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de la provincia se juntasen procuradores para ver lo que se podia hacer sobre lo tocante á las Ordenanzas. Y llegados á la cibdad de Popayan el Adelantado quiso ejecutar las nuevas leyes, habiendo primero puesto gran suma de indios en cabeza de sus hijos, porque al tiempo del complir no hobiesen á él que le tirar. Los procuradores, como vieron que queria ejecutarlas, reclamaron y en nombre de toda la provincia le pidieron que otorgase la suplicacion, y ansí fué hecho y se dejaron de ejecutar y nombraron á un Francisco de Rodas para que fuese por procurador á España, donde ya S. M. habia nombrado por comisario general y juez de residencia al licenciado Miguel Diaz Armendáriz, segun que el curso de nuestra obra dirá adelante; y desta manera se asosegó aquella provincia é no hobo en ella ningun alboroto.

CAPÍTULO XXX

De cómo despues de ser recibido Gonzalo Rizarro en el Cuzco por procurador é justicia mayor, nombró capitanes, y de cómo allegó Diego Centeno al Cuzco y dió á Pizarro los despachos que traia.

Recibido en la cibdad del Cuzco por justicia mayor Gonzalo Pizarro, grande priesa se daba á hacer junta de gente, y que se hiciese pólvora y se aderezasen arcabuces, y siempre le venian cartas de diferentes letras, las más en cifra, todas escritas á efecto que con brevedad bajase á Los Reyes, é diciendo no poco mal del visorrey. Y como ya tuviese el mando quél deseaba, acordó de que seria bien de que se nombrasen capitanes y oficiales de la guerra y pensó de dar el cargo de alferez general á Diego Maldonado el Rico, el cual con vias exquisitas se apartó de recibillo, dando razones que parecian evidentes, por donde seria cosa más acertada dejallo en la cibdad; y los del mismo cabildo hablaron á Pizarro sobrello para que quedase por alcalde é capitan della. Y veniendo Gonzalo Pizarro en ello nombró por maese de campo á Alonso de Toro, natural de la cibdad de Trujillo; por alferez general señaló Antonio de Altamirano, natural de Hontiveros; capitanes de infantería eran Diego Gumiel, natural de Villadiego; el capitan Juan Velez de Guevara, natural de Málaga; capitan de arcabuceros Cermeño, natural de San Lúcar de Barrameda; del artillería fué nombrado por capitan Hernando Bachicao; á don Pedro de Puertocarrero se nombró por capitan de gente de caballo.

Dende á pocos dias, hecho este nombramiento por el nocente Gonzalo Pizarro salian á la plaza las nefandas banderas é las campeaban los alferez que querian seguir aquella tan malvada é atroce guerra; y ansí los atambores echaban bando y los pífanos publicaban la maldita guerra. ¡Oh, qué alegre se mostraba el tirano de Gonzalo Pizarro con ver que ya tenia pujanza para oponerse contra el visorrey, paresciéndole que despues cosa fácil le seria haber el gobierno del reino!

Lope Martin allegó á la cibdad publicando del visorrey lo que todos; tambien allegó Diego Centeno con los despachos y provisiones que traia del visorrey, y algunos cuentan que él de voluntad los entregó en manos de Gonzalo Pizarro sin hacer ninguna diligencia, y dicen que visto por él los despachos, muy alegre por los tener en su poder mandó á Centeno que so pena de muerte no hablase á ningun vecino ni otra persona lo que traia.

Y se daban gran priesa á se aderezar de armas y peltrecharse de las cosas necesarias, determinando de inviar á la cibdad de Goamanga por el artillería á Francisco de Almendras, gran secaz suyo.

CAPÍTULO XXXI

De cómo Gonzalo Pizarro mandó al capitan Francisco de Almendras que fuese á la cibdad de Sant Juan de Victoria, que es en Goamanga, á traer el artillería que allí habian llevado por mandado del licenciado Vaca de Castro.

Este proveimiento que queremos decir de enviar por el artillería, luego fué de que se eligieron capitanes; mas porque el curso de nuestra historia se ponga con órden, no se ha podido narrar hasta agora. Pues como ya Gonzalo Pizarro tuviese el intento tan malo como hemos dicho, acordándose de que en Goamanga estaba el artillería con que el tirano pasado dió la batalla en Chupas á Vaca de Castro, teniendo toda confianza en Francisco de Almendras, vecino de la villa de Plata, le mandó que con treinta arcabuceros se partiese para allá y trujese el artillería sin consentir que ningun daño se hiciese en aquella cibdad, antes que de su parte hablase á los vecinos de aquella cibdad é su cabildo cómo él habia tomado á su cargo el responder por todos sobre lo tocante á las Ordenanzas, y que pues ellos tantas veces le habian escrito é incitado á ello, se aparejasen para le ayudar.

Francisco de Almendras, con los que habian de ir con él, se partió á la cibdad del Cuzco y anduvo hasta que llegó á Goamanga, adonde en aquella sazon estaba por alcalde del rey nuestro señor Vasco Suarez; y sabido á lo que venia el capitan Francisco de Almendras, juntáronse él y los regidores platicando la orden que ternian para que la artillería no fuese sacada de allí. Vasco Suarez dijo que la queria defender y oponerse contra Almendras y los suyos; Juan de Bérrio, regidor, vino en ello, diciendo que con su persona, armas y caballos y criados que tenia ayudaria á quel alcalde saliese con su intencion tan leal; Diego Gavilan dijo lo mismo; el capitan Vasco de Guevara, de industria fingió tener mala disposicion, y que en aquel dia tanto le agraviaba que no pudo dejar de estar en su lecho. Francisco de Almendras con grandes voces decia que ¿á cuándo aguardaban á le entregar el artilleria? los de Goamanga le respondian equívocamente, sin querer dar razon de dónde estaba; Almendras se hobo atentadamente, porque los soldados le decian: Poca necesidad teneis de cumplimientos con éstos, pues con sus cartas Gonzalo Pizarro se movió, dejando su casa y hacienda, á responder por todos ellos, y agora fingen no saber el artillería adónde está. Almendras fué á la posada del capitan Vasco de Guevara, en cuyo poder el artillería estaba y la habia mandado esconder en parte que fuera dificultoso de hallar.

Y algunos quisieron decir que Vasco de Guevara dijo á Francisco de Almendras dónde el artilleria se habia hallado, lo cual es falso; y la verdad es que con las mejores palabras que pudo, Vasco de Guevara se isimió de Francisco de Almendras, y venida la noche, acompañado de sus tinieblas cabalgó en un caballo y se fué á meter á los Soras, donde él indios de repartimiento tenia, con voluntad de acudir al visorrey y le servir.

Pues como el capitan Almendras supo la ida de Vasco de Guevara, por poco estuvo de destruir el pueblo, y con grande ira se fué á sus casas y con tormentos que dió á algunos indios supo el artillería dónde estaba y la trujo muy alegre, diciendo á los vecinos de la cibdad que poco tenia que les agradecer en ello, que se queria volver á la cibdad del Cuzco, que viesen qué es lo que para allá mandaban.

Esto hecho, cargando el artillería en los hombros de los bárbaros, fué llevada la vía de la cibdad del Cuzco.

Así en el ms, por eximió.

CAPÍTULO XXXII

Cómo se supo en la cibdad de Los Reyes claramente lo que pasaba en el Cuzco y de la llevada del artillería, de lo cual mucho al visorrey pesó.

En este tiempo ya empezaba á haber mudanzas en Los Reyes; el demonio andaba suelto, poniendo malos pensamientos en muchos que los tenian buenos; los vecinos en secreto hablaban sus cosas, diciendo unos á otros el visorrey habia de ejecutar las nuevas leyes; otros decian: Andá, dejadlo, que Pizarro está en el Cuzco; dello ya nueva cierta tenemos que vendrá con gente de guerra y responderá por todos. Por toda la cibdad se se devulgó lo mismo, y el visorrey ya no inoraba lo que sabia cierto y dábase con la mano en la frente diciendo:

¿Es posible quel gran Cárlos, nuestro señor, sea temido en todas las provincias que hay en Europa y quel Turco, señor de lo más Oriente, no se ose mostrar con él enemigo, y que un bastardo quiera forzar su voluntad real á que no se cumpla su mandamiento?

Deseaba que los Oidores acabasen de llegar, para fundar el Audiencia, y estaba el ánimo deste leal varon muy congojado porque via no ser parte para que la voluntad real se cumpliese.

Tenia grande odio con Vaca de Castro y hallaba razon muy equivalente para le tener, haber salido de la cibdad Gaspar Rodriguez de Camporredondo, Hernando Bachicao y los demás quél sabia tenian grande afinidad con él, creyendo que por su consejo se habian movido á ir á la cibdad del Cuzco, y pensó de en llegando los Oidores tomarle residencia y castigarle conforme á justicia.

No tardaron muchos dias que no vino á la cibdad nueva de la llevada del artillería de Goamanga, y díjose que Vasco de Guevara la habia entregado á Francisco de Almendras.

Ninguna nueva de las pasadas dió tanta congoja al visorrey como ésta, y de su pecho lanzaba palabras muy airadas contra Vasco de Guevara, diciendo que habia de hacer sobre aquella fea hazaña gran castigo. Y tenia gran sospecha de los vecinos, no fiándose dellos ni creyendo cosa alguna de lo que le dijesen; y ellos, por el consiguiente, temian grandemente no les hiciese algun daño.

1 En el ms. Uropa.

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CAPÍTULO XXXIII

De cómo el visorrey, viendo que los Oidores no venian mandó apregonar las Ordenanzas públicamente, y de la prision de Vaca de Castro.

Por las cosas que vamos relatando tendrá el letor noticia de cómo allegado á Los Reyes Blasco Nuñez Vela habló á la cibdad alegremente, diciendo quél no ejecutaria las leyes hasta quel Audiencia fuese fundada, y lo que más pasó con el tesorero; mas como él fuese nuevamente venido de las Españas, adonde la majestad de nuestro rey es obedecida en tanta manera que cualquier provision ó mando aunque más riguroso parezca y sea llevado por cualquiera persona, se ejecuta y cumple sin excusa alguna, y no conosciese cuán doblada es la gente que en este reino vivian, y la gran soltura que habian tenido en lo pasado, no obstante las nuevas que habian venido del alboroto que habia en la cibdad del Cuzco y de la llevada del artillería, hizo una cosa muy acelerada y que para pensalla requeria gran consejo, que fué, olvidando lo que habia prometido y no mirando cuán enconosas y dificultosas estaban las cosas del reino, y que los ánimos de los más dél estaban dañados, y le habian cobrado ódio grandísimo, improvisamente mandó llamar á Juan Enriquez, pregonero, y que las nuevas leyes fuesen pregonadas públicamente para que ninguno no inorase y á todos fuese público.

Tambien será cosa decente que la intencion suya se mire y no se escurezca, porque yo bien creo él entendia los movimientos que habia ser grandes, y todos los que hoy viven saben nuestro César le mandó que propuesto todo caso, aunque fuese dificultoso, las leyes fuesen publicadas y ejecutadas; y pudo ser el visorrey de industria querer luego ejecutarlas para en el tiempo presente ni en lo futuro no se dijese que causado de temor dejó de cumplir el mando real. El grande Alexandre, constituidor de la tercera monarquía, rey potentísimo de la Grecia, dicen Quinto Curcio Rufo y Arriano que pasó con él en Asia un excelente capitan llamado Parmenio, con tres nobles hijos llamados Filotas y Héctor y Nicanor, y estando por prefecto en la Mesopontania, parescieron ciertas cartas suyas que tocaban en deservicio del rey, y por sospecha que se tuvo de Filotas, su hijo, porque habiendo contra el rey cierta conjuracion, la cual por causa de Dimno se supo, y á él como muy allegado

al rey le avisaron para que se lo dijese, no quiso comunicar con Alexandre el negocio, que no menos que la vida le iba; y por esto y por las cartas que de su padre fueron halladas fué muerto muy cruelmente. Y Alexandre, llamando á un Polidamas, varon osado, le mandó que fuese con ciertas cartas á donde estaba Parmenio y le matase, y despues de muerto mostrase una provision quél le dió á los capitanes para que los del ejército no se alterasen. Polidamas, no embargante que habia recibido de Parmenio grandes honras y bienes, fué á donde estaba y poniéndole en las manos una carta, aunque en ver su persona tan venerable le causó gran compasion, mas teniendo solamente atencion á lo quel rey le mandó, le dió de puñaladas y puso su persona en gran trabajo '. Y ansí, el visorrey, queriendo que S. M. supiese que con toda voluntad y fedilidad complió lo por él mandado, sin se acordar de los escándalos que se habian de seguir apregonó las leyes. Y esto que digo lo recitamos no por más de por lo que toca á la intencion suya, no dejando de decir que fué caso temerario é que al servicio del rey más conviniera que se suspendieran, que no se aprego

naran.

Los vecinos de la cibdad, como oyeron el pregon tan triste, fué grande su desasosiego; muy turbados decian unos á otros: ¿Qué es esto? ¿Por qué S. M., siendo príncipe tan cristianísimo, ansí nos quiere destruir, habiendo ganado nosotros la provincia á costa de nuestra hacienda con muerte de tanctos compañeros? Nuestros hijos y mujeres, ¿qué serán dellos? Y andaban muchos ya sin sentido y desde entonces les p. rescia no tener indios ni otra ninguna hacienda; y como estaban airados escribian cartas á Gonzalo Pizarro, avisándole lo que pasaba y de cómo se habian ya apregonado las leyes.

CAPÍTULO XXXIV

En que se concluye el pasado hasta quel licenciado Vaca de Castro fué preso.

No inoraba el visorrey lo que pasaba en la cibdad, y por el tomulto grande que habia entendia cuán desasosegados andaban los vecinos, y salió á la sala diciendo que á cualquiera que dijere que Gonzalo Pizarro se queria alzar, que le fuesen luego dados cien azotes públicamente. Vaca de Castro, en es

De rebus gestis Alex. Mag., libs. VI y VII.-De expeditione Alex. Mag., lib. III, al fin.

tos dias siempre iba á visitar al visorrey, y como ya estuviese tan mal con sus cosas le mandó prender y le trojeron á el cuarto viejo de las casas del Marqués, donde él posaba, y estuvo allí preso ocho dias, mostrando sentimiento muy grave porque ansí el visorrey le hubiese preso y tratado tan ásperamente, y pesóle por no se haber ido á dar cuenta al rey de las cosas por él hechas en la provincia.

El obispo don Jerónimo de Loaysa, pesándole de quel visorrey hobiese preso á Vaca de Castro, le suplicó con toda humildad le soltase, y él lo hizo por su ruego, mandando apregonar que cualquiera que se tuviera por agraviado del mismo Vaca de Castro le pusiese demandas, para que si se viere que hizo sinjusticia, sea castigado. Y dende á pocos dias se tornó á prender Vaca de Castro y lo llevaron á un navío, mandando que lo tuviesen en él á recaudo. Y esta prision fué, según se publicó, por sospecha que de su persona el visorrey tuvo.

Lorenzo de Aldana habia venido de la provincia de Xauxa á ver al visorrey, y como primero contamos hobiese escrito aquella carta y el visorrey supiese que habia sacado della treslado, se enojó grandemente; y por esto. y porque su abtoridad era mucha y siempre se habia mostrado amigo de los Pizarros, le mandó prender, teniendo dél, segun dicen, sospechas, y enviar á otra nave adonde le tuvieron algunos dias; mas despues le mandó soltar, dando causas por qué lo habia mandado llevar al navío. Y en este tiempo ordenó el visorrey que en la mar hobiese armada, y por capitan general della Diego Alvarez de Cueto, su cuñado, y por capitan Jerónimo Zurbano.

CAPÍTULO XXXV

Como el obispo don Jerónimo de Loaysa, pesándole que se levantasen los movimientos que decian, habló al visorrey sobre que queria ir al Cuzco, y lo que sobrello pasó.

Ya era cosa muy entendida por todos los que estaban en la cibdad de Los Reyes Gonzalo Pizarro estar ya en el Cuzco recibido por procurador é justicia mayor. Don Jerónimo de Loaysa era obispo en esta cibdad de Los Reyes, la cual es la cabeza de su obispado, y deseando que no se levantase alguna guerra en el reino que fuese parte para que la paz se perturbase, con voluntad de servir á Dios y á S. M. quiso por su persona ir á tratar sobrello á donde Gonzalo H. DE INDIAS.-11.-3

Pizarro estuviese; y ansi habló con el visorrey, representándole los grandes movimientos que sabian habia en el Cuzco, donde tambien decian estar Gonzalo Pizarro nombrado por procurador y justicia mayor, el cual no entendia sino en aderezar armas, hacer pólvora y proveerse de otras cosas más pertenecientes á guerra que no convinientes á suplicacion; y que para que no pasase adelante la desvergüenza seria cosa provechosa ir algunos varones cuerdos y modestos para que encaminándole en lo que conviene, se saliese á fuera de tan loca y necia demanda; y que pues para en tiempos semejantes quiere el rey sus vasallos, quél, por ello, y principalmente por servir á Dios, queria tomar trabajo y llegarse al Cuzco para persuadir á Pizarro en lo que convenia. Esto dicen que pasó el obispo con el visorrey, y aun otras práticas más y mayores sobre este caso; á lo cual el visorrey mostró gran contento, diciendo que en la ida hacia á Dios y á S. M. gran servicio y á él mercedes. Y cuentan que se determinó quel obispo saliese luego con toda brevedad, porque lo mismo habian de hacer ciertos notarios con las provisiones reales para requerir con ellas á Gonzalo Pizarro y á los demás no se moviesen inconsideradamente, antes las obedesciesen como de su rey y señor natural; y que procurase de tener forma cómo Pizarro no abajase á Los Reyes con junta de gente ni con la desvergüenza que decia. Y para tratar con él algun honesto concierto dió el visorrey palabra al obispo de que pasaria por lo quél ordenase é hiciese; y no se le dió poder por algunas causas, las cuáles yo las pondré al tiempo quel obispo y Gonzalo Pizarro se vieron, porque es gran trabajo una cosa escrebirla muchas veces, y más que en aquel paso se ha por fuerza de reiterar 1, porque conviene ansí. Y seré largo en esta ida del obispo porque pasaron cosas muy delicadas y de noctar, y yo las supe de personas que se hallaron con Pizarro de los que fueron con el mismo obispo, y aun él mismo me lo afirmó pasar como yo lo cuento. Y algunos trataron desta ida del obispo afirmando que eran cautelas y que iba más por el bien de Pizarro y por su provecho que no por el servicio del rey; mas no quiero parar en dichos vulgares, pues es una confusion varia y nunca cierta, pues sabemos que nunca dan en el blanco de la verdad aunque parezcan no alejarse mucho de ella.

Determinada, pues, la ida por el obispo, salió de la cibdad de Los Reyes yendo con él un compañero suyo llamado fray Esidro de

En el ms., retirar.

San Vicente, á veinte dias del mes de junio | blico, con los despachos y provisiones, que

del mesmo año. Salieron para le acompañar en aquella jornada don Juan de Sandoval, Luis de Céspedes, Pero Ordoñez de Peñalosa y dos clérigos, llamado el uno Alonso Marquez y el otro Juan de Sosa. Y tomando, pues, el camino marétimo de Los Llanos, anduvo hasta llegar á un pueblo llamado Ica, á donde encontró con un Rodrigo de Pineda, el cual venia del Cuzco y afirmó ser ya salido dél Gonzalo Pizarro, y que si el obispo fuese por Los Llanos, que lo erraria. Con el dicho determinó el obispo de subirse á la sierra para salir al pueblo de Gualle, repartimiento de Francisco de Cárdenas, vecino de Goamanga.

Pues como el visorrey entendiese que ya era pública la alteracion de las provincias de arriba y que Gonzalo Pizarro y los que con él se juntaban, no obstante las muchas palabras feas que en desacato del rey decian, se aparejaban para venir con mano armada á obrar y estorbar que no se cumpliese su mandamiento real, despues de haber tomado su parecer con Francisco Velazquez Vela Nuñez, su hermano, y con Diego Alvarez de Cueto, don Alonso de Montemayor y otros caballeros de los principales que estaban en Los Reyes, determinó de hacer el llamamiento general en el reino; y ansí, á gran priesa mandó despachar provisiones para todas las cibdades y villas dél, por las cuales mandaba que acudiesen todos los vecinos y estantes á servir á S. M. á la corte de Los Reyes con sus armas y caballos, sin ser osados de dar favor ninguno á Gonzalo Pizarro ni á otro que se nombrase deservidor de la corona real de Castilla, so pena de traidores y de perdimiento de todos sus bienes. Hecho esto mandó al secretario Pero Lopez que se apercibiese, porque habia de ir al Cuzco con las provisiones reales á requerir á Gonzalo Pizarro y á los demás que estaban en aquella cibdad las obedesciesen llanamente, el pecho por tierra, como sus sudictos y vasallos leales. Pero Lopez, no ostante el peligro grande que se le rescrecia, viendo que tocaba al servicio real respondió que lo haria con tanto que no mandase apregonar la guerra hasta quél volviese, porque no le matasen. El visorrey se lo prometió, mas si él no tuvo las orejas sordas, antes que saliese del ámbito de la cibdad pudo entender el son de los atambores y de los pífanos. Para que pudiese ir más seguro Pero Lopez mandó el visorrey á Francisco de Ampuero, criado que habia sido del marqués don Francisco Pizarro, que fuese con él y ansí salieron de Los Reyes, yendo tambien Ximon de Alzate, notario pú

eran para que deshiciese la gente y acudiesen al servicio del rey, so pena de traidores, y para que donde quiera que llegasen les diesen todo favor é ayuda.

CAPÍTULO XXXVI

De cómo los Oidores llegaron á la cibdad de Los Reyes y se fundó el Audiencia real.

En lo de atrás dimos noticia de cómo desde la cibdad de Panamá se adelantó el visorrey Blasco Nuñez Vela y los Oidores quedaron para luego salir; y ansí, desde á pocos dias, embarcados en naves con sus mujeres se partieron para el Perú. Llegados al puerto de Tumbez fueron caminando hácia la cibdad de Los Reyes, y eran grandes las quejas que generalmente les daban del visorrey, diciendo que por su proveimiento habian sido muertos más de cuarenta españoles de hambre por los caminos, por no querer los indios proveerlos de cosa alguna. Respondian que era un temerario, y que idos á Los Reyes se fundaria el Audiencia, adonde le irian á la mano para que no hiciese tan grandes desatinos como habia hecho desde que entró en el reino; y hablando estas cosas y otras, segun dicen, llegaron á la cibdad de Los Reyes, adonde la hallaron puesta en armas porque el visorrey empezaba ya á apregonar la guerra contra Gonzalo Pizarro. Llegados, fueron bien recibidos y aposentados en casas de vecinos de la cibdad y andaban muy acompañados y eran bien visitados.

Idos á verse con el visorrey, les dijo cómo toda la provincia estaba alterada y que se habian huido de Los Reyes Gaspar Rodriguez de Camporredondo, Bachicao y otros, los cuales habian alterado los vecinos de la cibdad del Cuzco, adonde con poco temor de Dios y del rey habian nombrado por procurador á Gonzalo Pizarro, el cual habia enviado por el artillería que estaba en Goamanga, para con ella y la junta de gente que hacia, venir á la cibdad de Los Reyes contra ellos. Los Oidores les desplugo oir aquella nueva. Y el sello real fué metido debajo de un palio, llevando los regidores las varas, y el Audiencia fué fundada y se despachaban provisiones á todas partes; y el visorrey escribió á la real majestad de nuestro señor el rey las cosas subcedidas en el Perú desde que entró en él, cómo se habian alterado con las ordenanzas que habia mandado quél trujese, y lo mismo escribió á los del su muy alto Consejo.

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