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danza ninguna sin nuestra licencia; é mando é mandamos al dicho Blasco Nuñez Vela, nuestro visorrey, que si hobiere de venir á nos informar de lo susodicho, que no traiga consigo á los dichos nuestros Oidores ni á ninguno dellos, sino que libremente los deje estar con nuestro sello real para que hagan y cumplan lo que por esta nuestra carta les mandamos é tenemos mandado por las provisiones que de Nos tienen, porque ansí conviene á nuestro servicio é al bien é pacificacion destos nuestros reinos; é porque el dicho nuestro visorrey de hecho no traiga ni embarque consigo los dichos nuestros Oidores, si por su parte vos fuere pedido favor é ayuda, por la presente mandamos á vos los dichos Consejos, Justicias é Regidores, caballeros y escuderos, capitanes é gente de guerra que el dicho nuestro visorrey tenia é tiene para la guarda é defensa de su persona, é á todos los vecinos é moradores, estantes é habitantes, ansí de la dicha cibdad de Los Reyes como de todas las cibdades, villas é lugares destos nuestros reinos, que se lo deis é fagais dar aquel que pidieren é menester hobieren, é vos junteis con ellos é los ayudeis é favorezcais con vuestras armas é caballos, é fagais é cumplais lo que por ello vos fuere mandado cerca de resistir é evitar que el dicho nuestro visorrey no traiga ni embarque consigo á los dichos nuestros Oidores; lo cual vos mandamos que ansí hagais é cumplais, so pena de la nuestra merced é de ser habidos por traidores, é de perdimiento de todos vuestros bienes é indios para la nuestra Cámara é fisco á cada uno que lo contrario hiciere. Dada en la cibdad de Los Reyes á diez é siete dias del mes de Setiembre de mill é quinientos y cuarenta é cuatro años».

Libráronla los señores licenciado Cepeda, é Alvarez, y el doctor Lison de Tejada. El secretario fué un escribano llamado Francisco de Talavera, y el regidor otro escribano que se decia Pedro de Acevedo.

Por donde hay razon para crer que Aliaga no estaba de parte de los Oidores, pues si lo estuviera él ordenara como secretario la provision.

CAPÍTULO LXIII

Que va prosiguiendo al primero sobre lo tocante á la prision del visorrey Blasco Nuñex Vela.

Como ya se hobiese ordenado la provision y estuviesen apercebidos los ya nombrados H. DE INDIAS.-11.-5

y mirasen que el visorrey habia enviado al capitan don Alonso de Montemayor y á otros de los más principales de sus amigos en seguimiento de los que se habian huido, acordaron de poner en efeto su propósito, que era el que ya hemos dicho, é los Oidores, fingiendo estar temerosos, pedian al visorrey les diese algunos arcabuceros para guarda de sus personas, y él, no embargante que conocia la enemistad que le tenian, no pensando que acometieran tan gran maldad, mandaba al maese de campo que les proveyese de algunos soldados arcabuceros, é todos los vecinos con sus amigos tenian aparejadas sus armas para hacer lo que los Oidores les mandasen. Los cuales todos tres, Cepeda, Alvarez é Tejada, se juntaron un dia, antes que amanesciese, que fué á diez é ocho de Setiembre de mill é quinientos é cuarenta é cuatro años, en las casas de Maria de Escobar, mujer que es agora de don Pedro Puerto Carrero, é habiendo requerido con la provision al capitan Martin de Robles, andaba llegando los soldados para traer su bandera á donde el licenciado Cepeda estaba, con determinacion de que si el visorrey los quisiese hacer ir á Trujillo, encastillarse é aguardar á Pizarro, ó con todas sus fuerzas procurar de embarcar al visorrey y echarle del reino; é pasando aquel dia por la puerta de la casa de Cepeda, donde se hacia la junta, un soldado que habia por nombre Cajero, le llamaron para que entrase dentro, y él, adivinando lo que era, á toda priesa fué á las casas del visorrey, y encontrando con el capitan Serna le contó lo que pasaba, é juntos entraron en el aposento del visorrey y le hallaron durmiendo, y sabido quién llamaba mandó que entrasen, y como Cajero le contó que se hacia junta en la posada de Cepeda, se armó á toda priesa é mandó al capitan Pablo de Meneses que fuese por su bandera é allegase toda la gente, porque le parescia mal que se hobiesen desvergonzado aquellos bachilleres, lo cual dijo por los Oidores; y entrando en aquel instante el sargento mayor Blas de Sayavedra, oido lo que pasaba, sin se lo mandar fué á la iglesia é tocó al arma con toda priesa, lo cual oido, pública é descubiertamente Martin de Robles puso su bandera en lo alto de la casa de María de Escobar, y recreció con el sonido del arma grande alboroto en la cibdad, é unos é otros descurrian por toda ella é no decian más de viva el Rey! A las casas del visorrey acudieron pocos, el cual estaba armado y con él el capitan Pablo de Meneses, que ya iba por su bandera, y el capitan Serna; Alonso de Castro, alguacil mayor; el capitan Alonso de

Cáceres; Rodrigo Nuñez de Prado, maese de campo que fué del adelantado don Diego de Almagro; el sargento mayor Sayavedra; don Pedro de Portugal; Luis de Tapia; Bernaldino de San Pedro, secretario; Pero Lopez, Niculás de Almazan é otros criados del visorrey é hombres de su guardia, y á mucha priesa tomaron sus armas. La plaza estaba toda barricada por temor de la venida de Pizarro, y á las bocas de las calles estaban Cristóbal de Burgos, regidor; Niculás de Rivera el Viejo, alcalde, é Juan de Cepeda, hermano del Oidor Cepeda, e como el ruido fuese grande y el toque del arma no cesase, acudian muchos soldados para ir á juntarse con el visorrey, y como allegaban á donde estaban estos que digo, decíanles: ¡al Rey, al Rey! ¡Señores, á la posada del licenciado Cepeda, donde están los Oidores! y como no entendiesen el trato íbanse allá é luego eran por Martin de Robles detenidos é puestos á punto de guerra; y á todo esto no entendian lo que hacian, ni se habian determinado á salir de las casas en que estaban los Oidores, y el visorrey quiso ir á combatirlos, y el capitan Pablo de Meneses estaba ya con su bandera fuera de la casa del visorrey, aunque no muy acompañada de soldados, y el general Vela Nuñez puesto á la puerta; Rodrigo Nuñez á grandes voces decia al visorrey que saliese, é ya que queria con todos ellos salir para ir á donde estaban los Oidores, don Juan de Mendoza, y el alcalde Alonso Palomino, é Diego de Urbina, y Hernando Sarmiento, vecino de Quito, é otros, por fuerza é contra su voluntad le hicieron volver arriba, diciendo que se recreceria gran daño é muchas muertes si salia de su casa, y que aguardase á ver los Oidores qué querian, lo cual hacia más por la salud de los Oidores que no por la del visorrey, ni por su servicio, y subido á lo alto de su aposento el visorrey, le dijeron que se metiese adentro porque algun arcabucero no le matase, que los Oidores no querian más de que se embarcase. En esto, los Oidores, creyendo que el visorrey venia para ellos, turbados y muy temerosos se quisieron hacer fuertes en una torre que está en aquellas casas, y á mucha priesa mandaron que se peltrechase é proveyese de bastimento, é ya que lo querian hacer entró Antonio de Robles, hermano del capitan Martin de Robles, é mirando contra su hermano le dijo: fuerte os quereis hacer, Robles; pues yo os prometo que antes de muchas horas vuestra cabeza esté en la picota, pucs comenzais necedades é agora os quereis encastillar. A la plaza, á la plaza! que es lo que hace al caso; y como aquello oyó Robles

y los Oidores, salieron de donde estaban, apellidando el nombre del rey, y fueron por una calle abajo que va á salir á la plaza, é como el alcalde Niculás de Ribera el Viejo y Cristóbal de Burgos hobiesen estado á las bocas de las calles, habian encaminado á los soldados que al ruido del arma salian á la plaza, adonde estaban los Oidores, é ansí estaban bien acompañados; é yendo para ellos un fraile del Orden de Santo Domingo, llamado fray Gaspar de Caravajal, le rogaron que fuese al visorrey é le dijese que se embarcase é fuese á España, que es lo que querian.

Fray Gaspar fué á las casas del visorrey, el cual estaba dentro de una recámara, la puerta cerrada, y llamando el fraile le abrieron y le dijo á lo que venia, y entró tras él Lorenzo de Aldana y habló algunas palabras al visorrey. Unos dicen que de ofrescimiento é otros cuentan que no, sino sobre decirle que se embarcase, porque de otra manera corria su persona riesgo. La primera opinion tengo por más cierta; y el visorrey estaba atónito é quisiera, si le dieran lugar, salir á la plaza. Los Oidores, allegados á un canton della, mandaron apregonar públicamente la provision ya dicha, para que todos los soldados sin temor hiciesen lo que por ellos les fuese mandado.

CAPÍTULO LXIV

En que se concluye la prision del visorrey, é de cómo fue llevado por el capitan Martin de Robles á la presencia de los Oidores, é de allí á la posada del licenciado Cepeda.

Por toda la cibdad de Los Reyes se entendia ya que los Oidores, no solamente determinaban de que la Corte no saliese della, mas de hacer embarcar en una nave al visorrey y echarle de todo el reino. Los vecinos, no embargante que todos los que he dicho estaban confederados con ellos, tenian fuera de la cibdad caballos ligeros para poder huir al real de Pizarro si viesen que los Oidores no salian con su intincion, y algunas dueñas se ponian á las ventanas y decian á los soldados que vian pasar que tuviesen ánimo y fuesen hombres para prender al tirano de Blasco Nuñez, y ansí, quiriendo imitar á sus maridos, decian otras fealdades. Llegada que fué la bandera de Martin de Robles á aquella esquina, la cual traia un Ramirez, que despues fué muerto en la cibdad de Quito, el capitan Serna, que estaba con el

visorrey, soltó dos veces su arcabuz, y entrambas dió por encima de los soldados en una pared, y aun dicen que creen que si acertara con alguno, que huyeran. El capitan Pablo de Meneses estaba con su bandera, la cual tenia su alférez Grabiel de Pernía, y como viesen la gente que allegaba al esquina quisieron ir á afrontarse con ellos, y el general Vela Nuñez, que quedaba á la puerta con algunos soldados que se le habian allegado, queria ir á hacer lo mismo, y como la condicion de la gente desta tierra sea, como muchas veces he dicho, los pocos no querer contender con los muchos y sin tener respeto á su capitan pasarse al otro, como si ya estuvieran hechos de concierto, los unos é los otros tiraban los tiros de los arcabuces por alto, y así como allegaron cerca de la bandera de Martin de Robles, todos los más con un tropel se pasaron á ellos, diciendo: ¡todos somos unos! de manera que sin poder mostrar Pablo de Meneses é su alférez Pernía sino sus personas, ni tener poder para se resistir, fueron desarmados, é lo mismo el sargento mayor Sayavedra, é Alonso de Barrionuevo Montalvo é otros algunos. E como esto subcediese desta manera, los Oidores se acercaron á las gradas de la iglesia mayor, desde donde dicen que dieron un mandamiento á Niculás de Ribera el Viejo, alcalde, para que fuese y trajiese delante de su presencia al visorrey, é mandando llamar al secretario Jerónimo de Aliaga le mandaron que fuese ansímismo á donde estaba el visorrey y le dijese de su parte que le suplicaban quisiese embarcarse é ir á dar cuenta á Su Majestad, pues vía cuán odioso era á todas las gentes del Pirú y cuántos dapnos se excusarian con salir su persona del reino. Aliaga fué y entró dentro y halló en una cuadra al visorrey y le dijo á lo que venia, y el visorrey respondió: Matarme han si salgo. Aliaga dijo: Primero me matarán á mí. Diego de Urbina, puesto en los corredores, dicen que hacia seña que viniesen; otros dicen que para otro fin. En conclusion, estando el visorrey bien fatigado é congojado, sin saber lo que haria, porque para defenderse estaba mal acompañado é los más de sus amigos ausentes, é de salir fuera temia la muerte, los soldados que estaban con Vela Nuñez, sin vergüenza ninguna, todos los más dellos, abajadas las picas se fueron á juntar con el golpe de la gente, diciendo el mismo apellido de todos somos unos! Antonio de Robles se acercó hácia las casas del visorrey é á grandes voces decia que se embarcase, que los Oidores no querian otra cosa. El visorrey salió á ver lo que decia, y

aun no se hobo bien puesto en los corredores cuando un soldado soltó un arcabuz é dió por encima dél, y metiéndose adentro dijo á Antonio de Robles que subiese, el cual lo hizo así. El alcalde Niculás de Ribera, armado é con una lanza en la mano entró en casa del visorrey, y el capitan Martin de Robles, sin mandarle, más de haberle notificado la provision, pareciéndole que era bien abreviar el negocio y que el visorrey fuese preso, entró de rendon con su gente y encontrando con Vela Nuñez le llamaban de traidor y que su hermano era muerto é que presto lo seria él; lo cual oido por Vela Nuñez, viendo que todos seguian á los Oidores é temiendo la muerte, saltando por unas paredes á toda priesa se fué al monesterio de Santo Domingo. El capitan Robles no paró hasta entrar adonde el visorrey estaba, mandando prender á los que allí hallaban. Como el visorrey lo vido, dijo: Esa esperanza se habia de tener de vos; é bien complistes la palabra que me distes. Robles le respondió: La palabra ¿cuántas veces se ha de dar? Dijo el visorrey: En ley de caballero, una. Respondió Robles: Pues ya yo tengo dada esa á los Oidores. Otros dicen que dijo á Pizarro. En fin, fué preso el visorrey é pasaron otras pláticas entre él y Robles que con el estruendo que traian no se pudieron entender. Y llegando el alcalde é los otros armados lo abajaron por las escaleras para allevarlo á la presencia de los Oidorés, y el visorrey iba con buen ánimo, aunque mostraba llevar pena por miedo que no matasen á los que con él habian estado, y salió por las puertas á paso largo, y los soldados decian: ¡Viva el rey! ¡viva el rey! y él decia: ¡Viva! por cierto; ¿quién lo mata? y uno de aquellos nefarios soldados le apuntó con un arcabuz, diciéndole palabras feas. Lo llevaron á donde los Oidores estaban. El Oidor Zárate allegó al canton de la Plaza, é como estuviese ignocente de lo que pasaba é viese á una parte estar los Oidores y por otra venir el visorrey en són de preso, espantábase é andaba como hombre fuera de seso, preguntando que qué era aquello, é se juntó con los Oidores, reprenhendiéndoles lo que hacian. Como llegase el visorrey junto á la iglesia, un Aguirre, criado del licenciado Caravajal, hermano del fator Illan Suarez, con grandes voces dijo: Miren por él, no se entre en la iglesia, que será más trabajo sacarlo della que no de su casa. Los Oidores abajaron hacia el visorrey y le dijeron que á su misma persona convenia lo que se hacia, y él puso el dedo en la frente é no dijo más de decir: ¿Dónde se vido que el sacristan prenda al obispo, ni el alguacil al corregidor?

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y con un tropel muy grande lo llevaron á las casas de María de Escobar, aposento del licenciado Cepeda, y entrando los Oidores dentro dijo el licenciado Zárate: Desdichados de nosotros, que quedamos sin sombra! é oida esta palabra por el visorrey respondió, mirándolo á la cara: No le cortúrades vos las ramas; Zárate dijo: ¿Yo, yo? nunca tal hice, y quien lo dijere miente, que á mi rey hasta que muera le tengo de ser leal. El visorrey supo luego cómo el Oidor Zárate no habia sido en lo hecho, é se holgó. El licenciado Cepeda le mandó que se fuese á su casa. En esto, Estacio, alférez que había sido del traidor de Gonzalo Diaz, sacó la bandera que se habia arrastrado los dias pasados, é habiendo los muchachos llevádola en pedazos remaneció cosida é puesta como si estuviera sana, y tendiéndola por la plaza decia á grandes voces: Viva el capitan Gonzalo Dia de Pineda! Otros dijeron: ¡Pizarro, Pizarro, riva Pizarro é no se hizo mincion del rey. Diego de Agüero, que muy galano andaba aquel dia, fué á Santo Domingo é trujo á Vela Nuñez é llevólo á su casa preso. Los Robles fueron á matar á Melchor Verdugo, por sus pasiones ó por otra causa, porque él no se halló de la parte del visorrey ni de los Oidores, aunque dicen armarse é querer salir é hallar la puerta cerrada. Llegados los Robles lo mataran si Lorenzo de Aldana con otros no le socorrieran. Todo lo más de la recámara del visorrey fué robada, é á las puertas de los vecinos y aun de los mercaderes estaban grandes colaciones é mucho vino para los soldados que pasaban, mostrando todos grande alegria con la presion del visorrey. Sebastian Sanchez de Merlo, vecino de Los Reyes, salió en un caballo dando carreras, diciendo: ¡Ea, caballeros! que los criados y amigos de Vaca de Castro hemos ganado la joya; ramos á la mar y sacaremos á aquel buen viejo del navio y volverá á ser gobernador. Los vecinos estaban tan alegres que era cosa extraña; abrazábanse; contaban los unos á los otros lo que habian hecho; lobanlo por gran hazaña, y todos tenian un contento tan grande, que no asi ligeramente se puede ponderar. Los Oidores mandaron poner guardas al visorrey, y llegando Aguirre dijo que era un traidor alborotador, y que habia muerto á un hombre mejor é más leal que no él; lo cual dijo por el fator, y entendido por el visorrey, preguntando á los que le guardaban que ¿quién era el que por la boca osaba decir palabras tan feas? é como lo supo, mandó que lo echasen de allí. Ventura Beltran entró donde estaba el visorrey, con una ropa suya, que la hobo de alguno

é le cupo del robo, y como el visorrey viese el habito de Santiago, le dijo: Veis aquí, Ventura Beltran, que no bastaron cuantos grandes hobo en España a haceros comendador, á é pude yo siendo solo. Lo cual dijo porque el doctor Beltran é Ventura su hijo trabajaron no poco por este hábito, é por alguno defeto Su Majestad no fué servido de se lo dar. Pardavel, que despues fué capitan de la parte del rey en la última batalla que se dió entre el presidente Gasca é Gonzalo Pizarro el tirano, dicen que yendo adonde estaba preso el visorrey le apuntó con el arcabuz,

que entrando dentro le dijo que era un traidor é que si no estuviera preso que él lo matara; tambien cuentan que Antonio de Robles le dijo palabras feas, é que se empuñó en el espada para él; porque veais el triste visorrey qué tal estaba.

CAPÍTULO LXV

De como el licenciado Cepeda fué apregonado por presidente del Audiencia, é Martin de Robles por capitan general, é de la prision del capitan don Alonso de Montemayor é de otros.

Pasado lo que habemos contado, como la cobdicia ensaciable é deseo que Cepeda tenia de mandar fuese mucha, luego como el visorrey fué preso é le hobiesen puesto guardas, juntos los Oidores les hizo una plática dicióndoles que muy grande era el servicio que se habia hecho á Su Majestad del rey nuestro Señor con la prision del visorrey, pues ya ellos habian visto su liviandad é poco sosiego é cuántos males causara si aquella prision no hobiera sido, é que convenia que mirasen prudentemente lo que se debia hacer, y enviar á mandar á Gonzalo Pizarro que deshiciese la junta de gente y entrase acompañado de solamente hasta doce de sus amigos. Dichas estas palabras é otras por Cepeda, se determinó por todos cuatro Oidores de tener en los negocios la órden que aquí diremos. El licenciado Alvarez habia de entender en hacer las informaciones é tomar testigos para las probanzas que hacian sobre lo tocante al visorrey, é para su descargo, las cuales habian de ser llevadas á España. El doctor Tejada y el licenciado Zárate habian de oir justicia y entender en el despidiente de los negocios. El mismo licenciado Cepeda habia de ser presidente y entender en las cosas de la guerra; é no embargante que esto por ellos se habia ordenado, el licenciado Cepe

da lo mandaba y todo por su consejo era hecho. E salidos del consistorio donde tuvieron el acuerdo se fueron á la plaza, y en ella públicamente, con voz alta de pregonero, fué nombrado el licenciado Cepeda por presidente, holgándose de que le llamasen señoría, é ansí todos alegremente le saludaban. Hecho esto, el licenciado Cepeda nombró por capitan general á Martin de Robles, é por maese de campo á su hermano Antonio de Robles, y se mandó poner recaudo en el capitan Pablo de Meneses y en el sargento mayor Sayavedra y en los otros que estaban presos, é que por lista se asentasen todos los que habia en la cibdad. El capitan don Alonso de Montemayor, habiendo salido, como atrás contamos, paia prender á los que se habian huido, é viendo que no los podia alcanzar, se volvió á la cibdad, á la cual llegó otro dia despues de ser el visorrey preso, á donde ansi don Alonso como los otros supieron la prision del visorrey y les pesó grandemente, no pudiendo ser parte para nada. Fueron presos don Alonso y el contador Juan de Guzman, é Sebastian de Coca, é otros, que fueron llevados adonde el capitan Martin de Robles estaba, el cual les mandó poner guardias. Luego que el visorrey fué preso, un vizcaino que habia por nombre Martin de Arauco, con mucha priesa fué á la marina é llamando á una barca de las naves con grandes voces, á las cuales acudió un batel é supo Diego Alvarez de Cueto, general de la mar, lo que pasaba, y de la prision del visorrey, de lo cual recibió grandísima pena é mandó recoger los bateles de las naos é ponerlos por la popa de la en que él estaba, é ansímismo mandó al capitan Jerónimo Zurbano que aparejase un batel y puestos en él dos ó tres versos fuese al pueblo y aguardase en él, á donde podria ser aportaria el visorrey é algunos de sus criados, ó para tener aviso cierto de lo que pasaba; y Jerónimo Zurbano fué, y estando en la marina supo cómo el visorrey estaba preso en las casas de María de Escobar, aposento del licenciado Cepeda, é mirando que no convenia dejar allí los barcos de pescadores que estaban, les puso fuego é despues de quemados se volvió á donde estaba Cueto. Los Oidores habian tenido sus pláticas é consejos, é por parescer de los más de los vecinos determinaron de llevar al visorrey á la mar, para que mandase á Cueto, su cuñado, que entregase á los hijos del Marqués y diese los navíos, de los cuales se entregaria uno para que el visorrey pudiese ir en él á dar cuenta á Su Majestad; y como le dijesen lo que tenian acordado y estuviese en su poder, dijo que fuese como decian, y

nunca le desarmaron ni desnudaron la cota que tenia, y como estuviese enflaquecido y tan congojado, casi se desmayó, lo cual visto por Antonio de Robles, con grandes risas dijo: Cuando yo queria hacer del bellaco me ponia como está aquél; palabra tan fea que no era digna de escriptura, mas no conviene dejar de contar las cosas como pasaron. El contador mayor Agustin de Zárate, armado é con una lanza en la mano habia ya acudido á las casas del licenciado Cepeda, é como supiesen por la cibdad que querian llevar al visorrey á la mar acudieron muchos para verlo ir. Fray Gaspar de Caravajal y otros religiosos vinieron á le hablar y consolar, é cabalgando en un caballo de Diego de Agüero fueron camino de la marina, é viendo el visorrey al licenciado Polo le preguntó si habia visto ley que hablase sobre que el sacristan tuviese poder de prender al obispo? Polo le respondió que si él estuviera en Valladolid 6 en Madrid que se lo dijera, pero que alli no sabia nada de leyes. En este tiempo Cueto tenia gran recaudo en las naos é aguardaba á ver lo que los Oidores harian del visorrey, é como ya allegasen junto á la mar mandó al capitan Jerónimo de Zurbano que llegase á tierra é supiese qué gente era aquélla que venia, porque podria ser estar el visorrey entrellos. En esto ya se habian apeado, teniendo cargo de mirar por el visorrey el capitan Diego de Agüero é los alcaldes é más vecinos de Los Reyes, é como el visorrey viese que le convenia no hacer más de lo que le pedian los Oidores, dijo á su hermano Vela Nuñez que metiéndose en una balsa de enea que allí estaba fuese á las naos é de su parte dijese á Diego Alvarez de Cueto que le rogaba entregase los hijos del marques y los navíos, porque de otra manera corria su persona riesgo. Vela Nuñez se metió en la balsilla é fué á hacer lo que el visorrey le mandaba. Llegado Vela Nuñez é oido por Cueto lo que decia, respondió que el visorrey estaba muy engañado, porque los Oidores, despues de tener en su poder á los hijos del marqués y á los navíos, le matarian, y que le parecia que no debia de volver á

tierra.

Vela Nuñez, teniéndose por bien aconsejado se quedó en los navíos, y como los Oidores y sus cómplices los Robles viesen la tardanza de Vela Nuñez, sospechando lo que era dijeron al visorrey que escribiese de su propia mano á Cueto para que entregase lo que le habian pedido, y como hombre preso y sin libertad, ninguna cosa pedian que hiciese que osase decir de no, temiendo no le matasen, y tomando la pluma escribió á

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