes de las Indias comenzó en ellas yendo por capitan desde Santa Marta, del reino de Tierra Firme, á la conquista del cerro de Bonda y valle de Tairona, donde tuvo buenas suertes, y de allí subió al nuevo reino de Granada, donde pobló y conquistó, entre indios de guerra, á gran costa y trabajo suyo, la ciudad de Pamplona, en memoria de la otra donde nasció, y la de la Trinidad, en la provincia de los Muços, que hoy permanescen en servicio de Su Majestad, de donde se han sacado y sacan cada dia instimables riquezas de oro y esmeraldas, de que han ido y van en cada flota á Su Majestad munchos pesos de oro y ricas esmeraldas, de sus quintos y derechos reales. De alli subió á la ciudad de Los Reyes del Pirú, donde era visorrey el Marqués de Cañete don Andrés Hurtado de Mendoza, el cual era grande amigo de caballeros y hombres de valor, y sabiendo las buenas partes de Pedro de Orsúa, su valor, prudencia, ánimo y destreza en las cosas de la guerra, le mandó que fuese al reino de Tierra Firme á las ciudades de Nombre de Dios y Panamá, entre las cuales andaba una quadrilla de negros cimarrones, que es tanto como alzados bandoleros, los cuales hacian grandísimos daños en estas dos ciudades, sacando los negros y negras cautivas del servicio de sus amos españoles cuyos eran, hurtándoselos y llevándolos á los montes donde ellos habitaban, que los hay por allí muy grandes; rooando de noche las tiendas y haciendas y salteando los caminos que hay de la una ciudad á la otra, quitando las haciendas á los pasajeros y viandantes, y á munchos las vidas con ellas, de manera que no se podia vivir ni habia cosa sigura en aquella tierra; y era tanta su pujanza, que tenian ya un ejército y escuadron de más de mil y ducientos negros y negras, y nombró entre ellos rey y obispo; y por industria deste buen capitan, en poco tiempo conquistó, mató y aperreó gran cantidad de esta mala gente, pren

diendo á su rey, llamado Vallano, y embiándole preso á Su Majestad del rey nuestro señor, haciendo grandes justicias en munchos de los alzados, emviándolos presos á las ciudades de Nombre de Dios y Panamá, donde eran echados los más dellos por las justicias dellas á los perros para que los despedazasen vivos, porque lo viesen los demás esclavos y entendiesen que lo mesmo seria dellos si se ausentasen del servicio de sus amos; y esto parescia convenia ansí para los amedrentar, porque en aquella tierra no hay otro servicio que el de negros esclavos. De tal manera los prendió, castigó y amedrentó, que munchos de los alzados tenian por mejor y más seguro camino volverse al cautiverio y perpétua servidumbre de sus amos, que sufrir la recia y contínua guerra que Pedro de Orsúa les daba, de cuya causa se volvian á ella y por munchos años despues se vivia en aquellas dos ciudades y se andaban los caminos con gran tranquilidad y sosiego, sin que nadie se atreviese á saltear, ni robar, como de antes lo solian hacer, en lo cual ganó Pedro de Orsúa muncha loa y reputacion demás de la que antes tenia, ansí con toda la gente de aquel reino, como con el visorrey que le habia enviado.

CAPÍTULO II

Cómo salió el caudillo Viarazu, del Brasil, con grande armada de indios á descubrir el rio de Marañon, y lo que les sucedió, y la noticia que dió al marqués de Cañete, visorrey del Pirú.

Entre tanto que Pedro de Orsúa andaba en esta guerra y pacificacion de los negros del Vallano, que ansí se nombraba esta provincia, que era en los años del Señor de mil y quinientos y cinquenta y seis, y cinquenta y siete, el virrey procuraba buscar algun buen entretenimiento que darle por la buena cuenta que iba dando de una cosa tan importante y deseada, y para lo poner por obra sucedió en aquellos comedios, en las partes del Brasil, en la costa de la mar del Norte, que es á las espaldas del Pirú, entre el rio de la Plata y el del Marañon, á la parte del Oriente, se levantó un esforzado y valeroso indio llamado Viaruzo, el cual hizo gran junta de gente en cantidad de trece ó catorce mil indios de guerra, con grande aparato de canoas, que son unas barcas todas de una pieza con que los indios navegan por los rios, y aun por la mar, con muncha cantidad de armas á su usanza, de flechas, dardos

y tiraderas, y grandes vituallas y comidas. como para semejante viaje se requerian; y deseoso de conquistar y enseñorearse de otras nuevas gentes y tierras, salió de la parte referida del Brasil y entró por el rio Marañon arriba con su armada, y prosiguiendo su viaje, á cabo de algunos dias que habia navegado, á la parte de la mano izquierda, el rio arriba, dió con otro brazo de rio de un agua muy verde escura, de muncha hondura, y como su intento era desde el principio ir buscando la gente y poblazones de la tierra, con las de los brazos de rios que entrasen en este mayor y más principal, subió por este brazo arriba con todo su ejército y con dos portugueses que llevaba en su compañia, que sabian bien su lengua, para que animasen á sus indios y los adestrasen en las cosas de la guerra; á cabo de cuatro dias que habian navegado por este brazo de rio arriba, dieron de repente en una grande laguna que se hacia en una espaciosa llanada, por bajo de unas muy altas y encumbradas tierras peladas, sin arboledas, riberas de la cual habia grandísimas poblazones de indios, en tanta suma que los Brasiles quedaron atónitos y espantados de ver tanto número dellos, y como los naturales viesen entrar en su tierra y laguna una tan gruesa flota de canoas como la de los Brasiles, que pasaban de mil y quinientas, y no hubiesen nunca visto cosa semejante, pusiéronse en arma, dándose mandado de unos pueblos á otros. De tal manera se dieron la mano, que en menos de dos dias se juntaron de los indios de la laguna más de otras mil y quinientas canoas, y de las unas y otras se hizo una batalla naval, si así se puede decir, por ser de naves á su usanza, que era cosa muncho de ver, segun lo afirmaron los indios que se hallaron en ella; entre las cuales hubo una muy reñida pendencia, en tanta manera que como los naturales tenian cada dia gentes y canoas de refresco, vencieron á los Brasiles, entre los cuales fueron presos y muertos pasados de diez mil indios Brasiles, por la cuenta que dieron los que quedaron vivos, y entre los presos y muertos fué uno de los portugueses que con ellos venian, y de los naturales muncha cantidad, de que no se pudieron dar razon los que serian, y visto por el portugués que quedaba vivo y por los demás indios y su caudillo Viarazu cuán mal les habia sucedido en la primera refriega que habian tenido con sus contrarios, y la gran ventaja que les hacian por ser mun

Ortiguera emplea la forma poblaçones, en vez de poblaciones.

chos más en número y venirles refresco cada dia, determinaron volverse el rio 6 estero abajo, mal de su grado, porque eran tantas las canoas que los seguian por el rio, é indios por tierra, riberas dél, por la una y otra banda, con flechas que les tiraban, que se tuvieron por de buena suerte cuando se vieron fuera de semejante riesgo. Luego como Viarazu se vió en el rio grande del Marañon con el resto de su gente que le habia quedado, determinó buscar un buen asiento donde poblar un pueblo y dejar en él algunos de sus indios para tener ocasion de volver con mayor poder sobre la laguna y su gente, y en la parte más cómoda que le paresció, algo desviado deste brazo de rio, pobló un pueblo de hasta mil y quinientos indios, dejándolos con el mejor pertrecho que pudo, y con el resto y el portugués que habia quedado vivo subió el rio arriba, teniéndose siempre á la mano izquierda, pretendiendo á la vuelta volver sobre la derecha por la otra banda é ribera del rio, por verlo todo á su contento, lo cual no podia hacer por entonces por ser grande la anchura que tenia; é siguiendo su viaje topaba otras munchas poblazones, grandes y pequeñas, con las cuales tuvo munchos recuentros y guazavaras, y como su intento por entonces no era poblar, sino pasar adelante hasta ver el fin del rio y lo que dél se pudiese navegar, y volver á su tierra, despues de bien visto, por mayor ejército, y á cabo de munchos dias que hubo navegado fué á dar con hasta setenta indios que le habian quedado, que el otro portugués ya era muerto, en tierra del Pirú, entre unos indios llamados los Motilones, gente de paz, subjetos á la ciudad de Santiago de Muyobamba, que serán más de mil y ducientas leguas el rio arriba, segun la comun y más general opinion de los que lo han visto, aunque por la altura hasta la ciudad de Quito no hay de quinientas leguas arriba, y desde allí arriba hasta el principio de su nacimiento hay otras tantas, pero con las munchas vueltas del rio podria causar desta distancia. Vista, pues, por los Motilones aquella gente de extraño traje y nacion, reconoscieron ser indios de guerra, de cuya causa se pusieron en arma, y con facilidad los prendieron por ser poca gente en forma y desbaratada con la muncha necesidad y trabajos que habian pasado en tan largo viaje, que á su cuenta les habia durado más de año y medio. Preso que los hubieron, lleváronlos á la ciudad, y vistos por la justicia y vecinos della los regalaron y cariciaron, hos

En el ms., reconosciendo.

pedándolos en sus casas lo mejor que pudieron; comenzaron á preguntarles por señas cómo y de dónde venian, y algunos dellos que sabian algunas palabras portuguesas, y Viarazu su caudillo, más que todos ellos, dieron relacion cómo habian salido del Brasil, con todo lo referido y los demás trabajos que les habian subcedido en su viaje, y vista la nueva de la munchedumbre de gente, oro y plata que decian haber visto en lo que habian navegado, determinaron llevar al caudillo Viarazu con otros cinco 6 seis indios de los más ladinos á la ciudad de Los Reyes, donde residia el marqués de Cañete, visorrey del Pirú, y fueron tantas y tan grandes las cosas que le dijeron de la tierra y grandezas della, con sus munchas y grandes poblazones, y el oro y plata que habian visto,

de que dió testimonio una rodela que Viarazu llevó con brazales de plata clavetados de oro, que movió los corazones de los hombres á quererlo ver y conquistar. El virrey, como muy servidor de Su Majestad, deseoso de que en su tiempo se descubriese otro nuevo Pirú, confiado que Pedro de Orsúa lo haria bien, y por gratificarle lo muncho que habia servido y trabajado en la guerra y pacificación de los negros del Vallano, que atrás se ha visto, envióle á llamar á Panamá, donde estaba descansando del trabajo pasado, para le dar esta jornada, que no debiera acetar, por lo mal que en ella le sucedió, perdiendo la vida en poder de grandes traidores, tiranos, de los que en su compañia llevaba y debajo de su bandera y estandarte Real, y aun algunos de los que él más se fiaba, que se alzaron contra el servicio de Su Majestad, como la historia nos lo irá declarando á su tiempo y lugar.

CAPÍTULO III

Cómo llegó Pedro de Orsúa de la ciudad de Panamá, del reino de Tierra Firme, á la ciudad de Los Reyes en el Pirú, y cómo el virrey le dió la jornada del Marañon con título de Gobernador.

En fin del año del Señor de mil y quinientos y cinquenta y ocho llegó Pedro de Orsúa á la ciudad de Los Reyes despues de haber dado el agradable y venturoso fin que se ha oido de la guerra del Vallano, el cual era muy deseado del virrey y de otra muncha gente, que con las nuevas que habian dado los indios Brasiles y con la que antes habian dado otros cincuenta españoles de los que habian bajado desde las espaldas de

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