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pasar adelante. Don Antonio, como Gonzalo Pizarro habia mandado que lo dejasen ir á él, pasó adelante, y el contador fué allí detenido, tomándole la carta y provision, la cual enviaron á Gonzalo Pizarro, é de verla recibió mucho enojo, diciendo que los Oidores le querian con cautela engañar; é dándose don Antonio la más priesa que pudo allegó á se encontrar con él é le dió cuenta por extenso de lo que pasaba, é Pizarro mostró cartas que le habian enviado, de avisos, el licenciado Rodrigo Niño é Martin Pizarro, é luego entraron en consulta él y sus capitanes, adonde se trató del negocio, diciendo que ya que el licenciado Cepeda habia preso al visorrey, que ¿para qué habia hecho junta de gente é nombrado general e maese de campo? Don Antonio respondió que por estar seguro lo hizo, é Gonzalo Pizarro le preguntó si tenia á Cepeda por enemigo del visorrey, é díjole que sí, de lo cual se holgó no poco, diciendo que habia de tener al licenciado Ccpeda encima de su cabeza; é pasadas otras cosas allegaron á Pariacaca, adonde estaba el contador mayor Agustin de Zárate muy temeroso de que Pizarro no le mandase matar, porque como era recien venido de España, adonde no se usa dejar de cumplir el mandado del rey, tenia el temor que digo; no obstante que este Agustin de Zárate es tenido por sabio y leido en las letras latinas, que era causa por donde él habia de mostrar ánimo libre, é por sus palabras, pues era avisado, darles á entender el verro en que andaban, se mostró pusilánimo y el miedo é temor tenia metido ya en lo interior de su ánimo, y llegado Gonzalo Pizarro donde él estaba se anduvieron entrambos un espacio de tiempo paseando, diciéndole Pizarro que le contase por extenso la causa de su venida, é sabida por él le dijo que no le alborotase el campo ni dijese que traía provisión. Zárate le respondió que haria en aquel caso lo que le mandase, é que le rogaba no consintiese que se le fuese hecho ningun mal tratamiento, porque forzado de los Oidores vino con aquella embajada. Gonzalo Pizarro le aseguró y volviéndose á una tienda mandó que se juntasen los capitanes, los cuales venidos les contó lo que habia pasado con Agustin de Zárate, é que venido en su presencia lo tornasen á saber de nuevo é le respondiesen la respuesta que ellos viesen que convenia, y ansi mandaron á ocho arcabuceros que fuesen á le llamar é traerle de una tienda donde habia quedado, y él, como vido los arcabuces é las mechas encendidas, verdaderamente creyó que le querian matar, é con mucho temor fué allá, adonde Pizarro le

dijo que contase allí delante los capitanes lo que á él le habia dicho, y Agustin de Zárate estaba tan temeroso de verse entre aquella gente, que habló poco é no bien ordenado, y le mandaron salir fuera, quedando platicando entre ellos la respuesta que darian á los Oidores, é si les enviarian carta, y al fin, llamado Agustin de Zárate, le dijeron que se volviese á los Oidores y les dijese que ellos habian salido de la cibdad del Cuzco acompañando al capitan Gonzalo Pizarro é que no era cosa justa dejarlo solo, ni que el campo se deshiciese, é que él y ellos irian á la cibdad de Los Reyes y dejadas asentadas las cosas del reino se volverian á sus casas, porque su intento no era otro que ver la supension de las nuevas leyes E al tiempo que salieron de Los Reyes Agustin de Zárate é don Antonio, dieron comision al contador para que ofresciese á Pizarro el gobierno de las provincias de Guamanga para arriba hacia el Cuzco, y que les quedase á ellos lo demás. A esto no quisieron responder cosa alguna, antes con lo que digo se partio el contador á la cibdad de Los Reyes, é Francisco de Caravajal salio á los soldados, diciéndoles: Señores, los Oidores envian á mandar que Gonzalo Pizarro vaya acompañado tan solamen te de treinta hombres, lo cual se entiende que ha de ser por hilera, por hilera, buenos caballeros, mis señores.

CAPÍTULO LXXV

Cómo en la provincia de los Cañares se descubrieron grandes mineros de oro, é cómo por todas partes hasta el mar Oceano fue la nueva de la prision del visorrey.

Aunque yo quiera proseguir mucho tiempo una materia no puedo, á causa de las grandes cosas que subcedian en este reino, y por eso, pues mi historia es universal, general cuenta tengo de dar de todo lo que en él subcedia; é dejando de tratar de las cosas de Gonzalo Pizarro hasta que el discurso de la obra vuelva á ello, diremos agora que cincuenta leguas de la cibdad del Quito está la provincia de los Cañares, adonde estaban tan sumptuosos edificios en el asiento de Tomebamba como en mi libro de las fundaciones de las cibdades tengo dicho; y andando, pues, por esta provincia buscando minas, se hallaron unas tan grandes que en tiempo de un año se sacaron pasados de un millon y doscientos mill ducados, y eran tan bravas que en muchas bateas de la tierra que sacaban de los rios salian seiscientos y setecien

tos pesos, y con la grandeza que aquí hobo, en poco tiempo todos los más de los vecinos de aquella cibdad se vieron ricos y prósperos; mas poco les duró el contento de sus riquezas. Al tiempo que el visorrey entró en los reinos del Perú, era gobernador en la provincia de Popayan el adelantado don Sebastian de Belalcazar, y en el nuevo reino de Granada, provincias de Bogotá, lo era el adelantado don Alonso de Lugo; la gobernacion de Cartagena, provincia que está situada en la costa del mar Oceano, gobernaba el adelantado don Pedro de Heredia, y como en estas provincias y regiones se divulgase la venida del visorrey, pesóles á todos los más de los españoles que en ellas vivian, en saber las nuevas Ordenanzas que traia, é tenian gran deseo de ver si los vecinos y señores de indios del Perú las obedescian, teniendo por cosa dificultosa el rigor dellas. Mas como los indios de Cartagena sean de poco precio, no tenian pensamiento los encomenderos de ponerse en ningun trabajo por ellos, y tambien habia nueva cómo Su Majestad del Emperador nuestro señor, con acuerdo de los del su Consejo y por las diferencias que habia habido entre los adelantados don Sabastian 1 de Belalcazar y don Pascual de Andagoya y el mariscal don Jorge Robledo, se proveia con poderes bastantes y muy amplísimos de juez de residencia y comisario general, universal gobernador, al licenciado Miguel Diaz Almendariz, del cual trataré adelante cuando el discurso de la obra diere lugar; y no obstante que se tenia esta nueva, sin lo dar á entender deseaban que el visorrey no fuese recebido en la cibdad de Los Reyes, y aun que los del Perú no obedesciesen las Ordenanzas, y estando aguardando á ver el fin destas cosas, no se pasó muchos dias cuando vino nueva á la cibdad de Cali cómo Blasco Nuñez habia sido recebido en la cibdad de Los Reyes por visorrey. Con esta nueva, aunque no la tuvieron por alegre, todo se asosegó y el adelantado don Alonso de Lugo, despues de haber hecho grandes insultos y recogido como pudo, á lo que dicen, mucha cantidad de oro y ricas esmeraldas, y aun afirman que lo más del nuevo reino quedó revuelto, teniendo atencion á solo su interese, se partió para los reinos d'España; la hacienda real que llevó de la caja de Su Majestad la entregó, segun dicen, á sus oficiales, que residen en la cibdad de Sevilla; y ansí pasaron alguna calamidad en aquel reino, y á cabo de algunos dias, estando yo en la cibdad de Cali allegó

Así se halla este nombre la mayor parte de las veces en el manuscrito.

H. DE INDIAS.-11.-6

otra nueva que decia que habia grandes congregaciones y movimientos en las provincias del Cuzco, é que Gonzalo Pizarro con título de procurador general venia á responder por todo el reino é á suplicar de las Ordenanzas, é que el visorrey habia muerto al fator Illan Suarez de Caravajal, é que aguardaba que volviese el obispo de Los Reyes, y el regente, que habian ido á hablar á Pizarro sobre aquellos negocios; como esto se decia, todos deseaban que las Ordenanzas no fucsen obedescidas, é aunque los del Perú se pusiesen en arma, é como la prision del visorrey fuese en aquellos tiempos, la nueva tambien llegó á aquellas gobernaciones, é denostando al visorrey decian: Tomú la gente del Perú que tal es, é vereis cómo os va con ella; y á la verdad, como no sabian lo que habia de suceder, no me espanto que se holgasen, pues tiempo vino que lloraron y de veras, y aun con entrambos ojos.

CAPÍTULO LXXVI

De cómo el contador Agustin de Zárate allegó á la cibdad de Los Reyes, é de lo que pasó con los Oidores, é de cómo se entendió [que] Gonzalo Pizarro queria ser gobernador.

No terná el letor olvidado de cómo los Oidores habian enviado con embajada á Gonzalo Pizarro al contador mayor Agustin de Zárate, é lo que pasó con Gonzalo Pizarro en Pariacaca, desde donde volvió á la cibdad de Los Reyes, é aunque atrás dije que no le dieron carta en el campo de Gonzalo Pizarro, engañéme, porque él trujo una firmada de los capitanes, que eran Francisco de Caravajal, Hernando Bachicao, Juan Velez de Guevara, don Pedro de Puertocarrero, Pedro de Hinojosa, Pedro Cermeño, Pedro de Puelles, Jerónimo de Villegas, Gonzalo Diaz de Pineda, Diego de Gumiei y Francisco Maldonado, la cual era de creencia, diciendo en ella á los Oidores que allá iba con el mensaje Agustin de Zárate, con el cual ellos habian hablado y comunicado lo que más al servicio de Dios Nuestro Señor convenia y de Su Majestad; que diese entero crédito á lo que él dijese, sin salir un punto dello. En este tiempo ya habia llegado á la cibdad de Los Reyes el obispo don Jerónimo de Loaysa y fué avisado de todo lo que pasaba; pues como el contador allegase á los Reyes é los Oidores supiesen de su venida, acordaron de ir á las casas del licenciado Zárate, que era uno de los Oidores, á tener ayuntamiento, porque estaba enfermo, y ansí se fizo, é lla

mado á la consulta, al contador le mandaron que dijese lo que habia pasado con Gonzalo Pizarro é sus capitanes, el cual respondió: Lo que yo tengo entendido que Gonzalo Pizarro quiere, é sus capitanes, es ser gobernador absolutamente en todo el Perú, desde Quito hasta Las Charcas, sin que en él haya otro que sea su igual, y si se lo contradijeren, matar á vosotros y poner la cibdad á saco; y esto es lo que yo entiendo, lo cual digo en tan breves palabras. Los Oidores le mandaron que asentase aquella respuesta en el libro de acuerdo é lo firmase de su nombre, é respondió que no lo haria en ninguna manera, porque despues, siendo sabido por Gonzalo Pizarro, le mataria, é que él era ley viva, é que siempre que le fuese mandado daria cuenta de lo que allí decia. Los Oidores, visto que Gonzalo Pizarro llegaba ya cerca y que no les era siguro compeler Agustin de Zárate, pasaron por su respuesta, é como ya hobiese llegado al puerto de la cibdad de Los Reyes la nave en que estaba el licenciado Vaca de Castro, parescióles que seria cosa provechosa para ellos ir á tomar su parescer, pues era del Consejo Real del rey nuestro señor é habia sido su gobernador é capitan general de todo el Perú; é así fué el doctor Tejada, que era uno de los Oidores, con el secretario Pero Lopez, adonde estaba, é le habló sobre aquel negocio, pidiéndole en nombre de todos parescer si seria cosa acertada, por excusar los daños que podian resultar de dar la gobernacion á Gonzalo Pizarro. Vaca de Castro, habiéndose cuerdamente, respondió palabras graves y breves, diciendo quel negocio era pesado é que para pensallo era menester tiempo. Que él se miraria en ello y daria la respuesta, y ansí estuvo firme sin se querer entremeter en aquello que los Oidores querian facer, y aunqu'el mismo licenciado Cepeda fué á hablarle sobre lo mismo, respondió equivocadamente, sin querer dar parescer en que era bien fecho, antes por sus palabras se colegia lo contrario. En este tiempo allegaron al pueblo de Pachacama el licenciado Benito Suarez de Carvajal é Pedro de los Rios, que venian á se juntar con el visorrey, é como supieron lo que pasaba, no poca pena recibieron é temieron ser muertos por Gonzalo Pizarro. E Pedro de los Rios habló á Gonzalo Martel de la Puente, su cuñado, para que fuese á encontrarse con él é procurase el perdon, é llegado Gonzalo Martel fácil cosa fué de acabar, porque tenia grande amistad con Pedro de los Rios por la antigüedad, é la cerca del Cuzco, adonde entrambos se hallaron.

CAPÍTULO LXXVII

Cómo de la cibdad de Los Reyes salieron algunos vecinos é otras personas á recebir á Gonzalo Pizarro, el cual iba con buena ordenanza caminando hácia ella.

Por la manera que hemos contado allegó Gonzalo Pizarro hasta la sierra de Pariacaca, y estaba muy contento en ver que sus negocios se hacian tan prósperos, que creia que sin dificultad podria haber el gobierno de las provincias, é qu' estando apoderado dellas, que seria fácil cosa de acabar con el rey que aprobando le inviase provisiones para que le rescibiesen por su gobernador; é siempre tomaba su parescer con el capitan Francisco de Caravajal, soldado muy antiguo en Italia y en otras partes, é muy entendido é de juicio muy vivo é de memoria muy clara, é que si tomara otro camino que fuera más derecho, cierto se contara por muy excelente varon; mas como de suyo fuese cruel é vicioso é mal cristiano, como el tiempo le diese ya aparejo deseaba el sanguinario empezar á derramar sangre é que por ser cruel su nombre en todas partes fuese temido. Este le aconsejaba que ya no era tiempo de piedad; antes, que si no le fuese enviada la provision de gobernador, matase á todos los que lo estorbasen é se apoderase del reino de la manera que pudiese, trayéndole muchos ejemplos de hombres poderosos que por fuerza de armas comprehendieron gobernaciones é se quedaron con estados é reinos; é ansi, por consejo de Caravajal, Gonzalo Pizarro, dejando el real camino que va del valle de Jauja á Los Reyes, mandó marchar el campo por otro que se hacia á la mano siniestra, que iba a salir al valle de Pachacama, para por él allegar á la cibdad de Los Reyes, de donde como supiesen estar tan cerca salieron algunos vecinos é otras personas á le rescibir, é le facian grandes ofertas para le servir, prometiendo para ello sus personas é haciendas, dándole cuenta de lo que habia pasado é de cómo el visorrey era ido con Alvarez; y ansí, con buena órden que mandaba llevar abajaron al valle de Pachacama, é todo el carruaje que venia en su bagaje era llerado encima de los hombros de los tristes indios, que no pocos dellos murieron de cansados é quebrantados. Martin de Robles é su hermano Antonio de Robles tambien salieron á hacer reverencia á Gonzalo Pizarro y hicieron las ofertas y ofrescimientos que los demás, con toda instancia.

1 blanca.

CAPÍTULO LXXVIII

Cómo el maese de campo Francisco de Cararajal, por mandado de Gonzalo Pizarro fué á la cibdad de Los Reyes á prender y matar á los vecinos que del Cuzco habian venido.

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En alguna manera podriamos compadescer el escrebir de las guerras ceviles pasadas, porque no obstante que en el reino, despues de la rota de las Salinas é desbarate de Abancay subcediese la muerte del 1 marqués, y don Diego usurpase el reino, eran todas pasiones particulares que rescrecieron de las que hobo entre los dos gobernadores, é despues, aunqu' el reino estuvo tiranizado é se rescrecieron algunas muertes hasta que se dió la cruel batalla en Chupas, no fueron tantas ni tan lamentables como serán de aquí adelante, de lo cual no rescibo poca pena en lo escrebir. Mario y el cruel Sila é Dionisio con otros tiranos fueron crueles con solamente sus enemigos; mas éste, ni daba la vida al enemigo ni perdonaba al amigo aunque el yerro fuese fácil é la culpa no grande, y cierto se rescibió en la cibdad de Los Reyes gran temor en ver que Francisco de Caravajal, sin culpa ni razon ninguna, de los ramos de un árbol fuesen por él ahorcados Martin de Florencia é Pedro del Barco é Pedro de Saavedra, como luego diré ó daré á entender con toda claridad; é lo que pasó es que como todos los que venian de la cibdad de Los Reyes, holgándose de ver á Gonzalo Pizarro junto á su cibdad, le nombraban gobernador, llamándole señoría, é como él otra cosa no desease, é ya desde Goamanga todos lo mismo le llamasen, deseaba que sin dilacion ni poner inconvinientes, los Oidores por via de Audiencia hiciesen el mismo nombramiento é le diesen provision para que lo pudiese ser, é como le avisasen que los Oidores no tenian tal propósito, aconsejado de su maestre de campo

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viejo.- domésticas.- Despues de la muerte del famoso tirano Cayo Jullio Cesar, concordados Otaviano Augusto, y Marco Antonio, é Lépido, é repartido entre ellos el mundo por la forma del triunvirato, usaron de aquella tan gran crueldad de la proscricion, adonde fueron muertos tantos varones consulares, y entrellos aquella lengua de sabiduría Marco Tullio Ciceron, é dice Suetonio y otros autores que traido á la cibdad de Roma é puesta en el Foro della su cabeza é mano derecha, fué grande el espanto que recibieron los romanos de lo ver, é no menos se.mas, é yo proseguiré, dejando aparte mi atlicion, lo comenzado.- lo que subcedia.

Francisco de Caravajal é de otros capitanes suyos, acuerda que con temores que resciban de ver muertos á algunos de los qu' ellos tenian por odiosos, viniesen á complir su deseo, é como al tiempo que Gonzalo Pizarro saliese de la gran cibdad del Cuzco con la facinerosa empresa que traian, se huyesen della Gabriel de Rojas, é Garcilaso de la Vega, é Jerónimo de Sória, é Jerónimo Costilla, é de la cibdad de Arequipa Luis de Leon, é despues el licenciado Čaravajal, é Martin de Florencia con otros, acuerda que Francisco de Caravajal vaya con otros á la cibdad de Los Reyes y entrando en ella á la primera vigilia de la noche los prenda á todos los más que pudiere haber é los mate sin tener misericordia ni piedad, é qu' el capitan Pedro de Puelles con algunas lanzas fuese á correr el campo, hasta entrar dentro en la cibdad, é mirando cómo estaba la gente della se volviese á le dar aviso; é porque acertase Caravajal á dónde posaban todos los que habia de prender, llevó por guia á Antonio de Robles, porque desto queria servir; mas Dios, como es tan justo, le dió el pago con ser muerto como la historia dirá adelante. Quieren tambien decir que Martin de Robles, su hermano, fué á lo mismo, é yendo el cruel de Caravajal acompañado de algunos arcabuceros fué para la cibdad, y entrando en ella con la escuridad de la noche, que otra claridad no habia que la que mostraban el claro y muy sereno cielo que en aquella region jamás las nubes no engrosan con su escuridad, antes está sereno é tan hermoso que hasta agora en el mundo no se sabe que en ninguna region sea tan excelente. Allegado á la cibdad, Caravajal, fué á prender al capitan Garcilaso é á Gabriel de Rojas, é por aviso que tuvieron huyeron, é yendo donde estaban Machin de Florencia, é Pedro del Barco, vecino del Cuzco, fueron presos, é lo mismo Luis de Leon, vecino de Arequipa; é Jerónimo Costilla salió huyendo de la cibdad con pensamiento de se ir á juntar con el visorrey, é tambien huyó Jerónimo de Sória é Gaspar Gil, é como Caravajal no los pudiese haber á la mano, le fueron robados todos sus dineros é haciendas, é á Garcilaso é á ellos le fué quitada la encomienda que tenian de indios, é pasaron por grandes trabajos; é toda la cibdad andaba alborotada é los vecinos estaban temerosos no fuese robada la cibdad é sus mujeres forzadas, aunque yo no sé el pensamiento de todos qué tal era. Tambien se prendió el capitan Vasco de Guevara y otros algunos, entre los cuales fué Manjarrés.

CAPÍTULO LXXIX

De cómo fueron ahorcados Machin de Florencia é Pedro del Barco é Pedro de Saavedra, é de cómo el capitan Pedro de Puelles, alleyado á la cibdad, dió la vuelta á juntarse con Gonzalo Pizarro.

Por la manera que habemos contado fueron presos Machin de Florencia é Pedro del Barco, hombres que mucho habian servido en conquistas y en otras guerras al rey nuesro señor é que no eran dignos de ser muertos tan cruelmente; mas en tiempo de tiranos los buenos é virtuosos padescen é los inquietos é de ruines mañas se sustentan, hasta que Dios con su castigo les da el pago que los facinerosos merescen. Tambien fué preso Pedro de Saavedra, é despues que Caravajal, ansí á ellos como á los que se huyeron hubo robado lo que tenian, que no era poco, fué á la cárcel y llamando á Pedro del Barco, y á Machin de Florencia, y á Manjarrés, y á Luis de Leon, para que los llevasen á matar, despues de haber usado con ellos de una gran liberalidad, que fué, sabido que habian de morir, dar lugar que fuesen confesados, Manjarrés, mirando agudamente que para salvar la vida no tenia otro remedio sino cebar con el dinero, qu'es anzuelo para coger á los codiciosos, y la cobdicia insiaciable de Caravajal no era poca, llamólo con grande humildad y metiéndole por debajo la ropa dos pedazos de oro que valian poco menos de dos mil pesos, le dijo: Señor capitan, sea eso para guantes, y vuestra merced se acuerde de mi. Caravajal, como sintió lo que era, sin pensar ni más oir dijo: Metan allá al señor Manjarrés y saquen á Pedro de Sayavedra, el cual hasta entonces no lo pensaba matar, y el oro de Manjarrés fué parte para dalle á él la vida y al otro la muerte; y ansí, sin más pensar salió con ellos fuera de la cibdad á ponerse junto á un árbol que cerca della estaba, donde tenia pensado que los tristes hobiesen fin, é cuando allegó al árbol ya el dia habia salido y Pedro de Puelles venia, el cual, como emparejase con el maestre de campo, con grandes risas dijo: Ea, buenos caballeros, corred el campo é no pareis aquí, que embarazais á estos caballeros en el camino que han de llevar; y ellos, que la misma intencion tenian que él, pasaron sin nada les decir, é despues de haber confesado los hombres sin culpa, mandó el verdugo que todos cuatro, de cuatro sogas quedasen allí sepultados. Luis de Leon tenia un hermano que andaba en servicio de Gonzalo Pi

zarro, y por intercision deste se le dió la vida, é los demas, dadas á sus gargantas las vueltas de las sogas, fueron muertos, é la nueva fué á la cibdad de Los Reyes y puso tan grande espanto que causó tanto temor que algunos quisieron desamparar la cibdad, é sin tiento se preguntaban unos á otros ¿qué crímen habian cometido por donde meresciesen ser muertos? y en conclusion, aquel dia fué de juicio y de grande aflicion. Pedro de Puelles con sus compañeros entró en la cibdad, diciendo él y ellos muchas veces: ¡Viva por muchos años, viva el gobernador Gonzalo Pizarro é andando paseando por la cibdad, allegados á las casas de Maria d'Escobar, aposento del licenciado Cepeda, viéronlo estar armado con una cota, pensativo y el rostro muy triste, porque no poco estaba arrepentido de lo pasado. Pedro de Puelles se volvió adonde estaba Gonzalo Pizarro. E Caravajal mandó poner en los cuerpos de los muertos rétulos que decian: Por amotinadores; y Gonzalo Pizarro envió al Cuzco á mandar que le inviasen la hacienda de Pedro del Barco y la de Martin de Florencia, que no era poca, aunque despues se fizo en Paria almoneda de los bienes de Pedro del Barco, la cual valió pasados de cient mill escudos.

CAPÍTULO LXXX

Cómo los Oidores, con parescer de los obispos de Lima é Quito é de otras personas, acordaron de nombrar á Gonzalo Pizarro por gobernador é le dieron provision dello.

Público era en la cibdad de Los Reyes por todos los que en ella estaban Gonzalo Pizarro querer la gobernacion con achaque que le pertenescia por la cláusula del testamento del marqués su hermano. El licenciado Cepeda é los Oidores, al tiempo quel visorrey fué preso creyeron quel campo suyo luego fuera deshecho é que todas las provincias del reino fueran gobernadas por el Audiencia, é Cepeda siendo Presidente lo ordenaria todo á su voluntad; é como las cosas hobiesen subcedido de otro arte qu' ellos pensaron, é viesen que Gonzalo Pizarro con tanta desvergüenza hobiese llegado á la cibdad de Los Reyes é sin justicia muertos aquellos vecinos, é que los qu'estaban en la misma cibdad salian á le servir no haciendo caso dellos, é que si se querian poner en resistencia no eran bastantes, é que ya Pizarro por ninguna via queria dejar de haber el gobierno, é no embargante que el licenciado Vaca de Castro no quiso dalles sobrello su parescer, acordaron de tomallo de los obispos

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