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Diego Alvarez de Cueto las palabras siguientes: No me va sino la vida las que naos, con los hijos del marqués, se entreguen, porque si no se entregan, aquí me cortarán la cabeza; y llevando esta carta un criado suyo la dió á Cueto, el cual respondió al visorrey por otra carta, diciendo que cuando él le habia mandado venir á la mar y tener las naos era visorrey y gobernador del reino, y que despues le habian dicho que estaba preso, é que si tenia libertad haria lo que le mandaba é si estaba preso lo que convenia y era obligado al servicio del rey. Como los Oidores y los Robles é más vecinos de la cibdad de Los Reyes viesen la respuesta, decian que eran todas mañas, y con mucha desvergüenza, cada uno, sin refrenar su lengua, decia lo que se le antojaba. Es cierto que el visorrey se holgaba de que Cueto no entregase las naos, teniendo esperanza que habria mudanza en las cosas, y porque le daban priesa que entregase el armada tornó á escribir á Cueto y le dijo que más tiempo era de mirar por su vida que de tener tanto pundonor de honra; y como esta carta viese Cueto mandó á Jerónimo de Zurbano que fuese en el batel y que procurase hablar á solas al visorrey y que supiese dél lo que mandaba, y si no, que se volviese. Jerónimo Zurbano fué y á grandes voces, desde la barca, dijo al visorrey que el general Cueto le mandaba que hablase ciertos palabras. Los que le guardaban respondieron que si algo queria hablar que habia de ser delante de todos y no con él á solas. Zurbano, como aquello oyó comenzó á hablar, afeándoles lo que habian hecho, y prosiguiendo su plática, el secretario Jerónimo de Aliaga le dijo: Muy largas pláticas son esas para vizcaino; y tirando de tierra un arcabuz, Jerónimo Zurbano mandó poner fuego á los versos, tirando por alto por amor del visorrey. Todos se abajaron oyendo el estruendo, si no fué él, que muy serenamente se estuvo como de antes, é un vecino de la cibdad de Los Reyes, llamado Hernan Gonzalez, natural de la Fuente el Arco, dicen unos que á grandes voces, mirando contra el visorrey, dijo: Teneldo, teneldo, pésete Dios! no se eche á la mar, que sabe nadar como un peje. Otros dicen que se lo levantan. A mí me han afirmado que el mismo visorrey dijo haberlo hablado, y que él le respondió riendo: Hernan Gonzalez, ¿dónde sabeis vos que sé yo nadar, pues me crié más de cien leguas de la mar? Visto por los Oidores cómo no habian podido haber el armada, con mucha ira se volvieron á la cibdad y el capitan Zurbano hizo lo mismo á las naves.

CAPÍTULO LXVI

De cómo los Oidores mandaron confesar al visorrey, y cómo volvieron segunda vez á la mar y fueron echados en tierra los hijos del marqués, y don Antonio de Ribera y su mujer, y lo que acordaron de hacer Cueto, y Zurbano, y Vela Nuñez, y Vaca de Castro.

Como los Oidores Cepeda, Alvarez y Tejada viesen en su poder al visorrey y no entendiesen en más que en procurar que saliese del reino, andaban las cosas de la justicia con harta adolencia, porque todos hablaban y obraban y ninguno era castigado, y aunque el pensamiento de los Oidores era que la corte estaria en Los Reyes y ellos como presidente é Oidores, representando la persona real de César, ternian las provincias en justicia y harian con Pizarro que derramada la gente se volviese á la Villa de Plata, donde era vecino, los vecinos y gente de guerra no pensaban esto, sino hacer lo que Pizarro quisiese, y ansí le enviaban avisos de todo lo que subcedia, animándole á que con presteza allegase á Los Reyes, y aquel que no le escribia pensaba que cometia algun gran yerro; y otros soldados, en sus caballos, sin pedir licencia á los Oidores se iban á le buscar, y como ya hobiesen llegado á la cibdad, muy airados y llenos de enojo porque Cueto no habia entregado el armada tuvieron su acuerdo los Oidores con los principales que allí estaban, que ya les era tan odioso el visorrey y le aborrescian en tanta manera que deseaban verle muerto ó en parte donde nunca pareciese, y llamado á aquel acuerdo fray Gaspar de Caravajal le mandaron que fuese á confesar al visorrey, lo cual oido por el fraile se turbó y les dijo que pensasen bien lo que mandaban. Los Oidores le dijeron: Id, padre, y decid al visorrey que se confiese, porque están todos tan mal con él que creemos le matará alguno. Y ellos no querian que el visorrey muriese, mas mandaban aquello por ponerle temor y que hiciese á Cueto que entregase los navios y los hijos del marqués. Fray Gaspar fué adonde estaba el visorrey y lo halló paseando por una sala ó corredores, é mostrando mucha pena y agonía con las nuevas que traia le dijo á lo que venía, y el visorrey sin perder su ánimo, ni la color del rostro, respondió al fraile diciendo: ¿Es cierto que esos bachilleres mandan que me confiese? El fraile le dijo que sí, y el visorrey y él estuvieron en algunas pláticas, y al fin, como ca

le

tólico cristiano, dijo que se confesaría, mas que para que los Oidores ni los que seguian su partido creyesen que se confesaba, que se fuesen paseando mano á mano y que iria diciendo sus culpas é creerian los que los mirasen que hablaban; todo esto me contó á mí fray Gaspar de Caravajal, y más me dijo que antes que el visorrey comenzase la confision le dijo: Yo, yo, ¿de qué me tengo de acusar? Yo os prometo, padre, que si algun pecado tengo delante el acatamiento de Dios es la muerte que di al fator. Hecho esto, andándose paseando como decimos se confesó y el fraile volvió á los Oidores y les dijo cómo el visorrey no queria confesarse, y tornaron á tratar de volver á la mar, afirmando que si no entregaba Diego Alvarez de Cueto los navios y á los hijos del marqués, que matarian al visorrey, lo cual oido por él, dijo que volviesen á la mar y que él enviaria á fray Gaspar de Caravajal á los navios con tal seña que Cueto entregase los hijos del marqués y las naos, y ansí volvieron á la mar y el visorrey dió á fray Gaspar una sortija de una turquesa, bien conocida, y le rogó que fuese al navío donde estaba Cueto y le dijese en el punto que habia estado y que luego entregase lo que pedia. El fraile se metió en una balsilla y allegado á donde estaba Cueto, despues de le haber dado la sortija le habló de muchas cosas sobre que entregase los navios, y respondió que no daria el armada y que la mayor honra que al visorrey y á su linaje podian hacer era que traidores le matasen por servir á su rey, pues le quitaban pocos dias de vida y le daban muchos años de inmortal fama; y como el fraile tornase á decir cuánto convenía á la salud del visorrey hacer lo que los Oidores mandaban, Cueto tornó á responder y dijo que él entregaria los hijos del marqués, y con las naos se iria á un ancon que cerca de allí estaba, adonde poniendo en libertad al visorrey él entregaria las naos, y así mandó echar en tierra á los hijos del marqués é á don Antonio y su mujer y al fraile que habia venido. Mas como se tardase, los Oidores se habian vuelto á la cibdad con el visorrey, con más enojo que el dia pasado, y allegado don Antonio con los muchachos contaron lo que habia pasado. Luego que esto hobo pasado, Diego Alvarez de Cueto, tomando parecer con Vela Nuñez y con Jerónimo de Zurbano sobre lo que harian, pues ya habian vuelto al visorrey á la cibdad, se determinó de dar parte de todo lo que pasaba al licenciado Vaca de Castro, é tenerlo por principal, pues era del Consejo del rey y habia sido su gobernador en el reino, y ansí fueron

y le hablaron diciendo que todos querian meterse debajo de su mano é guiarse por su parecer, pues dello el rey seria servido, é otras pláticas que le dijeron, á las cuales el licenciado Vaca de Castro respondió graciosamente é aceptó el cargo é dijo que en Panamá tenia dineros y que con ellos podrian bastecer las naos, y que pues para llevar las seis naos que allí estaban no habia marineros ni pilotos, que debrian de echar á fondo las tres, é con las otras irse la costa abajo hasta tener nuevas del visorrey y saber en lo que quedaba, y pareciendo á todos bien lo que el licenciado Vaca de Castro decia, saltó en un batel Jerónimo Zurbano y puso fuego á los tres navios, sacando primero la gente que estaba, y repartiendo ciertas barras de plata entre los marinos y pilotos se hicieron á la vela la costa abajo hácia Gaura, habiendo primero Diego Alvarez de Cueto escripto una carta para el visorrey, en la cual le decia cómo se iban á Gaura, desde donde despacharian á Jerónimo Zurbano para que fuese á España y diese á Su Majestad cuenta de lo que pasaba, y que no saldrian de aquel puerto hasta saber si le ponian en libertad. Esta carta la dió á uno de quien mucho se fiaba, natural de Arévalo, rogándole que la diese al visorrey, y que si por acaso le hobiesen muerto, que fuese á Gaura y desde cierta parte pusiese en el espada un paño negro, é si fuese vivo y estuviese en su libertad pusiese un paño blanco. Y este que recibió la carta dijo que lo haria con muy gran voluntad y diligencia, é ido á Los Reyes, los Oidores hobieron de saber por su boca, ó por la carta que tomarian, lo que pasaba y la ida á Gaura de Vaca de Castro y de los capitanes. Recibieron mucho enojo de ver que habian quemado los tres navios y mandaron que se tuviese muy gran recaudo en la persona del visorrey y de los otros que estaban presos, y que se fuese á la marina y se procurase de los navios quemados y de los barcos hacer algunos esquifes ó barquetas con que pudiesen ir tras los navios, pues iban. faltos de vitualla y desproveidos de otras cosas, y ansí fué hecho, y como mejor pudieron se adrezaron algunas velas y con ellas se determinó que fuese por capitan Juan de Mendoza con los arcabuceros nescesarios para este efeto, y él holgó dello é anduvieron hasta que llegaron á Gaura, é por tierra fueron algunos vecinos con otros soldados; y los unos y los otros allegaron una noche al puerto de Gaura sin ser sentidos de los que estaban en las naos, y en amaneciendo el dia siguiente que allí llegaron pusieron una seña blanca en la parte que Cueto habia

dicho, y como la vieron los de las naos, pensando que era el que llevó la carta se metió Vela Nuñez en un barco con alguna gente, habiendo antes desto despachado en una de las naos á Jerónimo de Zurbano para que fuese á España á dar cuenta á Su Majestad de lo que habia subcedido. E yendo Vela Nuñez allegándose á tierra, salieron los que estaban en los barcos y tomáronle sin que pudiese defenderse, y don Juan de Mendoza y Ventura Beltran con los demás vecinos que allí estaban enviaron una cédula firmada de sus nombres á Diego Alvarez de Cueto, en la cual le hacian pleito homenaje ser su deseo de no hacerle daño, y el visorrey estaba libre y seria allí muy presto y le darian una nao con que pudiese salir del reino él y sus hermanos; por tanto, que viniese á juntarse con ellos. Cueto y Vaca de Castro, viendo que estaban solos y no tenian remedio para ir á ninguna parte, por haber ido la gente de los navios con Vela Nuñez, acordaron de hacer lo que decian don Juan de Mendoza y los otros, y ansí les entregó las naos. Vela Nuñez fué bien tratado y lo dejaron en su libertad, y vueltos á la cibdad algunos de los que allí habian venido, contaron lo que pasaba en guarda de las naos, y de las personas de Cueto y Vaca de Castro quedó don Juan de Mendoza.

CAPITULO LXVII

De cómo los Oidores determinaron de enviar á España al visorrey, y porque no estaban aún hechas las informaciones mandaron que el visorrey fuese llevado á una isla que está dentro en la mar y no muy lejos del puerto de Lima.

Pasadas las cosas que habemos contado en los capítulos precedentes, habiendo los Oidores sido informados de cómo los navios estaban en Gaura, acordaron de enviar con toda la brevedad posible al visorrey á España y á que Su Majestad por parte dellos fuese informado de lo subcedido en el reino, y se acordó por todos que el licenciado Alonso Alvarez llevase á su cargo al visorrey y los despachos que iban para el rey nuestro señor, y dieron desto parte á los vecinos é regimiento de la cibdad para que proveyesen de algunos dineros al licenciado Alvarez para el viaje, é como les fuese el visorrey tan odioso y en tanta manera deseasen verlo fuera del reino, no fué menester muchos ruegos para sacarles los dineros, é luego dieron nueve mil pesos de oro; los seis mill para el licenciado, y los tres mill para dar

á soldados que le habian de mirar, é porque las informaciones aun no estaban acabadas de hacer, con parecer de los de la cibdad se acordó que el visorrey fuese llevado á una isla que estará aun no una legua del puerto. poblada de no otra cosa que algunas rocas abrasadas del caluroso sol que siempre por ellas se esparce, y llena de grandes secadales é no otra agua que la que la mar con sus olas echa; y como lo determinaron lo sacaron luego de la cibdad, mandando al licenciado Rodrigo Niño que se aparejase para que con los soldados que fuesen nescesarios lo tuviese en guarda, y ansí salieron de la cibdad llevando tiendas para poner en las islas, y estaba tan altivo é mostrábase tan presuntuoso el licenciado Cepeda, que ninguno le osaba hablar, y aunque este es muy loado de gran letrado é muy docto en las letras griegas é latinas, é muy leido é grande humanista, jamás desde que entró en el reino hizo cosa acertada, y aquel tendré yo por sabio que usare bien de su arte. Allegado á la costa de la mar, como no habia barcos, por estar en Gaura, para en que el visorrey pudiese atravesar á la isla, despues de bien pensado usaron de otra mayor maldad, que fué mandar al visorrey que entre dos pequeños haces de paja se metiese para que un indio le llevase á aquella isla. El afligido hombre, temiendo no ser sorbido en el mar, blandamente les rogaba no quisiesen que se pusiese á peligro tan grande; mas no embargante sus dichos, el leal caballero fué puesto en aquella paja, pidiendo primero un testimonio á Simon de Alzater, escribano, que allí estaba, de cómo pedia y requiria al licenciado Cepeda no permitiese que así fuese llevado, y tambien le pidió otro testimonio de todos los que habian venido de Los Reyes con los Oidores. Simon de Alzater los dió é yo los he visto y aun los tengo en mi poder, y por ser ésta la sustancia no los pongo á la letra. Entrado en la balsilla el visorrey, dos indios le llevaron á la isla que ya hemos dicho, partiéndose luego el licenciado Rodrigo Niño con los otros que iban á guardar al visorrey en otras balsillas como en la que él habia ido, y allegados á la isla, el visorrey fué puesto en una tienda á todo el resistedero del sol, que no es poco en aquella region, pues jamás las nubes aunque más agua congelen derraman con qué la tierra pueda ser rociada, y allí oyó hartas feas palabras de los que le guardaban, y á cabo de algunos dias mandaron al licenciado Rodrigo Niño que se fuese á Gaura é que llevase al visorrey é que le tuviese á buen recaudo hasta que fuese el licenciado Alvarez, y ansí

lo hizo é anduvieron con el visorrey hasta llegar á aquel puerto, y saltados en tierra halló el visorrey al licenciado Vaca de Castro, y como le vido le dijo: Tales fuisteis 1 como nos, tales somos como vos; y despues de haber tenido otras pláticas entrambos comendadores, comieron allí con mucha probeza, que casi no tenian platos para poner la vianda; porque veais la poca firmeza deste mundo y cómo sustenta poco lo que promete, pues vimos al licenciado Vaca de Castro habia pocos dias tan acompañado de criados y servidores, tan bien proveido de adrezos ricos, cuán llena su casa de blandones de plata sacadas de las entrañas de las minas de Porco. Cuántos aparadores poblados de tantas vajillas tan ricas y preciosas que eran convinientes para el servicio de cualquiera príncipe, é que siendo él y el visorrey gobernadores de tan opulente é rico reino no tuviesen solamente en qué comer. Secretos y juicios son de Dios y azotes que da á los hombres para que entiendan que todas las cosas mundanales tienen fin y duran poco, y las escripturas para esto son hechas y que los hombres en viéndolas tomen enjemplos y avisos é vivan atentadamente. En este tiempo allegaron á la cibdad de Los Reyes los capitanes Garcilaso de la Vega, Grabiel de Rojas, Jerónimo Costilla, Jerónimo de Soria, Gomez de Rojas, con los otros que venian huyendo del Cuzco para se juntar con el visorrey, y cierto si no le hallaran preso y se juntaran con sus amigos, los Oidores no salieran con lo que hicieron. Los cuales daban priesa á los notarios que sacasen los procesos en limpio, y despues que todo estuvo hecho dijeron al licenciado Alvarez que se partiese, el cual ya deseaba verse con el visorrey para ponerlo en libertad, que muy arrepentido estaba de lo hecho, y diéronle los Oidores un mandamiento para que enviase á Vela Nuñez y á Cueto á Los Reyes, y lo mismo á Vaca de Castro.

CAPÍTULO LXVIII

De cómo el Oidor Alvarez allegó á Gaura y se confederó con el visorrey y lo puso en libertad, y de cómo se juntaron con ellos Cueto é Vela Nuñez.

Luego que los Oidores hobieron dado todo despacho al licenciado Alvarez, le dijeron que luego se partiese y procurase de llegar á España con toda brevedad, porque convenia que Su Majestad fuese informado de las cosas que habian pasado, y Alvarez, dando

1 Ms. fustas.

esperanza que haria lo que por ellos le era mandado, con toda voluntad se partió para el puerto de Gaura, donde el visorrey estaba y era mirado por el licenciado Rodrigo Niño y por otros que para aquel efeto allí estaban, y porque el visorrey no comiese solo dió licencia Rodrigo Niño para que Vela Nuñez, su hermano, é Cueto, su cuñado 1, pudie sen ir al navío donde estaba á comer con él; é como se dijese en la venida del licenciado Alvarez, el visorrey creyó que venia á matarlo con yerbas, y ansí lo dijo á Diego Alvarez de Cueto, el cual habló con el visorrey para que procurase negociar con el licenciado Rodrigo Niño, el alcalde que los miraba, que lo dejase saltar en tierra para poder hablar con el licenciado Alvarez antes que se viese con él, y pareciéndole bien al visorrey lo rogó á Rodrigo Niño y fué dello contento, y ansí saltó en tierra Diego Alvarez de Cueto, é ya era llegado el licenciado Alvarez é le pudo hablar é decirle que mirase que tenia tiempo para mostrarse en el servicio del rey, é pues era letrado y sabio, que gozase dél, y otras cosas desta suerte. El Oidor Alvarez respondió á Cueto que á eso y no á otra cosa venia, é que con todo secreto lo hiciese saber al visorrey, porque no lo recibiese ásperamente, é como aquello oyó Cueto, muy alegre fué al navío donde el visorrey estaba é le contó lo que con el Oidor Alvarez habia pasado, y aquella noche Alvarez fué al navío donde el visorrey estaba é delante los que le pareció que guardarian secreto hizo un auto en el cual se contenia que no embargante que los Oidores sus compañeros le habian encargado y mandado que llevase al visorrey preso á España y con él se presentase delante la presencia de Su Majestad, que él, viendo el yerro grande que se habia hecho é delito tan notorio en lo haber prendido, que no solamente no queria cumplir el mandamiento de los Oidores, mas que él le ponia en su libertad como visorrey que era, para que pudiese hacer lo que fuese servido; y como esto hobo hecho, habló con el visorrey, suplicándole quisiese perdonar lo que contra él habia hecho en lo tocante á su prision, pues con tiempo y no tarde se habia arrepentido y procurado salir de Los Reyes para le servir, y que allí traía ciertos dineros con los cuales podria comenzar á hacer gente de guerra para volver á ser obedescido por visorrey y tenido por tal, pues Su Majestad lo habia nombrado y señalado; lo cual oido por el visorrey mostró buen rostro al licenciado Alvarez, loando su propósito y prome

En el ms., amado,

tiéndole de no se acordar más de lo pasado. Como esto hobiese hecho el licenciado Alvarez, mandó luego que llevasen preso á la cibdad de Los Reyes al licenciado Vaca de Castro, porque así lo habian mandado los Oidores, y habló con Vela Nuñez y con Cueto que procurasen alzarse con el navío adonde iban, é irse camino de Paita, porque luego iria en su seguimiento acabadas algunas cosas que alli habia de proveer. Vela Nuñez é Cueto le respondieron que lo procurarian de hacer ansí, é iban con ellos en el navío tres deudos suyos, llamados Luis de Tapia y Hernando Mejia y Alonso de Vera, y entre todos tan solamente llevaban una espada, porque no les habian dejado más armas, y llevábalos á cargo un Bernaldo Ruiz, vecino de Los Reyes, con doce arcabuceros para cuando mandase el licenciado Alvarez volverlos á Lima presos; y dicen que dieron aviso al Bernaldo Ruiz que mirase por sí, porque Cueto é Vela Nuñez habian de alzarse con el navío, é yendo avisado él y los otros que iban con él dello, alzaron las velas é comenzaron de caminar, y Cueto é Vela Nuñez con los otros concertaron de otro dia por la mañana subirse en la popa del navio é procurarse tomar algunas lanzas de las que alli habia é de matar á los que los guardaban y alzarse con el navío, y como lo quisiese poner en efeto, Bernaldo Ruiz les dijo que se estuviesen quedos y no subiesen en la popa, porque ya los entendia, y como esto le oyó Cueto, dijo: Pues nos entendeis, sabed que el visorrey está puesto en libertad y que ra la vuelta de Paita, y que nosotros habemos de seguirle ó morir sobre ello. Uno de los arcabuceros dijo que ¿cómo querian ser muertos de aquella manera? Cueto respondió que más queria morir peleando con ellos que no ir á Los Reyes á estar preso en poder de traidores, y que no los habian de matar tan fácilmente que primero no hobiesen de morir todos los más dellos; é como oyeron que el visorrey estaba libre acordaron de volver al puerto de Guaura para saber lo cierto dello, é ya que llegaban cerca del puerto salia el visorrey, é como vido el navío, conociólo, é dijo que creia que habian muerto á sus hermanos, porque de otra manera ellos fueran al puerto de Paita, é mandó que volviese el navio al puerto á juntarse con el que venia y saber si eran vivos, y allegaron á entrar entrambos navíos á una en el puerto, y el licenciado Alvarez con el batel fué al navío donde venian Cueto 6 Vela Nuñez, é mandó á Bernaldo Ruiz é á los soldados que saltasen en tierra y que Vela Nuñez é Cueto se fuesen en el navío siguiendo al visorrey,

y ansí fué hecho, y otro dia se juntaron los navios y entraron en el del visorrey Cueto y Vela Nuñez y algunos soldados de los que habian venido á guardarlo, y sin les hacer otro daño más que quitarles las armas, los mandó echar en tierra é prosiguió su camino hácia Tumbez, é como los Oidores supieron la confederacion del visorrey é Alvarez recibieron mucha pena y decian mucho mal de Alvarez, afeándole lo que habia hecho.

CAPÍTULO LXIX

Cómo en la cibdad de Los Reyes los capitanes don Alonso de Montemayor é Pablo de Meneses intentaban con algunos servidores del rey de amotinarse contra los Oidores é libertar al visorrey.

2

1

En las casas del capitan Martin de Robles estaban presos los capitanes Pablo de Meneses y don Alonso de Montemayor 1 á quien no poco pesaba la prision del visorrey; pensaban qué modo se ternia para dar órden en libertarle, y parecíales que seria bien juntar alguna gente de la que con 3 entera fee le habian seguido y que luego fácilmente podrian prender á los Oidores y apoderarse de la cibdad, y á constreñirles enviasen por el visorrey, que en este tiempo se creia estar en Gaura, é luego hablaron con el alférez Pernía, y Barrionuevo Montalvo, y con un Aguirre, para que estos provocasen á lo que más pudiesen para que se hiciese aquel hecho, é cierto si con él salieran fuera notable; y estos tres hablaron á Juan Velazquez y al sargento Sayavedra y á Sebastian de Coca, y á Estopiñan de Figueroa, y á Alcázar, y al contador Juan de Guzman, y á Talavera, vecino de Los Reyes, y á Jerónimo de Soria, vecino del Cuzco, y á Jerónimo Costilla, y á otros buenos soldados que con no poca voluntad lo oyeron, y se concertaban unos con otros de lo hacer ansí, y dicen que se dió parte desto al capitan Garcilaso de la Vega é que se mostró muy remiso en ello, é ya que todos estaban aparejados para hacer lo que digo, el capitan Pablo de Meneses habló con don Hernando de Cárdenas para lo atraer á que se hallase en el motin, é don Hernando dió aviso á Ventura Beltran 5 que andaba en servicio de los Oidores, é un camarero del visorrey, llamado Rojas, dió tambien cuenta dello á Juan de Barbarán el Viejo, creyendo, segun dicen, que quisiera ser en ello; mas no lo hobieron

é como estos fuesen de casta tan magnífica y ellos en si fuesen varones de tanto ser y.- profundamente. - fee.al visorrey.-5 que no poco listo.

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